Durante el 2020 esa persona se fue. No recuerdo que día fue porque primero se marchó, y al poco tiempo, desapareció.
Cuando es de noche, a veces siento frío. Primero en la cúspide de mis nudillos. Se acumula para luego deslizarse desde las puntas de mis dedos hacia dentro, consumiéndome.
De pronto siento cómo me sumerjo primero un poco, lo que la gravedad me permite, hasta que lentamente mi cuerpo cede y caigo.
—Pero esa persona no existe —argumenta ella.
—Eres tú, sigues siendo tú a pesar de que sientes que cambiaste.
En algún punto de 2020 se marchó, y no volvió nunca. Esa parte mía. ¿Era yo?
—Mamá solía decir que cuando nos cruzamos con alguien dejamos algo nuestro en ellos que se queda para siempre a su lado y, a cambio, recibimos algo suyo.
—Vale, entiendo.
—¿Es correcto preguntarle a alguien si nos quiere antes de darles una parte nuestra? ¿es muy egoísta pensarlo dos veces antes de acercarnos a alguien de quien no estamos seguros si queremos una parte suya?
Siempre que me preguntan qué sucedió realmente, repito la misma historia.
—Te estás yendo por la tangente.
Me puse nervioso y me reí. Disfrutaba hablar de mí y evitar las preguntas y juicios de fuera.
—Esa persona, sea o no sea yo, hubiera sido yo o no, se fue y me abandonó.
—¿Pero por qué afirmas con tanta seguridad que está muerta? ¿Sólo porque no regesa?
—¿Está vivo un animal si se escapa de casa y ya no se aparece nunca?
Al recordar todo aquello, me reí de nuevo.
Es complicado seguir el hilo de las historias cuando están deshilvanadas las perspectivas o los marcos de referencias narrativo.
El frío al que me refiero lo sentí durante el día la primera vez que caí en cuenta de que no estaría de vuelta nunca.
Ahora la sensación sólo me visita de noche.
¿Por qué aquella vez acabó en desesperación, y todas las demas, en risas?
Cuando se avecina el frío, uso guantes; incluso uso calcetines aunque sea una noche de verano. ¿Si olvido el frío, no olvidaré que se marchó esa persona?
—No puedes olvidar cómo se siente algo tan natural como las bajas temperaturas.
Y tenía razón. Tenía toda la maldita razón del mundo y eso me molestaba más que ninguna otra cosa que hubiera sucedido ayer u hoy, incluso que cualquier maldita cosa que pudiera suceder mañana.
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