Spiderman besa a Mary Jane. Él está colgado boca abajo y ella hermosa y mojada por la lluvia torrencial, se ilusiona. La escena es icónica. Tal vez sea el beso más recordado por el público que consume cómics. Es un beso que dice mucho pero no lo dice todo. Oculta un deseo secreto, como esos que se piden antes de soplar las velitas. Lo que Spiderman quiere de todo corazón, es colgar su traje y ponerse para siempre el pijama y las pantuflas. Desea pasear con ella por la Quinta Avenida, entrar a un Shopping, mirar vidrieras, pensar en cómo administrar su jubilación de privilegio ¿Guardo el dinero bajo el colchón o lo meto en un banco?
Cuando Superman besa a Luisa Lane, no se ilusiona con la estúpida idea de un mundo mejor. Un mundo sin villanos. Piensa en lo bonito que sería tener calor de hogar. En llegar a su casa luego del trabajo y que ella lo espere a la noche con un guiso de lentejas calentito. Quiere comerse un flan con dulce de postre. Quiere que ella le diga que le creció la panza. Que debería volver al gimnasio y se ría burlonamente. Quiere abrazar a Luisa y mirar una película.
Eso anhelan los superhéroes. Necesitan que el beso sea la criptonita que les quite los súper-poderes y los siente en un sillón de tres cuerpos frente a la televisión. Quieren la condena de una vida común, con vómito de bebes y pañales.
Debo confesarte Mujer Maravilla, que no me maravilla tu fuerza sobrenatural, no me parece sexy tu traje y no me excita tu látigo. Podrás frenar el tren Sarmiento con la mano o volar sobre el Obelisco. No me interesa. Sí, me gusta tu impulso de rascarte la nalga derecha cada vez que estás por entrar al baño. Me fascinan esos peditos controlados, casi insonoros que te tirás cuando crees que estoy dormido porque no querés que los escuche y me encanta que te pongas unas gotas de mi colonia after shave, antes de irte de mi departamento. Me enamora que te levantes de madrugada y abras la heladera para prepararte un sandwich con las sobras de la cena.
Vos podés seguir siendo superheroína si querés, o no. También podés vender perfumes y jabones puerta a puerta o trabajar en una heladería. Me da igual. Yo voy a amasar pizza cada sábado. Pondré cerveza en el freezer y te esperaré despierto de noche, cada vez que regreses tarde.
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