De nuevo estoy aquí en esta esquina, siento como si todavía él, siguiera ahí sentado, solo, mirando hacia el infinito, sollozando, recuerdo que llevaba puesto siempre ese saco azul, jeans, y una camisa a cuadros blancos y rojos; por eso sabía que él, no se movía de ese lugar ni siquiera en las noches, tan frías y a veces lluviosas.

Aquí, está ubicada la Universidad donde estudié Arquitectura, la esquina de las 3 banderas, esas que no paran su cadencioso ritmo gracias al viento que las hace sentir libres, y frente a ellas, erguida, orgullosa de su pasado se encuentra la antigua torre del cable, este lugar me trae muchos recuerdos.

Cuando yo salía de clase, este hombre estaba ahí sentado, al otro día regresaba y de nuevo lo veía, llevaba ya 3 días seguidos, y ese día estaba hablando con dos policías, lo interrogaban, pensé que ellos harían que siguiera su camino, pero él, sólo decía que esperaba a alguien, que no podría moverse de allí porque iba a pasar, decía que necesitaba esa mirada nuevamente, sentir de nuevo ese olor, esa sonrisa; de esas que iluminan con tanta intensidad que dejan su luz en cada ser que la disfruta.

Me acerqué y le pregunté si necesitaba algo, me respondió, ¡sí! Firmemente, necesito su alma, su compañía, yo le pregunté de quien

-De ella, me respondió un tanto alterado.

¿Quién es ella?

-La que estoy esperando

Por varios días intenté que me dijera algo, para poder ayudarle a encontrarla, pero sólo me recibía un café con un pan.

Intentaba decirle que lo necesitaban en el trabajo, me contestaba que iría cuando le preparara de nuevo el desayuno, que era ella, quien le brindaba la mejor energía para afrontar el día a día.

Regresé a mi casa muy pensativo, y hasta preocupado por aquel hombre, pues llevaba ya varios días sentado en la misma esquina; no lograba entender cómo era que una persona estuviera tan concentrada en una sola cosa, o en una persona, en una esquina tan visitada por tantas almas, él, sólo esperaba una.

¿Qué había pasado?, ¿por qué ya no está con él?, ¿era acaso su esposa, su novia? ¿Se cansó de él, lo abandonó? Me inquietaba demasiado.

El caso era que la amaba profundamente, pensaba yo, porque quien puede abandonar así todas sus actividades y sentarse en una esquina sin importarle el frío, la lluvia, o el sol, el ruido, la contaminación… para dedicarse única y exclusivamente a esperarla.

Ahora entiendo que cada alma que nos cruzamos en la calle, en cualquier calle, lleva un deseo, un problema, una alegría, todos como tantos colores hay, la vida de las ciudades es su gente y las calles, son esas venas por donde circula la vida.

Este hombre allí solo, cada vez me inquietaba más, ¿acaso me sentí identificado con él?, por estar esperando el amor con el que quiero disfrutar, compartir. ¿En cual esquina de la ciudad o en cual ciudad del mundo se encontrará?, sólo espero poder encontrarla; la diferencia es que yo sentía que aquel hombre la había encontrado pero tal vez la había dejado ir, porque la esperaba nuevamente sin importarle nada, tal vez la traicionó, o a ella solo se le acabó el amor y lo abandonó; o, simplemente él no era su amor; lo cierto era que aquel hombre se sentía vacío sin ella, yo veía que su vida se había congelado en el momento que ella se había alejado, si tan solo lograra que me contara algo y así poderlo ayudar; es doloroso admitirlo pero sentía ya lástima de verlo ahí abandonado, había perdido ya su amor propio.

Esa tarde soleada, decidí enfrentarlo y preguntarle directamente, quien es ella, qué había pasado con ella, iba sentado en la buseta pensando cómo era que lo iba a abordar, qué preguntar, solo sé que debía ganarme su confianza.

De pronto cuando me acercaba escuché gritos, eran personas discutiendo, cuando llegué vi a dos señoras con un periódico y le estaban pegando al hombre, corrí para ver qué pasaba, habían ya muchas personas rodeando la escena, una escena que parecía digna de una obra de teatro, como aquellas que se ven el festival que anualmente se celebra en la ciudad, pero esta era real y trágica.

Me abrí paso entre la multitud y llegue hasta donde las señoras y les pregunté qué era lo que estaba pasando,

-por qué agreden a este hombre si está ahí sentado, no hace nada, lleva varios días así y no me he dado cuenta que haga algo malo.

-¿Nada malo? Joven, ¿quién es usted, acaso lo conoce? Porque entonces podría ser cómplice

-No señora, no lo conozco, sólo lo he visto cada vez que vengo a la universidad, pero por qué le pegan

-Llamen a la Policía, gritaba una de las señoras desesperada

-Pues joven este señor que usted ve acá con cara de inocente es…

En ese preciso momento llegó la policía y se lo llevó

-Señora por favor dígame qué hizo este hombre

– ¡Pues él, es el asesino de mi prima! Lea este periódico.

Caí sentado en el andén aturdido, desconcertado, no entendía cómo aquel hombre con apariencia de inocente había podido llegar a hacer tal acto de cobardía.

-Señora, espere, pero por qué este señor decidió sentarse aquí, justo en esta esquina

-Porque aquí mismo fue donde se conocieron.

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