Entre vacío y sufrimiento

Entre vacío y sufrimiento

Zion M. Ashton

26/02/2021

Solo, sin saber dónde ir, a donde apuntar, con que soñar. Y todo es mi culpa, mis propias decisiones me llevaron a esto, a este momento que pareciera no tener fin, un momento en el que los relojes dejan de correr, y me siento realmente libre… libre y aterrado, pero libre.

Miré hacia abajo, hacia ese vacío oscuro y calmo como la noche en el campo, como si realmente el tiempo se hubiera detenido. Detrás suenan autos, y ruidos de ciudad, pero el silencio proveniente del vacío consume todos los demás sonidos, haciéndolos lejanos.

Escucho pasos detrás de mí, al voltear veo a una mujer acercándose hacia donde estoy. ¿De dónde salió? Estoy en una parte del puente que no es fácil de acceder. Al llegar a mí, noto que lágrimas caen sobre sus mejillas, sus ojos hinchados. La miro, permaneciendo muy quieto, tratando de averiguar si se dirige a mi o si está aquí por ella misma. Frena y mira al vacío.

Miro hacia el frente y vuelvo a mi mundo sin tiempo.

Siento que alguien me abraza. Volteo y es la misma mujer que hace unos segundos estaba a unos 5 metros de mí. ¿Cómo llego tan rápida y silenciosamente hacia mí? Me dejo llevar por el calor que irradia su cuerpo, la humedad en mi pecho provocada por su cara llorosa sobre él.

-¿Por qué? – Le pregunto.

-Ambos lo necesitamos – Me responde manteniendo su agarre.

Y allí, en ese momento, rompí a llorar, como nunca antes lo había hecho, ni siquiera pensando en saltar o recordando mis peores momentos. Y mis lágrimas no parecían detenerse, mi cuerpo estaba desahogando todos los años de dolor y soledad, y me sentía exhausto, tanto que mis piernas comenzaron a ceder, y caí de rodillas al suelo. Ella cayó conmigo. Al cabo de unos segundos… o tal vez horas, quizás días, nos calmamos y nuestras miradas se cruzaron. En ese momento, ninguno de los dos consciente de lo que ocurría, nos sentíamos tranquilos. Como si ese silencio tan profundo nos acunara, y la presencia aledaña, el destructor de todos nuestros problemas. Ninguno prestaba atención a otra cosa más que los ojos del otro. Quizás tratando de decidir si hacerlo o no, quizás sin pensar en nada. Y esa extraña quien se acercó a mí en el momento más decisivo del resto de mi vida… de pronto se volvió alguien en quien quería confiar, alguien con quien dejar de sentirme solo, alguien que quizás me entendía….

No necesitábamos palabras para estar cómodos el uno con el otro, sólo nuestra presencia era necesaria para hacernos sentir, hacernos vivir…

Rompo el contacto visual cuando noto la creciente luz. Estaba amaneciendo. Realmente creía que el tiempo estaba detenido, pero parece ser que no. La miro nuevamente, y arriesgándome a arruinar el momento más intenso de mi miserable vida, poso mis labios sobre los suyos, acariciando su mejilla donde lagrimas habitaban momentos antes. Y en ese momento, el tiempo realmente se detuvo.

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