(Pingüinos y Chocolates, capitulo especial de ¿¡LOVE!? para este día de los enamorados…)
Sentía nervios, no precisamente sabia el porqué, pero no era esa clase de nervios que te dan antes de una presentación en público, sino esos nervios, que de la nada sientes como si fuese a suceder algo… como un presentimiento se podría decir; estoy hecha un manojo de nervios, prácticamente se podía escuchar el pequeño choque de mis huesos unos contra otros de lo temblorosa que me encontraba y junto a mi caminar, y lo peor era que me estaban transpirando las manos, odio ese pequeño defecto en mí, y solo sucede cuando estoy realmente muy nerviosa, odio el hecho de que transpiren pero agradezco al cielo que no transpire como puerca en general… odio que me tome de la mano y que note que están bañadas en sudor, pienso que a lo mejor le molesta ese hecho y me incomoda pensar eso, –y si también a él le incomoda ese detalle en mi – no puedo evitar tener todo tipo de pensamientos que me arrebatan la poca calma que intento transmitirme mientras camino al instituto con el pequeño regalo entre mis manos, temiendo si en verdad le gustará, realmente no pude resistir a comprar esa pareja de pingüinos dos semanas atrás, supe en cuanto los vi que era el regalo perfecto que podía darle para estas fechas, para nuestro primer 14 de febrero juntos como “novios”, aun me emociona esa palabra que hace que sonría como boba todo el día, prácticamente fue hace 6 meses, y aun no me lo creo, hace 6 meses me declaro sus sentimientos, hace 6 meses que le dije que sí, y aun me siento tan feliz y tan nerviosa como ese día. Si me preguntaran porque los pingüinos, diría que nos representan, los pingüinos se pasan el resto de su pinguinesca vida juntos, –pinguinesca no se si esa palabra exista– a lo mejor muy en el fondo tengo ese deseo, me podría pasar toda la vida contemplándolo, añorándolo, observándolo tan detenidamente mientras frunce su ceño, esa es una clara señal de cuando está pensando en cosas triviales o en preguntas existenciales… podría estar caminando entre un mar de personas y solo lo vería a él.
Puede que alguien diga que es muy pronto para determinar tal cosa, pero si de algo estoy segura, es que no perdería mi vida si de estar a su lado se tratara, y la verdad puedo asegurar que estoy enamorada, sé que es pronto y estoy consciente de que no puedes enamorarte en 6 meses de una persona, pero con él, es diferente, me encanta la manera en que reímos juntos, la manera en que nos comunicamos con solo mirarnos. Podría quedarme pasmada en mirarlo sin aburrirme todo el día, no tengo uso de mi lado razonable cuando él está cerca, se apodera de mis sentidos, podría incluso romperme el corazón ahora mismo y yo aun seguiría embelesada por su arrogante forma de ser, es tonto o incluso absurdo, pero desde hace meses que no puedo dejar de pensar en él. Quien diría que ese chico misterioso y alejado del mundo que vi el primer día de clases de nuestro primer año en el instituto, recostado sobre aquel viejo árbol, con aire despreocupado y un atípico cárdigan azul, se adueñaría de mi indefenso y roto corazón. Quien diría que desde ese día se convertiría en mi escape del mundo real, si me lo hubieran dicho un año atrás, me hubiera partido de risa. Pero véanme ahora, aquí mismo de camino al instituto hecha un manojo de nervios con un regalo de envoltorio rojo entre mis manos destinado a ese chico despreocupado de la vida, ese chico que roba mis pensamientos, voy a paso lento comiéndome la cabeza con todo tipo de escenarios o posibles reacciones que tenga al ver el regalo, –¿le gustará?, ¿lo amará?, ¿lo odiará? o ¿simplemente se hará el indiferente? – mis nervios me traicionan y juegan en mi contra, debería dejar de tener esos pensamientos, o sino me echare a llorar antes de llegar al salón.
Verlo sentado ahí, en mi lugar… con la barbilla apoyada en su mano izquierda, llevando su típico cárdigan azul, tenía la mirada fija sobre la pizarra, esperando por mí. Juro que no quería moverme de donde me encontraba solo para que no notara mi presencia y tener unos minutos más así, me encantaba verlo con tanta serenidad y paz, siempre era así, tenia esa costumbre de sentarse en mi lugar a esperar por mi llegada, él era la razón de que llegara más temprano. Quiero poder congelar el tiempo en este escenario, pero solamente puedo capturarlo y guardarlo en mi memoria. A los pocos segundos de haber dado un paso hacia el interior del salón se percato de mis movimientos y su mirada fija se posó en mí, sonrió… me derretía tal hecho. Y mis nervios incrementaban con cada paso que daba –Hola– dijo cuando me detuve frente a él, colocando mi mochila sobre la mesa –Hola– fue lo que dije y sonrió, dándome espacio para terminar de colocar mis cosas sobre la mesa, noté que traba de esconder algo bajo su cárdigan, pero tenerlo tan cerca de mí me distrae, y sobre todo cuando somos las únicas personas en el salón. Sentía esa electricidad entre nosotros, y estoy segura de que siempre sentiré esa sensación cuando estemos tan cerca el uno del otro, mis nervios iban en aumento, sentí que iba a desfallecer cuando note el roce de sus dedos sobre mi mejilla, el contacto de su piel contra la mía es algo a lo que no me puedo acostumbrar, mis ojos involuntariamente se cierran con su tacto, es de esta manera como funciona mi cuerpo, como responde a él, ciertamente pierdo el control y solo quiero estar entre sus brazos. Me gusta la manera en como me hace sentir, especial… nunca nadie me había hecho sentir especial.
Damián era el chico de mis sueños, detallista y cariñoso, a pesar de sus muchos problemas internos, el hacia el esmero por ser lo mejor para mi y eso era lo que me había atrapado en él… aunque mis dudas me atacaban a menudo, la inseguridad siempre estaba ahí, persistente dentro de mi subconsciente, tratando de quebrantarme, pero esas dudas siempre se disipan cuando lo veo y noto ese brillo ese sus ojos, ese brillo de querer vivir por mí. Coló un mechón de cabello tras de mi oreja, y tiro de mi envolviéndome en un abrazo, un abrazo reconfortante como si me leyera la mente y todas las dudas desaparecen en el momento –sabes, este día no había tenido importancia de no haberte conocido– su voz era casi un susurro y solo me limite a mirarlo para que continuara –antes, me hubiera dado igual como todos los años, pero te conocí y todo cobra sentido– dijo dulcemente, para sacar una caja de chocolates en forma de corazón –Feliz día de San Valentine, Lody– regalándome una radiante sonrisa coloco la pequeña caja en forma de corazón entre mis manos de tapa aterciopelada de color rojo vino, algo se conmovió internamente en mí, sentí mi corazón crecer con cada latido y mis sentimientos me traicionaron, me picaban los ojos, quería echarme a llorar como una magdalena, pero no lo haría frente a él… jamás alguien me había regalado algo tan bonito y ese detalle lo era todo para mí –Gracias…– no quería hablar, sabía que mi voz se iba quebrar, lo abrace tan fuerte como pude, queriendo transmitirle todo lo que sentía en ese momento. Me sentía como en casa entre sus brazos, siempre es así y siempre será así…
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