Alondra, la de los soles dorados de la infancia, la de risa fácil y alegre andar…

Bebiste trago a trago la energía pura de la Naturaleza sin dañar, vagando por esos campos perfumados de espinillos, perdida entre trigales, pisando el arrozal…
Tu risa cascada quebró silencios, volando por los aires bajo un cielo sin igual, apagó los cantos de las aves, hizo a los pajarillos volar…
Tan pronto corrías alborozada, o trepabas segura, queriendo las ramas más altas del paraíso alcanzar.
En veranos intensos dejabas que sol ardiente dore tu piel, en duros inviernos desafiabas el frío quebrando la escarcha finísima de los charcos al pasar…
Infancia feliz, amada, vivida con la plenitud de la inocencia primera, única y sin mancillar.
En ese tiempo sin tiempo, sin reloj, la intensidad fue tu luz, y el hoy tu verdad.
Del molde de lo permitido, casi sin respirar te salías, rozando aquel mundo oculto, escondido, de lo prohibido, que no se debía explorar…
Y cada experiencia, buena o mala, iba moldeando tu ser de manera única, misteriosa, honda…
El límite cercano y tangible se desdibujó mientras crecías, y tu horizonte se hizo
más amplio…Tan vasto que el vuelo corto de tus alas recién estrenadas
no lograba abarcar…
Alimentabas tus sueños hilvanando las historias viejas leídas o escuchadas por ahí, con el hilo nuevo de fantasías que tu imaginación hacía brotar.
Anidaba en tu alma el deseo de que un día fueran realidad.
Y es que los sueños, dicen los sabios, se pueden alcanzar. Sólo debes buscarlos con ahínco, con afán.
Aromas de caliente pan, voces que llaman sin cesar, pastito verde, rocío sin pisar…Cronos no se detiene en su andar, y los amaneceres de colonia van quedando atrás…
Elegiste trasplantar tus raíces, del campo a la ciudad…
Aún siendo pimpollo, aún si saber volar, te internaste en otra senda, ignota, azul novedad…
Aprendiste otros códigos, otros valores, otra identidad. Más, en lo profundo,
seguías siendo savia verde, de paraíso nomás…
Sobreviviste en ese espacio, a veces benévolo,a veces hostil, pimpollo que se hizo flor, ala cada vez más segura al volar…
Rostro de mujer, corazón de paraíso, así anduviste muchos años las calles de la ciudad…
¿Y los anhelos que guardabas, dónde quedaron,
dónde quedó tanta inmensidad?
Tal vez encerrados bajo las rejas oscuras del qué dirán, apresados por la neblina de la realidad, se durmieron tus sueños,los más osados, los de brillo sin igual.
Y te convertiste en montaña, firme en tu lugar, en vez de ser viento, que se
mueve sin cesar.
Tus raíces ahondaron, buscando el agua de la serenidad, y vigoroso fue tu tallo, para dar frutos dulces de continuidad.
Se multiplicaron las risas, manojitos de esperanza rasgaron la simplicidad, regalaron su ternura y se hizo cálido el hogar.
¿La felicidad?
Tal vez la encontraste en ese camino sereno, casi recto, sin peligros que abordar.
Tus indefinidos anhelos de conocer otros
cielos, de besar otras tierras, un día, sin aviso, encadenaron circunstancias
casi inverosímiles y desembocaron en torrente de alegría. Pudiste así concretar
un sueño: el de conocer los lugares originarios, lejanísimos, de los que habían
partido tus antepasados. Aunque esa felicidad estaba cubierta por un velo de
tristeza, sabías que era la única oportunidad de vivirla, y te jugaste por
ella. ¡El ímpetu de tu niñez surgió nuevamente, quebrando reglas y delegando
obligaciones!
Y te sumergiste en la niebla de la montaña,
caminando los senderitos bordeados de flores. Bebiste el agua pura que bajaba
de lo alto, corriste por las laderas y te acercaste temerosa a los precipicios .¡Que placer, Alondra, que vivencias imborrables! La nieve, el bosque de pinos, los serpenteantes caminos…y la gente, sus costumbres, su música, sus tradiciones…
Aunque rondaba, insistente, al sombra de lo
que dejaste, de los que no se alegraron con tu volar…
Guardaste todas las emociones, las teñiste de un opaco color, y fuiste cortando los lazos que te unían a ese mundo al que no pertenecías…
Volviste a la tranquilidad de la ciudad, del hogar que te necesitaba, viendo los hijos crecer…

Era ese tu camino, dulce Alondra, el que verdaderamente querías recorrer?
La sombra de la muerte, como niebla gris y envolvente, también pasó a tu lado, llevándose afectos valiosos. Aún hoy, después de tantos años, se quiebra tu voz cuando me lo cuentas…Heridas profundas, dolorosas, que todavía no cicatrizan y que dejaron su sello indeleble en el alma…Aún no pudiste, Alondra,superar esas pérdidas, aunque la razón, la fe, los amores que quedaron te empujaron arrastrándote otra vez a la corriente de la vida.
Lo adivino en tus palabras, en ese velo oscuro que cubre tu mirada, en esa lágrima que cae…
Has perdido la rutilante alegría, has perdido el brillo esperanzado, has perdido el goce de cada día … Cuando te rodea el silencio, cuando miras hacia adentro, sólo encuentras el vacío… ese lacerante dolor de siempre, esa soledad infinita…
Has borrado los recuerdos, has estrujado el corazón para que no sienta, para que no
se ate a cosas que puedes perder. No vives para no sufrir.
Soltaste ya maduros los frutos que tanto cuidaste, volaron de tu nido los hijos dejando un espacio que nada puede llenar…
Sin embargo retornan cada tanto y descubres
con alegría que son un poco de ti, que llevan tu bandera por otros mares, y
vuelven con las manos llenas de abrazos, la mirada de nostalgias, y mil
palabras que se derraman aquietando tus miedos , tus soledades…
Mientras los esperas, vuelcas en esos pequeños
que se confían a tu cuidado, todo el amor, el cuidado , la ternura que tienes,
deseando que así como tú cuidas a los otros , los otros cuiden de ellos, como
una cadena fuerte que une amores .
La vida ya ha pasado para ti, eso me dices, querida Alondra, ya no esperas sino paz… Y la muerte que confías no tarde en llegar
¡Ay! Alondra, ¿Quién podrá devolver a tus ojos la felicidad?

Villa Elisa- Entre Ríos – Argentina

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS