Kenny y Lenny, amigos inseparables, grandes científicos indiscutibles y terribles excursionistas. Vetados de la gran asociación de inventores de la corporación KeplerOne por romper las reglas y tener el desperfecto de intelectuales locos y rebeldes. Ambos. Uña y mugre organizaron, en lo que sería su excursión más grande y transcendental, un viaje por el desierto MVSK, en busca de una tonelada de oro y joyas enterradas por órdenes del emperador Yang en el siglo XVII, cuando sospechaba que su hermano gemelo, Yin, planeaba asesinarlo para así poder apoderarse de toda su fortuna. Los libros de historia colocaban el hecho de la tonelada como un simple rumor. Los que habían investigado el lugar exacto descrito en un supuesto pergamino resguardado en la tumba del emperador no pudieron encontrar nada. Los medios insistieron por todos lados que era falso. Un testigo de la época, amigo cercano al emperador, reveló en una carta antes de su fallecimiento que Yang lo había inventado. La tonelada de oro y Joyas enterrada en el desierto no existía. Ah, pero de lo que el mundo no estaba enterado, era que había nacido un genio como Kenny White, quien al volver a encontrarse en una revista con la imagen del pergamino descubrió un ligero error en los datos de ubicación. Listo, ahora se pasaría horas en su estudio personal diseñando una máquina especial, en lo que enviaba una carta a Lenny y le pedía que no olvidará guardar sus calzoncillos en la maleta, pues su siguiente destino sería en el desierto MVSK.
Los dos amigos se adentraron en el desierto, enfrentándose a cada adversidad que se les atravesaba por todos lados: animales salvajes y venenosos, fuertes temperaturas por la noche y un sol abrumador por el día. Kenny cargaba con su detector, un artefacto cuadrado con botones, cables y luces que aseguraba ser capaz de detectar, a través de un campo magnético muy amplio, todo tipo de oro y joyas por debajo de la tierra, a miles de kilómetros, rozando la segunda capa. Kenny estaba seguro de que la tonelada estaba ahí, podía jurar que los demás debieron haber caminado sobre ella en lo que buscaban desesperados.
—Kenny, llevamos tres días caminando desde que se descompuso la camioneta —dijo Lenny con esfuerzo.
—Ya no estamos lejos, tenemos que aguantar.
—En estos momentos pienso en mi familia, mamá debe preguntarse en dónde estaré y cuando volveré —decía jadeando.
—No pienses en esas cosas, Lenny, todo irá bien —volteó a verlo formulando una sonrisa—. En poco tiempo tu madre estará bañándose en dinero.
—No, no me preocupo, ¿Sabes por qué? Porque traigo esto conmigo —Lenny elevó lo que parecía un reloj de bolsillo. Kenny lo miró y lo reconoció.
—¿El prototipo de la máquina del tiempo? Ay, por favor, Lenny, esa basura nunca funcionó.
—Lo sé, pero he estado trabajando en las mejoras y parece que esta vez ha funcionado.
—¿Eh? ¿En serio? ¿Lo probaste? ¿Lograste hacer un viaje?
—¿Qué si lo hice? ¡Por supuesto que lo hice! Y fue estupendo, mira, solo tienes que apretar este botón —Kenny observó sin mucho entusiasmo, formulaba muecas debido al cansancio.
—¿Dónde fuiste? —se acomodó la túnica.
—¡Al futuro! Antes de este viaje lo probé porque, primero, quería ver si funcionaba esta vez, y segundo, deseaba saber qué pasaba con nosotros, si conseguíamos nuestro objetivo.
—¿Y lo conseguimos? ¿Por eso accediste a venir?
—Te contaré cómo fue desde el principio —tragó aire, caminaron más lento—. Atravesé un portal y luego me escabullí en un edificio hasta que salí y quedé sorprendido por todos los cambios del mundo. Estuve caminando por unos minutos hasta que llegué a una parada de tren. Fingí que esperaba la parada en la estación y me senté junto a una mujer de cabello rubio que lloraba —Levantó un dedo—. Escucha bien, Kenny. Le pregunté qué le pasaba y dijo que estaba preocupada porque se había enterado de que su hijo había ingresado al desierto Yang en compañía de un loco. «¿El desierto Yang?», fue lo que le pregunté, y ahí supe, que este mismo desierto, allá en el futuro, ya no lo nombran MVSK, sino Yang. No se me ocurre otra razón de que le cambien el nombre si no es por algo que haya pasado en este lugar, presiento que debe ser por nosotros.
—¿Y qué pasó entonces?
—Ya no pude averiguar más, el tiempo se agotó, lo último que escuché fue a la mujer diciendo: ¡Mi William, ay mi William! Supongo que es el nombre de su hijo. Por eso pensaba en mamá, por esa mujer que lloraba —Lenny aguardó un momento antes de continuar, Kenny mientras tanto lo seguía procesando—. El tiempo para usarlo es increíblemente limitado, por ahora no podré comprar las piezas para arreglar ese detalle, no sé Kenny, yo estoy seguro de que le cambiaron el nombre por nosotros.
—Que bien guardado te lo tenías, ¿por qué no lo mencionaste antes?
—En realidad no te lo iba a decir, pero te veo más preocupado que yo. Tranquilo, si algo sale mal no dudaré en usarlo para que volvamos.
Continuaron con el viaje hasta que por fin pudieron dar con la ubicación exacta. Kenny bajó el detector y en cuanto lo activó, una gran energía electromagnética se extendió alrededor de ellos, cubriendo metros de gran extensión, lo que significaba que detectaba la tonelada de oro y joyas por debajo. Kenny y Lenny festejaron el hallazgo saltando eufóricos. Lenny tenía razón. Antes de que pudieran darse un abrazo, un rayo de luz violeta paso por en medio de ellos, se sobresaltaron llevando su cuerpo hacia atrás ¿Qué había sido eso? Lenny todavía sostenía el prototipo de la máquina del tiempo en la mano cuando otro rayo apareció y le atravesó el pecho.
—¡Lenny! —gritó su amigo y fue hasta él cuando cayó al suelo con un agujero en el pecho y la sangre, saliendo a borbotones de la herida. Lenny escupió sangre y convulsionó—. ¡Resiste, Lenny, Resiste! —le rogaba Kenny en lo que los rayos violeta continuaban atravesando el aire por arriba de él. Lenny no pudo hacer más que colocar el prototipo en las manos de su amigo.
—Dile a mamá que estaré bien —susurró con dificultad.
—¡No, Lenny! ¡No! ¡Lenny!
Los rayos no paraban de aparecer, Kenny no sabía de donde provenían, pero lo que sí sabía era que si no hacía algo, él sería el próximo. Tomó el reloj de bolsillo e intentó activarlo un día antes de la excursión sin dar resultados. El aparato no podía retroceder. Entonces pensó en el viaje de Lenny al futuro. ¡Eso es! Utilizando rápidamente las matemáticas para hacer cuentas y poder encontrarse con él en el futuro y así advertirle, se apresuró a colocar la fecha en el prototipo en lo que se iba poniendo de pie, siendo justo ahí cuando uno de los rayos lo golpeó.
Kenny dio vueltas en círculos, atravesó un portal y se desplomó en el suelo del laboratorio de la gran asociación de inventores de la corporación KeplerTWO. Kenny enderezó la cabeza, en lo que su respiración agitada se iba reponiendo, todavía asustado y con la sangre de su compañero en la túnica. Un grupo de doce personas tenían los ojos puestos en él. Lentamente Kenny se fue levantando del limpio suelo.
—Te estábamos esperando —dijo uno de ellos.
—¿Eh? —pronunció Kenny. Todavía no terminaba de reponerse cuando unas manos se cerraron en sus brazos y lo jalaron hacia enfrente.
De pronto, Kenny ya se hallaba sentado en la sala de interrogatorios, a oscuras y con la luz de una lámpara, casi cegándole la vista.
—La máquina del tiempo se activó cinco minutos antes de tu llegada, vimos la energía de tu cuerpo en las pantallas sensoriales ¿Quieres explicarlo? ¿Quién eres? ¿De dónde eres? ¿Cómo activaste la máquina para poder ingresar? ¿Qué quieres?
—¡Esperen! ¡Esperen! Puedo explicar todo eso, pero debo hacerlo rápido para poder volver y salvar a mi compañero.
—¿Compañero? ¿Cuál compañero?
Kenny entonces procedió a relatar sobre la expedición y el prototipo de la máquina.
—Lenny vino primero, ¿no lo vieron?
—Nadie más ha activado la máquina para ingresar a este lugar. Si alguien lo hiciera, nos daríamos cuenta.
—No puede ser, eso quiere decir que Lenny todavía no viene ¡Necesito esperar a que él venga!
—¡Bloqueaste la máquina con tu prototipo! La única manera de desbloquearla para que alguien más pueda ingresar o salir sano y a salvo sin ningún problema sería poniendo en riesgo la vida de alguien más en un único viaje.
—¡Entonces yo lo hago! ¡La desbloquearé! Y a cambio llévenme a antes de que inicié la excursión con Lenny.
—No podemos hacer eso, director —anunció alguien acercándose a la mesa de interrogatorios—. Según nuestros cálculos, en su época su amigo lleva muerto más de una semana; debe estar en algún punto cercano al campo magnético.
Justo en ese instante se escuchó un alboroto cerca de la puerta de la sala de interrogatorios.
—¡Déjenme pasar! ¡Tengo que volver allá! ¡Necesito volver! ¡Tiene que ser hoy! —Un hombre de tez blanca se esforzaba por pasar a la sala.
—Oh, no, otra vez William está ocasionando problemas.
—¡Suéltenme! ¡No se librarán de mí! ¡Utilizaré la máquina hoy, aunque mi vida dependa de ello! ¡Debo volver al desierto!
Todos se reunieron para intentar controlar al muchacho.
—William —murmuró Kenny mirando en dirección al joven que peleaba con los que querían detenerlo. Recordó lo que Lenny le había contado. El muchacho era rubio, al igual que la mujer que le contó que había visto en esa parada.
El director se alejó para intentar controlar la situación y regresó pasados unos minutos.
—Perdón, por la demora, ese chico no deja de insistir en que quiere usar la máquina. ¿En qué estábamos?
—Mencionó un campo magnético, ¿verdad? ¿No me diga que ese campo viene del desierto MVSK?
—El mismo, ahora le decimos el desierto Yang.
—Ahí fue exactamente dónde activé el prototipo.
Los presentes profirieron sonidos de sorpresa.
—Nadie ha podido ingresar a ese punto, hay un campo magnético desconocido que altera todo tipo de señal eléctrica.
—Creo que yo sé por qué ocurre eso. Seguramente tiene que ver con el detector que ahí instalé.
—¿Un detector? —el director frunció el entrecejo—. ¿De qué?
—¿No lo saben? Creí que lo sabrían por el cambio de nombre al desierto, ¿no es por la tonelada de oro y joyas del emperador Yang?
—Eso es una tontería, no existe tal cosa.
—Claro que sí, lo descubrí por medio de mi detector —Kenny ladeó la cabeza—. Espere, ¿entonces por qué le pusieron así?
El grupo procedió a explicarle a Kenny que se debía a que diez años después de su desaparición se descubrió un desierto frío casi idéntico al desierto MVSK, se parecían tanto entre ellos que decidieron nombrar a ese desierto frío como Yin y a MVSK le cambiaron el nombre a Yang para que así fuera más fácil relacionar sus diferencias y semejanzas con la historia de los hermanos, aquel frío y duro como el hielo y el otro fuerte y abrasador como el sol. En lo que Kenny escuchaba la explicación y se tomaba el tiempo para reflexionar sobre la situación, finalmente abrió los ojos y se dio cuenta de que no podría rescatar a su amigo con vida.
—Está bien, si no puedo salvarlo, al menos, déjenme regresar por el cadáver de mi amigo. Merece regresar con su familia de alguna manera. Escuchen mi propuesta. Regresaré, desactivaré el detector para que en este futuro no tengan problemas con el campo magnético y regresaré a casa sin ocasionar problemas. Prometo que solo haré eso. Solo quiero regresar.
—¡John! ¡Lo prometiste, John! ¡Hicimos un trato! —gritaba William en dirección a quien interrogaba. John se puso serio, ya estaba harto de ese muchacho.
—Está bien, así lo haremos, te dejaremos regresar por el cadáver de tu amigo, pero con una condición… que lleves a William contigo. A Kenny no le sorprendió escucharlo.
En el laboratorio en donde Kenny esperaba la señal de la activación del portal para iniciar su viaje, le habían colocado un comunicador en la ojera para mantener contacto con William por si se perdían en el viaje por el desierto. Kenny intentaba recordar cómo había sido su recorrido con Lenny, pero todo era muy confuso, no lograba recordarlo bien, las imágenes estaban borrosas en su pensamiento. Creyó que algo le hizo la máquina que borró gran parte de sus recuerdos. Pensaba en eso, cuando una puerta se deslizó y apareció el rubio para ingresar a la habitación. Con desgano se sentó en una silla al otro extremo. William y Kenny se miraron.
—Hola.
—Hola.
—¿Te he visto en alguna parte? —preguntó William—. Te pareces a alguien, pero no sé bien a quién.
—Dicen que mis facciones son de un hombre islámico común; la túnica no me ayuda a negarlo.
—Me dirás loco, pero creo haberte visto en algún sueño.
—¿Un sueño? ¿En serio?
— ¿Eso es sangre?
—… Mm, no, solo es tinta.
Se profirió un silencio incómodo.
—William, ¿qué edad tienes?
—27.
—¡Viajeros, colóquense en posición al portal! —se ordenó desde un altavoz y ambos fueron a plantarse frente a la máquina.
—Eso es, estuve esperando por esto toda mi vida, estoy listo —murmuraba William con voz decidida. Se profirió otro silencio en lo que esperaban la señal. Kenny se sentía incómodo con el chico con quien realizaría el viaje; era muy efusivo. Intentaría sobrellevar el viaje con él.
—Lindo collar —señaló Kenny en lo que esperaban. William profirió una sonrisa.
—Gracias fue regalo de mi madre, bueno, ella no es realmente mi madre, es complicado porque…
En ese momento, la máquina del tiempo se encendió. Kenny y William fueron arrastrados dentro. Kenny regresó a donde había comenzado su viaje con Lenny en el desierto caluroso Yang, pero William había caído en el desierto frío Yin. Kenny miró de un lado a otro, su nuevo compañero no estaba con él.
—¡Maldición! —gritó William, apretando los puños y sintiendo el terrible frío. Kenny pudo escucharlo por el comunicador.
—¿William? ¿William, en dónde estás?
—¡Esos imbéciles me mandaron al desierto Yin en lugar de al Yang! —decía en lo que caminaba en la nieve y buscaba, refugio en una cueva cercana—. ¡Tenía que estar hoy sin falta en el desierto Yang para poder recuperar el cadáver de mi amigo!
—¿Qué dices? —Kenny dio una vuelta sobre su eje—. ¿Amigo? ¿Cuál amigo? ¿De qué cadáver hablas?
—¿No te lo dijeron? En realidad mi nombre no es William, me llamo Kenny White, reencarné en este cuerpo y estuve esperando hasta este momento para poder volver por Lenny.
—No, aguarda, yo soy Kenny. Si tú naciste hace veintisiete años, eso quiere decir que yo morí aquel día ¡Pero yo no morí! ¡Ese rayo no me golpeo! ¡Lo juro!… ¿O lo hizo?
Entonces Kenny lo recordó, Lenny murió antes de llegar al lugar. Lo enterró junto a la camioneta y él llegó solo.
—Señor, algo salió mal —informó el hombre que monitoreaba—. William fue enviado al desierto Ying en lugar del Yang.
—Ya veo —el director se llevó una mano al mentón para pensar—. ¿Saben qué? Activen los rayos de gama violeta para enviarlo al desierto Yang.
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