MARINOS

Un día a finales del mes de Septiembre del año 1996 navegábamos al sur de la costa mexicana, nuestro próximo destino Los Ángeles en Estados Unidos, cerca del mediodía el Jefe de máquinas informa al capitán que era necesario detener la marcha y apagar el motor para hacer una reparación a tal fin calculan 20 horas de trabajo, así que se tomaron todas las medidas necesarias y se procedió a realizarlo. Iban pasando las horas y con algunos problemas y demoras propios de ese tipo de reparaciones estas iban progresando, transcurrió toda la noche y faltaba más de la mitad del trabajo cuando a las 10 de la mañana el capitán recibe un reporte meteorológico anunciando la formación de una tormenta un poco al sur de nuestra posición, así que inmediatamente procede a reunir a la tripulación para informarles de lo que íbamos a afrontar, y ordenan a todo el personal a asegurar las cosas que con el movimiento podrían ocasionar algún riesgo. Todo el personal de la máquina trabajaba incansablemente ante las oscuras perspectivas, sabían que debían tener la máquina lista porque si no las consecuencias podrían ser terribles, dependiendo de la magnitud de la tormenta se creía podríamos naufragar, sin máquina el buque queda a merced de la tormenta. Formaba parte de la tripulación Marcos un muchacho alegre y muy inteligente, su interés por la mecánica lo manifestaba con su invaluable trabajo en el equipo de personas que tenían a su cargo mantener y reparar el corazón del buque, y su apreciada labor consistía en suministrar los elementos que iban necesitando en la reparación incluidos refrigerios y por supuesto las comidas. La presencia de la tempestad era inminente, ya los vientos se incrementaban con el pasar de las horas. El cielo arropaba el mar con un manto de nubes negras presagiando duros momentos. El buque inerme era derivado por el viento, las olas de considerable tamaño jugaban con él a su antojo. Poco a poco la tormenta iba convirtiéndose en huracán, los vientos ahora sobrepasaban los 100 Km por hora y empezaban a rolar, convirtiendo el mar en una enorme licuadora, y el buque ya presentaba una escora considerable a su costado de babor, el mar se veía completamente blanco terriblemente hermoso, como diría Meira del Mar en uno de sus poemas. En la máquina ingenieros y mecánicos trabajaban sin descanso, con el peligro que corrían por causa de los fuertes movimientos a que el buque era sometido, hasta el momento habrían completado una gran parte del trabajo y esperaban terminarlo en poco tiempo. El ingeniero jefe de la operación cae en cuenta que el muchacho se demoraba mucho con el suministro de los refrigerios, y con preocupación le comunica al capitán, quien ordena inmediatamente su búsqueda. Marcos había observado que las bebidas en el store se encontraban calientes, así que decidió ponerlas en el congelador, para que rápidamente se enfriaran, estando en esa tarea el buque sufre una de sus tantas sacudidas y la puerta del congelador se cierra a sus espaldas quedando el en su interior, no tenía como salir, la alarma no funcionaba y desconocía la forma de abrir el cuarto desde su interior, la angustia se fue apoderando de su ser, solo gritaba sin cesar, con sus puños golpeaba la puerta con violencia, nada podía hacer, las lágrimas salían de sus ojos sin parar, sabía que nadie lo iba a rescatar, y el frio del cuarto lo hacía temblar, que horror pasaba el tiempo y la situación empeoraba, se sentía débil y le pesaban los parpados, sus ojos querían cerrarse a pesar del infructuoso esfuerzo que hacía para mantenerse alerta. De pronto fue sintiendo una calma extraña se arrodilló y comenzó a rezar, elevó sus ojos al cielo, juntó sus manos y así por mucho tiempo no sabría cuánto permaneció sin miedo en compañía del Señor, su cuerpo completamente frio, luchaba por no morir. La tripulación en pleno lo buscaba incansablemente, pero esta se hacía muy lenta debido a los fuertes movimientos del buque, de pronto uno de los marineros encuentra un zapato a la entrada de los cuartos de provisiones, y avisa a los demás quienes enseguida abren los cuartos entre ellos el congelador, allí encontraron a Marcos en la posición que había adoptado desde hace mucho rato, todos gritaban de alegría, pero Marcos no se movía solo sus ojos estaban abiertos y mostraban un signo de vida, rápidamente lo cubrieron con una manta, con mucho cuidado lo trasladaron a la enfermería y haciendo lo indicado en primeros auxilios lo fueron recuperando. Volvió a la vida gracias a Dios. Reportaron el feliz resultado al Capitán. Después de algunas horas el ingeniero a cargo reporta que la reparación había concluido y que harían unas pruebas antes de ponerla en servicio. Mientras tanto el buque resistía el ataque del huracán que amenazaba con llevarlo hacía la costa que ya se encontraba a escasas 15 millas náuticas, esto significaba que podría correr la suerte de quedar encallado o destrozado contra las rocas. Finalmente, el Capitán recibe la información del ingeniero que la Máquina estaba en condiciones de ser utilizada. La vida volvió a aquellos hombres de mar que ahora podrían luchar para salir del huracán. El Capitán con toda su pericia y experiencia hace la maniobra que se prolonga por algunas horas, pero el buque ya tenía la fuerza para luchar con el mar, y poco a poco fue alejándose de la costa y por ende saliendo del huracán, después supimos que se trataba del huracán Hernán que se adentró en tierras mexicanas y causó estragos en algunos Estados.

Dimos gracias a Dios que nos permitió salir airosos de esta nueva aventura.




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