DESNUDO FRENTE AL MUNDO.

DESNUDO FRENTE AL MUNDO.

Artista: The Corazonnada.
Album: Estado de calentamiento global.
Tema: Desnudo ante todo el mundo.
Música y letra: Juan I. Claver.
Autoeditado.

DESNUDO FRENTE A TODO EL MUNDO.

Necesitaba una raya y solo tenía unas latas de cerveza caliente. Ansiaba volver al asiento trasero de aquel coche de cristales tintados y esperar con un billete enrollado mi turno. Dos rayas antes de subir al remolque después de la orquesta, y otra tras quedarme a solas frente a los insignificantes adolescentes de aquel pueblo perdido en una carretera comarcal. Las boinas alicaídas, las faldas bajo la rodilla, los jerseys de pico y los vestidos de la víspera, me juzgaron antes del primer acorde.

Necesitaba volver a aquel local, a aquella antigua cuadra de olores nauseabundos carcomidos por la planta de marihuana. Ansiaba pasar por esa calle desierta y escuchar esa voz desangelada, esa guitarra rasgada; liarme un porro, catar el pegamento del papel, zambullirme con la boquilla en las hebras de tabaco, todo antes de escupir mis aflicciones al micrófono. Las baquetas me ametrallaban, el bajo me castigaba con sus impulsos, pero no estaba solo, estaba desnudo frente a la intimidad de una pared salitrosa.

***

Necesitaba ahorcar el brazo, golpear la vena, sacar a la luz los miedos que invadían su cabeza. Ansiaba la heroína, recostarse sobre sus sueños eufóricos, aislar el dolor de un maltrato incomprensible. Se pinchaba sobre el miso cráter de otras veces y dejaba fluir ese caballo desbocado. Montaba sobre él, era dueño de sus impulsos, un poderoso jinete que lograría doblegarlo. Después escribía, narraba sus desgracias laberínticas y cuando no encontraba la salida, sus crines de libertad le pedían bailar de nuevo.

Necesitaba desempañar la adrenalina, cubrir sus ojos de pelo rubio enmarañado, descifrar los murmullos antes de que el un, dos, tres, le abriese en canal frente a ellos. Ansiaba ser el telonero con nombre inadvertido, aquel al que miraban desde el silencio, la excusa perfecta para embriagarse como un artista invitado. Fue una cuenta atrás, cuarenta y cinco minutos para ellos, una eternidad para sus cuerdas vocales.

***

Ambos necesitábamos gustar, esnifarnos unos aplausos que encubriesen una familia desestructurada, la burla de unos adolescentes inmaculados, la de los hijos perfectos. Ansiábamos ser felices perpetrando el robo de aquellos oídos que miraban nuestro ego cabizbajo. Pero el tumulto que nos dio la espalda, fue una ola gigante que arrasó con nuestro pasado, arrojándole a él a un trono inmerso en un castillo de arena y convirtiéndome a mí en un naufrago que no quería ser rescatado.

***

Vio mundo,  el planeta surcado por ese cohete descontrolado de su devenir en manos de otros. Lo podía tener todo, todo lo que el dinero era capaz fabricar. Le sobraban los mástiles de las Jaguar y de las Mustang, el cuerpo de las Fender, su afinación suicida. Les propinaba la violencia atragantada durante el espectáculo. Quería una vida ordenada, una familia esperándole al salir de un trabajo inexistente, una familia para rezar juntos los domingos, pero era el nuevo Mesías con unas nuevas escrituras distorsionadas.

***

Vi el amor, o solo quizás algo que se le parecía. No me juzgaba por mis adicciones, lo hacía por mi protagonismo. No deshojamos ninguna margarita, pisamos un jardín tan esquizofrénico como mi existencia tras abandonar el camerino. Nunca sabré si la amé, dudo haberla amado y es tarde para amarla, pero compartimos sueños tras sendas inspiraciones. Ella se llevo sus ilusiones, y yo me dejé caer en el vacío donde me amantaba de los versos de otros.

***

Subió a los últimos escenarios, sabiéndose tan incómodo como encumbrado. Era un mito, el creador de un sonido emergente, de una estética, de una nueva forma de manifestarse, pero no era feliz. La espiral era cada vez más vertiginosa, lo adoraban y él no sabía vivir el trance de ser el referente de una generación. El quería ser un padre para aquella niña, a la que no se atrevía a abrazar. Como alimentar una infancia, cuando no has comido con el ejemplo. Como ser uno mismo, si solo crees serlo cuando estás colocado.

***

Subí a las primeras tablas, diez peldaños sobre el vértigo. Era un simple imitador, un mero interprete con vestuario añejo, el vocalista del mensaje de otros. Quería ser el padre de mis propias canciones, de mis propios mensajes, pero me educaron sin esperanzas, y yo era de ciencia ficción. La definición de trabajo entró en mi vocabulario con la sangre saliendo a borbotones. Cicatricé heridas y me encallecí con los contratos basura. Sería yo mismo, tras fumarme mi primer sueldo con una Strato.

***

Preparó su última actuación. Cambio de instrumento, las cuerdas de acero matan pero no ahorcan. Tomó la percusión de un gatillo sin ritmo. Era tan fácil disparar, ser disparado, escribir una nota despidiéndose como fingir sus últimas palabras. Seguiría actuando, subiéndose al escenario del misterio sin teloneros, cada día, cada noche, en cada aniversario. Era cuestión de renacer en un útero, lanzarse a la piscina o respirar el aire acústico, cuando la bala golpea tu caja de resonancia. Después la nada, alguien limpiaría con lejía lo sucedido. Murió solo, mientras nadie le miraba desnudo frente al mundo.

***

Necesitaba una raya, la del umbral de un camerino, para dejarla atrás tras una nube de humo. Un último trago de cerveza trató de macerar mi miedo. A oscuras, sonó la primera vuelta. A media luz la segunda conmigo entre bambalinas. En la tercera, los focos deslumbrarían al respetable, mientras me encañonaba la primera estrofa. Disparé con el mi menor, y como si lo hubiese ensayado durante años, bombardeé la sala con mis trivialidades. Ella guardaba silencio, no le gustaba verme en cueros, prefería que nos palpásemos la piel a ciegas. Y con el estribillo me sirvieron una raya sin escrúpulos para no verme… desnudo frente al mundo.

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