Capítulo 1

Siempre que miraba la cicatriz que había en la palma de mi mano derecha tenía un flashback hacia el pasado. Ya estaba bien curada pero cuando la veía me dolía, ardía como si se quemara y luego me costaba trabajo respirar. Hacía ya un año desde que sucedió aquello pero todavía no me acostumbraba… y tampoco podía olvidar, era tan horrible…

– ¿Te duele? – me preguntó él sin apartar la mirada de la carretera.

– No.

– ¿Entonces? – terminé lo último que quedaba de mi café y deje la copa en el reposa vasos.

– Sigue mirando la carretera – respondí cortante. Suspiró y apretó los dientes.

Él, podría decirse que era mi amo, mi salvador, todo lo que tenía y todo lo que me quedaba pero al mismo tiempo sabía que lo único que nos unía era el espacio que nos separaba. Un espacio enorme.

– Abre la computadora, creo que ya puedes rastrearle – me ordenó. Luego sonrió con desanimo – la cacería comienza ahora.

Seguí sus órdenes y abrí la computadora. Rastreé la ruta del coche que queríamos seguir, un Lincoln Navigator negro propiedad del señor Bentley Johnson, un afortunado millonario americano que se presentaba como candidato a la presidencia. ¿Acaso el sueño americano se limitaba solo a ser presidente? Qué ridiculez. No íbamos a matarle, claro que no, nosotros nunca matábamos a nadie, solo éramos chantajistas o es lo que pasé a ser hace un año, después de que aquella explosión marcara un antes y un después en mi vida. Ser chantajista era un trabajo más difícil de lo que parecía porque sí que hubo varias muertes, pero sólo era en defensa propia. Y quien se encargó siempre de apretar el gatillo fue él… yo sólo había intentado apretar el gatillo una vez en toda mi vida… y era contra mí.

– El coche esta ahora aparcado frente a la corporación “Club Pitufos.SA” – le informé.

– ¿Una empresa de entretenimiento infantil? – arrugó la frente, sorprendido.

– Iba a hacer algunas donaciones… estaba ganándose al público – vaya estrategia.

El señor Bentley estaba parado sobre las escaleras frente a un círculo de periodistas y fans, eso nos dio algo más de tiempo para entrar al edificio y esperarle. Me paré cerca la puerta principal. Wilmer, que estaba frente a mí, me guiñó el ojo. Para él eso solo era un código. Pero para mí, era como el golpe de una ola en verano… me mordí el labio y asentí, viendo cómo se alejaba. Todo de acuerdo al plan.

Cuando el señor Bentley estaba cruzando la puerta me di la vuelta para salir lo que ocasionó que me chocara contra él “accidentalmente” eso me dio tiempo suficiente para meterle un móvil de prepago en el bolsillo de la chaqueta.

– Oh! Señor Bentley, cuanto lo siento – él me ayudo a reponerme. Me encantaba mi acento ruso cuando hablaba inglés… mezclado con un buen código de vestimenta hacía creer a todos que yo era una persona de clase alta. Aunque en el fondo se preguntasen el porqué de mi color de piel moreno y el cabello rizado, las rusas no se ven así. Pero yo sí era rusa… creo que sí.

– ¿Está usted bien señorita? – me sonrió muy amable, claro, las cámaras estaban grabando. Olía tanto a gomina que me provocaba nauseas.

– Sí, muchas gracias – sonreí – por cierto ¡Suerte con las elecciones! Tienes mi voto asegurado – grité mientras me alejaba de él por el ajetreo del banco de sardinas que le rodeaba.

– ¡Muchas gracias señorita! – y siguió su pasarela dejando un rastro de periodistas tras él. “Cerdo. Como si yo fuera a votarte. Mi voto está guardado para el día en que Wilmer desee ser presidente” pensé para mis adentros y no pude evitar sonreír mientras bajaba las escaleras una vez fuera del edificio. Parecían de mármol con tanta baldosa ordenada. Ironías de la vida, un rico iba donar dinero a otro rico… ¿iba a donar o invertir en el negocio? Ahora que lo pensaba bien… me paré en seco. Ups… Wilmer… lo siento. Le envié un rápido SMS explicando mi descubrimiento.

Después de eso caminé directo al coche. Sabía que él me había visto hacer bien el trabajo así que no me entretuve buscándole con la mirada. Me senté a esperarle. Wilmer llamaría al móvil que le puse en el bolsillo al señor Bentley y así establecerían como proceder con el pago y la entrega del material que el señor Bentley no quería que nadie viera porque arruinaría su carrera política. Nosotros le entregamos el material, él nos entrega el dinero y todos felices. Suspiré. Tanta suciedad en el mundo… todos guardaban secretos oscuros pero juzgaban a los demás, solo para sentirse mejor con ellos mismos.

Miré otra vez mi mano derecha y ese dolor en el pecho que me cortaba la respiración acentuó. Empecé a sudar. “Piensa en algo, piensa en algo diferente” me repetía mientras paseaba la mirada por el coche. No me gustaba este coche, era un Audi A4 negro, parecía un carruaje al infierno…. infierno, la explosión. Miré otra vez mi mano.

– ¡Mierda! – golpeé el cristal del coche. No paraba de sudar asique abrí un poco la puerta del coche para que ventilara. Estaba respirando agitadamente ¿Por q la miraba todo el tiempo si sabía el efecto que causaba en mí? ¿Por qué atraía mis ojos como un imán? Quería controlarlo pero solo estaba luchando contra mí misma.

Quería mirarlo… necesitaba mirarlo…. como si algún día al mirar ya no estaría ahí “te atrae porque es lo que te hace humana” ¿humana? No me hagas reír… ¡soy humana!… lo soy pero, ya no era la misma de antes.

SINOPSIS

Anastasia era una chica rusa huérfana. Creció en un orfanato, no conocía a sus padres pero su peculiar piel morrena y cabello rizado le hacía pensar en que uno de sus padres era de raza negra. Tras dejar el orfanato, encuentra trabajo en un centro de belleza, se hecha novio y su vida transcurre de lo más normal hasta de en una excursión se ve envuelta en la explosión parcial de una central nuclear. Al conseguir escapar de la zona restringida se encuentra con Wilmer, un chico americano que la lleva consigo a América, donde empieza a trabajar con él como chantajista. Un amor muy irracional nace entre ellos pero cuando ella piensa que no le puede ir peor aparece su supuesto padre… ¿Quién era realmente Wilmer? ¿Qué hacía su padre en América? Y no era precisamente quien ella esperaba que fuera… ¿Qué pasó en aquella explosión? Y esa cicatriz en su mano… ¿Por qué le aterraba tanto?

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