El beso cuántico.

El beso cuántico.

Alberto Alifa

22/02/2021

Este hombre caminaba a través de una feria, y su mente, no estaba en otro sitio, ella también atravesaba la feria, entonces la mente y el hombre vieron una foto-cartel en la puerta de una carpa.

El BESO CUANTICO,      NO LO OLVIDARAS EN TODAS TUS VIDAS.         El hombre quiso sonreír, no supo si lo consiguió, siempre ha sentido indiferencia , incluso repulsión por los besos, se pregunta cómo esos jugueteos absurdos y grotescos de lenguas que, como gusanos ciegos y desesperados, se topan y se frotan compulsivamente, pueden producir algún tipo de placer en seres, que aprendieron a reconocer patrones, a hornear pan, hacer vino, inventar religiones rocambolescas y a matarse con gran eficiencia.               Él camina y mira, manzanas rojas recubiertas de caramelo rojo, bonitas, pero que no le gustan a nadie, un hombrecito muy delgado y con cara de pez es anunciado como el hombre-pez que puede respirar debajo del agua. Nuestro hombre se detiene unos segundos, respira lo más profundo que puede, su mente primero y su cuerpo después, desandan sus pasos y entran en la carpa del beso cuántico.                Dos pasos ha dado dentro de la carpa cuando un relámpago en su cabeza le alerta, Hay mucha gente por todos lados, menos aquí, ni un solo curioso, solo Tú, sus ojos se adaptan a la oscuridad y gradualmente aparece el rostro de la mujer del cartel.                        Él, el hombre, que de ahora en adelante lo idenficaremos como el beso- receptor, vió como una boca a punto de sonreír, se convirtió en un beso descomunal que lo aspiró, lo degusto freneticamente,como un Aleph Borgiano enamorado, y luego lo tosió o lo estornudo. El beso-receptor, experimento primero , la pérdida casi absoluta del peso de su memoria e inmediatamente, sensación de caída horizontal. Todo es  muy extraño, hasta para mí, que soy un narrador omnisciente. Con vértigo inverso emergió y cayó sentado en una silla, donde, gordo y sudoroso esperaba, con ansiedad indescriptible el beso, tierno y liberador de su esposa.                        Tantos años y tan pocos besos pensaba, el primero fue tan maravilloso, que no se repitió, pero el beso de hoy , que tampoco se repetirá, será mejor, porque sera definitivo.                        Las lenguas se movieron, siempre invertebradas e inquietas, pero esta vez  con un mensaje globular y concreto.                         El Mariscal caído, se separó lentamente de la boca de su esposa, y masticando su beso, con felicidad morada, escapó de la horca.       Con mal sabor de boca,  el hombre, el beso- receptor , despertó , o regresó  o salió del trance y comenzo reír como nunca, y camino enloquecido hacía otro beso.

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