Frío y crudo invierno.

Frío y crudo invierno.

Piel de lobo

11/12/2022

Dulce invierno, lleno de días que se evaporan tras un sol que tiene prisa por esconderse. Pero la gente muere lento mientras las hojas de los árboles caen deprisa. Todo en blanco y negro, como si de una película antigua se tratase. Las calles se vacían, las mantas no faltan, arropando los miedos que después de un cálido verano vuelven a resurgir. Es inevitable que las preguntas sin respuestas retornen después de haberse ido de vacaciones durante un largo periodo de tiempo. Y es el humo del fuego de la chimenea el que las trae de vuelta. La nostalgia de las navidades disfrazan los días de una felicidad llena de tristeza. Enfocamos nuestra mirada en los regalos para soportar el vacío que dejan los recuerdos de los que ya no están. Exprimimos esos días y con excusa, abrazamos a quienes una vez al año vemos. Intentamos llenar el vacío de esa silla en la mesa de los que ya no se sentaran con nosotros aunque parece que no se marchen. Ansiamos el sonido de la última campanada para poner en marcha todas nuestras promesas que un año más volverán a ser fallidas. Pero al menos sentimos la fuerza y la motivación que evidentemente es necesaria para no perder la ilusión de al menos intentarlo. Y empezamos a arrancar las hojas del calendario de un nuevo año. Comienza la cuenta atrás para contemplar la alegría de que las hojas nuevas de los árboles broten. Y con ello, nuestras esperanzas. Celebramos haber sobrevivido una vez más al frío y crudo invierno. Aunque indeseablemente necesario. Que irónica la vida, que irónicos nosotros. Que soñamos con un verano eterno que sin tormentas jamás existiría. Quizás las tormentas que más nos atemorizan son esas que llevamos por dentro y no nos atrevemos a enfrentar. Esas que resurgen cuando el sol cesa y no queremos aceptar. Ojalá un día seamos lo suficientemente valientes para hacerlo, ojalá algún día lleguemos a amar el invierno.

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