Impresión psicológica (cuerpo)

Impresión psicológica (cuerpo)

Daniel Figueras

30/04/2021

Estoy en medio de un huracán urbano hecho de delirios cotidianos, donde la inmortalidad es algo inconcebible, y el aquí tanto como el ahora, se tornan fuerzas físicas, leyes imparables que rigen el movimiento de todo lo que me rodea. Más allá de esas leyes cotidianas están esas leyes físicas, a las que toda la materia se encuentra sujeta. Leyes que se rigen tiranas sobre nuestros cuerpos, mientras nuestras mentes contemplan asustadas. Me paralizo, pienso y entonces me paralizo. El pensamiento, el raciocinio, la revelación… ‘Soy un cuerpo’. ¿Cuántos cuerpos habrán sido aplastados antes de que llegase a pensar esto? ¿Cuántos más son aplastados ahora mismo, o cuantos incluso, caminan sin saber, que mañana, o la próxima semana, o el próximo mes, serán aplastados de alguna forma que, de tener algo de suerte, podría no ser tan horrída. ¿Cuáles son las posibilidades? Cada paso augura una trampa, y la ceguera se vuelve una habilidad necesaria para desplazarse. Se aceptan las trampas como parte de la vida, y se integran cómodamente a la cotidianidad, y todos caminan, a mi alrededor la vida sigue. Siento el impulso crecer, necesito, deseo tortuosamente lanzarme sobre cualquiera que pase a mi lado, y gritarle “¡¿Es que no sabes lo sencillo que es morir?! ¡Eres un cuerpo! ¡Eres solo un cuerpo!” Se desplazan tan tranquilos, y yo aún no puedo mover mis pies un solo centimetro hacia delante. Olvidé cómo, perdí de un momento a otro, aquella habilidad tan necesaria para caminar que es totalmente ajena a la motricidad. La habilidad de suprimir el miedo, de ignorar las posibilidades, no de aceptarlas, no… Las leyes que rigen este minusculo derivado del cosmos no dejan espacio para la aceptación. No hay manera de aceptar el peligro de muerte que permanece latente en cada posibilidad que abrazamos. No, de aceptarlo el acto siguiente sería el suicidio. Esta ceguera es más bien una tentativa de homicidio contra nosotros mismos, separados de nuestros cuerpos, aceptandonos como simples espectadores navegando confusos en las inmisericordes olas del devenir. Veo mis manos… Dedos, uñas. ¿Qué es todo esto? Todas estas formas que construyen mi identidad biológica me resultan ajenas. Cabello, dientes… Piel, por todas partes. Piel, tan frágil, tan vulnerable, de un momento a otro, la sangre brota, los cesos escapan, las entrañas adornan el pavimento, y lo que antes se llama ‘Yo’, lo que antes llamabamos ‘él’ o ‘ella’, lo que antes solíamos incluir en el pronombre ‘nosotros’, cae en el más bajo de los pronombres; se convierte en ‘eso’, un objeto sin vida del que ebulle un concepto cuyo misterio nos hela todo el cuerpo hasta penetrar el alma. La muerte, él o ella, ahora aquello. Solo un cuerpo, tirado, deshecho, descuartizado. Y la lengua ya no habla, tan solo exhala fantasmas mientras se descompone, espectros que han de aferrarse a la psique de los cuerpos aún vivos. Tengo miedo, lo destilo por los poros, puedo lamerlo y reconocer perfectamente su gusto. Todos sus matices están ahí, desde el más inocente hasta el más horrorosamente perverso, todos, vertidos sobre el cuerpo, sofocando la piel como balsamo de la existencia. Quiero volver a casa, siento una melancolía que me reclama en la distancia, pero soy incapaz de moverme, podría morir si lo hago, podría morir antes de llegar a casa. ¿Qué debería hacer? ¿Podría pedir auxilio? ¿Podría simplemente importunar a un transeunte y suplicarle que me enseñe a caminar? “Oiga usted, disculpe, es que, ¿sabe?, tengo miedo de morir, y temo volver a casa, o no volver, ya sabe, morir en el trayecto. ¿podría indicarme cómo lo hace usted? ¿Cómo camina sin miedo? No, no podría conjurar tal blasfemia contra el manto cotidiano, no podría profanar su santa inconciencia, las fuerzas que lo impulsan me repelerían al instante, poniendo mi cuerpo bajo considerable riesgo. Me caí en un pensamiento, y ahora no encuentro camino alguno de regreso. Siento el pánico en la piel, que transpira mi miedo a este mundo que se encuentra siempre sediento.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS