En el Bosque.

En el Bosque.

brisa godoy

17/03/2021

Me quede mirando el enorme y oscuro bosque, Me daba escalofríos y algo de pudor solo imaginarme a mi caminando sola por ese sendero de ramas secas. No me quedo otra opción que tomar una bocanada de aire y adentrarme a las penumbras. 

Eche un vistazo detrás de mi antes de mover mis pies fríos por la tierra reseca que acariciaba mi piel con nada de sutileza. No podía ver gracias da la oscuridad que reinaba a mi alrededor, ni siquiera la luna estaba presente culpa de los nubarrones que anunciaban la pronta caída de la lluvia.

Me abrace a mi misma mientras comenzaba mi caminata a un lugar que ni yo conocía, solo estaba ahí, avanzando en linea recta como si supiera donde me llevarían mis pies. 

Lo único cierto es que no tengo idea de como terminé en este lugar, en este bosque ubicado en algún punto del planeta tierra. 

Obligue a mi mente a retroceder mis recuerdos, ¿Como llegue? ¿En que momento? ¿De que manera?… Lo único que mi cabeza puedo retener es esa punzada en la frente por el esfuerzo. 

-¡Susana!- escuche a lo lejos. 

Frene en seco y me quede quieta en mi lugar mientras mis sentidos se ponían alerta. 

¿Susana? ¿Acaso ese es mi nombre? estuve a punto de gritar para que quien sea que estuviera ahí, me encontrara, pero ¿Seria eso algo correcto? Si me ponía a evaluar la situación era lo menos lógico que podía hacer, solo por el simple echo de estar perdida en un lugar que no conozco, con mis ropas rajadas como si algún animal salvaje me hubiera atacado. Clave la vista en mis manos y me asuste al ver la sangre que cubría mis palmas. Me había concentrado en lo escalofriante que el bosque se veía que ni siquiera me preocupe por mi aspecto. Estoy segura de que si alguien me llegara a ver en estas condiciones se llevaría un susto terrible.

-¡Susana!- insistió esa voz que ahora se escuchaba mas cerca que antes.

Apresure mis pasos, lo único que deseaba era estar en mi casa, con mi madre, con el pequeño Jack, el gato que mi abuela me había regalado para navidad. 

Estaba muy asustada, las manos y piernas me temblaban, y estaba segura que no era por el frío.

-¡Susana, donde sea que estés háblame por favor!- otra vez esa voz, la siento cada vez mas cerca y eso me congela la sangre. -¡Solo quiero ayudarte!- mis instintos me decían que lo ultimo que esa voz (que ahora podía distinguir, pertenecía a un masculino), quiere es ayudarme.

No me di cuenta que gracias a la adrenalina que llevo en sima, comencé a correr como si mi vida dependiera de ello, tampoco me di cuenta cuando caí de golpe al suelo debido a que uno de mis pies se engancho en la raíz de un árbol que estaba por encima de la superficie.

-¡Carajo!- chille llevando mis manos frías a la cabeza donde había recibido un fuerte golpe.

Un recuerdo llego a mi mente, en el me veía a mi misma postrada en una cama, en una habitación que no reconocía, ademas del mismo temor nada se me hacia familiar en ese lugar. Se me erizo la piel al ver las cuerdas que iban desde mis muñecas hasta el cabezal de esa cama de fierro, lo mismo con mis pies. Sacudí la cabeza repetidas veces intentando borrar de mi mente esa imagen tan horrible.

-¿Susana?- escuche su voz detrás de mi.

Me paralice.

Me eche hacia atrás y concentre la mirada en ese tipo vestido de blanco, a quien apenas si se le podía ver la cara.

-¿Quien eres tu?- tartamudee. El hombre avanzo unos pazos hacia mi cosa que me asusto.  -¡No te acerques!- advertí.

El se detuvo al tiempo que elevaba su manos en son de paz. -Tranquila, no quiero hacerte daño.

Me puse de pie con algo de dificultad, las piernas me dolían de una forma espantosa.

Observe en varias direcciones, tenia que escapar, pero no sentía la fuerza para seguir corriendo y de hacerlo se que no llegaría muy lejos.  A unos centímetros de mi visualice un objeto metálico que brillaba con intensidad. Me apresure a el y lo tome entre mis manos temblorosas, eleve esa cuchilla que por alguna extraña razón estaba ahí tirada, aunque parecía recién comprada. 

-¡Aléjese de mi!- amenace logrando que ese hombre retrocediera.

-Esta bien, esta bien- retrocedió un poco. -Solo mira a tu alrededor, no hay a donde ir y la lluvia no tardara en caer.

-¡No pienso ir a ningún lado con usted!- eleve un poco mas esa cuchilla, en este punto estaba a la altura de su corazón y estaba segura que no dudaría en atacar si fuera necesario.

Force mis ojos y los obligue a escanear su rostro. Lo conocía, por supuesto que si, es el, lo recuerdo llevándome comida a esa extraña habitación.

-No quiero hacerte daño, solo llevarte nuevamente a…

-¡Me secuestraste!- grite. -¡Maldito hijo de puta!… ¡Me tenias atada en esa habitación!- sentí las lagrimas correr por mi rostro.

-No Susana, eso no es verdad- trago saliva. – Tu no estabas secuestrada.

-No me quieras mentir, recuerdo muy bien todo lo que me hiciste- solloce. -Me drogaste, me ataste a esa cama en contra de mi voluntad. Recuerdo perfectamente cada rostro de los hombres que entraban a mi habitación- llore entre rabia y tristeza. -¿Donde esta mi madre?- se quedo en silencio -¡Dime donde esta mi madre o te juro que te arranco el corazón con esta cuchilla!.

-Intenta recordar- suspiro mientras pasaba una de sus manos por su cabello color miel.

-¿A que te refieres?

-Susana yo no te secuestre- me miro fijamente -Esa habitación de la que tu hablas es un cuarto en el instituto mental Villa Fontana.

-¡Mientes!- grite.

-No… Estas internada hace mas de dos años, te diagnosticaron esquizofrenia y trastorno bipolar. La razón por la que estabas atada es porque tuviste uno de tus episodios psicóticos, atacaste a dos enfermeras, una de ellas murió- con cada palabra que salia de su boca sentía como mi corazón latía con mas y mas fuerza. -Los hombres que recuerdas son Médicos que intentaron ayudarte durante estos años.

Las lagrimas caían por mi rostro, me gustaría decir que todo lo que ese sujeto esta diciendo es mentira, en serio lo desee, pero a medida que el hablaba los recuerdos me invadían. 

Escape de ese manicomio, apuñale a dos enfermeras y corrí como una maldita enferma por este bosque oscuro. El tenia razón, fue otro de mis episodios psicóticos, uno parecido al que tuve cuando… trague saliva.

-¿Donde esta mi madre?- caí de rodillas al piso y me abrace a mi misma mientras lloraba sin consuelo, temiendo que lo que mi cabeza esta proyectando sea verdad.

-Lo siento susana- se acerco a mi hasta quedar a mi altura -Hace dos años murió.

-¿Yo la mate?- lo mire a los ojos y por un instante me perdí en ese verde que me recordaba al campo y a esa pequeña casa a la que solíamos ir con mi madre cada verano.

No respondió pero su silencio era mas que suficiente para confirmarlo.

-Tenemos que volver- se puso de pie e intento levantarme pero no lo deje, solo lo aparte bruscamente.

Aun no era capas de procesarlo, no me veía capas de levantarme, lo único en lo que podía pensar es en mi madre, en como la asesine. En como la apuñale quince veces solo porque me hizo enojar. Sentí un balde de agua fría recorrer todo mi cuerpo, era la realidad abofeteándome justo en la cara. Solo era capas de recordar la sangre de mi madre esparcida por todos lados y su cuerpo sin vida junto a mi. No era capaz de procesarlo, ni siquiera de sentir remordimiento, en ese momento solo podía pensar que ella se lo merecía, merecía morir por mi propia mano porque se lo había buscado.

No lo pensé, ni siquiera pude respirar antes de tomar la cuchilla y apoyarla sobre la piel de mis muñecas, la presione tan fuerte logrando hacer un corte lo bastantemente profundo para que la sangre brotara con descontrol fuera de mi cuerpo.

No recuerdo mas, solo esa extraña sensación de desvanecerme en la fría oscuridad. A lo lejos podía oír la voz masculina de ese enfermero que se había tomado el trabajo de buscarme en ese espeso bosque. -¡No, no no!, ¿Que hiciste? ¡Por el amor de dios Susana!- podía sentir su tacto caliente sobre mi piel congelada y aunque me gustaba sentirlo sabia que aun así no era suficiente, no tenia planeado quedarme, lo único que quería ahora mismo era morirme y tal vez, solo tal vez despertar en otra vida. Una en la que mi cabeza funcione con normalidad, donde pueda ser una chica común y corriente, sin problemas, sin trastornos. Donde mi única preocupación sea llevar una vida plena y feliz.

Mi ultimo deseo antes de dormir para siempre es ver a mi madre, una vez, solo una vez para así poder pedirle perdón por la clase de hija que le toco, perdón por ser una mierda y por haberle arrebatado la vida de esa manera tan enferma.

No me reconozco, no se quien soy, ni siquiera mi nombre me parece familiar. Estoy segura que si ahora mismo me mirara en un espejo no podría ver mi reflejo. Mi alma enferma esta muriendo y no hay medicamento ni doctores que puedan salvarla. La única solución, mi única salida es dejar de existir y que mejor que la muerte para cumplir esa oscura fantasía que mi ser siente. Yo no soy Susana, no soy una mujer, no soy absolutamente nadie. A partir de esta oscura noche, de alguna fecha, de algún mes, de algún año, a partir de hoy solo soy un alma en pena condenada a divagar por este bosque oscuro, sin salida y sin salvación. 

Solo veo oscuridad, frió y vació ¿Con que así se siente?. 

Desde chica crecí con la idea de que cuando muriera mi alma subiría al reino de los cielos. Que equivocada estaba, esto no es el paraíso, pero tampoco el infierno, solo no hay mas nada que silencio. Pero a pesar de esto no logro encontrar la paz, el silencio no lograba calmarme, pero tampoco soy capas de sentir. Solo estaba ahí flotando en el aire sin siquiera moverme y aunque tal vez para muchos seria como una pesadilla, para mi es como un sueño echo realidad. No hay túnel, no hay luz, no hay ruido, solo yo y el aire. El dolor ya no esta, la tristeza desaparece y mis ojos se cierran de apoco… lo siento, puedo sentir como comienzo a desvanecer, como dejo de existir. No tengo nada que agradecer, no tengo que pedir perdón, nada que lamentar. Solo me queda dejarme llevar a donde sea que fuera mi destino.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS