El tiempo no se detiene

El tiempo no se detiene

Ina

23/03/2021




El tiempo no se detiene

No es un cliché, no es solo una frase, no es mentira, es una realidad, el tiempo se detiene cuando mueres, pero hay maneras de que vaya lento.

Besando, haciendo el amor, e incluso una de las más desafortunadas, cuando sucede un accidente y sientes como si todo pasara en cámara lenta. 

Decidí ponerle este título, “El tiempo no se detiene”, en vez de la vejez, el envejecimiento, el pasar de los años, etc., porque de niña lo sabía, mientras veía a otros niños querer crecer rápidamente, y de adolescente, ver chicos menores de edad, inmaduros querer quemar etapas a esa edad tan temprana. Envejecer, convertirse en una persona anciana lleva tiempo, en ese tiempo se adquieren conocimientos, por eso dicen que: «más sabe el Diablo por viejo que por Diablo».

Mis abuelos paternos, los únicos abuelos que logré conocer; de niña, aunque me contaban sus anécdotas de vida, de su juventud, de su trayectoria, solo los veía como mis abuelos, esos seres dulces, tiernos, a veces duros, con autoridad y calor de hogar, pero cuando mi abuelo murió y solo quedó mi abuela, el ambiente, la magia entera se esfumó con él. Vi, sentí, y comprendí por primera vez, la ausencia de lo que suponía tener en tu vida a una persona con un recorrido de vida tan amplio y rico en conocimientos.

A lo largo de mi vida he tenido claro desde niña, que no hay apuro o necesidad de quemar etapas y de que las personas mayores no son un estorbo. Incluso los animales, los perros, todo el mundo se emociona con los cachorros, pero cuando estos crecen o simplemente son muy mayores, la mayoría de las personas los descartan y rechazan. No estoy de acuerdo. Al igual que hay términos que usan las personas, términos despectivos para referirse a alguien que ha entrado a la tercera edad.

La sociedad no lo ve, un gran porcentaje de ellos no lo ven. Todos pasamos por ahí, naces y envejeces, unos prefieren decirle: “creces, te desarrollas y comienzas a envejecer”. El punto es, que la vida del ser humano es así, al igual que la de muchos animales y seres vivos.

De referencia, estoy yo. Tengo 30 años de edad y he vivido cosas antes de tiempo, e incluso me he tardado en realizar otras. Para los que me conocen, algunos creen que es gracioso, otros creen que es impresionante, otros creen que es trágico, etc.

La vejez es sinónimo de conocimiento, aunque no seas el ser más inteligente del mundo, no hayas leído muchos libros o incluso seas analfabeta. Los años en la vida no pasan en vano, aprendes, adquieres conocimientos, lo quieras o no.

Hoy en día sé más de lo que sabía cuando tenía 26 años y eso que solo han pasado cuatro años. Como desearía de todo corazón aplicar lo que aprendí ahora, hace cuatro años atrás, para que me hubiese salido todo bien en ese entonces.

Es una lista grande, arrepentimientos, falta de madurez, el querer sabérselas todas, cuando realmente lo poco que sabes, pues, crees que dominas el tema, esto no te lleva a ningún lado, no termina bien.

Envejecer es parte de la vida, conlleva miedos, alegrías, tristezas, valentía, etc. Toma de decisiones, muchas. Ahora bien, hay personas excepcionales, estoy segura que han oído hablar de los jóvenes con alma de viejo, las almas viejas o como quieran llamarlo. Personas que maduran muy rápido, por vivir situaciones que no les correspondían a una temprana edad, o tener que pasar por algo en una etapa que no era la correcta para vivir algo así.

Sé puede decir que yo soy un alma vieja, pero eso no significa que tenía y continúo teniendo partes inmaduras en mi mente. Me falta un largo camino por recorrer.

Respeto, para poder respetar tienes que aprenderlo, lo normal es que te lo enseñen en tu desarrollo durante la niñez, el respetar a tus mayores. Nos hace falta mucho aprender sobre el respeto, el cual se ha perdido en este siglo 21, en muchas partes del mundo. Hay que saber valorar, aparte del respeto, el valor es muy importante. Dicho esto, les quiero contar una anécdota, la cual salvó a un grupo de niños, los salvó de un gran peligro, gracias a que una pequeña niña, confió en la sabia mirada de un anciano.

Estaban en el interior de la montaña, tres hermanos, dos varones y una niña, guiados por un joven (otro niño) local, quien vivía en aquel lugar. En pleno mediodía, decidieron explorar el sitio, el guía conocía los alrededores. El plan era ver cocodrilos, una especie en particular, llamada babo, babas o babilla. Esta especie alcanza a medir casi los dos metros de largo. En una de las quebradas, estos animales se encontraban habitando, los niños deseaban verlas de cerca. Cuando se estaban aproximando a la zona, se encontraron con un señor mayor, un anciano; el joven guía, sabía quien era aquel hombre, de mirada profunda, una mirada que denotaba calma, serenidad. La niña no podía dejar de mirarlo a los ojos. El hombre saludó y preguntó, qué hacían allí, la niña sabía que los varones iban a mentir, así que se apresuró y respondió que iban a ver a las babas, el señor de inmediato no los dejó pasar. Explicó que detrás de él, en el monte alto, se encontraba infestado de serpientes, para llegar hacia las babas habría que pasar el monte, y eso suponía un gran peligro para los niños. Solo los adultos con equipamiento especial podrían pasar por allí.

Los varones refunfuñaron, pero acataron la orden de regresar. El anciano le sonrío a la niña y esta tímidamente le regresó la sonrisa. El joven guía le preguntó de regreso a la niña, por qué le había contado al señor el plan. La pequeña respondió que sentía que era lo correcto, se quedó callada y continúo con el trayecto de vuelta. Ella no podía explicar que aquel hombre emanaba sabiduría, algo en los ojos de él le hizo confesar la verdad.

Entonces, el tiempo, el trayecto de vida recorrido genera una suma, a la que llamamos vejez, anciano, viejo, persona mayor, etc. El tiempo no se detiene, nunca lo hace. El que se ríe, el que denigra, el que lastima, el que hiere, en fin, todo aquel ser humano que desee vivir muchos años, esas personas mal habladas que desean con todo su ser vivir un largo tiempo, les recuerdo que no podrán librarse de lo que rechazan hoy en día. Se van a enfrentar, quieran o no quieran, a las canas, arrugas, al desgaste del cuerpo.

Educarse, tener conciencia, respetar, tener comprensión y empatía, todo esto cambia al mundo, comienza tú por ti, sé el grano de arena, no por figurar, no por querer llamar la atención. Puedes fomentarlo, pero no lo presumas. Versículo, Mateo 6:2: Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti.

Sé que también habrán oído muchas veces a nuestras madres, tías, a personas en general, decirnos: “ten paciencia cuando expliques algo a las personas mayores, cuando tú eras niño no te apresuraban y mucho menos te trataban mal”.

Uno aprende hasta el último respiro, la vida es un constante aprendizaje. Lamentablemente no todas las personas que se dedican a la enseñanza están capacitados para enseñar, aunque hay tiempo, sí, no se detiene, pero mientras vivas hay tiempo, tan solo hay que saber aprovecharlo.

La soledad es otro ingrediente del tiempo, mientras el pasa la vida de muchos se acaba, se pierden amigos, se pierden familiares, los más jóvenes se van, quedas solo, una soledad que no buscaste, una soledad que te recibe con los brazos abiertos, te acostumbras a convivir con ella, pero cuando es impuesta, cuando no la buscas y te encuentra, suceden muchas cosas. La tristeza se convierte en amargura y terminas convirtiéndote en el anciano gruñón o la señora loca de los gatos. Lo cierto es que detrás de esos estereotipos, los más jóvenes no ven, desconocen las razones, y lo peor la mayoría de las veces no les importa, prefieren etiquetar a esas personas, a esos seres que han envejecido.

No pretendo juzgar a nadie, tan solo estoy compartiendo mi entendimiento, mis vivencias, todos nos equivocamos, incluso esas personas que tienen tantos años de vida, todos somos seres humanos, no somos perfectos, todos merecemos una segunda oportunidad. Sé que esto se presta para que cuestionen lo que digo, me refiero con las segundas oportunidades, estoy segura que más de uno pensará, los asesinos no lo merecen, menos los psicópatas, eso es harina de otro costal, quería aclarar. Volviendo al tema, las etiquetas, los nombres seguirán usándose: niño, adolescente, adulto joven, viejo, anciano, el punto es saber expresarse sin ser descortés, mal hablado, etc. No cuesta nada poner en práctica el ser amable.

Si no puedes, si sientes que te supera la situación, también es valido buscar ayuda, vuelvo y repito, esas personas mayores en su tiempo fueron jóvenes como tú y yo, se convirtieron en padres o en representantes de algún niño, no sabían lo que hacían, aprendieron, delegaron en otros, es decir, pidieron ayuda. Si no sabes cómo ayudar a tus abuelos, a tus padres o algún familiar, amigo entrado ya en años, no dudes y busca cómo solventar, créeme que te lo agradecerán.

No era broma escuchar a nuestros padres decir la frase: “los hijos no vienen con manual de instrucción”. Podrán existir libros, guías y muchos consejos prácticos, pero lo cierto es que nadie te prepara para ser padres, o para tener que cuidar de tus padres, abuelos; yo lo hice con mi abuela. Cambié pañales, le di de comer, la bañé, etc. no es muy diferente de cambiar a un bebé, solo que el bebé desconoce lo que está pasando, el adulto mayor, si su mente se encuentra lucida, para ellos es doloroso el tener que volver a los pañales, a algo que abandonó hace tantos años atrás.

El tener que cuidar de alguien mayor, no solo sufre esa persona, sufres tú, ver a ese ser que fue independiente casi toda su vida, es muy doloroso. La empatía, ponerse en su lugar, es muy real. Vivirlo, experimentarlo en carne propia genera un desenlace de emociones. Entonces, piénsalo dos veces o más antes de hablar, antes de criticar y hacer lo que piensas que es un chiste inofensivo sobre alguien anciano. Hay momentos para todo, hay películas, obras de teatro. No lo voy a negar, yo me he reído con chistes, expresiones, situaciones graciosas, pero es diferente, porque eso es actuación, entretenimiento. Por otro lado, están las personas malas, gente mayor que es mala, maliciosa, baja, a las que admito he tenido la desafortunada suerte de encontrarme. Ser viejo, anciano, mayor, no te hace buena persona, la maldad existe en los seres humanos de cualquier edad, como la frase: “las cosas buenas vienen en frascos pequeños”.

El tamaño, la raza, la ideología política, la religión, la vejez, etc., no importa, somos humanos, tenemos sentimientos, elegimos que camino tomar, el bien o el mal. Unos tienen tiempo de sobra, otros no. Ya sea por enfermedad o por un sinfín de situaciones. Mis frases favoritas: “haz caso para que llegues a viejo”, “el que escucha consejos llega a viejo”.

La pandemia se está llevando a la gente mayor, son los más afectados, ellos siguen las reglas, síguelas tú, cuídate para cuidarlos.

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