«El último de la fila»

«El último de la fila»

Cerró la puerta pensativo, hacía un tiempo que se sentía observado.

Por favor apaguen los móviles, ya saben que no son bien recibidos en esta aula.

Su aspecto desaliñado y unos enormes ojos oscuros, a veces ausentes, le hubiesen hecho merecedor de algún mote un poco menos agradable, que el que a sabiendas, ya tenía. “El filósofo” no se oponía a casi ningún pensamiento razonado, solo pedía a sus alumnos que nunca dejaran de ser críticos, analíticos, coherentes y sobre todo respetuosos, aunque no por ello conformistas.

Se masajeó con una mano su larga barba encanecida. Fijó su mirada al fondo del auditorio. Miró su reloj analógico y comenzó una más de sus clases.

—La mejor forma de contar una historia es como ya sabrán, empezar desde el principio y hoy no vamos a hablar de grandes pensadores. Nosotros seremos los protagonistas, sopesaremos nuestra relación con la tecnología, y como soy el mayor y además el profe, empezaré yo (risas por el foro).

Aún puedo sentir la tinta en mis dedos, del papel carbón que usaba para sacar copias de documentos, que tecleaba letra a letra, una y otra vez, en mi Olivetti; donde por cierto con mucha paciencia y un curso de mecanografía, llegué a alcanzar bastantes pulsaciones por minuto, a fuerza de repetir asd, ñlk….

Mas tarde en las máquinas de escribir eléctricas, con varias líneas en pantalla, rectificaba errores sin necesidad de usar tipper. En principio me negué a usarlas, pero terminé por ceder ante un futuro que, ha sido galopante y que nos ha arrastrado a formar parte de un mundo, donde pronto los prodigiosos ordenadores permitieron imprimir sin límite y además guardar los documentos en su memoria.

Redujeron costes, redujeron tiempo y como no, redujeron personal.

Máquinas 1 humanos 0

Luego un buen día, o no, escuché las palabras mágicas “navegar por internet”. Me pareció impresionante, esa puerta abierta al conocimiento, siempre disponible, inmensa; Pero pronto descubrí que en “este nuevo mundo”, la libertad podría convertirse en libertinaje y que era un arma poderosa, que, como tal, en manos inexpertas o mentes en desarrollo, podría ser más destructiva que cualquier otra, que hasta ese momento se hubiese inventado.

Máquinas 1 humanos 0

Esta sociedad mecanizada, informatizada, discrimina a millones de personas que no tienen acceso o conocimientos. Hace de menos a nuestros mayores, obligándoles a que el percibo de su pensión o el pago de un recibo sea a través de un cajero automático. Indefensos ante una situación que los hace dependientes, menos libres. Y ellos, los que antes les atendían con amabilidad, como se ha de tratar a un cliente, ahora les explican con «caras impacientes» como hacer, algo para lo que ya no están preparados, ni física ni mentalmente. Ilusos, que no quieren reconocer que cuando todo se haga online, como están obligando a diario, dejarán de calentar la silla y se cerrarán sucursales, y pasarán a engrosar las listas del paro y alguien con «rostro impaciente» les informarán de los trámites online que deben realizar, para cobrar una prestación por haber realizado unos servicios que ya no se necesitan. Y así como fichas de dominó, sin importar el color, caerán uno tras otro en pos de la modernidad.

Máquinas 1 humanos 0

Los teléfonos inteligentes, los relojes inteligentes, los electrodomésticos inteligentes, todo se ha vuelto inteligente, menos la humanidad, que está permitiendo que las máquinas controlen nuestras vidas, conozcan donde vamos, qué compramos, donde comemos…

Aquellos maravillosos años, en los que el teléfono estaba atado a la pared, nosotros fuimos lo más libres que nunca volveremos a ser.

Somos parte de un algoritmo, acomodados a una aparente sociedad del bienestar.

Desplegaron ante nuestros ojos un arco iris de colores y olvidamos que, con solo tres de ellos, rojo, amarillo y azul, el resultado es un perfecto color negro.

Ahora somos nosotros, sin tener carné de manipulador de sustancias peligrosas, los encargados de repostar, también de hacer la compra, pesarnos la fruta… y hacernos incluso la cuenta, faltaría más. Hablamos con máquinas que acaban con mi paciencia, – Si quiere esto pulse uno, si lo otro pulse dos, y yo…, yo quiero hablar con humanos, enfadarme y discutir, o reírme con alguna ocurrencia. Tal vez sea un perro verde, pero prefiero ser antes eso que uno más del rebaño.

Máquinas 1 humanos 0

Por último, el no va más, las redes sociales, Facebook, WhatsApp, Twitter, la dependencia en letras mayúsculas, la esclavitud del mundo moderno, la adicción que adoctrina y alecciona, que nubla las mentes. Nadie advirtió, como en una cajetilla de tabaco, que el mal uso o el abuso de este mundo tecnológico, puede causar enfermedad y muerte y lo que es peor, retrasmitirla en directo a millones de ojos absortos, que creen, que a ellos nunca les va a pasar.

Cierto es, que todo tiene consecuencias, todo tiene un lado oscuro, un coche, un arma, incluso un juguete, puede convertirse en una trampa mortal. Pero si estamos hablando de inteligencia artificial, eso son ya palabras mayores. Piensen por un momento, piensen, si en ese futuro que nos espera, serán los humanos los que lideren en realidad.


La sirena puso fin a la clase. José encargó a sus alumnos un trabajo en grupo y redactado a mano, razonando los pros y los contras de todo lo allí expuesto. 

Se despidió con una sonrisa, como siempre.

Buena tarde chicos

Minutos después su cuerpo yacía inmóvil, sobre un asfalto cubierto de sangre. La cámara del centro grabó cómo un vehículo sin conductor, lo había arrollado. Sin frenada, ni intento de esquivar el obstáculo, el golpe fue mortal de necesidad. Ni un semáforo en verde, ni un paso de peatones impidieron que el profesor, fuese eliminado y su muerte, archivada como un daño colateral más, entre los disidentes.

Su último pensamiento…

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