Sentir su aliento cerca de mi boca despertó un auge de emociones nunca experimentado en mí.
No sabía lo que era. Estaba allí y no estaba. Era una escena de mi vida vista como espectador, y como protagonista.
El roce de sus labios con los míos, dulces y suaves. La calidez de su boca que sutilmente reconocía a la mía. Apenas y despegue mis labios de los suyos. Solo quería sentir el roce de esa dulce y rosada sonrisa que me deleitaba. Me deje llevar por aquel placido y efímero momento.
La escena me causo tal curiosidad. ¿Por qué sentía tantas sensaciones? Mi piel se erizaba a medida que el tiempo pasaba. Mi cuerpo involuntariamente quería estar cada vez más en sincronía con su boca ¿Cómo apagar ese fuego que salía de adentro? ¿Por qué me pasaba eso? Mi mente intrigada y mi cuerpo curioso me insistieron en seguir. Mi cerebro y mi sentir se peleaban ¿Era o no real lo que sentía en se momento?
Por un segundo abrí mis ojos y observé su mirada… Intensa y profunda, penetraba cada célula de mi ser. Aun así, no podía dejar de verlo, nuestras almas ya se conocían y la luz que provenía de adentro se hacía más intensa con el paso del tiempo. Por un momento temí, no me hallaba digna de lo que estaba viviendo.
El cumulo de emociones que me invadía se mezclaba dentro de mí, causando grandes tempestades que aun hoy tienen consecuencias. De pronto algo en mí hizo clic, mi mente regreso a mi cuerpo y me desperté agitada en la cama de mi habitación. Al encender las luces y mirar sobre mi lecho se veía la forma de dos figuras. Ese día yo, dormía sola.
Quede intrigada, necesitaba saber que había pasado. Era la primera vez que tenía un sueño tan real y lucido. Quería creer que un ángel se había enamorado de mí. Años después conocí a un joven, al ver sus ojos, recordé el sueño. Nos miramos por un largo rato y nos reímos en complicidad. Nuestros labios ya se conocían.
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