Nací y crecí en los arrabales del barrio más pobre de una ciudad donde predomina la basura y la pobreza. Tuve una familia muy numerosa y desde pequeño viví con hambre.
Aprendí a hurgar en la basura para poder comer, a veces hasta tus propios hermanos te arrebatan lo que te quieres llevar a la boca; incluso los adultos también lo hacen, tal vez porque tienen pequeños que alimentar.
Yo ya crecí y ya me empiezan a interesar las del otro sexo y eso me ocasiona también problemas con los del mismo barrio, aquí hay que defenderse con uñas y dientes.
En ocasiones mis hermanos y yo nos arriesgamos a viajar y conocer cosas nuevas, no hay nada mejor que visitar restaurantes y degustar lo que cocinan, también supermercados; darse una vuelta por salchichonería y quesos, esos almacenes llenos de diferentes galletas y pastelillos.
Por eso la vida de uno es muy difícil, nadie te da nada, todo lo consigues con mucho esfuerzo, de todos lados te corren y siempre te quieren poner el pie en la cabeza.
Pero pues ni modo hay que vivir, y de que otra forma puedo vivir, si soy una simple rata de alcantarilla.
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