A mediados del siglo XIX, la tuberculosis, conocida también como tisis, hacía estragos. Datos de 1815 establecían que la enfermedad era tan frecuente que exterminaba prematuramente a alrededor de la cuarta parte de los habitantes de Europa.
En el sanatorio encantado de Sierra Espuña, miles de enfermos recibieron tratamiento. La enfermedad, incurable en el 70% de los casos hasta bien entrado el siglo XX y la aceptación de la proximidad de la muerte generaron numerosas leyendas alrededor de estos centros por todo el mundo.
En este relato doy un giro a la leyenda de la Dama Blanca para centrarme en su protagonista, Maximiano.
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