NORAH I. El bocadillo

NORAH I. El bocadillo

Carlos Alegría

15/03/2021

Ahí estaba yo, con mi mano en su pecho y más cerca de sus labios de lo que había estado nunca. Porque desde que nos conocimos en el parvulario, el gesto más amoroso que le recordaba era estirarme de las orejas en el recreo.

Desde entonces, todo fueron feos. Supongo que es lo que le correspondía a un feo, o eso me hicieron creer. Pronto se juntó con Tony y los demás, y pronto hicieron piña; piña contra mí.


La primera vez, me encerraron en un armario antes de empezar la clase de matemáticas. Me quedé quietecito a oscuras, sin decir nada por miedo. Horas después me despertó el bedel, que revisaba todas las aulas antes de cerrar.


Después se aficionaron a robarme el almuerzo. Os preguntaréis si no tenía amigos. Alguno sí, pero no me ayudaba. Yo habría hecho lo mismo. Instinto de supervivencia. No se lo tenía en cuenta. ¿Y Norah? Así se llamaba. Ella participaba del bocadillo como los demás. No volvió a estirarme de las orejas.


Cuando cumplí dieciséis me apunté a un gimnasio. Mis facciones fueron también cambiando poco a poco. A los dieciocho pasé las pruebas de socorrista para las piscinas municipales.


Un día, paseando por la zona de césped, oí gritos que venían de la piscina. Acudí corriendo. Norah estaba tendida en el agua, quieta, y toda la pandilla alrededor gritando. Me lancé de cabeza sin pensarlo, la saqué en brazos y la dejé en el suelo con cuidado.


Y ahí me encontraba yo, con mi mano presionando su pecho y dispuesto a hacerle el boca a boca. Hasta que me escupió un chorro de agua en toda la cara. Todos empezaron a reír y Tony la ayudó a levantarse.
-¿No esperarías besar a mi chica, verdad payaso?

Norah me miró pícaramente. Y llamadme tonto, pero estaba preciosa. Ni siquiera pensé si todo había sido preparado o no.

Me giré para alejarme de allí. Ahora tenía un cuerpo bonito y mi rostro estaba cambiando. ¿Qué más debía hacer para ser admitido?

Noté cómo me empujaban por detrás. Caí al agua y los vi en el borde de la piscina. Me lanzaban piñas secas y reían. Buceé lo más rápido que pude. Salí de un solo impulso y cogí la cadena de la verja y fui hacia ellos enfurecido. Todos se apartaron menos Norah. Me paré frente a ella, la miré con odio, levante la cadena, la mantuve en alto…, y de un golpe certero le aplasté la cabeza.


No sé si habéis deseado este final. No me gusta decepcionar. En realidad, no fue así. Rebobinemos.

Agarré su brazo, alcé la mano y tras mirarla fijamente, dejé caer la cadena al suelo y le di un beso en la boca de esos de película que no se olvidan jamás. Y después grité:

-¡Joderos! ¡Joderos todos! ¡Como no me dejéis en paz os cogeré uno por uno y os besaré! ¡Os besaré a todos! ¡Hasta que me queráis!

Y sabía que lo harían.

#bocadillo
 



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