Pasear por un parque es algo que nos aporta muchas ventajas físicas y psicológicas. Nos produce un efecto saludable muy beneficioso, por este motivo, después de haber oído y leído en diferentes medios este comentario, decidí todos los días, especialmente por la mañana pasear por un parque que tengo cerca de casa.

Suele haber en él un pequeño de 7 u 8 años todos los días sólo con su balón. Lo veo un día, otro y así varios más. Uno de estos días extrañada, puesto que era la hora de estar en el colegio, y aprovechando que se había sentado en un banco y que yo me encontraba cansada después de mi largo paseo me senté junto a él. Su primera reacción fue marcharse, se notaba no quería hablar con nadie y menos con una persona bastante mayor. Lo miré y le dije que no se fuera que sólo quería hablar un rato, pues me encontraba muy sola y como lo veía a él también sólo, había pensado podíamos ser amigos ya que a mi me quedaban pocos y los que tenía les pasaba lo que a mi no tenían muchas fuerzas para desplazarnos a donde pudiéramos estar juntos. Desde este momento nos hicimos amigos.

Los primeros días nuestras conversaciones no tenían nada especial. Me preguntaba cuantos años tenía, donde vivía, con quién… cosas así, nada importante. Yo también le preguntaba a él lo mismo, ya que me preocupaba que toda la mañana la pasase en el parque sin ir al colegio; pero de eso no le gustaba hablar, siempre rehuía la pregunta y contestaba con otra. Me dí cuenta de ello y dejé de hacerlo. Le dije que como era mi amigo respetaba lo que él quisiera.

Yo me levantaba todos los días con muchas ganas de vestirme e ir al parque, deseaba pasar la mañana con mi amigo. Pensamos lo que podíamos hacer las mañanas que pasásemos juntos. Él por supuesto quería jugar al balón casi todos los días, a eso le dije que no, ya que la artrosis me lo impedía. Le comenté que lo que yo quería era que me enseñara cosas de niño y yo le contaría cosas de mayores, le pareció estupendo y me dijo que seguro él sabía mucho más que yo. Me reí pero sí que sabía ,sí.

Lo primero que me preguntó fue si tenía una “tablet” y que al día siguiente me la llevara. Le dije que yo solo tenía la tabla de planchar y que no la iba a llevar. ¡Cómo se reía! Me quedé un poco sorprendida, no sabia el por qué. Me preguntó entonces si tenia móvil, a eso contenta le dije que sí pero que lo usaba poco.

-“Bueno tráelo “

Al día siguiente allí estaba yo felíz con mi móvil. Otro rato de risa por parte de mi amigo. Yo no entendía nada, dijo:-“¡esto ya no se usa!”

Me habló de una serie de cosas que mi móvil no tenía, como juegos (eso si lo entendí) pero otras palabras más extrañas como “WhatsApp”, “YouTube”, todo muy raro y desconocido para mi, pero la que mas me extrañó sin duda, fue “Tik Tok”.-”Eso es llamar a una puerta”, dije yo, no paraba de reírse, con lo contenta que estaba yo con mi móvil de números y letras grandes.

Quedamos para el día siguiente y me dijo que intentaría que su padre le dejase el suyo, siempre y cuando no estuviese enfadado y así podría enseñarme todo lo que se podía hacer y divertirnos. Me marché muy contenta deseando que llegara la mañana siguiente.

Fuí pensando que le enseñaría alguna cosa que le hiciera la vida mas agradable en lo sucesivo, pues notaba en el niño cierta tristeza. Había observado que no tenía buenos modales, me hablaba con poco respeto, jamás pedía nada por favor, no daba las gracias. Cuando se tomaba el bocadillo nunca se enjuagaba las manos y se bebía el agua sin limpiarse un poco la boca, a pesar de que le solía dar un pañuelo para que lo hiciera, comencé a corregir esas cosas y poquito a poco fue haciendo lo que le decía. Como me dí cuenta que decirle como tenía que hacer las cosas no le gustaba, lo dejé, y le propuse observar las plantas y árboles que allí había y mirar los nombres de algunas en su móvil y así iríamos conociéndolos. Le propuse plantar en mi casa algunos frutos y ver como iban creciendo. Otro día pensé podíamos disfrazarnos, dijo que el no sabía de que, le propuse que lo hiciera de su papá con la cara enfadada, dijo que bien, le dio mucha risa., me preguntó que yo de qué me iba a disfrazar, a lo que le conteste que sería una sorpresa.

Le conté a lo que yo jugaba de pequeña, me gustaba jugar al escondite, después de aquello algún día lo hicimos allí en el parque y nos divertimos, también jugaba a pillar y a balón prisionero sabia lo que eran todos esos juegos, solo que los conocía con otro nombre.

Él con el móvil de su papá que consiguió llevar, me enseñó lo del WhatsApp lo vi interesante, ya que se puede hablar con los amigos aunque estén lejos sin tener que hacer una llamada; también ví lo del YouTube, me gustó muchísimo, la cantidad de canciones , juegos , incluso películas, una maravilla pero lo que mas me agradó y además divertido es lo del Tik tok (que por supuesto no es llamar a la puerta como yo creía) incluso hicimos uno los dos juntos, quedó simpatiquísimo le gusto tanto que dijo que lo iba a publicar. (yo ya me veía en los carteles de las fachadas).

De este modo me fuí ganando su confianza, era lo que verdaderamente quería, pues me imaginaba que ese chiquillo tan lindo tenia un problema y que debía ayudarle a resolverlo e intentar que no faltara más al colegio, además de intentar saber que problema tenía el padre para interesarse tan poco por un crio tan lindo, porqué se sentía tan sólo y tenía tristeza en su mirada aunque siempre sonreía.

Por fin una mañana los dos llegamos antes de la hora, cuando me acerqué a él estaba como de costumbre dándole patadas al balón, pero a pesar de eso me pareció ver lagrimas en sus ojos negros, se las sacudió con un manotazo y se puso contento de que me encontrara allí daba la impresión que quería olvidarse de algo terrible que bullía en su preciosa cabezita.

Sin retrasarme aborde los dos temas rápidamente:

– ¿Por qué dices papá está siempre enfadado?

– No contestó

– Volví hacer la pregunta, ¿Es que no tiene trabajo?

-Sí, trabaja mucho y tiene mucho dinero, pero nunca está en casa y cuando llega me habla muy poco no me cuenta cosas como tú. Dice que está muy cansado y no tienes ganas de nada, a esa hora siempre es cuando me deja el móvil y yo solo he aprendido todo lo que te he enseñado de oír a los niños cuando iba al colegio, algunos lo tenían y en el recreo sobre todo veíamos los juegos. Me deja el móvil para que no lo moleste, tienes que descansar un poco, luego siempre con la cara enfadada me pone la cena, la cual me tengo que tomar sin rechistar y a la cama enseguida, algunos días le pido me deje ver la tele un ratito pero nada nunca quiere.

– ¿Entonces no le has dicho que no vas al colegio?

– No se lo he contado.

– A mi que lo sé, me debes decir el porqué no vas.

– Bueno, a tí si te lo voy a decir, dijo mirándome muy serio pero prometeme que no dirás nada a mi padre.

– Pero si no lo conozco y no me acuerdo donde me dijiste que vives.

-Ah, bueno es que se enfadaría mucho, lo más seguro es me diera un bofetón, tengo miedo a que se entere.

– Bueno dime a mi, ¿Por qué has tomado esa decisión? Supongo debes tener un motivo importante, yo cuando tenía tu edad me gustaba ir al colegio, charlar con mis amigas y jugar, sobre todo eso, pues algunas clases y las monjitas me gustaban poco, también regañaban bastante y algunas nos daban un cachete si no prestábamos atención a lo que estaba explicando.

¿Y sabes que? Nos ponía mirando a la pared o nos castigaban y no nos dejaba salir al recreo que era lo que más me gustaba.

Ya no te cuento nada más, ahora te toca a ti ¿Qué te pasa en el colegio?

– Pues que hay algunos niños que me hacen bulling.

– ¡Horror! creí que ya entendía todas esas palabrejas que dices, ya veo no, tendrás que explicármelo mejor, ¿¡Bulling!? Por favor, dímelo con otra palabra que yo conozca.

– Pues que se meten mis compañero conmigo y lo que más me fastidia es que algunos decían que eran mis amigos.

– ¡Pero que te dicen? ¿Qué cosas?

– Que llevo los zapatos muy viejos, mi ropa es muy fea y la tengo muchos días sucia, voy sin peinar y mi bocadillo es una porquería, un día me lo quitaron y pasé mucha hambre hasta que llego papá a casa para la cena.

Me contestó que eso no le importaba demasiado, lo que de verdad hizo que dejara de ir fue un día que en el recreo se juntaron con otros más mayores, uno era hermano del que decía ser mi amigo y me pegaron muchas patadas, me tiraron al suelo, me tiraron del pelo decían que lo tenía muy sucio, ¡ah! y que soy muy feo y bajito. Les contesté y dije que todo lo que decían era mentira. Ya no me habla ninguno. Eso es el motivo por el que he decidido no ir.

– ¿Papá lo sabe?

No se lo puedo contar seguro que diría “eres un hombre y tienes que aprender a defenderte” y me llevaría de las orejas al cole. El nunca me cree, ni me defiende. Por favor no se lo cuentes a nadie.

– Ya te he dicho no lo conozco, además si me pides que no lo haga no lo haré, lo tienes que hacer tú cuando estés preparado para ir de nuevo.

– Me queda otra pregunta ¿Mamá no dice nada?

Tras un largo silencio dijo:

– Mamá tampoco está.

– Me quede muy sorprendida, no sabia como preguntar que pasaba o había pasado.

En mi siguiente cita tenía que saberlo todo, lo más seguro es que se hubieran separado, ahora es algo natural (aunque a mi no me lo parezca) claro está no lo digo, pues en alguna ocasión me han tachado de vieja y que no se nada de la vida. Cuando nos volvimos a encontrar le dije:

– De hoy no pasa ¿qué pasó con mamá?

Con lágrimas en los ojos me contestó:

– Cuando volví un día del colegio no estaba, había en casa esperándome la señora, algunas veces se quedaba conmigo, me dijo papá y mamá se habían ido al hospital, a mamá le dolía mucho la cabeza.

Un día que por fin llego papá, le pregunté, dijo que volvería pronto, hice la misma pregunta muchos días siempre la misma respuesta y no ha venido todavía.

Papá es un embustero además de estar siempre enfadado, yo también lo estoy mucho con él, por eso hablamos tan poquito y no quiero que me siga diciendo mentiras a veces pienso no va a volver, ¿Por qué no me lo dice?

Tú crees que volverá? Por favor dime la verdad.

– Le dije que lo haría, pues a un amigo se le debe decir siempre la verdad, además eres un un niño muy inteligente y lo vas entender.

– Bueno pues entonces cuéntamelo ya y me dices porqué papá se enfada tanto.

– De acuerdo primero te diré y es seguro papá no esta enfadado, lo que está es muy triste, la tristeza en las personas la expresamos así, es una emoción muy negativa, ese es el motivo de su mala cara y seguramente le pasaran más cosas aunque tú no te des cuenta, tiene falta de ilusión y pocas ganas de vivir pero te quiere muchísimo. No sabe como decirte que mamá no va volver.

Hoy cuando llegue, le das un abrazo muy grande y le dices que le quieres mucho y mañana lo del colegio, y también que ya sabes todo lo de mamá y que no te gusta verle con la cara de enfadado.

De tu amiga del parque.

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