El día de las cometas y la leyenda del hilo invisible

El día de las cometas y la leyenda del hilo invisible

De un lado de las montañas una abuela narraba un cuento a su nieto:

«Érase una vez el hilo invisible del destino, el hilo misterioso que unía el destino de dos almas al nacer»

Era el día festivo de las cometas. El niño escuchaba atento la dulce voz de su abuela. El niño también subía su mano, y agarraba con fuerza un hilo sin cometa.

— Hoy, nuestra cometa es invisible, como el destino —dijo la abuela.

Después, besó al niño en la cabeza, y susurró unas palabras al cielo.

Cientos de cometas volaban en el aire, por eso el niño sentía el cielo como un enorme tendedero de cuerdas con ropas de alegres colores. Las cometas subían y bajaban, o se enredaban por sus colas que zigzagueaban al caer. Por eso, el niño sin cometa miró el cielo que silbaba.

Del otro lado de las montañas, un abuelo le contaba la misma leyenda del destino a su nieta, la niña de las trenzas pelirrojas:

«Érase una vez el hilo invisible del destino, el hilo que unía misteriosamente dos almas al nacer».

La niña escuchaba el cuento de boca de su abuelo, devolvía dulce su mirada. El abuelo ató un hilo a su pequeña mano, como antes lo hiciera la abuela al niño sin cometa.

La niña de las trenzas no bajó la mirada ante los ojos de los otros niños mientras éstos volaban cometas de vivos colores; de la mano de la niña, esta vez, no colgaba cometa alguna del cielo.

Dijo el abuelo:

—Si bien, ahora, no vemos el final de nuestro hilo, un ovillo siempre tiene dos extremos.

Y añadió:

—Igual que dos almas, siempre, estarán unidas por el hilo misterioso del destino al nacer.

** texto original basado en la Leyenda Hilo Rojo* A Marina y Libertad

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