El mundo del engaño

El mundo del engaño

Alan Valdivia

13/12/2021

Un 24 de diciembre del 2021 cerca del anochecer, llegando a los oídos del mundo entero, sonó un ruido parsimonioso proveniente del cielo. Duró el lapso suficiente para que los ciudadanos salieran a las afueras de sus casas. Mientras el sonido se desvanecía lentamente se presentaba una luz tan resplandeciente que ofuscó la vista de los humanos e iluminó las zonas donde se hallaba de noche. Al recuperar la visión quedaron atónitos, casi moribundos. Se oyó un silencio tan extremo que combinaba con los rostros asombrados. Con una altura que superaba los 10 metros, apareció “God Universe”. Brindó un breve discurso:

—Queridos hijos del planeta tierra, no estoy aquí para perdonar y sanar nuestros pecados. Hay tantas dudas que quisiera despejar, pero aún no es el momento. Les vengo a traer paz, amor y sanación. Basta de guerras, odio y egoísmo. Ámense los unos a los otros como yo los amo a ustedes. Aceptémonos, dejemos de lado nuestras diferencias. Somos una familia viviendo en esta casa que ustedes llaman Tierra. Seamos respetuosos, educados, agradecidos, ayudemos al prójimo. Compartan sus panes con los hermanos que tienen migajas. Erradiquemos las injusticias y seamos amables con la naturaleza. Obsequio esperanza y paz. Cierren los ojos. Nadie fue capaz de desobedecer —tomemos un minuto de silencio para orar por los hermanos que ya no están, por quienes vendrán y por cada uno de ustedes.

Con unanimidad absoluta se escuchó un coro casi profesional que entonaba el “Padre nuestro”.

Los amo hijos míos. Hasta vernos otra vez. —Se esfumó entre las nubes.

Todo cambió desde entonces. El planeta tierra comenzó a llamarse «Globotierra». En una asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, se firmó un protocolo de carácter mundial donde todo ciudadano, sin excepción alguna, tendría doble nacionalidad: su país de origen y el país “Globotierra”. En cuanto a las creencias se estableció el “Cristianismo” como la religión oficial. No se prohibía creer en otra, pero la verdad había salido a la luz y solo los ciegos con vista no creían en «Dios».

Desde entonces, los ciudadanos vivían endemoniadamente felices. Los ojos de los creyentes se llenaban de lágrimas al hablar de “God Universe”. Los ateos cayeron abatidos y rendidos. Los más extremistas se suicidaban para no tener que aceptar la realidad.

Sin embargo, entre toda esa multitud hubo una persona que, por el contrario, no sonreía. Su nombre era Marcus y fue ingeniero de la empresa tecnológica Gulbes S. A., durante diez años. Trabajar en los proyectos más prometedores de la empresa que se dedicaba a desarrollar prototipos tecnológicos para sanear insuficiencias humanas. Por su labor y compromiso en el área de salud fue reconocida y respetada en todo el mundo.

El ingeniero y la empresa, encabezada por su director Bailey, formaban un gran equipo. No obstante, todo cambió cuando Marcus escuchó lo que no debía. Tenía un asunto importante que hablar con Bailey, quien se hallaba en una junta directiva. Se asomó a la puerta de su despacho levemente abierta.

Estamos trabajando en la creación de chips con la fachada de controlar a los insurgentes. Pondremos la excusa que servirá para reducir el vandalismo. Entonces, seremos proclamados nuevamente y será la ocasión para activar la segunda parte del plan. En su momento no hizo falta, el Dios falso fue suficiente, cayeron como moscas bajo repelente —Risas y carcajadas se apoderaron de los presentes. Prosiguió —La ilusión de Dios fue muy efectiva. Costó mucho trabajo de planificación y logística el poder conectar a todo el planeta y transmitir en el instante justo sin que se nos escape un milímetro de audio o imagen, pero rindió sus frutos. Luego la propia fe de los humanos hizo el resto. Ahora, si el chip funciona, podemos controlar cada mente, cada pensamiento. Imaginen programar actividades mentales referidas a Dios. Por ejemplo, que hablen con él en sus sueños. Les aseguro que obtendríamos el control total.

Al enterarse de que habían engañado a las personas y que lo habían utilizado como mente maestra, el ingeniero decidió renunciar a su trabajo. Sentía traición, vergüenza, odio, decepción. Como el aire que emanaba de los vientos se esfumó de la gran ciudad para mudarse a los suburbios.

24 de diciembre de 2031

En víspera de noche buena se cumplían diez años de la primera y única aparición de Dios. Por lo que se esperaba un gran festejo en la medianoche. No obstante, unas horas antes los ciudadanos ya se encontraban merodeando e invadiendo las plazas y las calles de la gran ciudad.

De repente, un sonido delicado interceptó los oídos de los presentes. Provenía desde el balcón de un edificio perfectamente iluminado. Allí se encontraba el ingeniero Roa. A través de un megáfono expresó:

Ciudadanos de “Globotierra”, mi nombre es Marcus Roa. Durante años fui uno de los ingenieros más importantes de la empresa Gulbes S. A. Si, la empresa que todos aman y que a partir de hoy dejaran de hacerlo. Vengo a revelarles la verdad sobre ella.

Todos prestaban total atención. Marcus oprimió un interruptor y al instante aparecieron réplicas pequeñas e idénticas de “God Universe”. Continuó:

—Como pueden ver la empresa pudo crear, gracias a la tecnología, una identidad ilusoria de Dios. Pero es solo un espejismo que engaña a la mente y lo sé porque he sido una de sus mentes creadoras. Así como ahora he interceptado la señal lo ha hecho Gulbes transmitiendo para todo el mundo. Fue una farsa con el objetivo de poder controlarlos. Nos han engañado. Hoy estoy aquí para terminar con esta mentira. “God Universe” es falso.

La muchedumbre respondió enfurecida:

—Es un blasfemo…

—Calumnias y más calumnias…

—Maldito desgraciado…

Con el tiempo Marcus se transformó en objeto de burla. Su aparición fue subida a todas las redes sociales. Lo titularon «el ingeniero blasfemo». Se produjeron películas, series y obras de teatro que parodiaban su figura.

Replicando al ingeniero, el gobierno de Globotierra decretó que desde entonces, cada 24 de diciembre se conmemora “el día del blasfemo”.

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