Son las 12:30 am en una ciudad minera, todos quienes viven en la ciudad de la gran torre del reloj saben que no es un momento propicio para estar despierto. Ronda una leyenda que estremece hasta el más escéptico. Hay quienes dicen que merodea un mano cortada, y toca las puertas de las casas más antiguas. Nadie sabe a donde conduce la mano mutilada. Algunos comentan que hipnotiza a quien la ve, y los pierde por la ciudad, sin saber bien a donde los lleva, solo los guía a un sitio sin explicación.
Mi tío Alberto es noctambulo, además de que su sed despierta a partir de la media noche. Una noche típica, mientras este leía un libro, sintió la sensación de degustar un buen trago de agua. Bajó hacia la cocina y tomó su vaso predilecto, se asomó para ver la hora por una ventana que daba a la torre del reloj, y precisamente ya eran las 12:30 am. Bebió su agua, y en eso, escuchó que alguien llamaba a la puerta «toc, toc, toc». —¿Quién será a esta hora? —se preguntó. Nadie sabe que lo impulso a abrir la puerta, quizás era la inquietud, pero lo hizo sin reflexión. Al momento de abrirla observó una mano flotando, que estiraba y encogía sus dedos, su apariencia era pálida, su dedo índice le indicaba que quería pasar a la casa. El tío Alberto la dejó pasar como si fuera una invitada, la mano lo guío hasta el sótano de la casa, hasta la parte más obscura de esa habitación. La mano se extendió por completa apretándole el rostro.
Eran las 9 am y el tío Alberto apenas despertaba en su sótano sin saber que sucedió. A partir de ese día aún sigue escuchando el llamar de la puerta después de la media noche, «toc, toc, toc».
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