Everest del mas allá.

Everest del mas allá.

Jostin Jp

10/04/2021

A veces tengo miedo, miedo del olvido, ¿Si muero, alguno me extrañará? ¿Al menos me recordarán?

Ya nada es igual, pero, ¿Desde cuándo nada es igual? ¡Ay pamplinas! ya lo olvidé.

El peso de los años encorva mi espalda, mis fuertes dientes han sido reemplazados por moldes de porcelana, mis palabras suenan tan alto como un susurro, despacio y con calma; cortas caminatas se tornan muy agotadoras ¡Mis huesos rechinan como viejas bisagras!

¿Acaso la juventud, fue tan solo un dulce y corto sueño, en medio de una larga noche?

Los sabores de la vida, se han vuelto insípidos. ¿Quién me devolviese el vigor? 

Ocho décadas; un conjunto de muchos segundos, segundos que se vivieron uno a la vez, ¡Apenas pude disfrutar un poco! Me la pase trabajando ¿De verdad ha pasado todo ese tiempo? ¿Alguien me lo robó? ¿Me descuidé, y se fue volando? ¡Ya no lo se, no se nada! Lo único que se, es que; en un segundo,  llega la vida y así mismo se va, y solo Dios sabe hasta cuándo estaré aquí…sé que no me queda mucho tiempo.

Creí que aún tendría más tiempo con ellos…hubo cosas que nunca enseñé, cosas simples, pero de vital importancia; les enseñé sobre el orden y la disciplina, sobre la insistencia de los valientes, pero, nunca les mostré sobre el amor;  ¿Cómo se enseña eso del amor?¡Ah, ya se! Solo tuve que abrazarlos y con un beso en la frente, decirles,  ¡Té amo! ¿Por qué tuve que esperar a estar postrado en cama para querer hacer bien las cosas? ¡Maldito cáncer!, la paga de mis pecados, que afliges mi carne, carcomes mi vida, aun así, eres mi único compañero; ciertamente devoras mis entrañas, pero mi alma está peor…si quieres, devórala también.  

 ¿De qué me sirve este remordimiento? Nunca estuve para ellos…¡Ahora ya no me necesitan! La vida debería ser una dádiva para las vidas necesarias. ¡Y a mí nadie me necesita, mi vida no es necesaria!, sí, en lo absoluto no es necesaria; aunque, ¡Necesito redimirme antes de morir!, pero, ¿si la redención solo es mi ego disfrazado?

Bueno, después de todo, dicen que existe una correlación entre la culpa y la generosidad. ¡Dios me juzgue!

Mi alma empieza a despedirse de mi cuerpo, mi carne se ha resignado volver al polvo. Aún así, le temo más a la soledad, que a la misma muerte. Soledad, cual noche sin lumbreras, incluso la noche es hermosa con sus lumbreras, hay quienes admiran a la noche, pero,  ¿Quiénes anhelan la soledad? Hablo de la soledad que envenena los deseos, soledad sin fin: distorsiona los pensamientos, multiplica las aflicciones, y desdicha la vida ¡Amarga soledad! Que sumerges mi lengua en vinagre. El olvido engendró a la soledad, ¿Dónde están los que engendré? A los que di crianza, se los llevó la ingratitud…¡Quizá me lo merezco! Cuando fui niño, nadie me dió un feliz cumpleaños…y mis hijos nunca olvidaron mi cumpleaños, aunque yo si de ellos.

¡Me duele el alma!. Quiero abrazar a mis hijos como nunca antes, quiero pedirles perdón ¿En dónde está mi primogénito? ¡Nunca le agradecí por cuidar de sus hermanos! Mi esposa, a ella la lastimé mucho, ¡Si no le hubiese hecho tanto mal!, seguramente ella estuviese aquí conmigo, sosteniendo mi mano; aún recuerdo sus pequeñas y cálidas manos…¡Ahora, ni siquiera sé dónde está!

Recuerdo el día que abracé por primera vez a mi hijo, él era ya un hombre adulto y con su propia familia; fue en mi cumpleaños, me abrazó, y en su calidez noté, que no había rencor en él, ¡Me sentí amado!

«¿Cómo es posible que apenas lo abrace hoy?—pensé— Hoy que ya no lo necesita»

—Hijo ¿Esta es la primera vez que nos abrazamos? —le pregunté.

—Sss…sí papá —respondió.

Quise llorar; pero, me mostraba sereno, ¿Serenidad? Cual frialdad, vestida de valentía

—Perdón hijo

—¿Perdón, de qué?

—Perdón por abrazarte hoy que ya no lo necesitas; hoy que ya eres un hombre hecho y derecho, hoy que…

—¿Qué dices? Siempre necesitaré los abrazos de papá.

Fue inevitable no llorar, tiempo atrás me hubiese sentido menos hombre por hacerlo; pero esta vez: me sentí más humano, más hombre, más libre; sentí que era capaz de dar amor, el que siempre debieron tener.

Sin embargo… «El que no merece amor, soy yo — pensé— ¡Vaya recuerdos carajo!, quiero moverme de aquí, quiero alzar la voz, y llamar a mis hijos por sus nombres; pero esta vez, no para regañarlos como siempre solía hacerlo, sino, para decirles que los amo ¡¡Carlitos, Josué, Mirian, Rosita!! ¿Dónde están? ¡Vengan, por favor! Necesito que me abracen, que abracen el cuerpo de su padre que pronto estará frio».

Postrado en cama, sin fuerzas en los que una vez fueron mi alarde, creo que ya estoy a las puertas de la muerte ¡Tengo mucho frío!, ya no puedo pensar con claridad…estoy empezando a ver fragmentos de mí vida; fui al ejército en mi plena juventud, allí lo más importante es el orden y la disciplina, y te lo enseñan a golpes, y creí que así podría y debía criar a mis hijos. Ahora sé cuan errado estaba; cada vez que mis hijos se equivocaban los golpeaba, nunca les dí muestras de cariño; a veces cuando mis hijos querían acercarse a mí, los rechazaba. ¡Quisiera ver a mis hijos, una vez más!, aunque viniesen, ¡ya no tengo fuerzas ni para abrir los ojos!… Estoy empezando a olvidar casi todo, pero aún veo entre mis recuerdos a mi tercer hijo y su esposa, viviendo conmigo, en mi casa ¡Lamento que siempre los trate mal! También recuerdo cuando ella estuvo embarazada, fui testigo de cómo mi nieto iba creciendo en su interior; sin darme cuenta mi alma se sintió viva otra vez, él me salvó, ¡Qué hermoso el día que lo llevaron a casa! sentí que yo debía protegerlo de todo—hola, ¡soy tu abuelo y te amo mucho!—le dije— .Ya veintiún años de eso, ahora ya es todo un hombre. Antes de venir aquí, le hice una promesa, parece ser que no la cumpliré… solo quiero verlo por última vez, pero, por mucho que quiera, es imposible, no lo dejarían entrar aquí, y todo por culpa de ese maldito virus. Aun así, quiero pedirle perdón, por no poder cumplir mi promesa…solo así podré irme en paz.

Estaba escuchando a los doctores preocupados, hace unos minutos estaban muy diligentes. Y repentinamente… no escucho el ruido del exterior…mas bien, ahora veo una escalera, una gran escalera dorada, al parecer ya estoy delirando; alguien me llama, seguiré esa voz.   

¿Dónde estoy? ¿Qué es este huerto? Es tan cálido aquí, al parecer, aquí no hay penas, ¿Aquí ya no estaré cansado?  Que hermoso lugar, y, ¿Esa montaña? ¡Es enorme!. Por alguna extraña razón, siento que debo subir allí…se ve que será cansado, en especial para un anciano como yo, aunque me siento más fuerte que nunca, no siento ninguna fatiga, aun así, primero beberé el agua de aquel arroyo. Que curioso, al parecer…no estoy solo, veo: mujeres y hombres, también niños, hay muchos…ojalá mi nieto esté aquí… ¡No! Mejor no, creo que ya sé que es este lugar, y, seguramente muchos de ellos deben ser victimas de ese virus mal… ¿eh? Parece ser que aquí, no se puede decir malas palabras, mejor me apresuro, antes que me dejen atrás, lo que me parece raro es que, algunos tienen alas y otros no, ¡eso es injusto! también quiero unas alas. Bueno, daré el primer paso, y ya no abra vuelta atrás…¿Eh? ¡No p…puedo moverme! ¿Qué significa esto? Mientras unos vuelan con sus enormes alas, yo aquí sin poder ni moverme, algo me esta impidiendo avanzar, ¿Qué será? A lo mejor, yo no soy de los que suben… ¡lo sabia! yo me iré al infierno… Pero, ¿Por donde se va allá?

—¡Abu!… ¡Elo! ¡Aelo!

—¿Eh? ¿Alguien me llama? ¿Dónde estás? ¿Quién eres? No entiendo lo que dice, ¿Aelo? Es la voz de un muchacho ¿Qué dices muchacho? ¿Podrías hablar más claro? ¡Acaso tú conoces el camino que debo seguir! Si es así ¿Podrías mostrármelo? ¿Eh? No lo veo por ningún lado, ¿Dónde estará el dueño de aquella voz tan extraña? Que raro.

—¡Abuelooo!  

—¿Abuelo? ¿Eh? Un momento, ¡esa voz! ¡es Josafat! ¿Dónde estás hijo? NO me digas que  tu también viniste aquí, te dije que debías ser muy cuidadoso, y, usar mascarilla. ¡¡Santo cielos!, tenias un futuro tan prometedor… ¿Qué? Nuevamente…estoy escuchando los ruidos del exterior, otra vez siento frio, y dolor, ¡no puede ser!…  

—¡Abuelo! Levántate por favor… ¡Doctor haga algo, se lo suplico! Es que ni siquiera me pude despedir.

—Joven, lo siento mucho…

—¡Doctor! ¡Mire, sus signos vitales han vuelto!

—No creo en Dios, pero Santo Dios, ¡es un milagro! Colega, vamos, examinémoslo, ¡de prisa! 

«Al parecer solo fue un sueño —pensó— Se sintió tan real. Veo una mano, está sosteniendo algo…al parecer, la voz proviene de allí…es un celular, esas tecnologías que nunca las entendí, al menos sirvieron de algo, ¡es mi nieto, lo veo en la pantalla!, pero, no puedo hablar, que viejo tan inútil soy».

—Abuelo, no puedo creer que, te pensabas ir sin despedirte de mí—dijo Josafat, casi sin poder hablar, debido al enorme nudo que se le había formado en la garganta, por el dolor que sentía en su alma—¿Y tú promesa abuelo?… Dijiste que regresarías a casa, para comer mandarinas junto a la enorme roca, así como cuando yo era un niño, tu eres un hombre de palabra, ¿Vas a faltar a tu palabra? Quiero que sepas que te amo, sé que casi nunca hablamos de esto, pero, deja de atormentarte por el pasado, tus hijos te aman, mira a tu alrededor, ¡todos están contigo!, mira como lloran, tienen miedo de perderte, en este momento deben sentirse como niños asustados.

«Es verdad, mis hijos ¡están aquí!, tienen facha de no haber dormido en toda la noche—pensó—¿Estuvieron conmigo todo este tiempo? Carajo, si tan solo me hubiese fijado en las cosas que me rodean, los hubiese visto, mucho antes de que hayan venido a pedir mi alma, aun así, que suerte, gracias a Dios, no moriré solo…creo que ahora si tengo que irme…nuevamente sus voces empiezan a alejarse de mí…

—Doctor, no puede ser, nuevamente lo perdemos.

—¡Lo sabía!…los milagros no existen.

—No Doctor, se equivoca, esto fue milagro, Dios le concedió unos minutos más, para que pueda despedirse de los suyos, en especial de ese joven, ¡no sea tan escéptico!.

—Ya casi no escucho nada ¿Iré a ese huerto? ¿No fue solo un sueño?

—Abuelo, gracias por consentirme cuando mis padres me regañaban…aún recuerdo, como si de algo ilegal se tratase, me dabas unos pesos, a escondidas de todos, «no le digas a tu taita» me decías. Te amo ¡ERES MI SEGUNDO PADR…!

«¡Ay! Mi pequeño, si supieras todas las cosas malas que hice, no dirías eso —pensó— lo que se de ti, lo viví junto a ti…lo que no sabes de mí, lo oculte de ti»—Otra vez, estoy en el huerto, ¡oh vaya!, ya tengo unas alas. ¿Entonces, es porque nada me ata a la otra vida? Las personas que aún no tienen alas… ¿Qué pasa con ellos? Bueno, ya lo solucionarán, ahora subiré esa montaña. Vaya subida. ¡Es el Everest del más allá!.

 

Lo que se siembra, se cosecha; gracias a Dios existen las segundas oportunidades.

El hombre, como la hierva son sus días;

Florece como la flor del campo. 

Que pasó el viento por ella, y pereció.

Y su lugar, no la conocerá más. 

  

 

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