La semana previa al cuatro de Julio fue dura, pero nada distinto a lo que venía sintiendo desde dos mil dieciséis, por lo menos yo no percibí nada extraño. Días anteriores había tenido sesión con el psicólogo nuevo, le dije que yo creía que mi diagnostico no tenia solución, que sentía que tampoco merecía estar mejor y que básicamente iba por los demás y no por mí. Él me dijo que había varias opciones, que seguir y tratar de confiar en el tratamiento era una, que dejar por un tiempo y volver a probar era otra, pero que también matarse era una opción. Que estaba en mi elegir lo que yo quería hacer. Yo no paraba de llorar, realmente no estaba teniendo un buen día. El continuó diciendo que había perdido a varios pacientes porque eligieron morir. Yo sin poder procesar claramente todo lo que el me decía, a penas terminó la sesión, me fui a casa.

Había salido la última peli de Spiderman y con mi novio fuimos a verla al cine. Después teníamos planeado ir a saludar a mi primo por su cumpleaños número veintiséis, pero en el viaje a casa me agarro bastante ansiedad y decidí no ir. Esa noche fue crucial. Antes de irme a acostar, fui a la cocina. Agarré la cartera de mamá y la revolví. Encontré lo que buscaba. Tabletas de clonazepam, algunas de Lorazepam y tantas otras de algunas de las medicaciones que tomaba. Las saqué de la caja, y empecé a vaciar un blíster, una por una. Y agarré de reserva otra tableta a la cual le faltaban dos pastillas. Me tomé quince. Lo demás lo guardé en el bolsillo de la campera que tenía puesta. Fui a mi cuarto, mi novio entre dormido me preguntaba si estaba todo bien, yo le dije que si. Fui al baño y mientras colocaba en mi lengua cada pastilla azul de las trece que me quedaban, sacaba fotos para que quede evidencia. Y que nadie culpe a nadie, que se sepa que yo sola lo hice. Con el agua de la bacha las tragué. Y decidí escribir en notas, algo así como una confesión o despedida, no sé. Volví a la cama, yo me reía y nos grabé sonriendo, Emanuel no se dio cuenta hasta que pasó un rato, que yo no le respondía y miraba a un punto fijo sin escucharlo. Desde ahí es todo borroso, hasta que ví a mamá en la punta de una cama que no era la mía, llorando. Le pregunté que le pasaba, pero parecía no escucharme, insistí y nada. Mientras se secaba las lagrimas me miraba, yo sentía sus ojos en mí. Empecé a levantarme y gritarle que me responda o me iba a enojar, pero aun así seguía sin responder. Capaz está enojada, pensé. Más tarde llegaron médicos, no sé bien para qué. Se me ocurrió hablarles a ellos. Tampoco respondían, pero yo podía escuchar todo lo que decían. “Ya está estable, ya tiene la presión normal y está fuera de peligro”. Y recordé después de esas palabras lo que había pasado la noche anterior, o hace un rato, quien sabe.

Lo único que tenía en claro era que no había tenido éxito.

Yo voy a descansar y buscar mi felicidad. No estén mal por mí, luchen por ustedes crecen cada día más como personas como

Siempre lo han hecho.

Los amo

Familia

Amigas

Ema

Los amo mucho

Perdón si esto ocasiona algo malo en ustedes. Yo solo quiero estar en paz.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS