Y tronaron sus dedos, dando paso a una apacible serenidad, callando esa desesperación y el llanto que aturdía su existencia, siete mili segundos con un movimiento friccionado de sus dedos.
Y tronaron sus dedos, dando paso a una apacible serenidad, callando esa desesperación y el llanto que aturdía su existencia, siete mili segundos con un movimiento friccionado de sus dedos.
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