Mi paso por el neuropsiquiátrico de La Plata.

Mi paso por el neuropsiquiátrico de La Plata.

Un poco de cielo

30/06/2022

Era la única salida emergente, y yo pensaba que lo había soñado tanto, cada vez que me iba a dormir, y que hermosa era la idea cuando solo era eso, una idea. Pero ahora se volvía real, tan real y todo lo cerca que podía ser, me tocaba a mi esta vez enfrentarme ante una institución de tanta importancia para mi salud mental y para el momento critico como en el que me encontraba. Podía salir de tantas maneras, yo llegué ahí sin pensar, porque creo que desde que tome esas malditas pastillas tan benditas a la vez de clonazepam yo deje de pensar en muchas situaciones, dejándome llevar un poco por «lo que había que hacer» y lo que «como vos quieras que sea». Las put#s emociones a flor de piel tenia, pero me sentía fuerte como creía que necesitaría estar al entrar por esas puertas que no sabia bien a que me llevaban. Nos contaron el cuento de hadas antes de entrar, mientras cargaba mis bolsos y saludaba a mis papas, entré. Dos enfermeras me llevaron a mi pieza, a la pieza numero 8, me revisaron mis pertenencias, algunas me las quitaron para devolvérselas a mis papas ese mismo día y otras quedaban a mi disposición pero en enfermería. Recuerdo que cada mañana iba a ponerme mi desodorante en aerosol a la puerta. No tuve un recibimiento con muchas indicaciones y explicaciones, pero ahí me choque con chicas de mi edad y una en especial Val, quiso hacerme el tour de la institución. Pasamos por el pasillo enorme, mientras me contaba donde estaban las habitaciones de las mujeres, el office, la enfermería, del otro lado las habitaciones de los hombres. La cocina, los comedores, los patios y en especial me contó su truquito con la sal para cuando uno comía en su cuarto. Ese día mucho no se como continuo, al rato recaí en una crisis de angustia, por lo que deciden medicarme con una inyección «refuerzo» a la noche más todo mi coctel. En medio del llanto pasa Val por mi cuarto diciendo que los demás chicos querían conocerme, me seco las lagrimas y vi esto como una gran oportunidad. Voy a la mesa, éramos varios, rondando entre los 15 a los 30 años… todos lastimados por la vida, mirándonos unos con otros y oyendo el porque de la presencia de cada uno de los que estábamos sentados ahí. Por supuesto que al ser la nueva intentaban ponerme al tanto un poco de lo que sucedía con los demás, muchas cosas estaban a simple vista y otras tenían que ver con cada persona. Cenamos. creo que nos reímos un poco y hacíamos chistes de humor negro.                                                                      Al otro día, mi primer desayuno, quise bañarme y estar lista para ir con los demás, creía que si no iba a tener un apoyo profesional era importante apoyarme en los demás pacientes como yo. Eso salía bien solo por momentos, hasta que llego un día que entendí que jamás yo iba a volver a intentar encajar donde no te ayudan a hacerlo, y me corrí, fui por otros lados.                                      Cuando iba conociendo a los profesionales, mi psiquiatra, mi psicóloga, los y las enfermeras, el personal de limpieza y cocina, y como todo esto iba funcionando ahí, enseguida sentí malas contestaciones, malas caras, cero predisposición en algunas personas, destrato de enfermeras y compañeros. Ahí de a poco fui formando mi propia lista mental de pros y contras de estar donde estaba. Ya que algunas crisis siguieron, que mi psiquiatra me había atentido solo una vez, que jamás vi un taller de los que me habían nombrado y de caer que el feriado que estaba complicándome mi estadía en este lugar, había hecho estragos con mi cabeza. Los médicos clínicos de guardia, creo que solo una de las veces que fui me trataron con amabilidad en medio de una crisis. Y no voy a dejar de agradecer a quienes si aportan amor por así decirlo a tantas mentes quemadas pidiendo ayuda a gritos.                                                                                                                                        Quise irme, se me sumaron las noches complicadas, con los días complicados, el grupo en donde no encaje, una señora mayor que no le caía bien, extrañar muchas cosas y no tantos otras pero igual extrañar, no poder comunicarme con mi familia, pero sobre todo que las fechas eran muy inciertas para que mi ansiedad este calma. Me costó irme, parecía que me quedaba… pero un mediodía a tras de un maldito vidrio pude ver a mis papas y con lagrimas en los ojos pedirles que me firmen el contra alta que había pedido, y por el cual dude tanto ya que como no te dan un informe de tu historia clínica no tenes idea de que tomaste ni nada, pero aun así decidí yo, irme.

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