Y TÚ AHÍ…

Besarte… Cada día imagino besarte,

estar tan cerca de ti que pueda respirarte toda,

tan cerca que pueda inhalarte.

Deslizar mi mano por tu cuello

y llevarla tiernamente hasta tu nuca,

mis dedos en tu enredado cabello,

con mis labios aún lejanos y entreabiertos

dejando entrar tu aire para que de tanto deseo

no muera asfixiada,

mis ojos tiernos clavados en ti,

inundados de lágrimas,

mi quijada temblando ansiosa por devorarte,

morderte, besarte.

Con mi corazón latiendo desfasado, arrítmico, loco.

Mi vientre nervioso,

lleno de mil mariposas de colores

que se arrebatan ante tu cadencia.

Mi otra mano en tu cuerpo,

respetando los límites de tu ropa,

de tu piel, de tu intimidad,

las piernas apretadas para no temblar.

Vapores en gotas se deslizan por mi piel.

Y mi sexo cuál géiser en un torrente tibio de deseo.

Por fin nuestros labios se acercan con suaves estocadas,

nuestras miradas se cruzan

y nos hundimos boca a boca apasionadas,

una energía que quema se esparce por mi cuerpo,

la cabeza me da vueltas,

me confundo con la eternidad,

no entiendo el tiempo, hábito en el Kairós,

ríos de hormonas inundan mi cerebro, mi mente, mi todo,

¡me vuelas!

Mi espíritu de estira y toca el cielo con la punta de los dedos,

penetra el nirvana.

Extasiada a través de tu boca

percibo el universo, el todo, el amor,

me libero de mis miedos e inseguridades,

vuelvo al vientre, nazco, vivo y muero en ti.

El entorno en complicidad ayuda con este idílico momento,

la brisa mueve tus ondulados cabellos,

y jalonea tu vestido de un lado al otro,

el sol te ilumina el rostro, enverdece aún más tus ojos.

Besarte… Cada día imagino besarte.

Y tú ahí, ajena a mis sensaciones, bella, alegre, indiferente.

Y tú ahí…