Comienza a caer la tarde en Villa del Parque, aparezco de pronto allí como un deseo inalterable que regresa sin final, tal vez es diciembre o agosto, solo se que amo ver el sol caer y estar descalzo, una luz oscurece el panorama, es hora de regresar. Esa presencia intermitente y lejana del abuelo que se eternizo en mi, siempre estaba allí, en la vereda, su escenografía era, en la pared una ventana de madera bastante fea y mal pintada y un metro de ancho de baldosas color marrón claro, recuerdo una puerta que daba a la calle, parecía de otro planeta, desde que tengo conciencia solo la vi abrirse una vez por mi tía que se puso a limpiar una mañana de esas que se le volaban los pájaros, el resto del año la sostenían las telarañas, a la puerta, digo, y no importaba la estación del año, en cuclillas siempre lo encontrabas al abuelo fumando un cigarrillo que parecía no terminar nunca, de el colgaba un atado de puchos en el bolsillo de la camisa ochentosa mangas cortas, siempre viejo con olor a pucho, pantalones de vestir y ojotas, cuanto humo y cada vez mas humo tiraba, por mas joven que podría ser, siempre era viejo y gruñón, estaba curtido como cuero que esta mucho tiempo al sol, una sonrisa contraída para no mostrar ninguna alegría posible que lo vea representar alguna simpatía demás, solo lo miraba para saber si había algún mandado por hacer por que el abuelo daba propina, otras veces nos hacia enojar por que solo caía en la promesa, era como el negocio de la mañana, esperar nos mande a lo de su mama la nona, mi bisabuela, a pedirle dinero, de ahí siempre recibíamos nuestra parte, eran nuestras ganancias, digo eran por que siempre estaba con mi hermano menor, y era tan recurrente que eran mas las veces que nos escondíamos para escapar de el y sus mandados, cuantas historias que no hay para contar, lo recuerdo y reprocho la manera de querernos, por que aunque si era así, jamas nos abrazamos y hoy lo extraño al pendiente de un abrazo, y lo pienso al pendiente de un concejo, en una búsqueda exhaustiva en lo profundo del corazón y no puedo encontrara nada; Recuerdo que así arrancaba la mañana como les comentaba, no recuerdo bien si era todos los días o algunos solamente que jugaba a la quiniela clandestina, siempre mangueaba para poder jugar cuando llegaba Ismael en su bicicleta a levantar quiniela, es tan bago el recuerdo que lo tengo a Ismael muy borroso y tal vez ni siquiera es su rostro. Y se acercaba el mediodía con aromas exquisitos, ya era la hora de comer, se escuchaba el grito de la Abuela “ha comer”, Julio ya esta la comida, y este era otro episodio donde el abuelo hacia de las suyas, cuando era sopa, era una murga comer con el abuelo, al sorber la sopa hacia un ruido interminable con el cual todos apuntaban las miradas hacia el al son donde la abuela le decía, Julio podes comer sin hacer ruido, y el se enojaba o le tiraba un chiste, chiste que no entendíamos por que tenia la boca llena y hablaba entre dientes, recuerdo que se dejaba la barba bastante prominente y como comía como un chico se ensuciaba todo, pero siempre en silencio observando todo sin decir palabra.
En días de frio hacia fuego en el brasero, quemaba bien el carbón y después de un rato lo entraba a la casa para calentar el ambiente, el abuelo se quedaba tan cerca que parecía quemarse si lo veías, y así fue después cuando nos modernizamos también con la estufa eléctrica.
Por un tiempo fumo adentro de la casa, como olvidar si había olor a cigarrillos en todos lados, hasta que crecieron mis tíos y cambiaron las reglas de la casa, es así que fue a parar a la vereda irremediablemente, dormía en la parte de abajo de la cucheta en contra de la pared, siempre se medio sentaba en ese rincón oscuro apoyando la espalda en el respaldar y se quedaba horas cruzado de piernas hamacando una de ellas, siempre con los intervalos lógicos de salir a fumar sus cigarrillos, muchas veces que no llegaba a la vereda quedaba en el patio o en el pasillo de entrada, y los días de lluvia en el ante baño que daba al patio observando la lluvia, era super friolento, escuche a uno de mis tíos contar que cuando vivía en Buenos Aires de pequeño paso muchísimo frio, contaba que el decía que, acercaba tanto los pies al fuego que las medias se le quemaban; siempre con esas camperas raras y bufanda para enfrentar el frio, recuerdo un par de zapatillas deportivas modernas haciendo juego con el pantalón de vestir ochentoso, era cómico verlo así, temible combinación.
Era marrón su aspecto, triste, insuperable en todos sus aspectos, tenia una penumbra que lo perseguía incansablemente, por ahí escuche decir que su problema con el alcohol lo llevo a perder todo lo que había ganado trabajando en algún momento como pintor de obras de la construcción, que era un tipo violento y que dos por tres mi abuela se escapaba por ahí con sus hijos para evitar el maltrato, mi mama me contó que una vez la golpeo en sus piernas con una cadena de bicicleta, hago referencia para que tengan una idea del nivel de violencia con que sometía a su familia< dicen que las apariencias engañan, y en este caso aplica perfecto, por que yo conocí un viejo decrepito e inofensivo, al que mas de una vez la mala educación me llevo a faltarle el respeto.
Evocando en lo mas profundo del alma, puedo ver lejana su imagen en una escena, que llegaba a la casa de mis padres con mi tío menor en bicicleta, en esta parte no puedo decirles que tanto es real y que tanto deseos de tener recuerdos.
Jopito le decían sus amigos y conocidos, por el jopo que se le escapaba en la cabellera, cuando compartía algún momento en la esquina con mis primos o en alguna de sus casas, era el comentario de como jugaba al fútbol Jopito, que era el mejor cabeceador que conocían, lo mas cerca de verlo relacionado a la pelota era verlo sentado en la vía, mirando como todos los amigos del barrio jugaban a la pelota todas las tardes en el campito de atrás de la vía.-
El abuelo tenia 5 hijos con mi abuela, mi mama la mayor de todos, mi abuela cuando lo conoció ya tenia un hijo que dio a otra familia cuando conoció a mi abuelo, no voy a referirme a esta parte de la historia por que mas no se al respecto; peri si puedo decirles que era una familia humilde llena de necesidades y con muy poca educación, que apenas les alcanzo para aprender a leer y a escribir, lo que vino después y en que se transformaron ellos es pura virtud personal.
La familia es religiosa y son practicantes de la misma, esto tiene orígenes en mi tía Mónica que insto a través del tiempo a que cada uno vaya a la iglesia de acuerdo a su necesidad espiritual, es así que un día el abuelo dejo de fumar después de mas de 50 años, dejo de tomar sus pastillas por las que iba una vez al mes al hospital psiquiátrico para controlar su adicción y comenzó a ir a la iglesia a buscar a Dios, un acto de necesidad, miedo o remordimiento, lo que sea que fuera logro sacarlo de una cárcel casi 50 años después de su encierro sin condena. Durante los años venideros despues de este gran suceso para el, fueron muy pocas veces que lo volví a ver y hablar, unas cuantas veces me llamo para ver si lo podía llevar a la iglesia, cosa que nunca sucedió por que siempre estaba ocupado, y sino lo estaba, descansaba, siempre una excusa, otras veces pasaba por la casa de mi abuelo de paso, y el siempre estaba ahí de cuclillas mirando todo a su alrededor pero ya sin el cigarrillo tirando humo, le tocaba bocina y seguía camino, cuando me conocía me levantaba la mano y le notaba una felicidad de verme como que realmente lo hacia feliz; que pocas veces pare a saludarlo, muy pocas, el llego a conocer solo mis 2 hijos varones y la nena mas grande, cuando ya tenia mis 5 hijos, mira que lejos estábamos a tan corta distancia.
De todos lo llamados que me sorprendieron en esta parte de la historia fue cuando me llamo mi primo el rata, (nicolas) hijo de mañunga tío de mi mama, tío de los demás por adopción y costumbre, me decía que mi abuelo se había ido de la casa por que tenia problemas con mi tío Hernan, y andaba en la calle, claro, el vivió solo muchísimos años ya que mi abuela vivía con uno de mis tíos, tío que volvería a su casa de la infancia tras no poder seguir pagando alquiler con su familia, fue así que se complico la convivencia, mi tío se había mudado con su mujer, sus dos hijos y el perro, que podía esperar mi abuelo de semejante cambio territorial, del silencio al ruido en un abrir y cerrar de ojos; pero dudaba mucho que mi tío lo echara, me inclinaba mas por pensar que mi abuelo estaba viejo y cascarrabias y con un poco de desorientación emocional, para salir de la duda la llame a mi mama por que la situación me incomodaba y no hacer nada me tiraba un camión de culpas encima, mi mama me atendió le comente la situación pero le resto importancia, diciéndome que mi abuelo había discutido con mi tío y que este lo andaba buscando para llevarlo a la casa nuevamente a dormir; eso fue lo ultimo que supe de mi abuelo, siempre pensando que su bienestar estaba garantizado conociendo la personalidad de mi familia materna y su forma de criarnos.
Un bache sin tiempo y con muchas escusas me unen a mi abuelo, el desamor supremo y la terrible sensación de pensar que hubiese cambiado con un abrazo, si alguna herida de la historia de esta familia podría haber sanado, lo mas cerca y lo mas simpático de mi abuelo fue su sonrisa picara, es verdad que me acuerdo y sonrió, por que era cierta y genuina aunque siempre sostenida, una carcajada sostenida del alma que jamas pudo escapar para desarmar la coraza de una crianza dura.-
Llego un día sin mas la noticia que me heló, que me distrajo de la vida y rebobino mi tiempo, así tal y como lo cuento en este relato, con pocos momentos y mucho mas deseos, trate de buscar en mi pesar y dolor el sentimiento que mas se ajuste a la noticia, un sin sabor, una ironía, allí lejano al sur del país, en la provincia de santa cruz, en Caleta Olivia, en casa de mi tío mas chico, Ezequiel, se detenían las andanzas de mi abuelo , que anhelaba conocer el mar, y al fin así lo hizo, aunque tal aventura le costo la vida, el corazón se detuvo no pudo con la dinámica altura exigente; tiempo después mi mama me contó que el había comentado 2 semanas antes aquí en santa fe a mi abuela un sueño extraño, en el cual una carroza de fuego entraba en la iglesia que el había elegido para reivindicarse ante dios por sus acciones, de esa carroza una voz lo llamaba, le decía que ya era tiempo que lo esperaban en el reino.
Una vida machucada puede salvarse, puede salvar a la generación que viene, puede hacer reflexionar sus semillas así no tenga sabor ni pueda brillar como mi Abuelo, es así que esta ocurrencia de escribir me han dado la nota para entender que nunca hay que dejar de insistir y de creer en una persona que no cumple nuestras expectativas, por que no es su fin, sino el principio de comprender que somos y existimos distintos para amarnos sin saber.
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