Dos encuentros con la Llorona (contados por un padre y un hijo)

Dos encuentros con la Llorona (contados por un padre y un hijo)

Primer encuentro (1966):

Segundo encuentro (2012):

En aquellos años mis padres eran guardianes de un templo y vivíamos en el segundo piso del mismo, en unas aulas que se acondicionaron para que funcionaran como una suerte de apartamento, allí vivíamos apretujados, en una colonia peligrosa, dominada por el narcomenudeo y el sicariato.

Una tarde bajé al templo para supuestamente hacer tareas, en realidad llevaba mi DVD portátil y unos discos de anime y me pasé la tarde viendo series; entrada la noche comencé a hacer tareas, hasta poco después de la medianoche que decidí ir a dormir, apagué las luces e iba a la mitad de las gradas cuando la oí…

Su grito desgarrador hizo que mi cuerpo se entumeciera y allí me encontraba, a oscuras, sin poder reaccionar. No decía «¡Ay, mis hijos!» como en los cuentos y leyendas que había leído y escuchado de pequeño, era un grito que hacía emanar un dolor y sufrimiento hondísimos y horrorizaba a cualquier ser vivo que tuviera la desdicha de escucharla.

Si se oye de lejos es porque está cerca y si se escucha cerca es porque está lejos. Eso decían los cuentos y leyendas. La escuché cerca, eso supuso un ligero alivio y después de quién sabe cuántos minutos, mi cuerpo reaccionó, subí a tientas las gradas a toda prisa y me lancé a mi cama. Mi respiración seguía alterada, trataba de pensar en otras cosas, cuando la volví a escuchar, pero ahora se oía lejos…

Tras la segunda tanda de gritos hubo un lapso de silencio, interrumpido por los perros que comenzaron a aullar al unísono y un grupo de gatos lanzó maullidos que asemejaban voces humanas. Dicen que ella suele atravesar la colonia, pasa por el mercado San José y después camina rumbo al cementerio La Verbena.

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