El viaje de mi tren…

El viaje de mi tren…

Comparado con una batalla épica, hoy me es permitido contar historias y deshacer varios
de mis propios sueños, enhebrando y perforando las semillas fabriqué ilusiones,
unas cuando fui joven lo hice para complacer señoritas, tipejos afeminados y todo tipo de público.

En muchos collares de perlas negras así le llamaba a las chambimbes, la mayoría de estos frutos no comestibles los recogía de árboles a orillas de carreteras, asistí a ferias importantes, unas porque fui invitado y otras por curiosidad, el inexorable tiempo transcurría los collares, las manillas de hilo pasaban de moda siempre iba y venía, sentía por mí mismo cuestionamientos de si era necesario ir y venir.

No me negué el deseo de contener imágenes nunca antes vistas además irrepetibles, tome mis primeras fotos de forma seria, unas más o menos importantes que otras hice cambios y cambie.

Quizás todos los cambios, dependían solo de como quisiera entender las imágenes, muchas posaban en formato de pantalla gigante, yo presenciaba cosas que otros no podían ver, y cuando las observaban, recuerdo que desde niño presté gran interés por los
señores que tomaban las fotos en los parques a los niños y la mamá del domingo,
acomodaban su peinado el del niño, estáticas hacían promesas de un helado si se
quedaba quieto con mucha atención y sin entender yo quería ser no el niño al
que le tomaban la foto, si el señor que tomaba la foto.

Las revistas mi mayor inspiración esa donde salían modelos femeninas con fondos de película y siempre me preguntaba como hizo para lograr este fondo, usando máquinas fotográficas no convencionales interpretando la astucia con mucha lógica; viajé en tren por
primera vez en un recorrido de Cali hasta Buga.
Si la real o la grande buga en esa edad no era tan importante saberlo. a muchos despistados asuntos no prestaba atención a mi lo que llenaba de satisfacción más que cualquier otra cosa aparte de comer era y es viajar.

Hecho ya mayor regresé a la parada del parque del marihuano, allí a un lado la estación
del ferrocarril la fachada aparentemente bien y al fondo un taller donde nada se
arregla y todo se ensaya entre el moho, los rieles pegados, el monte, la desidia
cubriente se deja ver un poco la locura, si un poco que sobrepasaba la
nostalgia, en la villa de las palmas interpretando tiempos, sin lamentar lo
vivido.

A la rotonda de este parque ni le sonaba ni le tronaba, fue construida para presentaciones artísticas ,ahora llegan de todas partes del planeta tipos y tipas más tipos llevados y trastornados por el vicio,eso no le da buena imagen ni ala ciudad ni ellos mismos, lo curioso es que nunca se me ha ocurrido retratarlos,en verdad si se me ha ocurrido.

Lo inexplicable es para mi inspiración el moho, las bielas los techos carcomidos por el sol y el agua, los inexistentes vidrios las sombras de muchos viajes y los mudos gritos de viajeros,a esos gritos mudos los escucho recordando el escape en el tren de carga cuando era niño y si hubiera ido mas lejos, como no puedo retener palabras sostengo pensamiento en instantes algunas veces solo basta un click, otras veces click basta un instante.

Ahora voy en buses, en busetas de tiro corto Palmira a Cali, Cali y de regreso Palmira, y cuando se puede a Tuluá a rutas de feria, a diligencias personales, disfruto como el niño del escape la simple salida a trayectos cortos, de paso por la estación sueño con los ojos abiertos hasta balbuceo y me veo trepado en el tren de pasajeros, yo digo en voz alta no importa el color.

Volví a viajar en avión hace un año, no precisamente a la ciudad con mar, de repente creo que pronto iré en tren a la ciudad con su precioso mar…

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