Trastornado. De esa forma se siente. Afiebrado. Fiebre de conocimiento. Enajenado. Del mundo y sus circunstancias. Atemorizado. De su propio ego. Enloquecido. Por una idea recurrente. Aislado. Para crear un mundo propio. Solo. Nadie comparte sus acciones. Obseso. Sin pensar en otra cosa. Glorioso. Su futuro.

Todo ha sido planeado cuidadosamente. Nada fue dejado al azar. Su espacio de trabajo es lo más avanzado. Se empapó de los últimos descubrimientos de la ciencia. Conoce la anatomía humana al dedillo. Las leyes de la física no tienen secretos para él. Estudió con obsesión la química orgánica. Largas noches de estudio, sumadas a sus tareas cotidianas. Se despojó de todo lo material, aquello que lo ataba a lo mundano. Vendió, remató y liquidó sus pertenencias, también las que heredó de su familia. Todo puesto al servicio de sus investigaciones.Se propone crear un conocimiento nuevo, dar un salto cualitativo que cambiará la forma de concebir la vida.

Luego de estudiar, llegó el momento de la acción. Diseñó su laboratorio minuciosamente. Gracias a un sofisticado sistema de poleas y aparejos, logró abrirlo a cielo abierto. Seleccionó a sus obreros con cuidado. Debían poseer capacidades artesanas de primer nivel, pero carecer de curiosidad e ingenio. Personas eficientes, que creyeran en su historia sobre su obsesión con la botánica. Él construyó un laboratorio. Ellos pensaban que se trataba de un invernadero. No debían correr comentarios por la ciudad de sus actividades. A su debido momento expondría sus progresos y sería ovacionado.

Viajó a París a un congreso y a nadie le llamó la atención que un cirujano extranjero comprara un nuevo equipo. Bastó con ponderar la excelsa calidad del diseño y la fabricación francesa para disipar dudas. Ya se sabe que los franceses tienen un ego exorbitante y lo utilizó a su favor. También encargó herramientas de su propio diseño, sin levantar sospechas.

Al volver, comenzó la etapa más delicada. Necesitaba que sus excursiones nocturnas pasaran desapercibidas y no fue fácil. Grandes sumas de dinero tuvo que invertir para poder ingresar a cámaras mortuorias y garantizar el silencio de sus cómplices.

Cada pequeña parte fue estudiada y anexada al todo con candor, cuidado y delicadeza. Su detallado trabajo debía ser preciso y rápido, el tiempo estaba en su contra.

Pese a ello, decidió que la estética también era importante, todo debía ser proporcionado, con un dejo de belleza clásica greco romana.

Al terminar observó a su alrededor y confió en su genialidad. Imaginó el asombro y el respeto de la comunidad científica. Soñó con pasar a la posteridad, como un gran genio. Su entusiasmo no tuvo límites. Quedaba esperar el gran momento.

Instaló un catre en su laboratorio, debía aprovechar el momento, desde su inicio. Pasó noches en vela esperando que la calma se transformara en furia.

Todas las señales, marcaban que esa noche sería el gran momento. Comenzó levemente, con una ráfaga suave que se fue enfureciendo a cada minuto. El aire estaba pesado, irrespirable, cargado de humedad. Soplaba un viento frío que generaba chispas. Había llegado el momento de abrir el laboratorio a la tormenta y de exponer la camilla donde yace su criatura. El Dr Frankenstein sólo necesita un rayo certero.

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