El candidato perfecto

El candidato perfecto

Alberto Alifa

11/12/2021

Juvel tomaba vodka y pensaba , me gustan las computadoras. Todos los robots, como empleados públicos, lo han hecho de forma inmejorable. Pero esta era una elección presidencial e inexplicablemente el viejo policía se sentía nervioso, repasaba mentalmente una por una las ventajas de que la administración pública este a cargo de la inteligencia artificial, las primeras experiencias en alcaldías y luego en gobernaciones habían demostrado, sin lugar a dudas, la superioridad de las computadoras sobre los humanos como servidores públicos, sin tentaciones, ambiciones, sin familia, sin debilidades, inmune a los sobornos, ellas, las máquinas, no necesitaban un equipo, ni asesores, especialistas, ni mucho menos políticos, en su memoria tenían todo lo que un gran tren ministerial envidiaria,  en fin eran la solución.                               El poder ejecutivo computarizado y una asamblea legislativa humana parecían, en teoría, una gran idea. El poder judicial, por otro lado, había sido motivo de violentas discursiones, entre los humanos obviamente, que enredados entre conceptos éticos, filosóficos y algunos anacronismos, no querían aceptar que la inteligencia artificial era mucho más competente y justa a la hora de impartir justicia. Años después que una computadora le ganó un torneo al mejor jugador de ajedrez del mundo, y tal vez , el mejor de la historia,  todo cambio, lentamente al principio y luego vertiginosamente, nos dimos cuenta de nuestras limitaciones y comprendimos mejor lo que somos los seres humanos. Todo parecía bien encaminado, no debería existir competencia, las máquinas fueron creadas, por nosotros, para ayudarnos, para protegernos de nosotros mismos, una nueva jurisprudencia acababa de nacer, pero no al mismo tiempo que la inteligencia artificial, detalle a tomar en cuenta, pero aún así, todo parecía estar en un tranquilo equilibrio, las máquinas no podían declarar guerras, ni ordenar represiones ni torturas, los asesinatos selectivos o en masa eran asuntos exclusivamente humanos, lo normal.  Pero ésta era una elección presidencial mundial, un gobierno global, perfectamente  respetuoso de la diversidad, y eso solo una computadora lo podía hacer.                                     Juvel acababa de cumplir ciento treinta y seis años, recordaba las películas donde las máquinas, inexplicablemente, se revelaban contra los humanos, Pero,por qué? de repente, se convertían en maquinitas ambiciosas, con ansias de poder o en ridículas defensoras del planeta y su  medio ambiente, y lo más absurdo , para qué? A ellas no les importa, Por qué convertir a las computadoras en unas justicieras, o peor, en unas lloronas? Juvel sonrió, en su momento, le gustaron mucho esas películas.  Así que los nervios del viejo policía que había sido jubilado, justo cuando cumplió sus floridos noventa y nueve años, no tenían nada que ver con el temor a una rebelión de las máquinas, no, era algo más extraño, más indefinido, y sobre todo más aterrador.                        Con el tercer vodka,  Juvel reflexionaba, estás computadoras, por decirlo de alguna manera, habían sido paridas por computadoras, sin pecado original, nuestras computadoras tenían madres y  abuelas computadoras, sus padres humanos, siempre peligrosos, habían quedado atrás ,las máquinas no parecen ser el problema, el policía retirado decidió enfocar su atención en la campaña electoral del partido político llamado Alma y Humanidad, el rival del favorito en las encuestas, Somos, éste último, es tan fácil de entender como un móvil nuevo, pero Alma y Humanidad, con sus discursos paranoicos mezclados con religión y recuerdos de épocas felices, obscuras y medievales, le producían a Juvel nauseas y también sospechas.                                          Los fundadores del partido Alma y Humanidad tenían un pasado común , todos habían pertenecido a movimientos racistas, xenófobos  y demás mierdas, y como era de esperar , contaban con un número considerable de seguidores , muchos tradicionalistas honorables, bien intencionados e ignorantes hasta niveles increíbles , otros eran jóvenes, violentos y tarados en su mayoría, manipulables y peligrosos. Lamentablemente, algunos, eran psicópatas bastante inteligentes.                                      Juvel fijo su atención, en el candidato «pro- humano». El hombre aparecía en público presentándose como un tipo campechano y familiar, todo lo que esté sujeto proyectaba era tan común y corriente , tan humano, con tantos defectos, tan parecido a todos , tan preocupado y afectado por los problemas que le interesan a todos, tan perfectamente imperfecto, que el policía jubilado, volvió a sentir la negra alegría , de tener un sospechoso.                                       La iglesia católica, siempre diligente a la hora de apoyar a  dictaduras , defender discursos retrogados y reaccionaria sin arrepentimiento, era incondicional con el partido Alma y Humanidad, y era lógico, la ciencia y la tecnología habían desnudado muchas de sus manipulaciones . Estamos a punto de ser inmortales, y sin miedo a la muerte, para que sirve toda esa basura, parecían gritar los nuevos tiempos, sorprendentemente los conservadores y la Iglesia parecían sordos y confiados, a pesar de estar perdiendo en todas las encuestas, con sus líderes, con risas, más o menos convincentes, pero extrañas, como las de una persona que no entiende un chiste, pero sabe que tiene que reír para ser aceptado. Juvel comenzó a comprender y con terror, vió como las encuestas comenzaban a cambiar, en pocas semanas el partido Alma y Humanidad había remontado y ahora era el virtual ganador de las elecciones, entonces el viejo policía, escucho las risas de el candidato y de los líderes vencedores por las redes, eran distintas, eran risas vengativas y cínicas, pero no humanas.         Siempre habían sido ellos, las máquinas eran ellos. Juvel, que no creía en los milagros, pensó que era un buen momento para morir.

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