Mírame, crecí siendo feliz

Mírame, crecí siendo feliz

Rossiday

15/04/2021

Papá y mamá, ¿por qué están envejeciendo tan rápido?

Hoy me encuentro sumergida en la agonía de no querer verlos partir. Sé que la naturaleza del ser humano es envejecer, pero a veces darse cuenta de ello, lástima. Lástima porque quiero que sean eternos, quisiera que esas arrugas en su piel un día cualquiera desaparezcan. Pero es imposible. 

Papá, suelo observarte y noto como poco a poco tu fuerza ya no es la misma. Imagino esos brazos fuertes que me sostuvieron cuando era bebé. 

Mamá, ese color blanquecino de tu cabello me dice una cosa, has vivido y ganado. Ver esas manos que me cuidaron, me vistieron, y mimaron es como admirar un atardecer. Cada vez que los observo puedo notar muchas cosas. La vida es una bendición, es un regalo. Cómo quisiera que este regalo que es la vida me les permitiera vivir muchísimos años más. Quisiera que me vieran convertida en esposa y madre. Que sostuvieran a mi primer hijo sobre sus brazos, que le enseñaran el significado de la palabra amor como me la enseñaron a mí. Deseo tantas cosas, y una de ellas es que a mí también se me permita llegar a la edad de ustedes. Me encanta cuando papá se pone terco y empieza con sus diálogos sobre tener la razón, o como cuando mamá a las 7 pm dice que tiene sueño y se va a descansar temprano. Cuando ambos olvidan las cosas y me preguntan a mí para que los ayude a recordar. También amo ver como mamá escribe todos los días en una libreta lo que va realizando, Recuerdo el día que escribiste: hoy hice videollamada con mi hija y mis nietos, para saber la fecha exacta en qué mi hermana te marca. Es bonito ver como esa libreta guarda todas esas cosas que son tan significativas para ti. Ver tu letra por cada hoja me llena de felicidad. 

Así mismo con papá, me encanta escuchar las historias de cuando era joven y te conquistó. Oye, fuiste un poco dura con él. Y ver qué pasan los años y no se dejan de amar. Mi corazón se hincha de alegría cuando veo a mamá pegada al teléfono conversando con mis tías. 

La ventaja de ser mayor es esa, tener una larga trayectoria, tener una familia, tener algo por lo que despertarse cada día agradecido. Ver crecer a tus hijos, nietos… Es contar cada anécdota una y otra vez, y nosotros como jóvenes, escucharla y no decir nada. Simplemente admirar y apreciar esos momentos mágicos que nuestros viejos nos regalan. Y creo que así como yo, la mayoría también desea lo mismo, que los padres sean eternos. Pero es imposible, si algo tenemos seguro en esta vida es partir. Pero mientras eso no suceda, aprovechen a su familia. Dense amor y permitanse disfrutar todo el tiempo necesario con ellos. 

Ahora es momento de hablar de mis abuelos.

Cuando tenía 4 años Recuerdo ver partir a mi abuelo Maximiliano, no te recuerdo mucho. Sin embargo, las historias sobre ti son las mejores. Te aseguro que mis hijos te conocerán también a través de ellas. Abuelito que estás en el cielo, quiero confesarte que si la vida me permite ser madre de un varón, llevará tu nombre, eso te lo aseguro. Un nombre de un hombre que fue valiente, capaz y protector. Espero que ese día sonrías desde arriba y te acuerdes de esa niñita que solía jugar entre las plantas llena de lodo. 

A los 13 años ví partir a mi abuelo materno, Félix. Otra perdida más. 

Como decía, los años no van en vano y a veces nos toca ver partir a los mayores.

Mi abuelo Félix también fue un gran hombre, valiente, lleno de sueños y luchas. También me di cuenta que fuiste muy pícaro, abuelo. Con la abuela tuviste 11 hijos y a parte te portaste mal a escondidas de ella, pícaro. Y tuviste 3 hijos más por fuera. Por ti sé lo que significa tener una extensa familia. Pierdo la cuenta la cantidad de primos que tengo. Hiciste crecer bastante ese árbol familiar. Te recuerdo siempre con tu taza de café y un sombrero de palma hecho a mano. Acostado en tu hamaca, observando el cielo y dejando que la brisa tocara tu piel. Siempre me llevabas al patio a regar los árboles frutales que acostumbrabas sembrar. Naranjas, guayabas, guanábana, ciruelas, mangos, mandarina… Y me dabas mi recompensa, algunas de esas frutas cada tarde. Fuiste tan fuerte, tus historias sobre política, y todos esos acontecimientos que viviste me llenaban el alma. Fuiste bendecido, se te permitió vivir tanto, que cuando enfermaste ya sabíamos que era tu momento y lo supimos aceptar. Dios decidió llevarte a tus 107 años, y a pesar de la edad todavía te veías fuerte. Abuelito, te cuento que ahorita de grande tengo muchas cosas de ti, me gusta acostarme en una hamaca bajo los árboles y ver esos colores del cielo que tanto te gustaban. Disfruto poder regar mis plantas, y todas esas cosas que de chiquita aprendí de tí. Ojalá te sientas orgulloso de mí.

A mis dos abuelas, solo les tengo que decir que, son unas reinas. Ambas perdieron a sus esposos y siguieron adelante con toda la fortaleza del mundo, siguieron llenando a todos de amor, de cuidados. Son unas señoras que huelen a hogar. Son tan parecidas, emanan tanta bondad, dulzura. Y la edad que tienen todavía se las guerrean. Pilar y Rosa, ojalá ustedes también puedan verme envejecer.

Me encanta como a través de letras podemos dejar plasmados tantos sentimientos. Aquí me encuentro en mi cuarto, con la luz encendida y visualizando si Dios me permitirá tener una historia como la de mis papás y mis abuelos. Ojalá que sí. 

Y si eso pasa quiero dejar escrita una carta para mis futuros hijos.

Queridos Maximiliano y Danna, sé que mamá a veces suele ser agobiante, protectora, o quizás necia con ustedes. Pero quiero que sepan que me preocupo por por su bienestar. Quiero que sean felices, que puedan vivir a plenitud. Disculpen si a veces les repito las mismas historias de sus abuelos y bisabuelos, pero un día prometí que les hablaría de ellos a través de mis palabras y recuerdos. El día que Danna se casó fue uno de los días más felices de mi vida, pude verte vestida de novia, pude ver como tu esposo te tomaba de la mano y esa mirada llena de amor me decía que habías escogido bien. Y sabía que tendrías tu propia familia. Que esa bebé que viene en camino conocerá las mismas historias que te conté y creo que tendrás que contar la de tu mamá a como de lugar. Igual para ti, Maximiliano, aunque no te has casado todavía ni formado una familia, sé que algún día lo harás y a través de palabras podrás contarle a mis nietos sobre su abuela, esa abuela soñadora que amaba perderse en un par de letras, que a cada situación le sacaba un poema. Por cierto, recuerdan que les conté que cuando era pequeña tuve dos Perros, uno llamado Rocky  y otro llamado Simba. Rocky lo tuve desde mis 9 años y Recuerdo que a mis 24 todavía estaba conmigo, ese viejito adorado era un obediente. No olviden que todos los vídeos y fotos sobre ellos están en mi ordenador. Cuando me toque partir no quiero que los borren. Quiero que sus hijos conozcan a su abuelita desde que era una niña. Igualmente las fotos de mis papás y toda mi familia, incluida la de los momentos con ustedes están allí. Así como mi mamá mantenía cada momento significativo en una libreta, yo los conservo en fotos. Fotos que he guardado con todo el cariño del mundo. Porque si algo me enseñó mi papá es a crear recuerdos a través de fotografías. Cada foto que encontrarán los hará viajar al pasado, podrán imaginar cada recuerdo, y qué bonito será traer a tantas personas que ya no están con vida de vuelta, cada vez que vean esas fotos imagínense y viajen a ese día. Así no hayan nacido todavía, creen un escenario y disfruten ese momento. Mis hijos, a veces siento que no les he contado toda mi vida. Danna, ahora que Lucía crece en tu vientre quiero decirte que serás una gran madre. No tengas miedo de fallar, ahora te vas a enfrentar a una nueva experiencia, pero la sabrás manejar y yo estaré allí ayudándote en todo lo que esté a mi alcance. Todo saldrá bien, y Lucía tendrá una mamá fabulosa y entregada que se encargará de educarla lo mejor posible, la llenará de amor, ternura y buenos valores. Te encargarás de explicarle la importancia de la familia, la Unión y los momentos. 

Por último, quiero confesarles que, en mi ordenador también se encontrarán un sin fin de escritos. Su mamá era una apasionada por las letras y lo saben. Ahí van a leer desde mi primera decepción amorosa, hasta mi mayor bendición que son ustedes. Espero que no se rían de algunos, a veces escribía unas cosas sin sentido pero que significaban mucho para mí. 

No teman envejecer, cuando era joven tenía miedo de ver envejecer a sus abuelos y la verdad no sé por qué lo hacía. Cuando envejecer es lo más bonito que hay. Si ya todos sabemos que nacemos con ese propósito, partir un día cualquiera. Por eso les digo que hay que vivir al máximo, conocer personas, lugares, enamorarse, desenamorarse, formar una familia, construir un hogar. Crear recuerdos, momentos. Cada día me miro en el espejo y me gusta lo que veo, esas líneas de expresiones me recuerdan todo lo que he vivido, me recuerdan cuando era joven y me enamoraba intensamente, porque su papá no fue mi primer amor, su mamá vivió muchas decepciones hasta encontrarse con esa maravilla de hombre que es su padre. Las canas de mi cabello me demuestran que Dios existe, por permitirme estar acá. Por permitirme estar escribiendo esta carta para ustedes. Esta carta espero la abran el día que yo no esté, el día que Dios decida llevarme y reencontrarme con sus bisabuelos, y abuelos. Ese día ustedes tendrán un pedazo de mi alma con ustedes. Ese día yo desde el cielo los observaré, y lo mejor es que no estaré sola, estaré con toda esa gente que envejeció y partieron a un lugar secreto. Un lugar lleno de Paz. Cada vez que quieran tenerme cerquita de ustedes, vean las fotos de mi ordenador como les dije y lean esta carta y sentirán como estoy cerquita de ustedes. Y recuerden, no teman envejecer, disfruten el proceso. 

Los amo y amaré por siempre. 

R.C

Dedicado a mis Padres, abuelos y mi yo del futuro. Pido a Dios que me permita vivir todos esos momentos, poder avanzar y decir he envejecido feliz. 

Todo ha valido la alegría. 

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