«UNA CHICA LLAMADA JEZCEL»

«UNA CHICA LLAMADA JEZCEL»

A.A T

23/02/2021

«LIBRO SIN NOMBRE EPISODIO UNO»

PARTE 01



Consideraciones del autor

Esta es mi primera vez creando un libro, me encantaría su feedback, opiniones y correcciones. 


Ya hace algún tiempo que no aparecía por este lugar. Quizá sea por este nuevo trabajo que no me deja tiempo para nada que no sea mi rutina, aquella clásica y solitaria rutina. Esa de la que siempre se habla en las terapias o las conversaciones profundas que son las que amargan la vida.


“La pequeña está en esa edad que todo pregunta. Su inteligencia será como la tuya. Siento que tendré que complementar lo que le he enseñado todo este tiempo sobre ti. Ya no puede ser solo un viaje y un eterno reencuentro que jamás se dará, como si estuvieras esperando que ese barco volviese a recalar en el puerto, o aquel tren que no llegó a la estación. Finalmente creo que es el momento de contarle, pero se lo contaré de una manera especial”.

Aquella soledad, aun me acompaña…

Hoy es un día muy frío, lo bueno que hoy es festivo y ya mañana inicia el fin de semana. Necesitaba este pequeño relajo de tres días en casa y poder compartir con “la pequeña”. Ojalá y fuese una tarde con un lindo sol como esos nostálgicos días de verano junto a los muchachos cuando corríamos junto al canal en dirección a la playa por la parte de los edificios. Esos recuerdos son vívidos en mi latencia mental ya agotada, sigo recordando aquellos lugares como si fuese ayer…


“Capitulo 00 – REMEMBRANZAS”

Podíamos ver gente nueva siempre, y también porque había una pequeña cancha de basquetbol junto al mar que nunca la ocupaban, quizás porque la cancha no tenía arcos, solo un sesto en buenas condiciones y el piso con mucha arena por los días de viento, pero Christian conseguía una escoba en el negocio junto a los quitasoles y limpiábamos la arena, entonces nos poníamos a jugar mientras Jezcel tiraba una toalla y dejaba que el sol bronceara su piel con unos oscuros lentes de sol que le sacaba a su hermana.

– ¡Dejen de tirar arena tontos!, Nos decía molesta.

Y yo pensaba, “vaya cómo cambió Jezcel esta temporada”, pasó del año anterior y jugar básquet con nosotros, a estar pendiente todo el séptimo año de primaria de como luce su cabello, de cuantos chicos la miran, cuantos rechazó y de cuantos chicos de enseñanza media la cortejan. Mientras pensaba en eso, me llega un pelotazo en el hombro, Christian me pide disculpas, me acerco a él y le hago hincapié en lo que pensé:

-Quizás estamos cambiando ya Axl, me dice mientras me lanzaba el balón para seguir jugando, quizás ya por fin somos “adolescentes”.

Christian siempre tenía una visión de ver las cosas de manera más filosófica, y una gran forma de explicarlas, era como el hermano mayor que nunca tuve.

– ¿Y no te molesta que se comporte así?, Pregunté, Nos trata como si fuésemos sus esclavos, se cree una princesa, le dije de manera efusiva.

-La verdad, creo que es algo normal, me respondió mirando el suelo.

-Todos la “endiosan”, hasta tú, ¿no?, finalizó volteándose a verme, y no supe qué decir.

Y ahí estaba, otra lección de Christian, de que me quejaba yo, si era parte del “culto”. Desde niño que viví enamorado de Jezcel, desde el Kínder, cuando llegó a nuestra clase, la quedé mirando como un halcón a un conejo en el campo silvestre y desolado. Y claro, siempre la consentí en todo desde que éramos niños, entonces las palabras de Christian retumbaron mi mente. Razoné sobre ese asunto de una manera diferente a como lo podría haber pensado antes, quizás de la perspectiva que Christ dijo “adolescente”.

¿Alguna vez te has cuestionado el porqué de las cosas? Pues yo desde ese instante, comencé a pensar todo de una manera diferente, como una balanza imaginaria que me hace sopesar las cosas, y lo que más me incomoda, es que no cambiaré, ya di ese paso, ya lo asimilé, y por más que lo intente es algo que me nace. Creo que es la diferencia entre un pensamiento de niño y uno de adulto y si, quizás de alguna forma para ese instante estaba madurando.

Ese sexto año básico, mientras veía lo bien que para los chicos transcurría, sentía lo mal que se desarrollaba para mí. Sobre todo, por esa cosa de la estatura, que tanto me acomplejaba, y no, no es que tuviera vértigo a las alturas, si no que…

…mientras pasamos todos de ser unos enanos, de pronto, mis amigos crecieron de una forma veloz, y yo pues, me quede bajito, y no exagero, ambos Jezcel y Christian medían más de 1.80, en cuanto a mi… prefiero omitirlo, solo diré que no fui aceptado en el equipo de basquetbol del colegio, y como era lógico Christian sí quedó, es más, era el capitán, gran deportista, la próxima estrella del equipo mayor y alumno becado con el segundo mejor promedio de notas en el curso.

En cuanto a Jezcel, pues a ella realmente nunca le agradó mucho el Basquetbol, así que un día con determinación decidió y nos dijo:

-Creo que necesito hacer algún deporte, pero aún no lo decido, ¡No quiero ser gorda!, nos gritaba.
-Que tal basqu…

– ¡NO!, nos dijo con los ojos inyectados en rabia, sin dejar terminar la palabra.

-Quiero algún deporte más femenino, Especificó.

-Que tal gimna…

– ¡NO!, ¿es que ustedes no piensan?, Insistió poniéndonos su típica “mueca de demonio”.

-No quiero deportes de florecita tampoco, sentenció.

En el fondo Christian y yo sabíamos que a pesar de que Jezcel era la primera licencia de calificaciones en el curso, no le gusto que ese sexto año, Christian sobresaliera tanto en deporte y la superara, y mucho menos porque a las chicas les empezó a llamar la atención, alto y deportista. A todas las muchachas les parecía muy guapo y como Jezcel quería ser el número uno en todo, necesitaba estar en algún deporte para llamar la atención y obviamente también en una academia artística para terminar de minimizarme a mí.

Ella se quedó mirando con su mueca y sin decir nada esperando una idea o algo, hasta que Christian le dice:

-Vole…

– ¡Si! Voleibol será, así matare a dos pájaros de un tiro.

Christian, tragó saliva entre el cambio de colores en la cara de Jezcel, pero no dijo nada ante su expresión tan determinada.

-Bien, fue lo único que pudo decir Christian dibujando una sonrisa en su cara.

Resulta que en sexto año, “el año de los deportes”, llegó una chica muy bella, más alta que Jezcel por dos centímetros, y con el cabello oscuro como la “noche plutónica”, un poco más largo que el preciado y aclamado cabello rojo de Jezcel, lo que provocó (era de suponerse), la inmediata ira y rabia de nuestra amiga, y lo que era peor, ambas de “armas tomar”, lo que transformó nuestro sexto año en una “guerra de egos femeninos” en el salón y fuera de él, algo así como la guerra fría, pero a escala pequeña, y como guinda de la torta, Beatrice Cristina o “Betina”, como la solían llamar, se enamoró al instante de Christian, y como típica chica de ascendencia italiana, con mucha personalidad, no tenía problemas en ocultar sus sentimientos. Claro, esto ponía en día de furia a una “malas pulgas” Jezcel, que siempre obtenía lo que quería, y que odiaba que se nos acercaran otras chicas.

Nos amenazó a Christian y a mí, que no fuéramos amigos de ella o se enojaría con nosotros y nunca más siquiera nos miraría en la calle, e incluso nos dijo que inventaría cosas y nos declararía la guerra, a la cual acompañaba después de decirnos todas esas maldiciones, una sonrisa luminosa y angelical, junto a su hermoso cabello rojo y sus bellos e hipnotizantes ojos verdes.

Todo ese sexto año fue una competencia, Christian en la academia de basquetbol, Jezcel en voleibol, y yo, me tuve que conformar con mi academia de música, en donde lograba encontrar algo de paz. Resultó ser que mis dos amigos les fue muy bien en sus pasatiempos, Christian fue nombrado capitán sobre los chicos de séptimo y octavo año básico, aunque lo miraron con un poco de recelo, pero al final se ganó al equipo. Yo miraba con un poco de envidia sana su entrenamiento, ya que yo no pude pasar las pruebas de admisión, pero siempre lo apoyé. Y en la vereda de enfrente, Jezcel. Después de una larga disputa con todo el equipo y con Betina incluida, fue nombrada la capitana del equipo femenino de voleibol.

Técnicamente se lo merecía, asimiló el juego excelentemente y demostró tener muchas habilidades, también mostró sus dotes de líder en el equipo, pero seamos sinceros, no era una “líder” muy positiva que digamos, nunca fue bien recibida por el resto y provocó el rechazo de las chicas mayores, ya que incluso le tenían un poco de miedo. Y el día que fue nombrada capitana, se lo enrostró a los veinte minutos después a Betina, lo que provocó una pelea de chicas en el camerino que terminó con ambas regañadas por la inspectora del colegio. Y como Jezcel no escarmienta, el día de la entrega del uniforme deportivo oficial del colegio, sacó la camiseta número once, casi quitándosela de las manos a Betina, ya que era el mismo número de camiseta que ocupaba Christian en basquetbol, y no quería dejar que ambos tuviesen la misma numeración.

Para el comienzo del segundo semestre del sexto año, Jezcel y Betina ya habían estado nueve veces ante la inspectora del colegio, donde Jezcel, generalmente se quedaba castigada hasta más allá del final de la jornada, ya que tenía que esperar a que su hermana mayor saliera de clases y firmara el libro de conducta del colegio, porque se madre no asistía mucho a tratar los problemas de su hija. Pero allí estábamos nosotros, sus amigos esperando por ella fuera de inspectoría. Unos cinco minutos de regaños de su hermana mayor en una esquina, y después nos acercábamos cuando terminaban de discutir.

La hermana de Jezcel, Dalilah, nos decía:

-Muchachos, lleven a esta “fierecilla” directo a casa, ¡Está castigada!, Explicaba sin dejar de sonreírnos y mientras me pellizcaba la cara me decía como siempre que yo era su “Enanín”, y después pellizcaba a Christian y le decía “mi príncipe”, mientras, se iba cantando a reunirse con mi hermana y la hermana de Christ que la esperaban en la esquina.

Como ya sabía cómo iba la cosa, Jezcel nos mira con su mueca y enojada me lanza su mochila, y nos dice:

– ¡Vamos!, mientras camina unos metros y agrega:

– ¡Tengo hambre!

Cómo sabía que diría eso, le compré una pizza individual en el casino del colegio, me queda mirando con su cara enojada, y me dice:

– ¿Comida italiana?, ¿de verdad Axl?

-Técnicamente no es itali…

-Toma, yo te compre un sándwich de jamón de pavo para tu dieta, le dice Christian.

– ¡Ja!, le dice Jezcel irónicamente.

-Todo esto es tu culpa Chris, si no te dejaras engatusar por la “jirafona”, de Betina, nada de esto pasaría, pero tú le sonríes, conversas e incluso estudias con ella, ¡baboso!, recalcó de manera despectiva.

Christian solo bajó la cabeza mientras ella comenzó a caminar delante de nosotros, y claro, a mí me dio un poco de rabia, creo que por eso de “la balanza” que despertaba en mí, como expliqué antes. Pero como casi siempre, me la aguanté y ninguno de nosotros dijo nada hasta un buen trecho avanzado, pero justo en la esquina de mi casa ella se devuelve y nos abraza a los dos a la vez, y nos dice:

-Lo siento chicos.

-nos besa la frente a cada uno y cruza la calle con su mochila y su sándwich y también su pizza, mientras Christ y yo nos miramos y nos sonreímos, chocamos nuestros puños y nos despedimos.


CAPITULO 02 – “MI BARRIO”

Vivir en los suburbios de la ciudad también tiene su lado bueno, claro, es demoroso llegar al centro, pero es tranquilo. Más aún cuando teníamos cerca la playa, el colegio, el puente, el tren, canchas para deportes y una calle tranquila acompañada de plazas largas y muy verdes.

La mía era muy bella y poco transitada por vehículos, y mi casa quedaba a los pies de una subida rumbo al colegio, justo en la esquina y con un gran segundo piso y una nutrida enredadera de flores en la pared exterior de donde estaba mi habitación, cosas de mi madre.

Justo al frente estaba la casa de Jezcel, y como a unos cinco minutos caminando hacia el fondo de la calle, vivía Christian.

En mi casa, éramos mi padre, que se dedicaba al corretaje de propiedades. Mi madre que era “dueña de casa” y trabajaba con mi padre part-time en el mismo corretaje. Mi hermana Rose, que estaba en mí mismo colegio que yo. Ella iba en segundo año de enseñanza media, para cuando yo estaba en sexto año de primaria. La casa la compró mi padre cuando mi hermana estaba pequeña, así que yo nací viviendo en este lugar.

Al final de nuestra villa, pasaba un canal que en algunos kilómetros más desembocaba en el mar que estaba a unos cinco minutos de casa. A cada orilla del canal pasaba un tren antiguo que pertenecía a una compañía de minerales.

Cruzando la calle frente a mi casa, como les mencioné antes, vivía la familia de Jezcel, el padre, don Peter que trabajaba de marino mercante y sus hijas Dalilah la mayor que estaba en el curso de mi hermana, Jezcel, y su rara esposa la señora Hannah, que tenía un carácter muy sumiso y se veía siempre triste, y desanimada, pero a mí me tenía cariño.

A unos minutos más al este de mi hogar, en una casa idéntica a la nuestra vivía Christian con su padre don “Christian”, “Christian primero”, ¿supongo? Su hermana Antonia, que estaba en el mismo curso que Dalilah y Rose, su hermanita pequeña que se llamaba Martina y su madre doña Lisseth, que también me tenía mucho cariño.

Para el otro lado de mi casa, al sur, empezaba la salida a la carretera principal en un largo trecho siguiendo el canal, donde solíamos ir a caminar, correr, reflexionar, cazar ranas y renacuajos, a veces caminando o en bicicletas, era un lugar más bien solitario y con árboles en la rivera del canal, así que también era un ambiente para filosofar, sentarse a mirar el sol y pensar en las cosas de la vida.

Al norte, por la casa de Christian había casas, villas y más casas, solo a la altura de la plaza mayor, tomábamos las locomociones al centro de la ciudad y otras villas más alejadas.

Era siempre un ambiente tranquilo y con calma. Recuerdos pasados de mi infancia y la nostalgia que me invade positivamente en mi memoria emotiva. En esos tiempos me hubiese gustado quedarme ahí para toda la vida.


CAPITULO 03 – “EL OCTAVO AÑO”

Realmente creí que el octavo año de primaria sería una copia idéntica de sexto y séptimo año, ósea, “aburrido”, sin sentido y hasta rutinario para mí. Todos cambiando, todos ¿mutando?, o algo así, todos aborreciendo lo que para mí era un tesoro, ir al rio, videojuegos, jugar en la playa, ver la televisión, y aunque ya estaba creciendo, como expliqué más atrás, seguía rehusándome a dejar mi “paz”, mi estilo de vivirla vida, pero aquí parte todo, en el octavo año, empezaría a mutar yo también, el cambio me alcanzo.

Ya era la primera semana de clases después del verano, estaba carente de todas ganas de despertar y volver al colegio, y para colmo divisé a lo lejos a Jezcel conversando con “Pablo Meneses”, un idiota de cuarto año medio. Portero y capitán del equipo de fútbol de la escuela. Un tipo fornido y alto de ojos azules, que más que su fama de atajador era su fama de galán y ególatra, ya que usaba las manos más para otras cosas que para atajar… Lo dejo ahí. Y en una sonriente conversación entre ambos, él la despide con un beso en la mejilla, mientras tomaba su dedo índice, me sentí pésimo, como si un escalofrío recorriera mi espalda. Hacia una semana Jezcel se quejaba que este tipo la estaba molestando y le mandaba cartitas, y eso que él tenía novia y le mandaba recaditos y blablablá. Incluso Jezcel nos alentó a mí y a Christ para que prácticamente fuéramos sus “guardaespaldas” y ¡ahora!, tan ¿amigos?, es verdad que yo sentía un “amor” digamos… medio estúpido por ella, pero tenía muchas formas de ser y comportarse que me decepcionaba, claro que su don, era hacer que se me pasara o hacerme sentir culpable.

Por eso entré al colegio por la puerta de los niños de preescolar, en ese momento cuando me disponía a entrar veo correr a toda velocidad a una compañera de curso, Elizabeth, una pequeñita de mí misma estatura, rubia, de anteojos gigantes y con mucho aumento, de gran corazón, solo equiparado por su gran curiosidad, me dice:

– ¿Supiste?, con los ojos llenos en sorpresa.

-Eh… no, ¿Qué pasó?

-Pues resulta que hoy, está de cumpleaños el capitán del equipo de futbol, Pablo…

– ¿Meneses?, Interrumpí su oración antes que ella lo dijera.

– ¡SIIIII! ¿Te invitó también?, me pregunto casi interrogándome.

-Claro que no, le dije mirándola con cara de desinterés.

-Sería al último lugar del mundo donde iría, agregué.

– Uhm, pues como Jezcel es su invitada de honor. Dijo juntando su mano con su puño como niña enamorada.

-Será una fiesta gigante, con los tres equipos deportivos de la escuela.

-Eli, yo no hago deporte. Comencé a explicarle.

-No creo que le interese que los del grupo artístico merodeemos por ahí, y si fuera de algún equipo deportivo tampoco iría. Pero tú ¿irás?, eres del equipo de Vóley, Pregunté.

-Pues, solo invitó a jugadores de enseñanza media, y pues a Jezcel, supongo que la invitó por que le gusta, me sonrió con toda su rareza al mismo tiempo que sonó el timbre para entrar a clases, me tomó de la mano, y nos fuimos a toda velocidad, más bien dicho me arrastró al salón, para no llegar tarde.

Mi curso, el octavo grado C del “Colegio Manada de Lobos”, éramos treinta alumnos, bastantes para ser una escuela privada y muy estricta. Había llegado una nueva directora el año anterior, parecía agradable al principio, pero resultó siendo esa clase de persona autoritaria y malas pulgas, o al menos eso me parecía.

Si bien podía ser un poco dura a veces, les dio mucho énfasis a los deportes, centrando mucha implementación deportiva y humana para ese ámbito, como Basquetbol, Voleibol y Fútbol, Pero nosotros los artistas, tuvimos que esperar algún tiempo más.

En mi curso estábamos todos los ya mencionados, a un extremo Jezcel y Elizabeth, detrás de ellas Christian y yo, y en la mesa final de la mesa central Betina y sus amigas, Jezcel prácticamente corrió a los dos chicos que estaban detrás de su asiento para obligarnos a nosotros a sentarnos ahí, dijo que era para tenernos más “cerca”, pero era para evitar que Christian conversara o iniciara diálogo con Betina.

Llegamos con Elizabeth, y estaba Jezcel, ¿supongo que…?, contándole su nuevo romance a Christian, y este con el ceño fruncido la escuchaba atentamente:

– ¡Entonces le dije que iría hoy a su cumpleaños!, cuenta Jezcel con efusividad.

-Le pregunté qué quería de regalo y no se imaginan que me contestó…

– ¿Enserio iras al cumpleaños de ese imbécil?, le dije sin más metiéndome en la conversación.

-Ya Axl, supéralo, deja tu ataque de celos, ya hemos hablado de esto tantas veces que…

– ¡NO! -Dije con mucha fuerza y determinación, llamando la atención de la clase que me quedo mirando.

Más enojado estaba de abanderarnos por ella y después traicionarnos que por celos, pero aproveché de repasar su actuar. Christian no se movió, Elizabeth, dio la media vuelta y se empezó a retirar sutilmente, era la que menos pintaba en esa discusión, en cualquier caso. Pero Jezcel la agarro y la puso casi como un escudo humano frente a mí, como una muñeca de trapo.

Tomé un poco de aire y mirando a Jezcel con algo de rabia le dije:

-Ya basta de pisotear el suelo conmigo Jezcel, sabes lo que siento por ti, no soy tu juguete, me manipulas cuando me necesitas, pero para ti no existo. Me desahogué sin escatimar en consecuencias.

-Estos días pensé que nos estábamos acercando a algo más por fin, pero ahora te haces amiga de ese estúpido que habló pestes de ti y de nosotros en el verano, y ahora, ¿En serio vas hasta su fiesta de cumpleaños?, Sentencié sabiendo que tal vez no había sido un acierto decirle eso, pero ya me sentí más liviano del alma y el corazón.

Christian me miro y asintió con su cabeza, mientras Jezcel lo miró decepcionada y se dispuso decirme como metralleta un montón de cosas. Pero justo entro el profesor de matemáticas, y no podía volar ni una mosca en su clase. Así que solo me puso su “mueca endemoniada”, pero esta vez con un enojo mayor al normal, con ganas de destruirme, yo enojado tomé mis cosas y me fui a sentar al primer asiento, al lado de la puerta de la sala. Ya solo, estaba enojado, ya no celoso, ya había pasado tantas veces por esto que prácticamente me resigné a que nunca me querría más que a un amigo, o una especie de amigo extraño que solo ella comprendía.


CHRISTIAN (trozo de diario 01)

04 de marzo

hoy ha sido un día con algunas novedades, partiendo por la avería de la cañería del agua caliente, y he tenido que terminar de ducharme con el agua tan fría como ducha de iglú, para que después mi hermana me sacara de casa sin alcanzar a tomar desayuno, ya que sus nuevas amigas del cuarto año la pasaron a buscar en automóvil, y claro, me tenía que llevar a mí, no sin antes advertirme que no dijera ni una sola palabra, y que no la dejara en vergüenza.

Me tuvo fuera de casa 5 minutos, que perfectamente me servían para poder terminar mi desayuno, pero no me dejó, quería estar impecable para sus amigas, en ese instante llega un auto descapotable con tres chicas de cuarto año, hacen que me siente en medio de mi hermana y de una de las amigas, me saludan y me dicen, “así que este es el famoso príncipe”, dice una y se sonríen como viejas locas, y la que conducía que creo que se llamaba “Marta” dice, es todo un “cheque a fecha”, ya déjenlo en paz, es mi bebé, dijo mi hermana y nuevamente rieron todas, la del copiloto dijo:

“Oye gorda, hoy en la noche es la fiesta de “Pablito”, les dijo a sus padres que es solo una fiesta deportiva, pero irá mucha gente, ¿supongo que iremos?”. Le dijo a mi hermana en un tono “raro”, quizás un código femenino que ellas entienden. “No lo sé”, le contestó mi hermana, “iremos” le dijo ella, y la que conducía inmediatamente dijo, “parece que, a Pablito, le gustan las niñas pequeñas, supe que quiere conquistar a una muchacha de octavo o primer año medio, pero no sé quién es”, “Debe ser alguna estúpida fácil, la muy suertuda”, dijo la de mi lado, y luego mientras empezaron a filosofar sobre hombres, me quede pensando que este

tipo, “acosó” en el verano a Jezcel y estos días la ha estado rondando como mosca, seguramente se referían a ella. Al llegar a la escuela veo a Jezcel corriendo hacia mí y me dice que le desee suerte tomándome las manos y besándome insistentemente las mejillas y se va corriendo, me dirigí a la sala y me senté, y Betina me miro y me lanzo un beso muy discretamente, y le conteste cerrándole un ojo, y de nuevo me quedé pensando en lo que hablaban las amigas de mi hermana y en qué nueva tontera se involucró Jezcel ahora. Cuando de golpe se abren las dos puertas del salón y con cara de que se ganó un automóvil se pone a saltar a mi lado y se me tira encima como koala diciéndome que va a salir con Pablo Meneses en la noche, ya que está de cumpleaños, la mire con cara rara, esperando una respuesta, pero la sonrisa aún dibujaba su rostro, y me dice que, para él, sería el mejor de los regalos que ella fuera, “entonces le dije que hoy iría”, me dijo. Y de pronto llega Axl y Elizabeth, y Axl venía con un tono rojo explosión, y parece que venía enterado de todo, porque le recrimino en duras palabras, y básicamente le dijo que era traicionera, bueno, no tan suavemente, y que lo dejaba con las ilusiones, y pues, de mi parte, nada tengo que decir sobre eso, ya que prácticamente es verdad, siempre lo ilusiona o al menos eso parece, y luego lo deja caer, pero esta vez Axl se enojó y la recriminó, y para colmo se fue a sentar solo a una orilla, mientras Jezcel, tiraba humo y decía que ese enano me va a escuchar y mirando con cara de pocos amigos a Elizabeth, que fue quizás quien le contó, pero el profesor que entró en la sala la interrumpió cuando estaba a medio camino de pelear con Axl, y le dijo a Jezcel en un tono medio agresivo que se sentara y que se dejara de dar un mal ejemplo al curso, que podía tener excelentes calificaciones pero su conducta era paupérrima, y más aún cuando tenía que presentarle a la nueva integrante del curso, y Jezcel sin sentarse quedó mirando, mientras el profesor presentaba a la compañera, de nombre Alice, de baja estatura, de cabello rubio claro y muy guapa. Saludó al curso con mucha personalidad y el profesor pidió que cooperáramos con ella, ya que se tiene que poner al día. Cuando se presentó dijo que venía de la ciudad vecina, y que estaba encantada de estar con nosotros, de inmediato se sintieron los suspiros de los chicos y algunos cuchicheos de parte de las chicas, entre otras estupideces de algunos y la cara de circunstancia de Jezcel que estaba al lado de Axl, que ambos parecían estatuas, Alice tomó camino rumbo a Elizabeth y puso sus cosas en la mesa de Jezcel quien aún tenía su mochila en la espalda, y como territorialmente se sintió amenazada, Jezcel le dijo casi como una exigencia, que se fuera de ahí porque era su lugar, a lo que Alice le respondió que no veía que ese lugar estuviese ocupado, entonces la buena de Elizabeth le dijo, “que disculpara pero era verdad, era su puesto”, pero que podía sentarse junto a Axl que estaba con una cara de bobo mirando a la niña nueva, y Alice mirando a Jezcel, con cara de sarcasmo, le dijo a Elizabeth, gracias, al fin alguien amable, y se fue a sentar con un sorprendido Axl.

Pero a mí me seguía pareciendo raro lo de esa fiesta, así que me fui en el recreo donde mi hermana, pero solo encontré a la hermana de Axl y le conté lo de la fiesta, “no me digas que iras”, me dijo, pero le aclare que no, y que me parecía sospechoso que fuese solo para los equipos deportivos y que además el idiota de Meneses, invito a Jezcel como “invitada de honor”, ella se puso a reír y dijo que Jezcel, ya estaba madurando y que nosotros éramos unos enanos de mente, mientras pellizcaba mi cara, así que fui con los de básquetbol de tercer año medio y les pregunté sobre la fiesta y el porqué de solo aceptar alumnos de academias deportivas. Estaban jugando básquet en la cancha pequeña del colegio, y cuando me vieron, se pusieron un poco violentos, les pregunté directamente y se marcharon mientras uno de ellos, el “Pedrin”, me da dos golpecitos en la cara, y me dice que cuando sea del primer equipo, me meta en cosas de grandes y se fue, y quedó una chica de tercer
año sentada en una banca, a lo que “Pedrin” le gritó, “Anastasia, te quedas o nos vamos”, la chica estaba con un cuaderno como dibujando algo, guardó sus cosas rápidamente y al pasar por mi lado me entrega un papel arrugado, esperé que se fueran y sonó el timbre así que caminé por el otro lado a mi aula, y en el camino mire el papel y era un número telefónico, y decía “Anastasia”.

Al volver a clases estaba todo más calmado. Axl interactuando con la alumna nueva, y Jezcel lo miraba con odio. “Me las vas a pagar” le dijo en voz baja desde lejos. Interrumpí a Jezcel y le pregunté que, si de verdad iría a esa fiesta, y se le encienden los ojos y dice que sí que iría encantada y que al parecer la fiesta se traslada a otro lado, pero era una “sorpresa”. La cosa es que salimos del colegio y corrí a mi casa a llamar al número telefónico, mientras en una esquina vi a Axl hablar con Alice y desde la otra esquina vi a Jezcel hablando de nuevo con los idiotas de cuarto año, pero no presté atención para llegar rápido a casa. Cuando llegué a casa entro y esta mi madre sentada con Anastasia, y me dice mi madre que me está esperando de hace cinco minutos, la chica muy nerviosa me dice un incómodo “hola” y nerviosamente y sin más me dice que no deje ir a mi amiga a la fiesta, “la chica alta”, y en ese instante entró mi padre al salón, y nos queda mirando y se ríe. De inmediato la chica se pone roja como un tomate, y dice que se tiene que ir, y sale corriendo mientras mi padre me detiene y me dice, “hijo, sé que estás con tus hormonas revolucionadas pero esa chica, ¿es mayor que tú?, ¿verdad?, ¿sabes cómo conoció tú abuelo a tú abuela?”. Lo tuve que dejar hablando solo y salí corriendo para tratar de encontrar a Anastasia, pero ya no la vi en la calle. Corrí rumbo a casa de Jezcel, pero su madre me dijo que aún no llegaba, que “creía” que fue al centro comercial y no sabía a qué hora llegaría. Me senté afuera de su casa un minuto, luego crucé a la casa de Axl, llamé a la puerta, pero nadie contestó. No sabía qué hacer, así que me fui raudo al centro comercial. No alcancé de inmediato el autobús, lo perseguí casi dos cuadras, pero logré darle alcance. Y cuando subí muy cansado, noté que al fondo estaban dos chicas del equipo de voleibol de enseñanza media, traté de quedar lo más cerca de ellas en el autobús, y hablaban de la fiesta. Me atreví a preguntarles y me miraron con cara extraña. ¿tú eres de primer año?, ¿cierto?, me preguntaron, no no, soy
de octavo año les dije. Pues creo que es solo para los alumnos de enseñanza media, y además era con invitación. Mientras me mostraba una tarjeta de imprenta donde estaba el nombre de ella personalizada, y me dijo: “pero podrías venir de todos modos, yo sé que eres del equipo de basquetbol, te he visto jugando, no creo que tengas problema”, y me sonrió. “Quizás”, le dije con un poco de nerviosismo. Justo en ese momento miro por la ventana y veo caminando al lado de la tienda de vestidos de gala a Jezcel, y les digo a las chicas que quizás nos veamos en la fiesta. Y me dispuse a bajarme del auto bus, pero la chica me toma la mano y me dice, ¿podríamos bailar, cierto?, si si, le digo y pido la parada insistentemente, me bajo y me tropiezo con un cesto de basura. Mientras corro en dirección a Jezcel, pero ya la había perdido por una cuadra. Entonces escucho: ¡¡Christ!!, me dicen con un grito, era Betina, que me mira un poco enojada, desde una banca a mi costado. La saludo y le pregunto qué hace ahí, y sin responderme me pregunta si es que estaba corriendo para alcanzar a Jezcel, le digo que sí, ya que necesito hablar con ella. Y mirando al suelo me dice: que siempre estoy pendiente de Jezcel, y que nunca tengo tiempo para ella. Que maldecía el momento en que me conoció, y que estaba cansada con tener que saludarme solo con muecas como hoy en la escuela. También que Jezcel parecía la reina del lugar y que tanto Axl como yo éramos unos babosos. La tomé de la mano, pero ella me la quitó, y me dio la espalda mientras reclamaba en italiano, y me dijo que la habían invitado a la fiesta y que aceptó ir con un tal “Pedro Tapia” del equipo de fútbol, y que sería mejor
que me olvidara de ella. Y con lágrimas en los ojos se fue caminando en dirección contraria.

Vaya día tenía, eran casi las 20:00 horas, así que decidí irme a casa de Jezcel, para esperarla y decirle que todo estaba raro con eso de la fiesta y pedirle que no fuera, ya que comenzaría alrededor de las 21:00 horas. Me costó mucho lograr llegar, no pasé a mi casa y me fui derecho corriendo a la casa de Jezcel, y llegando casi diez minutos para las 21:00 horas, me encuentro con un panorama extraño. Estaba Jezcel a los pies de la ventana de la casa de Axl, aturdida y tirada en el suelo. La enredadera de flores de la madre de Axl también en el suelo y toda la familia de este rodeándola. También estaba Dalilah tapándose la cara, y todos desesperados. Me acerqué lentamente, mientras Axl está de rodillas a su lado, y Jezcel lo mira y pone su mueca endemoniada y le dice que es un tonto, y que por su culpa ella se calló de la enredadera al intentar entrar a su cuarto, ya que nadie le abrió la puerta. Creo que nadie se esperaba esa reacción, y tampoco la causa ya que Jezcel siempre trepaba por la enredadera y se metía directamente al cuarto de Axl. Se puso de pie negándose a cualquier ayuda, y se fue mareada, casi desplomándose de nuevo. Dalilah la alcanzó y se la llevó abrazada, mientras decía: “disculpen a mi hermana”. Y cuando ya casi entro a su casa y mientras todos mirábamos, la madre de Axl corrió a la casa de Jezcel también. Nos miramos con Axl, quien se veía enojado, me acerque y me dice que afortunadamente nada malo paso, y cuando se disponía a contarme, le dije que me esperara, y me fui corriendo a casa de Jezcel, quien estaba recostada en el sillón, con un paño en la frente por un chichón, sostenido por la mama de Axl que le preguntaba cómo se le ocurrió subir por la enredadera y que ya no era una niña, mientras le acariciaba la mano, me senté al lado del sillón y tome su manita y le pregunté a Jezcel si iría a la fiesta a lo que me dijo que si, que tenía que cambiarse, pero su hermana dijo que no, y empezó la discusión que su mamá le había dado permiso y todo eso, lo que claro, me decía que la caída no fue mucho y que si podía discutir, estaba bien. Pero Dalilah le decía que estaba herida, y ella decía que estaba bien y empezó la trifulca más acalorada, y me acerque al oído de Dalilah, y le dije que no le permitiera ir por nada del mundo, mientras Jezcel gritaba como loca. Cuando salgo a la calle veo a Axl caer al suelo por un empujón, era el idiota de Meneses con su séquito de estúpidos, que pasaron a buscar a Jezcel, pero al parecer Axl los corrió, diciendo que Jezcel sufrió un accidente y que se largaran, lo puse de pie y le pregunte que paso y me dijo, que hoy al salir del colegio la chica nueva llamada Alice, cuando lo estaba esperando para acompañarla a su casa, se le acercó uno de los idiotas del equipo de fútbol, y la invitó a salir a la

noche, que tenían un “evento” preparado en el gimnasio de la escuela, a lo que ella le dijo que era su primer día y que no quería meterse en más líos, y también que otro tipo la había invitado y lo rechazó, me quede casi paralizado, ¿evento en el gimnasio de noche?, quizás esos estúpidos querían involucrar en algo a Jezcel, eran vengativos y como en el verano Jezcel lo mandó a la punta del cerro, y ahora estaba entusiasmada, no entendía mucho, pero ya con la tranquilidad de que nada pasó. Mientras, la madre de Axl salió de la casa y me saludaba y agarraba la oreja de su hijo y se lo llevaba dentro de la casa. Me fui corriendo a mi hogar y cuando llegue aún no había nadie, encendí la luz, y sonó el teléfono, había muchas llamadas perdidas, pero no quería contestar, estaba cansado, pero sonaba insistentemente, así que fui y conteste, y preguntan por mí, “si con él”, digo, ¿Quién es?, era una voz de mujer, soy Anastasia, perdóname por correr así de tu casa hoy, pero soy un poco tímida, y sentí mucha vergüenza, me decía con tartamudeo, y me dijo que solo me quería decir que “Pedrin” y los del equipo de fútbol quieren hacerle algo muy malo a tu amiga alta, en la fiesta de Pablo Meneses, por favor no la dejes ir, y no le digas a nadie que te dije esto, no quiero tener problemas, y me corto, ni siquiera alcance a darle las gracias, pero me sentía tranquilo de que Jezcel, no se metiera en líos y menos con ese tipo, y de repente mi mente hizo cortocircuito, ¿PEDRIN?, ¿CHICA ALTA?, ¿MI AMIGA?… PEDRO TAPIA, ¡¡BETINA!! Salí corriendo como nunca de casa, creo que deje la puerta abierta, no podía pedir ayuda a Axl ya que seguramente estaba siendo regañado, y eran diez cuadras cuesta arriba a la casa de Meneses, corrí y corrí, por las calles semi oscuras, casi me muerde un perro, pero pise una firma de este, pero afortunadamente llegue y en la esquina estaba Betina, muy hermosa, con un vestido de noche, junto al famoso Pedro “Pedrin” Tapia, y yo, aun con uniforme de la escuela, ¡¡Betina!!, le grite, pero al verme me dio la espalda, ¡¡oye!!, ¡¡BEATRICE!!, se dio la vuelta nuevamente y me quedo mirando frunciendo el ceño, vámonos de acá le dije mientras me acercaba, y Pedro me agarró del Jersey, vete mocoso, me dijo en tono muy petulante, cuando se disponían a salir en un automóvil, vámonos Betina le dije, pensé en decir lo que planeaban, pero no, podría ser peor y comprometer a alguien, así que dije algo que hasta cierto punto no debí de decir, pero no quedaba otra, “No quiero perderte, eres importante para mí”, y a Betina se le alumbraron los ojos y me abrazó de inmediato. “¿Qué demonios?” dice Pedro, ¿enserio te irás con él?, y se acercó para golpearme, o eso creo, pero Betina se puso al frente y retrocedió conmigo, “si te metes con él te metes conmigo”, y nos fuimos corriendo de la mano, cuando llegamos a una plaza, nos detuvimos y nos sentamos unos minutos ya que yo estaba exhausto, y de pronto me beso, ¿estás bien?, le pregunté y me dijo que sí que todo estaba bien, pero que no era justo que la hiciera pasar ese mal rato, la abracé y decidí no decirle tampoco lo de la supuesta maldad que planeaban hacer los idiotas de la media. Solo me queda averiguar a qué se debía que solo invitaran a Betina y Jezcel, ya que son de cursos más bajos, entonces ¿para qué llevarlas ahí?, me fui con ella abrazado y me llenaba de preguntas de amor, y me decía que estaba asqueroso y que olía mal, le dije que me tocó correr mucho hoy, entre otras cosas, mientras la llevaba a su casa y conversábamos más amorosamente. Me dijo que no le agradaba que yo permitiera que Jezcel siempre se metiera en lo que tenía que hacer, parecía mi dueña, y también de Axl, y si alguna vez la podre querer de manera sincera, le sonreí y le dije, tiempo al tiempo… Y por ahora guardare este altercado extraño solo para mí, esperando que no se extienda a oídos de más gente, ya que no quiero dar explicaciones nadie, y también muy agradecido de Anastasia, era la niña mas extraña del mundo, y también la más amable, debo agradecerle.


CAPITULO O4 – EL AMANECER DE UN ZOMBIE REVIVIDO

Eran las 05:34 am de un día que podía ser “nuevo para mí”, como nunca me fui a la ducha primero que todos en la casa, aún estaba oscuro, reflexione un par de minutos pensando, en dos cosas, primero si realmente pasó lo del día anterior, y segundo y si no saldría todo mal como de costumbre, y claro, yo en medio con toda el agua de la ducha sobre mi cráneo y mis pocos cabellos, en una mezcla de cruzando los dedos para tener suerte, o cruzando los dedos para salir de la mala fortuna. Salí como un rayo a vestirme a mi cuarto y solo recordaba lo que paso el día anterior…

Resulta que ayer, después de discutir con Jezcel e irme a sentar al lado de la puerta del salón, llegó una chica, mmmm, hermosa, dorados cabellos, ojos azules como el cielo, sonrisa de ángel, cara de pena, ¿cara de pena?, no me dio tiempo de seguir desarrollando eso, cuando el profesor nos hace callar:

-¡¡SILENCIO, MALDITA SEA!!, Jezcel, ve a tu asiento, que por arte de magia estaba a mi lado, seguramente para prolongar la discusión, hizo su mueca de toro salvaje, pero el profesor la conocía de niña.

-Ahora no Jezcel, y se fue casi sacando humo.

Y el profesor dice:

-Bien, jóvenes, les quiero presentar a una nueva compañera, su nombre es, emmm ¿Cuál es su nombre?

-Buenos días compañeros, mi nombre es Alice, espero que nos llevemos bien, soy nueva en la ciudad también, así que agradecería mucho su cooperación.

No quiero exagerar, pero todos se quedaron como encantados, o más bien hechizados, y después de cuarenta segundos de incómodas miradas silenciosas el baboso de “Jaime” se pone de pie y le aplaude como en entrega de los óscar, mientras Alice fue a ocupar el asiento final, donde se sentaba Jezcel que la paro en seco, pero justo el profesor grito:

-Van a commmmmportarse y a ser amables con su nueva compañera, la trattataaran bien y le aaaaayudaran en totodo lo que neeeecesite, siéntese al lado de Axl, es un buen muuuuchacho, pero si se soooobrepasa, me lo dice, y así empezó la clase.

-Disculpa, me dice con una sonrisa hermosa…

-Puedo ocupar este asiento, ¿verdad?, solo pude mover mi cabeza aseverando su pregunta.

-Soy Alice, ¿y tú eres…?

-Axl, me llamo Axl, ¿y tú?

-Mmmm, Alice, me lo vuelve a decir.

-Qué bonito collar, me dice.

– ¿Qué animal es?, ¿es un gatito?

-Si, bueno yo tengo uno, pero se supone que son dos, dos mitades.

-Vaya, es muy lindo, ¿y quién tiene la otra mitad?, ¿tu novia?, me lo dijo con una cara muy picara. Mientras, mire para el lado y Jezcel me observaba con cara de monstruo desde su asiento.

-no no tengo novio, digo novia, no, jeje.

-Ya veo, pero me extraña, eres un chico muy guapo, me dijo mientras, arreglaba mi corbata, y volvió a tomar mi collar, mientras me di cuenta que toda la fila miraba a Alice que inspeccionaba el gatito del collar ante mi cara roja de sorpresa.

-Me gustó mucho, ¿Dónde lo compraste?

En realidad, ese collar lo había comprado para el cumpleaños de Jezcel, me pareció muy romántico, ya que son dos gatos que se unen, similar a los corazones que se regalan los enamorados, pero Jezcel lo tenía tirado por ahí y nunca lo uso, y claro como yo soy un tonto, lo uso desde aquel día, y nunca me lo he sacado.

-Lo compre en el centro comercial, al lado de la plaza, pues a unos tipos que tenían un puesto de joyas en el suelo.

-Que mala pata, no conozco nada por acá, es todo tan aburrido cuando no sabes nada del lugar en donde vives, me dijo poniendo cara de tristeza. Pero le ofrecí acompañarla obviamente, claro, casi castañeteando mis dientes del nerviosismo.

– ¿Enserio?, gracias, mil gracias, mientras me dio un abrazo donde pude sentirme en las nubes, pude sentir su rico perfume, su cabello rozándome, su respiración, y al profesor que nos riñó para que prestáramos atención.

Cuando tocaron el timbre para salir al recreo me dijo si la podía acompañar a desayunar, pero tenía que comprar algo en el casino del colegio, así que sacrifiqué mis ahorros y la invité a comer pizza. Nos sentamos a conversar de manera tan genial que sentía que la conocía de toda la vida, me contó que ella era del norte, y que hasta principio de año vivía en la ciudad vecina, pero por algunos problemas familiares se cambiaron de casa. Entonces decidieron junto a su madre y su hermano mayor, venir a vivir acá, y lo que es mejor, vive a diez minutos de mi casa, que para mí es muy cerca, también me contó que le gusta mucho la música, que intenta aprender a tocar la guitarra y cantar, y ama cocinar dulces, aunque tampoco es muy experta. Me contó que su padre falleció hace dos años en un accidente, y de pronto se puso muy triste.

– ¿Tu aún tienes a tu padre?, me preguntó, pero no pude responder ya que su mirada era casi de cristal, y también porque apareció Jezcel, y nos quedó mirando.

-Necesito hablar contigo enano, me dice, sin dejar de mirar a Alice.

-Estamos conversando algo delicado, le dijo Alice haciéndole notar su incomodidad.

-Mira enanita, sé que tienen que ir a fabricar juguetes con santa Claus, pero tengo asuntos pendientes con Axl y ¡ahora!, dijo en tono fuerte, y solo atine a tragar saliva.

– ¿Además no sabes que es de mala educación, interrumpir las conversaciones ajenas, y tampoco presentarse?, le dijo Jezcel.

Entonces Alice se puso de pie de la banca donde estábamos, le sonrió a Jezcel y le extendió la mano, pero Jezcel la miró con algo de odio, y para suerte sonó el timbre de clases. Justo llegó el idiota de Meneses, y la llamó, y ella se fue sin quitarle la mirada a una Alice que nunca dejó de sonreírle, y uno de los tipos que venían con Meneses se acercó a Alice, y se le presentó, ella muy amistosa lo saludó también, notó que era nueva en la escuela y la invitó a la famosa fiesta, pero ella enganchó su brazo al mío, y le dijo que quizás para la próxima, y nos fuimos mientras el tipo quedó con la cara sorprendida mientras caminábamos al salón y yo sentía que pisaba nubes.

Cuando nos sentamos dentro del salón, me sonríe y me pregunta:

-Esa niña no creo que sea tu hermana o pariente, ¿no?, no se parecen, y nerviosamente le dije que no, casi tartamudeando.

-Tampoco creo que sea tu novia, y me quedó mirando esperando una respuesta.

-No no, ¿cómo crees?, somos solo amigos de la infancia y vecinos o algo así, le comenté con algo de vergüenza, “por eso es tan patuda”, le agregué.

-Ya veo, entonces ¿no tienes novia?

– ¿Yo? No, para nada, estoy soltero por ahora, le dije descaradamente, no le podía decir que nunca había tenido nada con nadie

-Interesante, me dijo y sonrió.

Entonces se puso a escribir lo que la profesora Celeste tenía en la pizarra, y yo nuevamente colorado. Cuando de pronto me doy cuenta que Jezcel no está en el salón, pero creo que nadie se daba cuenta. De pronto, Alice me pregunta muchas cosas sobre mí, y las cosas que me gustan, mi música favorita, colores, frutas, etc. Era mi primera vez que alguna chica, se sentía tan interesada en mi aburrida vida, y mientras yo contestaba feliz. De pronto la profesora Celeste se da vuelta con cara de enojo y le dice a Alice que comparta con la clase lo que estaba conversándome, y Alice sin dejar de sonreír dice:

-Pues, le estaba preguntado a mi compañero, cuáles eran las cosas que le gustaban, sobre todo su fruta favorita.

Y todo el salón callado, y la profesora le consulta el porqué de tanto interés.

-Bien, me parece que Axl es un chico muy interesante profesora.

Y empieza el curso como carnaval a gritarnos, ¡¡SON NOVIOS!!, ¡¡SON NOVIOS!!, y en ese instante entra en el salón casi en una escena del viejo oeste. Jezcel, y escucha lo de que Alice y yo éramos novios, y me queda mirando con una mueca endemoniada.

-Pues señorita, no se su nombre, pero si quiere interrogar a su compañero sobre gustos y hobbies, hágalo en la hora de esparcimiento o fuera de la escuela, acá se viene a estudiar, le dijo la profesora.

A lo que Alice pidió disculpas, y me cerró el ojo al sentarse. Estaba claro que no le importaba que todo el curso la molestara debido a su personalidad, o eso creo. La cosa es que el resto de la mañana trabajamos en todas las materias, hacíamos pausas y reíamos, fue un gran equipo, abría sus grandes ojos azules y sacudía su cabello, mientras mi baba caía y caía, pero realmente me sentía hechizado.

Al salir de la escuela, la acompañé al tocador, y nuevamente la abordaron los idiotas del equipo de basquetbol, pero no los tomó en cuenta, a pesar que estuvieron hablando como cinco minutos, y se alejó de ellos mientras la silbaban. Yo los miré feo, pero me enganchó el brazo y mi cara cambió, y me pregunta si los conozco, y ante mi negativa me dice que, “se ven que son problemáticos”, ya que la estaban invitando a un “evento secreto” en el gimnasio de la escuela a la medianoche.

– ¿Que?, le dije, ¿eso te dijeron? ¿de verdad?

-Si, pero yo no estoy para líos, esta ciudad es mi nuevo comienzo.

Y salimos felices del colegio, y una vez afuera me preguntó por el camino que locomoción debía abordar para llegar a su casa, que no lo recordaba, y le dije si la podía acompañar, que no era problema y que quedaba cerca de mi casa.

– ¿Enserio?, me pregunto.

– Entonces… ¿te presento a mi familia y te invito a comer, ¿te parece?, yo ya diría que sí, pero tenía que hacerme de rogar, no quería que se notara tanto lo hechizado.

-Es que…, le dije mirando sus potentes ojos azules que me miraban como un cuervo.

– ¿Y si te cocino algo yo?, yo cocino delicioso.

y justo cuando le estaba por decir que si, paso a mi lado corriendo Jezcel, y me dice:

-Tenemos que hablar, y SOLOS.

Y siguió corriendo como loca, la verdad no le presté mucha atención, ya que estaba todo enfocado a Alice. Me lleve sus libros en un brazo, y ella me llevo enganchado del otro, me preguntó cosas mías y de mi familia, me conto que tenía un canario de mascota, y que su hermano usaba brackets. Hasta que, en la esquina de su casa, me pregunta nuevamente por Jezcel, y con un tono serio me dice:

-Axl, no soy tonta, no solo me doy cuenta que ella te gusta mucho, también me doy cuenta que tú le gustas a ella, y la verdad la chica es un poco agresiva, no quiero meterte ni meterme yo en problemas, ya me fijé que no le agrade…

-No no no no no, le dije, lo que pasa es que yo le gusto a ella, y ella se entusiasmó conmigo, a mí solo me da un poquito de pena la situación y todo eso, pero no te preocupes, déjame manejar el asunto y no habrá problemas, es una promesa.

La verdad me recorrió un dejo de culpa por mentirle, pero tenía que sonar menos perdedor.

-Bien, si tú lo dices, te creo, y me cerro el ojo.

Entonces entramos, su casa era como todas las del barrio en arquitectura, solo que era de color celeste claro. Al entrar su madre estaba en la cocina, y ella la fue a saludar, me tomó de la mano y me llevó, y le dice a su mamá:

-Mamá, este es Axl, compañero muy amable que me ayudó todo el día, y es muy simpático, Axl, ella es mi mamá, Acelia.

La señora me dio un abrazo y me jalo los cachetes, me agradeció que fuera amable con su hija y me sirvió un vaso gigante con refresco. Mientras me preguntaba si yo vivía muy lejos de ahí, y se sintió muy a gusto cuando le dije que a unas cuantas calles. Alice me tomo de la mano y me llevó rumbo al patio de la casa, para mostrarme a su canario, gordo y con la cara de enojo, y mientras le introducía a la jaula un trozo de manzana, me dice:

-Tiene la misma cara de pocos amigos que tu “fanática” Jezcel, ¿no crees?, y se puso a reír.

Yo solo sonreí, y me quedó mirando fijamente, tuve que exagerar otra risa más burlesca, o sospecharía que le estaba mintiendo.

-Y bien, ¿te gustan los panqueques?, me preguntó mientras por su espalda pasó su hermano, un tipo alto rubio, con apariencia de rabia y tristeza en su cara.

-Jimmy, le dice ella con muchas ganas, mientras el no paraba de observarme fijamente.

-Quiero presentarte a… -¡¡oye espera!!, le dijo ella ante el desprecio de no querer prestarnos atención, mientras el siguió su camino, ella me pidió disculpas, le dije que no pasaba nada, pero parecía muy molesta.

-Bien, manos a la obra me dijo, y nos pusimos a cocinar los panqueques.

Ensuciamos casi toda la cocina, pero fuimos nuevamente como un gran equipo, nos reímos mucho, fue como una terapia donde nos olvidamos, al menos en mi caso de la cotidianeidad de nuestros días. Concluimos en la mesa del patio comiéndonos los panqueques, entonces Alice me dice:

– ¿El lunes puedes pasar por mí?

– ¿Enserio quieres que te pasé a buscar?, le dije.

-Bueno, ¿si tú quieres?, en realidad, me olvidé preguntarte si querías…

-Claro que sí, no hay problema, yo feliz, encantado, digo, si, obvio.

Decía tratando de disimular mis locas ganas, de que ya terminara el fin de semana y fuera lunes. Luego de comer panqueques me despedí de la madre de Alice y nos fuimos a la puerta de la casa. Tomó mi mano, me dio las gracias y me dijo:

-Antes de llegar a este lugar, me dije para mí que no volvería a tener ni siquiera un amigo, pero eres tan dulce que no puedo aguantarme, y me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Me fui retrocediendo sin dejar de mirar su cara de niña buena, y seguía retrocediendo despacio, mientras caía sentado en el piso al pisar la manguera, ella reía pícaramente al ver mis payasadas.

Para cuando llegué a la esquina y pude tragar saliva, me fui más relajado, pensando que todo esto era demasiado mágico para mí, quizás estaba soñando y desperté en una especie de realidad alterna, como en una película que vimos con mi padre. Pero me sonreí para mí mismo y me imaginé a Jezcel diciéndome una y otra vez que era un perdedor, que siempre fracasaba en buscar a alguien, y que, a pesar de siempre haber estado enamorado de ella, más que darme una oportunidad solo me daba falsas ilusiones. Nunca lo había pensado con tanta frialdad, y menos darme cuenta que ese sujeto en el que pensaba con tanta pena, era yo mismo. Me senté en la acera de una plaza cercana y me dije, ¡¡cerebruto!!, basta ya, me la jugaré por Alice, no puedo perder siempre, lo peor que puede pasarme es que me mande a la punta del cerro, desde donde siempre he vuelto, y grite un ¡¡SI!!, mientras unas niñas de otro colegio me miraron como si estuviese loco. Tomé rumbo a mi casa con la frente en alto, con borrón y cuenta nueva, y dejando en pausa cualquier cosa que Jezcel y yo, “más allá de una amistad”, pudiésemos “tener”. Llegué a casa y no hay nadie, así que paso por la cocina y saco un refresco y me voy a mi cuarto, me senté en la cama y pensé en una especie de atención o un regalo para Alice de bienvenida, y me dije, Chris tiene su habilidad de escritura, pasa todo el día con su diario, Jezcel dibuja muy lindo, y yo fui bendecido con la música. Le escribiré, ¡SI! ¡¡LE ESCRIBIRÉ UNA CANCIÓN!!, me puse los audífonos y los conecté a la guitarra, y empecé con algunos acordes, y a la vez que improvisaba letras:

“Alice, tú me tienes loco, y soy tu gusano de choclo…”

La verdad, es que no me podía concentrar, y si lograba poder avanzar en algo, lo descartaba. Así que después de unos diez minutos lo más cercano a un coro, era lo del “gusano de choclo”.

Lo canté a todo pulmón creyendo que estaba solo, pero un dolor en mi oreja derecha me levantó de mi cama, era mi mamá que me dijo casi gritándome que bajara a la calle, así que corrí escaleras abajo, y me encontré con una postal muy extraña. Estaba Jezcel tirada bajo mi ventana, rodeada por mi padre y Dalilah, la hermana de Jezcel. Corrí donde Jezcel y la tomé de la mano, y muy asustado le preguntaba que le pasó, pero parecía inconsciente. Mientras todos gritaban, y mirando yo un poco el panorama junto con las flores de mi madre y su enredadera en la cabeza de Jezcel, más la cerca en el piso. Comprendí que “tratando” de trepar a mi habitación, esta se vino abajo, cosa extraña para alguien que vivía trepándola. Le acaricié su lozano rostro y abrió los ojos, y me quedó mirando con su verde mirada entreabierta, y me dijo…

-Gusano de choclo…

– ¡¡¿Qué?!!, dijo Dalilah.

Decidimos llevarla a su casa, mientras me di cuenta que Christ estaba mirando desde lejos, lo saludé y nos disponíamos a entrar a casa de Jezcel, pero mi madre me agarró, y me empezó a regañar, que ya no éramos unos niños, que no debíamos trepar, que le tenía que devolver sus flores y todo eso. Me dejó afuera y se fue rumbo a casa de Jezcel. Lo bueno era que nada malo pasó, por ahora, ya que me escuchó cantar, que vergüenza será cuando Jezcel les cuente a todos pensaba mientras recogía las flores de mamá. Justo llega un coche descapotable con ni más ni menos que Meneses, que venía a buscar a Jezcel, y me gritó al verme:

-¡¡Oye idiota, ven acá!!, pero no lo tome en cuenta.

-¡¡Te hablo a ti pitufo!!, dije que vinieras, no me hagas bajarme.

-Jezcel no está, le dije.

-Sufrió un accidente, la llevarán a un hospital, le dije arriesgando más discusiones con ella.

Pero de verdad, no sabía si la llevarían o no, además la mamá de Jezcel no estaba en casa como de costumbre, acto seguido Meneses pegó un salto desde el copiloto del descapotable, y pude ver que estaban con ellos las capitanas del equipo de voleibol de la enseñanza media, lo cual me pareció muy extraño, entonces Meneses me agarro de la camisa y me dijo:

-Pues dile a Jezz, que la esperaremos en mi casa; ¡gnomo!, y me empujo.

Yo creo que al ver a mi padre asomarse por la ventana, volvió al coche y se fueron gritando, a lo que Christ, llegó corriendo y me levantó, preguntándome si estaba bien, pero justo que me disponía a contarle todo lo que pasó, mi madre salió a regañarme, y Christ, me dice que mejor hablaremos luego. Y cuando se estaba por ir alcancé a decirle que, a Alice, también la molestaron en la escuela, para su famosa fiestecita y un “evento” en el colegio, pero mi madre no me dejó continuar, y me sacó de una oreja mientras Christ se fue a su casa.

Al caer la noche de aquel viernes donde se podía empezar a percibir frío, miraba hacia el techo de mi habitación, y pensaba en que nunca he sido un niño sin cariño o falto de amor, tengo de todo y no me faltaba nada, bueno aun no tenía la motocicleta que quería pero, a esa edad, era donde te das cuenta que estamos destinados a no estar solos generalmente, y deseamos tener una compañera, y experimentar eso que se conoce como amor. Es una parte fundamental del proceso de madurez, el agradarle a alguien, el perderla, el luchar por esa persona, enojarse con ella, perdonarse, siempre había fracasado en eso, mi hermana se reía de mí en cada intento fallido, me decía que caminaba como un zombi tratando de encontrar un cerebro para engullir,

y a pesar que me aconsejaba que tenía mucho por vivir, en donde muchas de esas circunstancias serán rechazos y pérdidas, yo me negaba a fracasar, y ya que siempre mi expectativa de esa lucha era coincidir con el amor de Jezcel, esta vez, pudiera ser mejor dar un paso al costado e intentar ser querido por alguien más, al menos alguien que le pueda parecer interesante más allá de una simple amistad. Ya no quería ser más ese zombi, ansiaba despertar, quería demostrar que soy un buen chico, y que tengo mucho para entregar, así que en la oscuridad de mi pieza di un salto y me paré en la cama con el puño en alto y dije, ¡¡YA NO QUIERO SER UN ZOMBIE!!, sí, creo que lo dije, ya que sonó mi teléfono de tarro que teníamos conectado con Jezcel de ventana a ventana, uno de nuestros inventos de niñez:

– ¿Por qué dices que no eres un zombi?, cambio

-No por nada, solo inventaba una historia en mi cabeza, cambio.

-No me hables de cabeza, que me duele mucho, “gusano de choclo”, linda canción, ¿la terminaste? Cambio.

-Solo bromeaba, es todo, le dije un poco avergonzado.

– ¿Y te duele mucho la cabeza?, ¿te hiciste mucho daño?, cambio

-Solo me duele cuando me rio, ¿entonces te gusto la enana rubia?, le hiciste canción y todo, cuando aún no terminas la mía, cambio, baboso, cambio.

– ¿Y Meneses?, cambio.

– ¡¡Yo pregunté primero!!, ¿te gusta ella?, sabes, no es una buena persona, creo que trama algo, es como una enana vieja, y tiene aspecto de borracha, y quizás hasta fuma, por eso es enana, cambio.

– ¿Estás demente?, la conozco hace un día, y me basto para decirte que es una buena chica, tú solo la VISTE una tarde y crees que es una mercenaria, creo que el golpe fue fuerte, cambio.

– ¡Estúpido!, tú sabes que siempre tengo la razón, te hará sufrir y después llegaras llorando con el ala rota a mi lado, y te tengo noticias, ni Christ ni yo te entablillaremos tu porquería de ala, ¡¡gusano de choclo!!, cambio, CAMBIOOOOOOO.

En ese instante me dio una rabia caída del cielo directamente hacia mí, incluso por un segundo llegue a dudar de su amistad y cariño.

– ¿Enserio piensas así Jezcel?, me he matado todos estos años por agradarte, por jugármela por ti, pero tú no piensas en eso, solo das pie a lo que tú quieres, realmente estoy creyendo que estás celosa, CAMBIOOOOO.

-¡¡JA!!, ¡¡ESTUPIDO!!, ¿YO CELOSA? MIRA ENANO, TU NO ME GUSTAS PORQUE TE COMPORTAS COMO UN NIÑO Y NO MADURAS Y…

Pesque el “teléfono” y lo tire hasta cortarlo sin terminar de escuchar sus reclamos, y después saque la cabeza por la ventana y Jezcel encendió la linterna, y empezó a gritar mientras me hacía cambio de luces a la una de la mañana, con toda su potencia gritaba, ¡¡GUSANO DE CHOCLO!!, así que cerré la ventana y me tapé con las frazadas mientras actuaba como loca, y esperando no ser regañado, por hacerla gritar, me quede dormido. Desperté a las ocho de la mañana de un día Sábado, ¡¡milagro!!, pensé mientras limpiaba mis ojos, quizás ya dejé de ser un Zombi.


CAPITULO 05 – “DERRIBANDO PAREDES CON LA CARA”

Metido bajo las sábanas, a las nueve de la mañana, ya que me quedé dormido después de la proeza de despertar una hora antes, pensé en salir a correr por el barrio después de siglos, con la “excusa” de pasar por fuera de la casa de Alice, y poder verla, y conversar con ella. Me puse una sudadera, un pantalón de gimnasia y zapatillas, y salí corriendo. Cuando bajando las escaleras me para mi madre:

– ¿Dónde vas?

-Emm, necesito ir a la feria, le dije.

– ¿De verdad?, ¿tan temprano tú un sábado levantado?, bien

aprovechemos entonces, me dice con desconfianza…

-Ma, tengo que irme rápido.

-Espera espera, tráeme un kilo de tomates y un kilo de patatas, y manzanas verdes para tu hermana.

-Ok ma, pero estoy apurado, le decía mientras metía en mi bolsillo el dinero de la compra, okey adiós…

-Espera tú, me dijo un poco enojada.

-Ve a ver a Jezcel antes de ir.

No quería que sospechara mi urgencia absoluta por ir a otro lugar que no fuera saber de ella, o empezaría con sus preguntas capciosas, así que le dije que sí de inmediato. Cuando por fin salí a la calle, la crucé en dirección a la casa de Jezcel, y me quedé mirando la entrada y también el segundo piso, pero me di la vuelta y corrí en dirección a la casa de Alice, nunca antes había preferido algo por sobre su persona, pero me refugié sabiendo que estaba bien, básicamente por los gritos que daba anoche, pero sin darme cuenta, Jezcel había dejado de ser completamente imprescindible, al menos ese día. ¿Quizás es el sentimiento de amor que ciega?, ¿era solo un niño?, o simplemente un gusano de choclo. Aleje esos pensamientos filosóficos y corrí y corrí con fuerza, hasta llegar a su barrio, y cuando me acercaba a su casa, baje la velocidad y corrí como, “un poco más profesional” y menos idiota. Pase por el frontis, pero nada, nadie me llamó ni me sentí observado, pare en la esquina, y pase de vuelta, evitando una manguera de agua de una casa y al perro que ladraba, volví a pasar y nada nuevamente, me detuve en la otra esquina y nuevamente pase, pero esta vez más cerca de la entrada. En esa ocasión observando, pero no se veía ningún movimiento de nada, y después de unas cinco veces que ya prácticamente pasaba por el jardín corriendo, y ya casi por la entrada de la casa, observo que las cortinas se mueven, o eso me pareció, y en distraerme de eso, sin darme cuenta pisó en falso sobre el choapino de la casa, y voy a dar a un metro a besar el suelo.

En ese instante sentí abrirse la puerta de la calle, ya que sonaba una campanita, y la madre de Alice que dice, “¡¡Cielo santo!!”, y sacándome el pasto de la boca, me pongo de pie con ayuda de ella, y le digo que estaba corriendo por el barrio como lo hacía diariamente, y pues resbale, mientras ella miraba el choapino que fue a dar como a tres metros, y sin sacarse las manos de la boca, me invitó a entrar y aproveché de lavarme la cara y mirarme las rodillas para verificar que no estuviesen rotas. Me ofreció una bebida, y me invitó a sentarme en el living de la casa, mientras me charlaba del cuidado que se debe de tener al correr y todo eso. Yo solo esperaba que Alice saliera de algún lado, y mientras miraba, mis ojos quedaron plasmados en un cuadro puesto en la pared, donde salían todos en una foto familiar, solo que estaba el padre de Alice abrazando a sus dos hijos, la madre de Alice se da cuenta que miré el cuadro, y se pone de pie y se acerca, y me dice que “extraña mucho a su esposo, que los tres lo extrañan mucho, y que su pérdida, a la familia le afectó mucho, su hijo ya no es el mismo, y Alice…” Justo en ese momento entra Alice a la casa, que cuando me ve, se le dibuja una sonrisa, y yo me pongo en estado nervioso.

– ¿Qué haces por acá?, me pregunta sonriendo, mientras dejaba su mochila sobre el sillón.

-Pues lo que pasa, es que tú sabes, yo salgo a correr por el barrio, en las mañanas y el deporte es importante ya que…

justo baja las escaleras su hermano mayor que parecía estar escuchando nuestra conversación y nos dice:

-Vaya que raro, me pareció verte pasar unas veinte veces por fuera de la casa en poco tiempo… y nervioso y estúpidamente le respondí:

-Ya sabes, corro muy rápido, sangre de leopardo y todo eso.

Y al ver que me quedó mirando un poco raro Alice me tomó de la mano y me llevó a su cuarto en el segundo piso. Pedí permiso a la señora Acelia, y subí sintiéndome observado por el hermano todo el tiempo. Cuando entramos a su cuarto, era muy hermoso, fresco y ordenado, como el mío, pero ordenado. Tenía otra fotografía con su padre en un portarretratos donde salían sonrientes y abrazados los dos. Noto que me quede viendo la foto, pero me hice el tonto, comprendí que era un tema delicado para la familia por lo que me había contado la señora Acelia, así que salí del impasse señalando una guitarra de tonos rojo oscuro y de aspecto costosa y muy hermosa que tenía sobre una especie de sillón, a lo que me dice, “era de mi padre”, ufff, si no me llueve, nieva…lo siento, le digo.

-No te preocupes, me dice con una sonrisa perdida en el aire, creo que noto mi cara de afligido y después de unos segundos de incómodo silencio me dice:

-Pero puedes tocarla si gustas, es más, ¡¡cántame algo!!, me lo dice con mucho entusiasmo, la verdad que de inmediato me imaginé un gusano gordo y gigante de choclo cruzando por el cuarto.

Y a Jezcel burlándose de mí, trate, juro que intenté, pero no pude sacar otra letra que fuera distinta a la del gusano, ni siquiera me recordaba alguna canción conocida, mientras ella esperaba sentada en la cama con cara de entusiasmo, y no se me ocurrió nada mejor que decirle que le estaba escribiendo una canción sobre su llegada, pero que no podía cantar ni nada, ya que era una sorpresa.

– ¿¿DE VERDAD??, ¿¿JURAMELO??, nunca nadie me había creado una canción, ¡¡Gracias!!, me dijo mientras me daba un gran abrazo.

-Bien, pero debes darme un poco de tiempo le dije, pero lo haré, mirándola con cara de superhéroe.

Entre tanta conversa y conversa, sobre cómo era el barrio, el colegio, y situaciones mundanas, se me ocurrió ver el reloj que tenía en la pared, que de pronto su tic tac me retumbó en el oído y me acordé automáticamente de la cara de mi mamá preguntándome por las patatas y los tomates, manzanas y… el dinero que ya no estaba en mi bolsillo, me entró una especie de transpiración helada que me recorrió la espalda, así que me levante de la cama.

– ¿Qué pasó?, me dice Alice, ¿te vas?

-Si, es que tú sabes, tanto ejercicio, necesito una buena ducha y eso.

-Pero ¿pensé que te quedarías a almorzar con nosotras? y eso, puedo preparar un jugo exquisito y…

escuchaba las bondades culinarias de sus manos, pero me imaginaba la cara de mi madre tirándome papas y tomates mientras me aferraba a una pared, y sin pensarlo y con poco discernimiento le tomé una mano y le dije que volvería más tarde y quizás podríamos salir a dar una vuelta, a lo que ella abrió los ojos gigantes y me dijo que estaría encantada.

-Volveré, le decía mientras tropezaba con la pata de una silla que se interpuso en mi camino.

Me despedí de su madre que insistió que me quedara, y no pude evitar ser observado por su hermano en todo momento, que me seguía con la mirada como si yo fuera una especie de paloma en un tiro al pichón.

-Entonces, ¿Te espero en la tarde…?

-Si si, le dije en tono nervioso, tendremos una linda cita, no no, digo un lindo paseo, le decía mientras trataba de desenredar mi lengua con mi ímpetu.

-Jajaja, eres un loco, bueno Axl, te espero… me dijo mientras me hacía señas de despedida.

Con un ojo la miraba y con el otro miraba el suelo a ver si encontraba el dinero de la compra, que ayudaría a aminorar el castigo por la falta de verduras y frutas, pero no logré encontrar nada, así que me fui lentamente a casa pensando en una disculpa, y también pensando en la salida improvisada que me atreví a planear con Alice. Cuando estoy por llegar a la calle de mi casa, llega en una bicicleta a mi lado, era el hermano de Alice, que, sin parar de mirarme feo, extiende su mano y me pasa el dinero de las verduras.

– Se te calló mientras corrías como estúpido.

Se dio la media vuelta y se fue, y ni siquiera pude darle las gracias, así que apuré el tranco y al llegar a mi casa veo que viene Christ saliendo de casa de Jezcel.

– ¿Y tú?, de dónde vienes me pregunta, ¿no has ido a ver a Jezcel?

Le explico que vengo de la feria, “si…” me dice, “lo veo por las pesadas bolsas imaginarias que traes”. No me queda más que encogerme de hombros, y me dice:

-Preguntó por ti, está enojada contigo, dice que la empujaste de la ventana y que en la madrugada la insultaste por el teléfono de tarro y después a gritos.

Justo antes de defenderme y tras la desfiguración de mi cara me dice nuevamente:

-Pero sé que estaba mintiendo, y que lo dijo por lo molesta que esta, ya que la cuerdecita del teléfono la tiene ella, entonces el que la cortó fuiste tú, y menos le creería que la empujaste y la insultaras, pero sabes bien que ella cuando está frustrada y enojada miente. Pero al menos está bien del golpe, tiene un chichón que dice que vengará, y quiere verte, solo ve y pídele disculpas, sea como sea déjala que gane esta vez.

-Como todas las veces, le digo, y además yo no la empuje, ella se trepó sola, con su complejo de araña… araña colorada, le dije enojado.

-Como sea, ve a verla, y no podré verte hoy, me decía Christ, quedé de salir con Betina, pero no le digas a Jezcel, la verdad es que quiero intentar a que de una buena vez esto resulte.

Y dándome la mano se despidió, intentando una vez más lo de Betina y el, y esta vez, la ocasión número treinta quizás, pero se le vio más decidido, es momento de que Jezcel madure y sepa que ya no tiene esclavos ni lacayos. Así que giré en contra de su casa y pensé en no entrar, pero en la puerta de mi casa estaba mi mamá, ahí es cuando te das cuenta que puede existir un infierno arriba y abajo. Trague saliva y salude a mi madre que me miró como a un objeto de poca monta, y en el nerviosismo se me ocurrió preguntarle qué había de almuerzo, a lo que me respondió:

-Pastel de patatas y tomates, ¿quieres saber el postre? Me dijo enojadísima.

– ¿Manzanas verdes?, jeje, y me agarró de un brazo y me metió para adentro.

Empezó a darme una cátedra de responsabilidad, de que yo era un descuidado y que no se podía confiar en mí, y cada vez me enojaba más y más, y al final me dice que la mire, casi como una orden marcial.

– ¿Fuiste a ver a Jezcel?

Le expliqué que tenía algo importante que hacer, y que recién pude llegar, y se quedó en silencio, mientras Rose hacía que miraba la televisión y mi padre hacía que leía el periódico, como que ambos se encogieron con ese silencio.

-Ella es tu amiga, prácticamente tu hermana, cada vez que tú has estado enfermo, ella te venía a cuidar trepando esa ventana o bien pidiendo permiso, pero siempre fiel a ti, es una buena chica, que no sé cómo quiere tanto a tan mal amigo. Así que irás a preguntar como está, y después se quedará castigado, ¿me escuchó?

Me enoje tanto que explote, ósea que ella es buena persona ¿y yo no?, le recrimine, y empecé a repartir veneno desde mi lengua enroscada y bífida,

– ¿te recuerdas cuando llegó el circo?, ¿ese que traía animales y que era europeo, que se pusieron en el terreno baldío en la rotonda? ¿recuerdas que la hija del domador de leones entró a nuestro curso en la escuela? ¿una chica de ojos grises y cabello muy rubio que era rumana y que actuaba en el trapecio? Pues Jezcel la acosó hasta que se fue el circo inventando que el papá le robó el gato a Elizabeth para alimentar a las bestias. Y el gato lo tenía Jezcel escondido, y no solo eso, ¿recuerdas el restaurante chino que estaba en la esquina de la escuela cuando estábamos en cuarto año? La hija del dueño, “Yuan Yi Di” se tuvo que cambiar de colegio porque al ver que ella se llevaba muy “románticamente hablando” bien con Christ, Jezcel se puso celosa y corrió el rumor de que los ratones de la construcción del centro de eventos de la colina se acabaron porque los “cazaron” para hacer Chapsui de carne en el restaurante.

¿Quieres más?, ¿Recuerdas la vez que le cortaron el cabello muy corto a Betina porque tenía liendres? ¿Sabes quién no sé cómo consiguió liendres en un frasco y se las tiró en la cabeza, solo porque tenía el cabello más largo que ella?, y nos amenazó para que no habláramos.

Mi padre se reía mientras se tapaba con el diario, y mi madre me dijo que eran travesuras y que yo en cualquier caso era su cómplice, me levanté del sillón y la miré esta vez enojado de verdad.

-Parece que se te olvida cuando ella fundó una religión en el colegio, y se ponía a predicar en los recreos juntando firmas para que la Madre Lorenza se fuera, y hacer ella las clases de religión. Le dieron tres días de suspensión, y cuando volvió, traía una sotana y obligó a Elizabeth a casarse bajo su religión con Humberto Véliz, el idiota que se comía el pegamento, haciendo un altar con plumavit en el patio del Kínder y terminaron suspendiéndola tres días más y con matrícula condicional, y también cuando quería cobrarle al curso dinero por que soñaban con ella, “supuestamente”, y quería dinero por derechos de autor…

-¡¡BASTA!!, vas a ir a su casa y estarás con ella, ella es tu amiga, y lo harás porque yo lo digo, punto. ¿fui clara?

Casi le digo sin querer, que estaba saliendo con, “alguien”. Bueno, era lo que creía en mi mente en ese entonces.

-Si mamá, fuiste clara, le dije mientras se iba a la cocina, y escuchaba las risas de mi papá.

Entonces se me acercó Rose y me dijo que era un poco hombre, que tenía que cuidar a un amigo, especialmente si de alguna manera estaba enamorado de ella. La miré feo, siguió diciéndome que tenía que aconsejar y no acusarla así, y por último, yo no podía obligarla a que me amara de la forma que a mí se me antoje. “Madura enano”, me dijo, y eso ya me quitó hasta el hambre. Me fui a la ducha y me empecé a sentir mal. Entendí que ella siempre fue así, y que la queríamos aun siendo de esa forma.

Me vestí y crucé la calle dispuesto a hablar con ella, toqué la puerta y me atendió su mamá, la señora Hannah, con una cara que siempre me recordaba tristeza:

– ¿Vienes a ver a Jezcel?, está en su cuarto, y cuándo puedas dile a tu mamá que iré a conversar con ella para pedirle disculpas, por la cerca y sus flores. Y por favor ¿puedes subir este jugo a su cuarto?

-Claro, le dije mientras le sonreí, y ella me contestaba con una sonrisa un tanto actuada.

Subiendo lentamente me doy cuenta que detrás de mí estaba Princesa, la perra que parecía lobo, o más bien cancerbero, que no me tenía mucho amor. Y al oír su primer gruñido, entre casi volando al cuarto de Jezcel y con medio jugo fuera del vaso. Tapando la puerta con mi espalda. Princesa casi nunca estaba dentro de casa, siempre en el patio, pero quizás como Jezcel estaba enojada la soltó dentro para que yo pasara un mal rato. Aún recuerdo cuando con los chicos de la academia de música le vinimos a dar una serenata para su cumpleaños, y nos soltó al perro haciendo que Benito González casi se cayera a la rivera del canal.

– ¿Qué haces acá, pervertido y traicionero?, ¿Qué no sabes tocar?, me dijo mientras se tapaba, porque al parecer se estaba cambiando ropa.

Me di vuelta rápidamente mirando a la puerta.

-Perdóname, es que Princesa…

-Vete a hacer juguetes, enano de santa Claus, me dijo.

Respiré profundo y recordé las sabias y obligatorias palabras de mi madre, y también las de mi hermana.

-Jezcel, la verdad no sé porque estás enojada conmigo, yo no te empuje.

– ¡Dije que te fueras!, mientras princesa empujaba la puerta que yo trancaba con mi cuerpo.

-Ok, ok, te pido discul…, te pido perdón por hacer que te cayeras por la ventana.

-Es que no entiendes Axl, enano, microbio de charco…

Y me ofendía gratis a cada rato, bueno ella era la que le ponía sobrenombres a todo el mundo.

-No me molesta caerme, no es la primera vez, lo que me molesta es que, de verdad, ¿te atrae esa enana?, como puedes confiar en ella, así como para intentar hacerle una canción. ¿No te das cuenta que se está burlando de ti?, y tú caes redondito, nadie se enamora de alguien en un día o dos. Bueno, solo tú, baboso, y además ¿le haces una canción?, cuando ni siquiera has terminado la mía.

-Dijiste que mi canción parecía himno de bar de segunda, y nunca le pones atención cuando la canto para ti, le reproche.

-La intención me gusto pues, menso, además yo te busque una chica que te quiere, y le gustaría una oportunidad contigo.

La verdad sobre eso es que Jezcel le lavo el cerebro a una niña de cuarto año, una mocosa regordeta y de dos coletas al lado de las orejas, y le hizo creer que está enamorada de mí, y que yo seré el amor de su vida.

– ¿Estás loca?, ¿Cómo crees que yo pueda estar con una niña pequeña?

-Pues ella te tiene mucho cariño…

-Tú sabes lo que siento por ti Jezcel, sabes que mi cariño va más allá de la amistad y la hermandad, dime la verdad, en el verano ¿tenías intenciones de darme una oportunidad? y por culpa de quien sabe qué cosa, o por el estúpido de Meneses, todo eso que logre avanzar, lo desconociste y tiraste por la borda como siempre lo haces.

-Yo jamás te di ninguna esperanza, solo era cariño, solo te quiero como amigo, o te quería, ahora ya no lo sé, ahora con esta “amistad” ridícula que crees que tienes con esa enana…

– ¡Basta Jezcel!, yo no soy tu maldito esclavo, eres una manipuladora, ella es una buena persona que me trata bien y quien sabe, quizás logre encantarle o que se yo.

– ¿Quieres apostar a que no?, me dijo poniéndome cara desafiante.

-Madura, le dije.

-¡¡Madura tú!!, me gritó, y ahora vete de mi casa pervertido, me dijo lanzándome el teléfono de tarro y metiéndose en el baño de su cuarto.

Me tuve que desplazar por la ventana de su dormitorio porque Princesa gruñía del otro lado, me descolgué como pude y me terminé lanzando recién cambiado de ropa a un montón de arena de construcción que estaba en el patio, quedando muy sucio. Con hambre y enojado por todo lo que me dijo, el día se ponía malo para mí. La cosa es que salí de la casa y me fui corriendo a verme con Alice, sin dejar de pensar en la casualidad de que ella pudiese tener algún objetivo sucio en mi contra, en el fondo era verdad, nunca nadie se me había acercado con tal liviandad y simpatía, me dejé maravillar y encantar sin medir consecuencias, y mientras filosofaba de mil maneras distintas, mientras muchas cosas hacían mella en mi mente débil y trizada, me encontré frente a la casa de Alice, como a eso de las cuatro de la tarde, y antes de golpear la puerta, se abrió y era ella, con un vestido hermoso que hacía juego con sus lindas y rubias facciones, y también con su sonrisa.

-Hola, pensé que ya no vendrías.

-Si, lo siento es que tuve un inconveniente, le dije mientras sacudía

mi ropa que estaba sucia por la caída en la arena.

-Bueno… ¿y donde iremos?, me dijo con una sonrisa que era para pintarla. Y su voz aterciopelada, se interrumpió de golpe cuando le gritó a su mamá: “¡¡ME VOY MAMÁ!!”, pero para mí seguía siendo una hermosa voz aterciopelada.

-Emmm, pensaba invitarte a cazar ranas al canal, para mostrarte los

lugares de la villa, pero, veo que estás muy elegante para eso, le dije.

-Si quieres me cambio por algo más cómodo.

-NO, le exprese, vamos al centro comercial entonces, está casi recién Inaugurado, y es muy divertido, a lo que accedió feliz.

Mientras nos marchábamos vi por la ventana del segundo piso a su hermano que nos miraba mientras nos alejábamos. Nos fuimos caminando por la plaza central de la villa calles arriba, conversando de cosas del colegio, ella no hablaba mucho de su vida pasada, más bien me interrogaba sobre cosas de la escuela, y cuando le preguntaba por su ex colegio antes de llegar acá, cambia un poco el tema. De pronto llegamos hasta el centro de eventos y junta vecinal de la villa, en donde promocionaban, “Concurso Señorita Otoño y Joven Invierno 1993”, nos detuvimos a leer las bases, y Alice le dio risa.

-Enserio ¿miss otoño?, seguía riendo.

– ¿Y porque te da risa?, le pregunté sonriendo como tonto.

– ¿Cómo otoño?, estas cosas deben ser de primavera o verano, ¿otoño es como…? más deprimente.

– ¿Es que no sabes la leyenda? Le dije para hacerme el gracioso.

me miró con cara de risa desconfiada y me dijo que le contara la historia, me rasque la barbilla y le empecé a inventar sobre la marcha:

“Hace tiempo, cuando este terreno era baldío, y solo existía el cauce del canal y muchos árboles, en las épocas de otoño salía una bruja gigante y malvada, de color rojo, salía mmmmm, a matar a los pobres pescadores…”

-Estas inventando, ¿Cierto?, me dijo levantando una ceja.

-Jeje, si, la verdad no sé cómo nació, pero es divertido porque hay mucho carnaval en la villa, y todo el mundo feliz y contento, pero mejor nos marchamos, le dije.

-Ok, pero… ¿te deprimiste?, me preguntó deteniéndose.

-No, no es nada, le dije con una sonrisa fingida, y seguimos nuestra ruta al centro comercial.

Ya en el centro, empezamos a pasear por las tiendas de ropa, prácticamente no la escuchaba, solo la miraba sonreír y estar feliz mientras me preguntaba si aquella blusa verde o esa bufanda rosa se le veía bien. Me sentía genial con ella, feliz de que el dueño de la tienda pensara que éramos novios, ya que me cerró un ojo a cada momento, y preguntó “si yo acompañaba a la dama” con una cara de pícaro mientras me daba golpecitos con su codo. Y así estuvimos dos horas que con mi madre o mi hermana hubiesen sido insoportables, con ella fue un viaje al paraíso. Luego fuimos por un refresco y ya sentados con un lindo paisaje del centro, y mientras ella me sonreía, recordaba las palabras de Jezcel y me retumbaba en la cabeza eso de que ella solo me usaba, entonces pasó lo increíble, tomó mi mano y me dio las gracias por ser buen “amigo”, y comportarme de manera tan simpática y desinteresada. “¿¿AMIGO DIJO??.

Y cuando esas palabras casi se transforman en un arpón rumbo a mi corazón, sacó desde su cartera unos medicamentos y se las tomó con el refresco y me dijo:

-Lo siento, me duele un poco la cabeza…

-No hay cuidado, le dije.

Aunque aquellos comprimidos no parecían simples aspirinas. Después de un incómodo silencio le pregunté si quería comer algo, y aunque me dijo que no, a los cinco minutos ya tenía la mesa llena de comida, entre patatas fritas y hamburguesas, y comía y comía y comía con muchas ganas y ansias, tanto que le pregunté si se sentía bien, y me quedó mirando mientras dejaba la hamburguesa en el plato.

-Lo siento, es que cuando me relajo un poco, me da apetito, disculpa.

-Noooo, le dije, tranquila, solo que me sorprendió un poco, es todo.

Entonces dejó a un lado la comida, y puso sus ojos tristes, y se quedó en silencio.

– Vámonos, Me dijo.

– ¿Pero…?

-Vámonos Axl, por favor, y empezaron a brotar pequeñas lágrimas de sus hermosos ojos. Me levanté y me acerqué a ella del otro lado de la mesa, y le pedí disculpas, y ella me abrazó y me dijo que estaba bien, solo que recordó un episodio con su padre cuando estaban juntos, intenté soltarla, pero me abrazó más fuerte, y me dijo:

-No me sueltes Axl, te lo pido, me sentí hasta importante por primera vez en mi vida, tragué saliva y le dije:

-Nunca te soltare Alice, y ella explotó en llanto con sollozos, mientras toda la gente nos miraba.

Parecía una escena de una telenovela de mi madre, me tomó la mano y me sacó corriendo del centro comercial. Nos fuimos caminando a casa, no quiso tomar el autobús, y tampoco decía ni una palabra, cuando estábamos a diez minutos de su casa le pregunté si estaba cansada, a lo cual me dijo que sí, y le ofrecí llevarla en mi espalda como chiste, pero ella dijo que sí. Así que tuve que multiplicar mi fuerza y la subí, y comencé a caminar mientras ella estaba en mi espalda y sus tacos en mis manos, mientras descansaba su cabeza en
mi hombro.

Para cuando estábamos a su casa, le dije que habíamos llegado, pero parecía estar dormida, toqué el timbre y salió su madre que nos miró y se desfiguró completamente.

– ¿¡¡Que ocurrió!!?

-Estaba cansada, y le ofrecí traerla en mi espalda y se quedó dormida, le dije a su mamá.

-Bien tráela al sillón, me dijo.

La dejé con mucho cuidado, mientras la mamá le tomaba los signos vitales, y me preguntó que había comido, y le dije que comió patatas fritas y hamburguesas, y un refresco, y antes de eso se tomó un medicamento para el dolor de cabeza, mientras le apuntaba a su bolso, acto seguido revisó toda la cartera y dio con un frasco con muchas pastillas.

– ¿Eran estas?, me preguntó.

-Si, al parecer si, tomó 2 creo. ¿Está todo bien?, me había entrado un poco el miedo.

-Si hijo, es solo que esta niña confundió los medicamentos, disculpa las molestias.

Le volví a preguntar si estaba todo bien y que no era ninguna molestia. La mamá la tapó con una frazada y la dejó dormir en el sillón, yo al ver la naturalidad de la señora Acelia, me sentí más tranquilo.

-Realmente no me gustaría irme, pero por favor anote mi número, quiero saber si todo va a estar bien.

-Bien hijo, eres muy dulce, anótalo en este papel y cualquier cosa yo llamaré a tu casa para avisarte.

-Gracias, le dije mientras me acercaba a la puerta.

Al salir noté que el hermano me miraba desde el segundo piso nuevamente sin ninguna expresión, ya daba miedo, pero nuevamente no le presté mayor atención y me fui corriendo a casa.

Sin comer nada me senté al lado del sillón mientras pasaban las horas, nadie me podía corretear de ahí ni mucho menos ocupar el teléfono, pero me quedé dormido, y a eso de las una y diez de la madrugada me despertó el sonido del teléfono, y lo tomé casi de inmediato, solo sonó dos veces y dije “¿hola?” pero no se escuchaba nada del otro lado, insistí varias veces hasta que se me ocurrió decir, “¿Alice?” entonces empecé a escuchar un llanto de mujer muy retenido.

– ¿Alice? ¿eres tú?, contéstame por favor…

-Axl, perdóname, perdóname te lo pido.

Me decía mientras lloraba con mucha tristeza y mientras yo trataba de calmarla me dijo:

-Yo soy una persona con muchos problemas, no soy buena para querer y que me quieran, mi cabeza es un lío, y hasta puede que sea una mala influencia, sería mejor que te alejes de mi…

-¡¡No lo hare!!, la interrumpí, está claro que algo no está bien, pero no te dejare sola, si tienes algún problema puedes confiar en mí y contarme lo que necesites contarme, pero no me alejaré de ti, ya que necesitas un amigo, como me lo dijiste hoy.

Nuevamente se puso a llorar y me dio las gracias, me dijo que en realidad no le dolía la cabeza, que eran unas pastillas para relajarse que las toma a diario y como se sentía inquieta a pesar de la dosis que ya había tomado, ingirió otra dosis pensando en relajarse un poco más y comenzó a sentir mucho sueño y se quedó dormida. También me contó que sufría de algo llamado “crisis de pánico”, y que tomaba muchos medicamentos, y que algún día me contaría el porqué de sus crisis, pero tenía que tenerle paciencia. Finalmente me dio las gracias nuevamente y que vio en mí algo especial y que ya sentía que me quería mucho, no le pude decir que yo también, ya que mi lengua se enredó, pero creo que lo entendió, y así cortamos el teléfono. Me quedé tirado en el sillón no sabiendo si estaba muy contento o muy preocupado, luego llegó mi hermana que había bajado por un vaso de agua según ella, y me dijo:

-Vaya vaya, estás que ardes hermanito, las tienes locas…

-La ignoré con un desprecio y subí la escalera.

-Axl, ve con calma, quizás este sea el momento que tanto has esperado en la vida y tengas que tomar una decisión que no tendrá vuelta atrás.

La miré, y asenté con mi cabeza, ¿Qué sabía ella?, no le dije nada ya que, para mí, mi hermana era una chica que, a pesar de no ser tan sabia, por extraño que parezca solía tener la razón, o algo así. Subí pensativo y al entrar a mi cuarto noté que mi puerta y mi ventana estaba abierta y el viento sacudía mi cortina, y al mirar a mi cama en la oscuridad vi un bulto, era Jezcel que realmente no sé cómo trepó y estaba durmiendo en posición fetal. Me acerqué a ella y vi algo que nunca en mi vida vi, estaba soñando y lloraba. Nunca en mi vida la había visto llorar, siempre tuvo mil motivos e incluso excusas para llorar, pero no lo hacía, miles de golpes, penas y rabias y nada, Christ y yo pensábamos que era una especie de robot del futuro que no lloraba, como en la película esa que no recuerdo ahora. Me acerqué a su rostro y veía cómo le caían las lágrimas mientras decía “papá… papito…” me dio mucha pena, era como ver derrotado a un gran y firme soldado. Quise secarle las lágrimas con la manga de mi ropa, pero ella tomó mi mano y la puso debajo de su cara sin soltarla, ahora no me podía mover así que me quedé afirmando mi cabeza a la cama sentado en el suelo en posición de yoga, y sin darme cuenta me dormí.


CAPITULO 06 – ATORNILLANDO PARA ATRÁS

Me despertaron las gallinas de doña Eulalia, si, la vecina tenía unas gallinas o más bien creo que era un avestruz, porque le daba de comer otras aves más pequeñas ya que se veían “gigantes”, y hasta un día salió persiguiendo a mi mamá por la calle, y me tuve que meter a asustar al gallo que me terminó siguiendo a mí, y me picó cuando intenté trepar por la cerca de mi ventana. La cosa es que desperté en el suelo a eso de las seis de la mañana con la ventana abierta y la cortina como capa de superhéroe en dirección a la calle, me senté en el piso y recordé a Jezcel llorando, algo que nunca había visto y tampoco nadie me creería. Me metí a la cama como pude, y cerré los ojos, tenía mucho sueño, pero sentí que solo dormí un segundo, porque desperté con mi hermana apretando mi nariz con los dedos, y mientras me ahogaba me decía que bajara a desayunar. Eran las once de la mañana y cuando me disponía a bajar, recordé lo mal que estaba Alice ayer, así que me metí en la ducha y quise salir raudamente, pero en la puerta me agarró mi madre:

-Ve a comer.

-Mamá… es urgente.

– ¿Qué puede ser más urgente que alimentarte bien?, come algo y puedes salir media hora, y vuelves a tu castigo. Yo no olvido, me decía mientras tomaba mi cabeza.

-Si madre mía, le dije con ojos melosos.

Tragué un sándwich, y salí corriendo, corrí y corrí por la villa, casi tenía alas. Y para cuando llegué a su casa, después de golpear media hora, noté que ya no estaban. Intenté mirar por la ventana, y el vecino, típico curioso del barrio me dijo que habían salido temprano, un poco decepcionado me fui, pero el curioso insistió:

– ¿Tu eres Axl verdad?

– ¡Si!, le dije con sorpresa.

– Bien, me encargaron darte un mensaje.

Mientras el tipo sacaba de su bolsillo un papel doblado de color morado, le di las gracias y me fui a leerlo a la plaza, con mucha velocidad, me senté en el pasto y abrí la hoja:

“Querido Axl, si por esas casualidades vienes a mi casa, salimos temprano a casa de mi abuelita, y estaré todo el día fuera, te llamaré cuando vuelva, cariños, Ali”

Bueno, después de eso no tenía mucho que hacer, solo ir a esperar el llamado en un aburrido día domingo, llamado que nunca llegó.

Al siguiente día llegué a la escuela y todos estaban en la entrada del colegio y había un gran caos. No entendía nada, afortunadamente estaba la reportera de los cahuines del colegio, Elizabeth, quien se acercó con cara de periódico de las ocho am:

– “¡Esta todo patas para arriba!”, hay un tremendo desastre en el gimnasio, rayaron y robaron cosas y los profesores no dejan entrar a nadie, pero yo entre por el patio del kínder.

– ¿Pero no hay nadie más adentro?, le pregunté.

-Solo profesores e inspectores, y creo que alguien de la policía.

Lo que ya era muy raro, aunque al cabo de diez minutos, nos dan la entrada y efectivamente había un policía conversando con la directora del colegio. Pero nos hicieron pasar directamente a nuestras salas. Dentro de la sala me senté junto a Elizabeth quien poco menos hablaba de que un atentado terrorista ocurrió para semejante jaleo, y otras cosas superfluas. Yo solo estaba pendiente de que Alice llegará, no supe nada de ella el día anterior y tampoco quise llamarla a su casa. Me daba un poco de vergüenza, y de pronto el demonio se asoma, Jezcel llega con cara de pocos amigos, y de inmediato Elizabeth se pone a pie juntillas como un militar y el resto de los compañeros se queda en silencio, se para en medio del salón y nos dice que nos callemos con un grito:

-Bien borregos, aunque no están todos, y yo como delegada del curso, informó que empecé las gestiones para hacer que la niña nueva, la rubia pretenciosa con aires de diva y enana, se vaya al otro octavo año, ya que contamina el aire y baja el promedio de estatura del curso, dijo ante una triste mueca de Elizabeth que era muy bajita.

-Así que lamentablemente tengo que hacer una votación porque entiendo que uno o dos se van a oponer, decía mientras me lanzaba una mirada de odio.

-Espero compañeros míos de mi alma, que voten a conciencia, necesitamos la armonía del curso y…

-Justo que todos nos mirábamos con cara de qué “en qué dimensión estábamos”, entra Christ tomado de la mano de Betina, aunque más bien, Betina tomando de la mano a Christ, y cuando Jezcel se dio cuenta, los ojos se le inyectaron de sangre y puso el grito en el cielo:

– ¿Qué demonios?, ¿Christ?, pero…

-Tú no tienes ni opinión ni voto, déjanos una vez en paz, él no es de tu propiedad, ¡¡él es libre!!, le gritó Betina en una disputa que ya era común, y la cara de avergonzado de Christ era de dos metros.

-Tu no le convienes a Christian, él se merece una chica buena, de sentimientos más puros, tú siempre le coqueteas a los chicos de otros cursos, crees que por que tu familia es del extranjero puede venir acá y creerte la “muy muy”. ¿Sabes?, no eres más que una Jirafa insípida que solo se te acercan para ofrecerte maní, ja, le dijo con mucho odio.

– ¿Estás loca niña?, de verdad tu intelecto es de papel, y di lo que quieras, Christian y yo nos daremos una oportunidad porque ambos nos queremos y ¿a ti?, no te quiere ni tu padre…

Después de que Betina dijo eso, todos corrimos en dirección a Jezcel ya que se le dejó ir encima, Christian la agarró de la cintura y Daniel Cáceres la agarró de un brazo, y yo sujete a Betina abrazándola, y se seguían gritando:

– ¡Te voy a patear!, no tienes derecho de hablar de mi papá ni de mi familia, ¡¡estúpida!

-Tú no tienes derecho de hablar de los míos, y yo nací en este país no soy extranjera, no me trates como intrusa, ¡¡imbécil!

En ese instante, entra el profesor y nos dice:

-Al salón de actos. Todos, ¡¡AHORA!

Christ salió con Betina casi a la rastra, y Jezcel le gritaba que esto no quedaría así, y que Christ era un traidor y blablablá, y le dio una cachetada a Cáceres.

-!!Y tú no me agarres degenerado!!, le dijo y se fue encendida como un farol rojo, mientras el pobre se sobaba la cara del dolor.

Ya en el salón de actos la directora del colegio nos relató un episodio de vandalismo que había sufrido el gimnasio del colegio. Rayado, robo y destrozos, nos dijo que la policía se había presentado para investigar el caso, y que, si alguno de nosotros sabía, era cordialmente invitado a contarlo de manera anónima para no sufrir represalias, después habló el policía con consejos para todos, y luego la psicóloga, la inspectora y creo que, hasta el comité de padres y apoderados, y todo eso duró como una hora. Y pues, Alice nunca llegó. De pronto Jezcel levantó la mano y pidió subir al podio, se le dio permiso y grave error… empezó su show:

-¡¡Compañeros!!, no podemos estar ajenos a lo ocurrido en nuestro colegio, yo como representante oficial del comité de las buenas costumbres que creare hoy mismo, siento que las malas “artes” son de aquellas personas que vienen llegando al colegio, y de aquellos con ascendencia extranjera y europea…

La verdad que todos sabían cómo era ella, así que se le dijo a la directora, y la sacó del podio en un dos por tres y mando a todos a sus salas ante los reclamos de Jezcel.

Ya en la sala, nuevamente todo muy tenso y de vez en cuando empezaban los dimes y diretes que no dejaban que la clase fluyera de manera íntegra. De pronto entra el profesor de Voleibol y se lleva a Betina, Elizabeth y Jezcel. Y casi al terminar la hora, la profesora de básquetbol se lleva a Christian, y yo ahí sin saber nada de nada, bueno en realidad, siempre los sacaban cuando tenían sus eventos deportivos, pero con todo eso de lo que pasó en el gimnasio pues…

Al mediodía, entró Elizabeth con una cara como si hubiese visto un fantasma, se sentó a mi lado y como su naturaleza es despotricar todo lo que ve, comenzó sin que le preguntara, resulta que el entrenador de voleibol reunió a todas las chicas destacadas de los cursos básicos, es decir a Jezcel, Betina y Elizabeth, y al otro lado estaban todo el primer equipo compuesto por las chicas de enseñanza media, donde la capitana, “Sandra Velázquez”, amenazó de entrada a Jezcel, diciéndole que “no tienen nada que meterse con el equipo del colegio, que solo son unas aparecidas, en especial tú”, y Jezcel le dice “que si aun esta picada por lo de Meneses, y que el hablo muy mal de ella en el verano un par de días que salieron juntos”. En eso aparece el Entrenador que le comunica que ellas serán parte del primer equipo, y que se vienen muchos cambios. En eso entra la directora al gimnasio y les comunica que la escuela planea tener un sello “deportivo”, y empezará con fútbol, voleibol, y básquetbol. Que llegarán expertos en salud deportiva y gente que los guiará para que la escuela se convierta en una élite del deporte con becas y muchas mejoras más. “Pero la parte mala de todo esto les afecta a ustedes señoritas”, y apuntó a las chicas de enseñanza media, “según lo que investigamos, en estas horas un informante anónimo nos dice que ustedes alumnas están involucradas con lo acontecido este fin de semana en el gimnasio, y estarán suspendidas de las actividades del equipo, y reemplazadas por estas tres señoritas hasta que investiguemos lo sucedido. “Entrenador, desde hoy y hasta que esto no se aclare, le pido que se cumpla mi petición”. Después de eso empezaron los sollozos y los dimes y diretes, también las recriminaciones y todo lo demás, y la directora se fue. Entonces el grupo de chicas de enseñanza media comenzaron a poner caras de mucho dramatismo y congoja. De repente Jezcel habla firme:

-Bien, puesto que este equipo no tiene capitana, y tampoco es que sirviera mucho la que estaba, asumiré el cargo. Conmigo seremos las campeonas del estatal y…

-No te daré la capitanía mocosa, tienes que nacer de nuevo, le dijo Sandra encarándola a casi un metro.

-Ja, pues ve a resolver tus problemas de disciplina con la “abuela”, este barco ya te dejo, y Meneses también.

Sandra se puso roja y como que quería atacar a una Jezcel que estaba con su mueca de demonia sonriente, pero terminó en llanto y salió consolada por las otras dos involucradas, y como una de ellas era la que ocupaba la camiseta once y la tenía en la mano, cuando pasó por el lado de Jezcel esta se la quitó de un tirón, y le dijo:

-Saluden a su nueva capitana y número once, soy la “loba alfa”, riendo ante el susto de todas las chicas que la veían como a una loca.

– ¿Y quién dijo que tu serias la capitana?, ¿cuándo lo decidimos? Dijo Betina, ¿es que crees que la cosa es así nada más?

– ¿Y tú?, ¿acaso crees que serás titular?, nadie dice nada, así que veo que todas están de acuerdo, ¿alguien dijo algo?, decía Jezcel mirando con cara de ogro a todas las chicas.

-Pues yo me opongo, yo también quiero ser capitana y también quiero esa camiseta, le dijo Betina tirando la camiseta de sus manos y empezando una disputa que ya parecía que pasaba a mayores, así que me metí en medio, parecía una hormiga entre dos montañas.

-Decidamos esto de manera civilizada, les dije, se acaban de ir tres de las mejores jugadoras, les decía ante la mirada atónita de las chicas de media.

-Yo supliré a las tres que se fueron, soy la mejor del equipo infantil, dijo Betina.

-Pues es gracias a mis levantamientos, dijo Jezcel.

Viendo que las de media no querían tocarlas ni con un puntero, se me ocurrió en una acción desesperada:

-Y si tiramos al aire una mon…

-¡¡UN REMACHE!!, grito Jezcel, un remache entre las dos y la que gane se queda con todo, ¿o tienes miedo jirafita?, Jezcel es muy burlona.

Betina miró a todas, pero no dio pie atrás, y aceptó, entonces me subí a la escalera del réferi en la red, mientras cada una se puso cerca del medio por cada lado de esta, y a la cuenta de tres, lancé la pelota alta, y se cargó un poco más para el lado de Betina, cuando estaba por bajar, ambas saltaron muy alto, pero siempre Betina con más ventaja y más altura. Pensando Jezcel que podría remachar, no cubrió yéndose siempre a la ofensiva, pero fue Betina la que asesto el remache y logró darle de lleno en plena cara.

La tiró de espalda por la fuerza, pero la pelota pasó por el rebote encima de la malla y cayó en el lado de Betina perdiendo el duelo. Todas corrieron a ver a Jezcel que quedó tirada como rana muerta en el suelo, ante la mirada de una Betina que respiraba como si hubiese corrido un maratón. Me tiré al suelo para ver a Jezcel y vi cómo le salía un hilo de sangre de narices, tomé su cara y abrió los ojos, con el derecho rojo por el impacto, sonrió y dijo:

-Saluden a su nueva capitana y número once, ¡¡SALUDA BETINA!!

Betina trago saliva, y la miró con cara perdida:

-No me importa, Christ está conmigo, es el mejor premio, le dijo muy seria.

-Una semana, ¡¡disfrútalo!!, no lo olvides, ¡¡UNAAAAA!!, le gritó Jezcel desde el suelo.

Justo en ese instante entró el entrenador y corrió a ver a la herida, y Betina salió del gimnasio a paso firme y molesto y creo que llorando. Luego de eso se llevaron a Jezcel a la enfermería y nos mandaron al salón y que mañana era el entrenamiento después de clases.

En eso entro al salón Betina y Christ, ella abrazada de él llorando, tanto que el profesor salió del aula con ella, y Christ se sentó con nosotros y nos contó que había sido ascendido al primer equipo de básquetbol del colegio, lo abrazamos junto con Elizabeth y estaba muy feliz, pero aún no terminaba de entender lo que le había pasado a Betina, así que Elizabeth le dio los detalles después de otro abrazo grupal por el logro de Elizabeth. Al rato entró Jezcel a la sala con un tapón de algodón en la nariz y el ojo derecho hinchado y rojo, le hizo un gesto a Elizabeth quien salió corriendo tras ella con sus pies cortos como si fuera su guardaespaldas, por algo el sobrenombre de Elizabeth es “Marcie” de Charlie Brown. Ahí se quedó examinando el ojo de Jezcel, y para cuando entró Betina a la sala con el profesor, Jezcel se puso de pie y la llamó asesina por haber “querido” matarla con un balón medicinal, pero nadie le dio importancia y luego de eso se fueron a sentar Betina y Christ.

Me fui con Christ a casa, aunque él estaba muy callado, y cuando llegamos a mi casa me dice que se tiene que volver a la escuela, que me contaría a la noche, y sin poder preguntarle más nada, se fue corriendo en dirección a la escuela nuevamente, le grite si lo acompañaba, pero me dijo que no, entre a casa y mi madre me dice que me llamó una chica llamada Alice:

-Dice que la perdones por no haberte llamado ayer, que llegó muy enferma a casa con fiebre, venia muy mal de donde su abuela.

-Mamá, sé que estás enojada por lo de las patatas, pero necesito ir a su casa y saber de ella, te lo suplico, déjame ir a verla.

Mi mamá se rascó la barbilla, y aunque tenía cara de decir “no” … pero mi cara de pena gano. Así que salí raudo y rápido rumbo a casa de Alice, había pensado todo el día en ella, incluso pensé que estaba molesta y todo eso. Para cuando llegué a su casa me atendió su mamá, muy amable como siempre, y le dije que le llevaba su tarea, me dejo subir, y para cuando iba por la escalera me topé con su hermano que me quedó mirando fijamente, y bajó sin decir nada, acto seguido golpee la puerta de la habitación de Alice, y me contestó una voz finita y aparentemente enfermiza que me dijo que pasara, ahí estaba ella acostada en la cama escuchando un radio que apagó cuando entre, me quedé mirándola de la puerta y me dijo:

-Ven, salúdame, ¡que vengas!, me dijo ante mi vacilación de acercarme o no, y se sentó en la cama y me abrazo, fue un abrazo muy lindo, hasta que le dio tos:

-Disculpa, llegue muy enferma de casa de mi abuela, espero volver a la escuela mañana y sobre todo a espero no contagiarte.

-Pues yo no me enfermo, nunca me ha pasado, soy muy fuerte, soy un pino.

-Quizás quieres decir un roble, ¿no?, me dijo con una leve sonrisa.

-Si, también uno de esos, y logre sacarle una más eufórica sonrisa.

Y así conversamos varias horas, su madre nos llevó el té a su cuarto, no le conté lo de las peleas, ya que no quiero que piense que Jezcel y yo tenemos “algo” o cosa parecida. Al final terminé contándole mi actuación en la obra de la escuela del año antepasado, e interpretando los diálogos. Hasta que se agotó y se empezó a dormir sentada, le pedí que se acostara, la arropé, y le prometí que le llevaría las tareas si es que no podía ir al día siguiente, entonces acarició mi cara y cerró sus ojos, y me fui muy despacio sin dejar de contemplar su carita de ángel.


CHRISTIAN (trozo de diario 02)

No podía tener más satisfacción que la experimentada hoy. Resulta que fui ascendido a al primer equipo de Básquetbol de la escuela, junto con Víctor Saravia, un chico del octavo año A, que juega de armador en nuestro equipo de la básica. Nos tenía la entrenadora formados en la cancha de arriba, y ante nosotros el primer equipo, liderado por «Pedrín» y sus lacayos de segundo año medio, otros dos chicos de tercer año medio, y Rosales y Pereyra de cuarto año medio, siete de los quince alumnos del primer equipo estaban siendo regañados por la directora y la entrenadora, diciéndoles que ya sabían la verdad sobre los incidentes vandálicos que sufrió el gimnasio de la escuela, y que ellos quedaban bajo investigación y suspendidos del equipo. A su vez cuando se fue la directora, la entrenadora nos presentó a Víctor y a mí como los nuevos jugadores del equipo de básquet, y todos empezaron a decir que el equipo se destruyó, que todo terminó, etc., etc., pero la entrenadora puso el grito fuerte, nos dijo que se vienen cosas muy buenas para las academias deportivas, y también que nuevos jugadores llegarían, y que lamentablemente no quería de capitán a nadie del primer equipo, ya que ella creía que sabían más de lo que se sospechaba sobre el incidente del gimnasio, y que yo sería el capitán y que necesitaba la cooperación de todos. Me dijo también que no me pediría aceptar la capitanía, más bien me la delegaba, y que para ella será un desafío doble, ya que hay que afinar nuevamente el equipo que perdió muchas piezas. Acto seguido nos reunieron a todos en un abrazo y un grito por el equipo, que en el fondo todos los que estábamos ahí sabíamos que de alguna manera era un alivio sacar a «Pedrín» y los suyos, arreglaría el ambiente del camerino y ese aire matonesco que se generó, me di cuenta después de ese grito que me aceptaron de inmediato, y que sopesaron el asunto en diez

segundos, no necesitábamos a aquellos que no querían estar, éramos los que quedamos y los que queríamos luchar, y con eso es suficiente.

Me fui a casa con Axl, que después de conversar sobre el día raro en la escuela, divisé en un automóvil blanco a Anastasia, que me queda mirando y sin sacarle la vista al carro, veo que se baja a unos cien metros más allá, me despido de Axl y le explico que debo volver, entonces me fui a alcanzarla, pero me estaba esperando, y me dice que no sabe porque se bajó, y le dije que tampoco sé por qué me devolví, entonces ella llevó su mirada al suelo. Le dije que en todo caso necesitaba respuestas sobre lo que pasó en el gimnasio, y que tenía que ver Jezcel y Betina en todo esto. Subimos al automóvil que lo manejaba una especie de chofer, el carro era grande y espacioso, prácticamente una limusina, ahí me di cuenta que Anastasia era una chica más de alta alcurnia, más cuando llegamos a su casa, que, aunque estaba en la punta del cerro era hermosa. Al entrar a su casa me invitó un refresco con bombilla y con rodajas de naranja, nos sentamos en el jardín, me pidió perdón por escapar de mi casa el viernes, pero ella no conocía el barrio, y tenía miedo de que le pasara algo y estaba muy asustada con la situación. Pero necesitaba hacer justicia, me lo dijo con su típico tono de voz bajita que siempre le había escuchado, y con un grado de timidez inusual para una chica de su edad, o al menos es lo que me parece. Entonces tomó aire, miró en dirección a las nubes, y me dijo que ella aceptó ser novia de «Pedrin», porque le daba un poco de miedo, y ha sufrido bastante desde que le dio una oportunidad, pero la verdad yo no quería, el me da miedo, es muy violento. Entonces le tomé la mano y sus lágrimas brotaron de sus ojos como geiseres, y no pude evitar abrazarla, después de un llanto persistente y un paulatino sollozo, siguió con la historia, contándome que la capitana del equipo de Voleibol, Sandra Velázquez, quien tenía algo serio con Pablo Meneses, arquero del equipo de fútbol, y que era muy amigo de Pedro “Pedrin” Tapia, “novio” de Anastasia, se enteró el año pasado que el entrenador de vóley alababa lo bien que jugaba Jezcel, Betina y Elizabeth, y que probablemente las ascendería al primer equipo el año próximo. Sabiendo como es Jezcel, Sandra puso el grito en el cielo, ya que Jezcel armaría una revolución en el primer equipo, entonces como había escuchado rumores de que a Jezcel le gustaba Meneses,
convenció a éste de que se acercara a ella a fin de año y durante el verano, para desde ya planificar una treta que la dejara fuera del equipo. Meneses quien siempre fue un patán ególatra, molestaba a Jezcel con gestos y miradas lascivas desde antes de que se lo planearan, y que, a pesar de lo molesto que era con Jezcel, a esta, de alguna manera que solo ella entendía, le llamaba la atención de todas formas. Así que para ella fue tentador verlo en una faceta de “amable y galán”, y como Jezcel es una de las chicas guapas que están en su mira, y Meneses, al tener el permiso de Sandra, sumado a las “ganas” que le tenía a todas las mujeres del mundo, accedió, y lo hizo con el doble de gusto. Y como Jezcel se convenció de que Meneses ya no tomaba en cuenta a Sandra, acepto los cortejos solo para reírse y burlarse de ella, que aguantaba y alimentaba su ira y envidia por una Jezcel que venía en alza, solo con el objetivo de llevar a cabo su plan.

Ya Anastasia un poco más calmada, se hidrató y respiró más tranquila, mientras yo unía cabos sueltos y todo me parecía más claro. Entonces continúo: resulta que en vacaciones hicieron un plan de hacer una fiesta con los miembros de confianza de los equipos de deportes tomando el cumpleaños de Meneses como excusa, la idea es que fuera en casa de Meneses para así hacer creer a Jezcel que era “la reina” de la fiesta, como le gusta a ella por supuesto. Mientras tanto las chicas de Vóley, con Sandra a la cabeza, habían robado las llaves de la puerta trasera del colegio que daba al gimnasio de la escuela, y mientras tanto «Pedrín» y los otros idiotas destruían el lugar, los del equipo de fútbol llevarían en el auto a Jezcel rumbo al gimnasio. Realmente
tu amiga no me agrada nada, es muy desagradable y me ha insultado un par de veces en la fila del casino, es muy agresiva, me dijo.

Pero cuando fuiste a mi casa y me advertiste de todo… era para salvarla a ella ¿o no?, al menos eso era lo que entendí, le pregunté. No, no era por ella, me dijo. Era por tu otra amiga o novia no lo sé, lo dijo mirando a otro lado y bajando la cabeza. ¿Betina? le pregunté, a lo cual me dijo que sí. Después de un silencio me dijo que ella me había dado su número porque encontraba que involucrar a Betina era ya demasiado sucio, pero tenía miedo de que Pedro se diera cuenta de todo, así que llamó a casa para que la pasaran a buscar apenas se terminaran las clases, y le pidió al Chofer que la llevara a mi casa. Juntó valor y preguntó por mí, pero yo aun no llegaba, mi madre la atendió y le dijo que aguardara por mí, estaba muy asustada y nerviosa, pero era la manera más rápida ya que no había mucho tiempo, logro decirme lo de mí, “amiga alta”, pero sintió mucha vergüenza al ver a mi padre y salió corriendo rumbo al automóvil que estaba a la vuelta de la esquina. Esperó en su casa por si la llamaba, pero no llamé, entonces supuso que yo había entendido todo. “Hice esto para salvar a tu novia” me dijo. Después de unos segundos de análisis, todo me encajaba mejor salvo lo de llevar a Jezcel al gimnasio del colegio, ahí me contó que el plan era entrar ahí, y un segundo grupo llevaría a Betina y las harían pelear provocándolas, sabiendo Sandra lo malas pulgas que son ambas y lo volátiles de carácter. Cuando eso pasara, dejarlas encerradas, para acto seguido fingir un desmayo de Sandra al volver a la fiesta y partir todos al hospital, como forma de coartada, y que, gracias a mí, nada pasó. ¿Pero cómo lograron que Betina aceptara a ir?, le pregunté. Resulta que «Pedrin» la estaba convenciendo desde hace rato, y hasta que lo logró, «Pedrin» siempre está coqueteando con todas, cree que no me doy cuenta, pero en realidad sería un alivio para mí que se alejara de mi lado, me dijo con tristeza, pero no dejaría que le hiciera daño a tu amiga o novia. ¿Pero «Pedrin» es tu novio?, ¿no querías que se involucrara con Betina, por eso me contaste lo del plan?, ¿verdad? Quedó mirando el suelo nuevamente y me dijo que no, que no era la primera vez que la engañaba tampoco, y que no lo hizo por Jezcel ni por Betina “directamente”. ¿Entonces? le pregunté, y mientras apretaba el vaso comienza a llorar nuevamente, y me dice, no me voy de la
escuela solo por el miedo a Pedro y sus amigos, o al problema que pasó en sí. Es porque decidí terminar este ciclo e intentar ser feliz, y lo último para cerrarlo es decirte que lo hice por ti Christian, estoy enamorada de ti, y se da la vuelta y me da la espalda, ya todo estaba claro, ella arriesgó su reputación y poca libertad por mí. Me acerqué por su espalda y le pregunté al oído si la podía abrazar, entonces se dio la vuelta y me abrazó mientras lloraba, y me pedía perdón por ser tan rara, que era un gran secreto que no podía callarlo más y que con todo esto, al fin pudo. Le dije que no pensara que era rara, que yo la entendía al mil por ciento, y que no había nada de malo, le di las gracias y le dije que podía contar conmigo para lo que necesitara, y que no era necesario que se fuera del colegio, después de eso me miró y sonrió mirándome a los ojos, quizás ya liberada de todos esos pesos del alma, ya mi ciclo se cerró Christian, “y si me quedo en el colegio, Pedro se enterará de la verdad, que fue por mi culpa que nada resultó, le temo al dolor y el me hará más daño, por eso no he ido a la escuela y ya la próxima semana estaré en una nueva en la ciudad”. Me dio las gracias por todo, de pronto beso mi cara muy cerca de mis labios, y salió corriendo, me fui a casa lentamente pensando en todo, conforme con que yo ya sabía la verdad, y triste porque la heroína de esta historia se sacrificó por amor sin poder obtener un final feliz, pero yo la entendía a cabalidad, entendí su manera de mover sus piezas, la entendía mejor que nadie. No podía corresponderle, ya que yo también espero un día ser fuerte como ella y hacer lo que tengo que hacer. Por otro lado, Pedro será comido por sus propias estupideces, que por ahora lo llevaron a dejar el equipo, no obstante, le tendré un ojo encima.


CAPITULO 07 – PROBLEMAS DE NACIMIENTO

Habían pasado dos semanas de que Jezcel había sido promovida al primer equipo de voleibol del colegio, las chicas entrenaban mucho, Christ también en el equipo de básquetbol. Alice y yo estábamos cultivando una amistad que me tenía en las nubes, Jezcel no me hablaba y el nuevo blanco de sus pesadeces era Alice, y el de sus balas Betina. Siempre en tensión, tanto en el curso como en los entrenamientos, todo controlable hasta que se desencadenó un terrible problema.

Resulta que llegó el día de la reelección del delegado del curso, que hasta el año pasado era Jezcel, y este año quería serlo nuevamente. Pero había un segundo candidato propuesto por la mismísima Betina a propósito, para hacerle una campaña, y no dejar que Jezcel ganara. Era nuestro amigo Humberto Véliz, el chico que se comía el pegamento en barra cuando éramos niños, pero hasta donde yo sabía, aun lo hacía. Comienza la clase y el profesor nos dice que votaremos por tres cargos, “delegado(a) del curso”, “secretario(a)”, y “tesorero(a)”. Jezcel levanta su mano:

-Viendo que este año no hay candidatos profesor, creo que es más que conveniente que yo vuelva a retomar el cargo…

Betina se pone de pie:

-Profesor, yo propongo a mi compañero Humberto, ya está todo conversado y él quiere participar para darle un cambio a esto, dijo, mientras Humberto se reía como un idiota.

– ¿De verdad, vas a apoyar al “come engrudo”? si apenas sabe abrocharse los zapatos, dijo Jezcel enojada.

-Jezcel, es lo justo, acá puede candidatearse el que crea que puede con el cargo, ya todos saben la responsabilidad que esto conlleva, tú lo hiciste muy bien hasta ahora, eres muy organizada, pero, aun así, tienes que darles la oportunidad a todos.

-Y dejarle mi imperio a Véliz, que se come el pegamento y hasta los…

-¡¡Basta Jezcel!!, sentenció el profesor, y comenzó a escribir los nombres en la pizarra.

Pero Betina empezó…

-Vamos compañeros, ¡¡¡Véliz es el hombre!!!

Jezcel le gritó que se callara y empezó la pelea de dimes y diretes, a sacarse viejos problemas, a pelear por la camiseta, por Christ, por el día soleado, que el agua del mar, e incluso Alice salió al entuerto, que miraba con una especie de risa incrédula el espectáculo.

-¡¡¡SILENCIO!!! ya basta señoritas, vamos a votar con los dos candidatos para delegado(a), lo haremos con voto secreto, o esto será un matadero, y Jezcel, Beatrice, chicas, cooperen con la causa, les dijo mientras se miraban como dos boxeadores en sus esquinas.

Pasó el profesor una cajita donde todos pusimos un nombre. Según mi punto de vista, Jezcel no lo hizo mal, e incluso pretendía darle el voto, pero…

-La “rubita” del polo norte no tiene derecho a voto, sentenció Jezcel, no es justo que vote si apenas lleva acá un par de días.

Y Alice no le dijo nada, solo la miro con una mueca de aburrimiento.

– ¡Todos votarán!, porque son parte de este curso, y punto, dijo el profesor.

Pensé en ese momento en una fracción de segundo, que Jezcel, sería una tirana ese año en el cargo por todo lo mal que se estaba comportando, y ¿si Véliz gana y lo hace mal?, simplemente lo cambiarán por otro. Así que directamente mi voto fue para Véliz. Entonces una vez ya todo sufragado el profesor comenzó la lectura y la cara de dos metros de Jezcel fue de película, cuando se dio cuenta que quedaban los últimos tres votos y llevaba cero a su favor, y antes de que el profesor terminara empezó a gritarle al curso:

-¡¡MAL AGRADECIDOS, MISERABLES DE MEDIO PELO!!

-¡¡Silencio!! le dijo el profesor, ante la inminente pataleta.

El profesor leyó los dos últimos votos, y eran para Jezcel, alguien se compadeció aparte de ella misma y le dio un voto. Todos me miraron a mi abucheando, pero yo no había sido, acto seguido Betina se burló, entonces Jezcel se postuló para los otros dos cargos donde esta vez sí saco su propio voto y se lanzó a encarar a Betina que salió Tesorera como guinda de la torta. El profesor En medio de la pelea, tratando de separar, pero la cosa se fue subiendo de tono, y de pronto al intentar contener a las chicas votaron al profesor sobre una mesa y con una vuelta de carnero fue a dar al piso.

Castigadas Betina y Jezcel, y también todo el curso. Tras el regaño del profesor, sentenció que llamaría a los apoderados porque ambas, tendrán que ir al psicólogo escolar, quisieran o no tendrían que ir. Que el mismo se encargaría de eso. Jezcel empezó a decirle que no estaba loca, y que odiaba a los psicólogos. La cosa es que Véliz es presidente de curso, para bien o mal, pero ganó, y en un acto de triunfo, alzó sus dos manos en señal de victoria, aunque sé que no durará mucho en el cargo.

Por lo que supe, el profesor mandó a llamar a los apoderados de Betina y Jezcel, claro está, que la señora Hannah, madre de Jezcel no iría, así que asistió Dalilah, la hermana, y a pesar de que Dalilah siempre tenía que ir a poner la cara por sus travesuras. Esta vez tuvo que hacer que la señora Hannah firmará un consentimiento donde Jezcel se comprometía a ir a algunas sesiones con Dalilah, y la señorita Camila, que era la psicóloga del colegio, para cuando Jezcel se enteró de ello ardió Troya, ya que desde pequeña, debido a las muchas inconsistencias en su familia, tuvo que asistir a psicólogos y hasta psiquiatras, y si había algo que a ella no le gustaba era que le ordenarán que hacer, así que riñó con su hermana mayor y su madre tratándolas de “vendidas” y “brujas”, y que se lo diría a su papá cuando este llegara de viaje, y como ambas son de carácter muy liviano, generalmente Jezcel termina haciendo lo que se le antoja, pero esta vez el profesorado la amenazó con sacarla del equipo de voleibol si no hacía caso. Así que no le quedó más remedio que ir.

Unos días después de lo que pasó, estaba yo ordenando instrumentos con los chicos de la academia de música, que está al lado de la oficina de la psicóloga. Y justo cuando estaba saliendo del salón, vi a Dalilah salir de la oficina de la psicóloga. La vi con sus ojos llenos de lágrimas. Dalilah, aunque se parece mucho físicamente, salvo porque es más bajita, es todo lo contrario de Jezcel, es gentil, alegre y simpática. Me vio parado cerca del ventanal, y se me acercó y sus lágrimas brotaron aun con más ahincó.

– ¿Que te sucede Dalilah, que ocurrió?, le pregunté

-Nada mi “enanin”, solo que Jezcel da cada vez más y más problemas, me dijo mientras se secaba las lágrimas.

-Pero todo irá bien, estoy segura, me sonreía, mientras seguían saliendo lágrimas.

Se despidió de mí, la quedé mirando como se alejaba en un caminar derrotado y triste. Justo cuando se perdió por las escaleras, al segundo, salió la psicóloga de su sala, y me preguntó “si vi a la alumna que salió de su consulta”. Le dije que sí, que yo era compañero de su hermana. Me quedó mirando y me preguntó “qué es lo que hacía yo ahí”, y le expliqué que al lado estaba la sala de insumos y también de la academia de música, se tomó el mentón y me pregunto:

-Dices conocer a Jezcel, la hermana de la chica que estaba acá, ¿Cierto?, cuéntame como es en clase según tu apreciación.

La verdad, quedé mirándola, pero no me daba confianza llegar y decirle cosas, y le dije después de unos segundos:

– ¿No se supone que usted ya debería saberlo?, ósea…

-La verdad, ella ha venido a dos sesiones, pero no ha dicho ni una palabra, solo se pone a hacer sus tareas, pero no coopera con nada. Tú que la conoces, podrías ayudarme a entenderla desde el punto de vista de un compañero.

“Bien”, le dije, y le conté como era ella, sobre su carácter y personalidad, pero nunca le dije que la conocía desde que éramos niños ni nada de eso, solo como si yo fuera un compañero más, sentía que podía perjudicarla. “Me dijo después que, si tenía algo más que compartir por ella, que podía decirle cuando lo estimara conveniente, ya que le preocupaba mucho y le extrañaba su forma de ser”. “Seguro”, le dije, “si veo que tengo que contarle algo más vendré a verla”, y cuando me disponía a irme, me dice:

“Ya veo”, le dije, y pensé en decirle lo de su sonambulismo, me quedó mirando como si leyera mi mente y me dice:

-Vamos, puedes confiar en mí, creo que la conoces bien.

Respiré, y le expliqué que, si yo le contaba sobre ella, tenía que ser anónimamente, ya que ella y yo somos amigos de la infancia y nadie la conocía mejor que yo.

Quizás era la oportunidad para ayudar a Jezcel, con todos sus problemas familiares y del colegio, y de su naciente agresividad que últimamente le brotaba hasta por los poros, y en una de esas, hasta dejaba de molestar tanto a Alice. Así es que decidí contarle varias cosas, siempre bajo el abrigo del anonimato.

Le conté sobre cómo era ella y lo que yo pensaba, también hable sobre su supuesto sonambulismo, y que al parecer nadie sabía, y eso de que nunca lloraba, que estaba orgullosa de eso, nadie nunca la vio llorar desde que la conocí, que decía que nadie en el mundo valía sus lágrimas y que según ella no lloró al nacer, y que solo lloraría por su padre. Ella solo anotaba, y decidí contarle que hace unos días ella entro en mi cuarto sonámbula y durmiendo en mi cama se puso a llorar y a llamar a su papá todo eso dormida. Ella solo anotaba en una carpeta todo lo que le contaba, le dije que era todo lo que tenía que compartir con ella. Me lo agradeció y me dijo que todo eso era confidencial, yo asustado le pregunté si ella estaba enferma o algo, siempre fue una amiga difícil, pero últimamente estaba como en guerra con el mundo, hizo una mueca similar a una sonrisa, y me dijo que ella no estaba enferma, solo quizás un poco confundida y con mucha energía, propio de su edad, que me quedara tranquilo, que todo irá pasando poco a poco, que ella estaba ahí para ayudarnos, y que si sabía algo nuevo sobre Jezcel, que se lo contara, todo sumaba para poder guiar a Jezcel mejor. Y después de sonreírme me pregunta:

– ¿Si conoces a Jezcel, conocerás también a otra compañera llamada… Beatrice, ¿no?

Ahora si me sentía un delator. Le comenté que sí que la conocía bien también, y terminé hablándole mucho de ella. Y me comentó que Betina era una chica un tanto reprimida en su hogar por ser la única mujer de doce hermanos, y la escuela es su lugar de escape, y puede desarrollar su otro yo, y ese orgullo italiano es solo un escudo, ya que es muy importante para su familia. En el fondo una falta de atención en el hogar, y la busca en el colegio, más que nada en un tal Christian, que al parecer es el chico del que está enamorada.

Solo me quería ir de allí y no aparecer en un buen rato. Decidí en ese momento no comentar nada con nadie, y creí que más que psicóloga era una especie de mentalista, quizás me hipnotizó sin darme cuenta para hacerme hablar, y lo peor es que quizás me iría hipnotizado a casa. Me dio un caramelo y me disponía a irme de su consulta con la idea de haber podido, “delatarlas” en lugar de ayudarlas. No sabía si hice bien o mal, pero la psicóloga tomó mis hombros y me dijo que contaba conmigo para ayudar a las chicas, que la visitara el próximo viernes por si sabía algo más que pudiera ayudarla. Con esas últimas palabras me fui a casa sin saber si estaba triste por sentir que hablé más de la cuenta o feliz de haberlas ayudado, quedé muy confundido.

Al siguiente viernes no fui con la psicóloga, y ya que Alice fue a ver a su abuela, y Christ tenía día de entrenamiento, Fui a esperarlo, para juntarnos y conversar después mientras caminábamos a casa. El entrenamiento ya lo demostraba como un gran capitán, organizando bien al equipo, y demostrando la madera de buen jugador que tuvo desde niño, me sentía orgulloso de mi amigo. Cuando salió de las duchas nos fuimos a sentar al gimnasio a ver la práctica de las chicas de voleibol, se veía bastante pelea, y muchos gritos de Jezcel. Para cuando terminó el entrenamiento, Betina corrió a nuestro lado y se despidió de Christian y de mí, que tenía que ir a la psicóloga, así que apenas se fue le pedí a Christ que nos fuéramos rápido, ya que me daba miedo que la psicóloga me viera por ahí y se enteraran que yo era una especie de “soplón”. Así que nos fuimos rápidamente conversando del equipo de básquet y de cómo se venía pronto el primer partido de práctica con el colegio de hombres “Libertad y Honor”, que era el más próximo a nuestro colegio. Al llegar cerca de casa Christ se fue por la ruta de arriba corriendo, nos despedimos y yo baje a mi hogar. A lo lejos divisé un hombre fuera de la casa de Jezcel. Un tipo alto como de 1.90cm y un tremendo automóvil descapotable estacionado afuera. De pronto el tipo se da vuelta y lo reconozco, y el a mí al verme:

– ¿Axl?, ¿mi pequeño yerno? ¡¡ven acá muchacho!!, me gritó desde el otro extremo de la calle.

– ¿Don Peter?, le dije haciéndome un tanto el loco, pero ya sabía que era él.

Don Peter era el padre de Dalilah y Jezcel, un señor alto y pelirrojo como sus hijas, muy jovial y bueno para bromear y contar historias perdidas en el tiempo y en el espacio. Se supone él trabajaba en el negocio de los embarques y por eso estaba en alta mar once de los doce meses del año, era algo así como un marino mercante, y por esa razón estaba muy pocas veces en la vida de Jezcel y su familia.

-Mira como has crecido muchacho, ¿y cuantos años tienes ya? ¿diecisiete?, ¿dieciocho?

-Trece, Don Peter, solo trece, le dije sonriéndole.

-Que gusto de verte muchacho, me decía mientras me daba un abrazo

-Te traje un regalo yernito, dime, ¿Te gustan los chocolates importados?

No alcancé a contestar ya que escuché un grito como las sirenas de bomberos:

-¡¡PAPÁ!!, grito Jezcel quien corrió y se tiró en brazos de su padre como una pequeña princesa en final de cuento.

-Por fin llegaste papá, te extrañé mucho, nos hiciste mucha falta papito, mientras lo llenaba de babas y besos.

-¡¡Hija mía!!, ya estoy en casa mi pequeña, te traje miles de cosas, le decía mientras la dejaba en el piso.

-Pero mira nada más como estas de grande y bella mi princesa, has crecido mucho, le decía.

De pronto me quedaron mirando y Jezcel con sus ojos me decía que me largara, así que me despedí y le dije que nos veríamos después.

-Espera Yernito, tengo un presente para ti, lo tengo en el auto.

– ¿Papá y este carro? ¿es tuyo? le decía Jezcel mientras lo recorría con sus manos.

-Es una sorpresa mi pequeña, acá tienes campeón chocolate importado para ti, me decía mientras me pasaba una caja grande con chocolates de algún país.

-¡¡OYE!!, eso no es tuyo burro, me decía Jezcel mientras me intentaba quitar los chocolates importados, y mientras los tironeaba con toda su fuerza don Peter le decía:

-¡¡Ya, Jez…!!, son para él, es un presente, a ti te tengo también.

Y solo así soltó la caja. “Nos vemos después Muchacho”, me dijo, y ante la notoria pérdida de edad que experimentó Jezcel por la llegada de su padre, y haciéndolo notar al sacarme la lengua a modo de burla, se fue abrazando a su papá quien entraba a casa con un saco de cosas al más puro estilo Santa Claus.


CAPITULO 08 – PROBLEMAS DE NACIMIENTO

A más de una semana de la llegada de Don Peter, mi padre tenía amigo nuevo. Casi todas las noches se juntaban en mi casa a celebrar y a conversar de la vida, la estaban pasando muy bien y a mí me encantaba quedarme despierto hasta tarde, pero en el día me pasaba la cuenta. Estando en el desayuno y medio dormido suena el timbre de casa, y voy a abrir, era Dalilah con cara de tristeza, como casi siempre, besándome la frente y acariciándome la cabeza entra a esperar a mi hermana, que baja la escalera como cohete y le pregunta a Dalilah:

– ¿Hoy sí?

-No, de ninguna manera, no quiero ninguno de sus regalos, le dice a Rose.

A lo que rose pone cara de ser maldecida por los dioses. Resulta que don Peter le regaló el convertible rojo que traía cuando llegó a Dalilah, como regalo anticipado a su graduación, pero Dalilah que estaba en pie de guerra con su padre se negó a aceptar ese y todos los regalos que le traía. Dalilah era la chica más dulce del planeta, tanto que besarla te podría dar diabetes, pero le tenía una inquina o aversión a don Peter que se hacía obvia en estos días que él está en su casa, ya que pasa más tiempo en la nuestra que en la de ella. Terminé de tomar el desayuno y salí raudo y directo al colegio, una vez en la sala de clases estaban todos sentados y adelante con un grupo de chicos estaba Jezcel mostrando lo que tenía en una caja. Era una consola de videojuegos, con una “pistola de luz”, y que al parecer era de un tal “Mario” o algo así y otras cosas más que traía y lucía ante lo asombrado de todos que miraban estupefactos.

– ¿Me invitas a jugar?, le dice un asombrado Christ fanático de ese tipo de artefactos.

-!!NO¡¡, dile a tu papá que te compre uno, ¡ah sí!, lo olvidaba, te regalaron una hermanita, le decía mientras se burlaba, pueden ir a mi casa a jugar los que quieran, tengo siete juegos, claro pueden ir los que quieran menos “Tom y Jerry”, nos decía apuntando a mí y a Christ.

-Pueden ir a jugar a mi casa chicos. Mi hermano tiene uno de esos y lo puedo ocupar cuando yo quiera, nos decía Alice y ante los ojos desorbitados de Christ.

-Tenía que meterse “María Joaquina” a defender a “Cirilo”, pues no les prestaré juegos, ni nada, que lo sepan.

-No es problema, mi hermano tiene como diez juegos, le dijo Alice, lo que provocó una guerra de dimes y diretes.

Ya con el profesor en la sala Alice me comenta lo desagradable que es Jezcel, y más aún, a pesar que esta yendo a eso de la psicóloga, como que no le hace efecto, “pobre de aquel que se enamore de ella” me dijo.

Al salir al recreo Nos fuimos a sentar junto con Betina y Christ a la mesa que están cerca del bar lácteo del colegio, me ubique al lado de Alice y los chicos frente a mí, y cuando empezábamos a comer nuestra colación, Alice abre una caja de metal de dónde saca unos sándwiches que se veían geniales, y al ver mi cara de sorpresa, me dio uno con mucho cariño y con una sonrisa. Pero no nos habíamos percatado que “sobre la rama de los árboles nos espiaba un ave de rapiña”, Jezcel se acercó y nos dijo:

-Vaya vaya, pero si son los Bundy y los D’arcy, ¡que patéticos!

-Vaya vaya, ¿pero que no es Merlina Addams buscando a su hermanito?,

le dijo Betina.

-Mira Jirafona, nadie te ha pisado la cola o pateado la jaula, así que no te metas conmigo ¿ok?, le respondió Jezcel con los ojos inyectados en rabia.

Se puso de pie Christ y les pidió calma, sobre todo a una Betina que ya se había parado del asiento, a lo que Jezcel le reprochó:

-Pues es tu especialidad Christ, ponerte de parte de “esta”, le decía mientras le apuntalaba el pecho con su dedo índice, sabes que “príncipe” tú eres el peor del grupito, traicionero y mal amigo, no quiero verte a ti y a tu jirafa de feria, y mucho menos al par de enanos que venían en la promoción.

Y se largó dejándolo hablando solo a un sorprendido Christ que se sentó un tanto acongojado, o eso parecía. De pronto Betina me recrimina que como puedo yo “babear” por ella, mientras Alice me queda mirando y dice:

– ¿Babear?, ¿Axl? no entiendo, ¿me perdí de algo?

-No no, solo están bromeando, te conté que siempre nos molestaban, de que éramos niños, le dije nervioso.

Pero Betina se puso a reír, y después de un rato de silencio dijo:

– ¿Recuerdan las veces que Axl salió volando desde esa misma silla?, Me acuerdo la vez que Axl trajo mandarinas para comer y empezó a discutir con Jezcel que, si eran naranjas enanas o mandarinas, y al no ponerse de acuerdo, esperaron que el profesor de ciencias pasara y le preguntaron, y al decir el profesor que era una mandarina, Axl se empezó a burlar y Jezcel le lanzó una cachetada y lo tiró al suelo con silla y todo.

Lo contaba mientras se reía y ante mi cara de sorpresa. Bueno en parte, ya que Betina era la reina del deslengüe. Claramente me puse incómodo, mientras Alice me miraba con sorpresa, pero Betina estaba con su lengua rápida ese día:

– ¿Y la vez que Axl le salió la “figurita secreta” en la goma de mascar para completar la colección solo al comprar uno? Ella compró una caja completa y no lo obtuvo y al ver la alegría de Axl lo cacheteo y lo tiró al suelo, contaba mientras soltaba una carcajada.

Yo esbozaba una risa nerviosa, pero Alice ya no me miraba, y de pronto Betina, suelta la guinda de la torta:

-Nooooooo, pero lo mejor de todo, aquella vez. Dijo ante mi cara de miedo.

– ¿Recuerdas lo del yogurt?, me dijo, y yo desconcertado.

-Bueno, ya está bien, ¿no…?, le dije.

-Resulta que una vez, Axl le pedía un beso de regalo de cumpleaños, a lo cual se había apostado que, si uno de los dos ganaba en un juego de piedras, papel y tijeras, haría lo que uno le pedía al otro. Axl quería un beso para su cumpleaños, y se supone que le ganó en el juego, pero Jezcel no cumplió su parte del trato entonces. Axl, al picarse, a la hora del recreo sacó la cuchara del yogurt de Jezcel que había terminado de comerlo, y la chupó con placer mientras la miraba, y le dijo: “es un beso a distancia”, le decía mientras saboreaba la cuchara con los ojos cerrados. Eso enfureció a Jezcel que lo pateó y lo tiró al piso y después quería tirarse encima a golpearlo.

Mientras todos reían de la salvaje, que la sacaron encima de Axl solo entre dos inspectores. Alice me miraba y decía, “vaya asunto”, y cuando se disponía a contar más cosas Christ le dijo “que ya estaba bien”, y justo sonó el timbre para volver a clases, a lo cual Betina dijo un “lo siento”, y que solo le parecía chistoso.

Ya en clases, después de mucho silencio y ante mi confusión Alice me dice:

– ¿Estas enamorado de Jezcel, ¿verdad?

-NOOOOOO, claro que no, es decir, solo cuando éramos niños, le contesté muy nervioso.

-Ya veo, pero ¿solo cuando eran niños?

Tomé aire, y tragué saliva, y le dije que sí, pero ella se giró mirándome y me dijo:

-No tienes que mentirme Axl, yo no soy tonta, escucho los murmullos, ato cabos sueltos y saco conclusiones. No tiene nada de malo que ella pueda gustarte o que te gustara, o que estés perdidamente enamorado de ella, todos tenemos amores tóxicos e imposibles amigo.

¿Amigo? ¿AMIGO??? ME DIJO AMIGOOOO, entonces una extraña sensación como una transpiración helada me recorría por todo el cuerpo, y me preguntaba si todo se había ido al demonio. ¿ella me odiaba? o quizás nunca me consideró, o quizás sí, pero la decepcioné o quizás… de pronto el profesor me dice:

-Aaaaaxl, ¡¡AXL!! ¿qqqque le paaaaasa? estas pa pa pa aaaaaalido, mientras Alice me tomaba del mentón examinándome.

A lo que el profesor le pidió a Alice que me llevara a enfermería, mientras Jezcel gritaba que estaba para autopsia, y yo aun confundido. Acto seguido pasó corriendo Betina y le dijo al profesor que ella me acompañaba, que ella era la mano derecha del delegado y blablablá, así que fui con ella y en el pasillo me preguntaba si estaba bien, y me sentó en una banca, y tomó mi mano, y me pidió disculpas por decir todo eso frente a Alice, que no sabía que yo estaba “tratando” algo con ella:

-Supongo que Christ te dijo “cosas” ¿verdad?

-Supones bien, tú sabes que cuando se trata de “ella”, me sale el demonio, y no me controlo.

-Entiendo, le dije.

-Solo que no debí de ponerte en ridículo, aunque la verdad no era mi intención, más bien quería hacerle ver que tan patética era ella, pero creo que hice efecto contrario, perdóname, me decía mientras juntaba sus palmas. Ahora, a “capear la clase”, mientras ven porque estas tan pálido, me dijo sonriente, mientras me llevaba a enfermería.

Después de estar casi cuarenta minutos en enfermería y la negativa de Betina de irse sola a la sala de clases, ya que estaba “preocupada” por mi salud, para cuando volvíamos al salón, no le dije el porqué de mi palidez real a Betina, me da miedo su lengua, solo le dije que me sentía mal por lo del episodio del yogurt, pero ella insistió en las disculpas, así que estimé que se dio cuenta de todo, y que yo estaba raro por sus dichos. Para cuando entramos a la sala de clases estaba Christ sentado junto a Alice conversando en mi puesto, así que Betina me llevó al asiento de Christ y nos quedamos ahí, el profesor preguntó que porque estaba tan pálido y Betina le dijo que era “embarazo psicológico” y todos se burlaron, pero justo tocaron el timbre y la hora terminó.

No tenía ganas de ir al recreo y para colmo Alice se fue con Christ y con Betina, me quedé solo en la sala, aunque después llegó Elizabeth a conversar conmigo, pero mi cabeza estaba en otro sitio. Cuando empieza la clase después del término de un corto recreo, Christ y Alice seguían conversando y ya me estaba entrando la curiosidad, y Betina me dijo que no me preocupara, que dejará a Christ “actuar” y que el enmendará las tonterías que habia dicho Betina, para el final de las clases, salí caminando solo y a paso veloz, quería irme lo más rápido posible del colegio, y descansar de todo, ya que era un largo fin de semana y podría pensar y conseguir calmar mi cabeza de todo eso. Pero para cuando ya estaba en la esquina del colegio, Alice me gritó que la esperara, y me dijo si me podía acompañar a casa, regalándome una sonrisa.

– ¿De verdad? digo, obvio…

-Es que note que querías salir muy deprisa y quizás tengas cosas que hacer, me dijo.

-No no, para nada, vamos juntos, le dije.

– ¿Quieres que lleve tus libros?, me ofreció.

– ¿Mis libros?, pero eso tendría que hacerlo yo, digo, llevar los tuyos.

-No seas machista, dame acá, y me quitó los libros mientras me decía riendo que tenía que cuidar mi “embarazo psicológico”, pero hablando enserio decía que yo había sido una buena persona con ella, que la protejo y la hago sonreír, y ella quería agradecérmelo, y también que me “comprendía”.

– ¿Me comprendes qué cosa?, le dije asustado y también con un poco de estupor, entonces me cerró el ojo, lo que me dejó abrumado.

-Yo sé que Jezcel te gustaba y estabas enamorada de ella, no tiene nada de malo estar enamorado, es una sensación linda, es más, yo amo a “Tom Cruise”, me decía con los ojos vidriosos.

-Solo me gustaba y ya, le dije.

-Si si, como digas me decía mientras se reía.

-Me carga “Tom Cruise”, murmure.

– ¿Estas Celoso?, me decía mientras reía y me chinchaba con su dedo en las costillas.

Justo llegamos a la esquina de mi casa y me entregó los libros. “Me tengo que ir corriendo” me dijo, mientras se despedía de un beso en la mejilla, cruzó corriendo y se detuvo, y mientras caminaba para atrás me decía:

-Pero dime pequeño Axl, ¿quién te gusta más, Jezcel, o yo?, con una sonrisa en su cara, y me quedé pasmado como que comencé a bombear sangre nuevamente a mi corazón, y ella me tiró un beso con su mano y se fue corriendo mientras reía, la miré hasta que se perdió en el horizonte, y no sabía si saltar o sentarme en la acera, la verdad no sabía qué hacer de la alegría, solo respiré, y me fui a casa con una pequeña sonrisa por fuera, pero gigante por dentro.

Era viernes, y estaba esperando a Christ en el sillón con el balón de basquetbol para ir a tirar unas canastas a la cancha, y mientras miraba la televisión en un programa de misterios que se llamaba “El gris errante”, que hablaban de cosas paranormales y situaciones similares. Decían que un tal profesor “Kokum”, estaba anunciando el fin del mundo para el próximo viernes de arriba, que caería un meteorito que terminaría con la vida de la humanidad igual que con los dinosaurios. Justo cuando estaba en todo el clímax de la información, tocaron a la puerta interrumpiéndome, era don Peter que venía a conversar con mi papá, y se sentó conmigo:

– ¿Que no es mi yerno favorito?, ¿Como estás campeón?, me dijo dándome su mano de gigante.

-Bien, y ¿usted?, le dije resistiendo el fuerte apretón de manos.

-Si, pues no me puedo quejar, tratando de sobrevivir, ¿está tu padre en

casa?

Le contesté que estaba arriba, y mientras nos pusimos a conversar, a los cinco minutos llegó Christ, quien venía con cara sorprendida:

-Vaya vaya, pero que no es el chico deportista, dijo dándole la mano a Christ.

– ¿Cómo está don Peter?

-Estás muy alto muchacho, y eso que aun te falta por crecer, le decía mientras le sobaba la cabeza.

Nos preguntó si vimos lo del programa de misterio y sobre eso de que el mundo se acabaría el próximo viernes, y don Peter se puso a reír.

-Es una predicción maya, dijo firmemente Christ.

-Hijo, primero serán los mayas, después los aztecas y después los esquimales, todos dicen que el mundo se acabará, quizás sea lo mejor, nos dice mientras finalmente ve a mi padre y se van rumbo al patio a conversar.

Nos quedamos mirando con Christ, y nos salimos de casa, nos fuimos caminando rumbo a la cancha hablando sobre lo que decían en el programa, y un tanto asustados. Quizás eran nuestros últimos días en la tierra, y terminaríamos como fósiles, y entre tanta conjetura, le pregunté que tanto hablo con Alice hoy, a lo que me respondió que trató de “corregir” todo lo que dijo Betina, y que ella no tenía idea de que ella me gustaba, que confiara en él y que yo solo tenía que seguir intentándolo.

– ¿Acaso alguna vez te he mentido?, me dijo.

– ¿La verdad?, nunca, pero hay momentos que tengo mucho ánimo y otros que me avergüenza todo. Aunque hoy me preguntó algo raro, que a quien me gustaba más, si ella o Jezcel, y se rió.

– ¿Vez?, tu solo juégatela, inténtalo, solo no la atosigues, recuerda que las chicas deciden.

Y aunque no me dijo nada más de la conversación, me sentí mucho más empoderado de mis actos, y así seguimos jugando el resto de la tarde en aquella cancha al lado del mar.

Para después de la cena, llame a casa de Alice para invitarla al otro día que era sábado, a buscar ranas al canal junto con Christ. Quería “probar” esa insistencia que me sugirió mi amigo que desplegará con Alice, pero su madre me dijo que había ido a casa de su abuela, así que le conté que era para hacerle una invitación en la mañana, pero que sería para una próxima oportunidad. Me dio mil bendiciones y nos despedimos, así que me acosté con una sonrisa, quizás tenía alguna oportunidad, y la diosa de la fortuna no se había olvidado de mí, su hijo más importante y a la vez más dejado de lado. Me tiré en la cama como estrella de mar y me quedé dormido, ante el bullicio que mi hermana tenía en su cuarto ya que se había quedado a dormir con Dalilah, que al parecer estaba llorando, o eso entendí los diez minutos que puse oreja a lo que conversaban. A eso de la madrugada siento que un brazo cae como guillotina sobre mi nariz, era la sonámbula del barrio, Jezcel estaba durmiendo a mi lado con un pijama de unicornios y tan rosa que parecía una frutilla. Así que ante un murmullo estando dormida que decía, “estúpido Christ, ¡¡quítate!!”, me tuve que aislar a una orilla esquinera de mi cama y a ceder mis frazadas, pero como mi sueño era intenso, no pude aguantar el dormirme.

Despertar sin respiración, puede ser muchas cosas. Parálisis del sueño, ahogo, síncope, o cosas así, pero también que te aprieten la nariz en las mañanas como mi hermana, pero esta vez no era mi hermana, era ¡¡ALICE!!

-Eso, aprieta le la nariz y despertará, le decía Rose, ante mi ahogo, que cuando pasó, era casi un nuevo renacer para cuando logre tomar aire nuevamente.

Recordé sin saber la hora que era que Jezcel estaba a mi lado, así que miré con horror abajo de mi cama por el otro lado, pero no había rastro de ella, más que las cortinas bailando por el viento.

-Discúlpame, tu hermana dijo que te despertara así, no fue mi intención, me decía mientras se llevaba las manos a la cara.

-No no, todo bien, es decir no pasa nada, solo tenía una pesadilla, le dije adormilado.

– ¿Enserio?, ¿una pesadilla conmigo?, me decía mientras sonreía coqueta.

-Pensé que estabas con tu abuela.

-Pues decidí volver, no tenía muchas ganas de ir, y mi mamá me contó que me llamaste para algo en la mañana, así que acá estoy, me decía con una sonrisa y un peinado hermoso que la hacía ver radiante.

Le dije que me esperara, que iría a la ducha. Agarré mis vestimentas y salí enredado en la ropa de cama al baño entre tropezones. Después de una ducha veloz, salí y Alice no estaba en mi cuarto, estaba en la mesa del comedor conversando con todos los demás, ya que no tenía más opción, me senté como un caballero y me propuse tomar desayuno, ya no podía hacer nada más ya que Alice tenía una taza de té servida, así que no sacaba nada con salir escapando. De pronto suena el timbre y Rose va a abrir la puerta, era don Peter y Jezcel que venían a buscar de manera “sutil” a Dalilah, que de inmediato se enfurruñó, pero don Peter saludó a todos y aceptó el compartir un té también, y Jezcel obviamente, se sentó a mi lado y empezó a pellizcarme el brazo, mientras don Peter nos queda mirando y dice:

-Pero que pareja más bella, nuestros hijos unirán nuestras familias, ¿no creen?

-¡¡PAPÁ!! ¿pero cómo dices eso?, ¿que no ves que Axl trajo a su novia a desayunar? qué está tan flaquita la pobre, dijo de manera malvada.

-Gracias por lo de flaca, son los genes querida, y si, Axl y yo estamos conociéndonos, él es un chico muy bueno, lo quiero mucho. dijo Alice ante la cara de sorpresa de todos en la mesa.

– “Vaya asunto”, dijo Rose, pensé que eran solo compañeritos de colegio, se ven tan… ¡¡¡lindos!!!, dijo con ojos melosos.

-Pues te tendrás que quedar con Christ entonces “Jez”, dijo don Peter, con una carcajada.

-Papá, Christ es un traicionero, no me gustan los traicioneros.

En ese instante llegó Christ, que puso una cara de sorpresa al ver la concurrencia.

-Hablando del rey de roma, la lombriz se asoma… dijo Jezcel ante una cara de circunstancia de Christ, que no entendía el, “espectáculo”.

Yo me había metido el pan casi completo a la boca, porque quería salir de allí, transpiraba helado, sin embargo, la atención se fue a Dalilah al saludar a Christ. Lo abrazó y soltó en llanto, y quedó una sensación extraña en el aire, que don Peter la extinguió sentenciando:

-Bien “Lilah”, vamos a casa tenemos que conversar, y le ofreció su mano, pero ella no soltaba a un sorprendido Christ, entonces nuestros padres se levantaron de la mesa en aparente consenso para dejarlos hablar, y yo agarré a Alice y Christ, mientras Rose abrazó a Dalilah, y ahí quedó todo, ya que salimos de casa y nos fuimos caminando rumbo al principio del río, sin decirnos nada, sorprendidos por la escena que nos dejó el llanto de Dalilah, nos mirábamos pero no queríamos hablar del tema, estaba Alice presente y de alguna forma sentíamos que la situación era muy nuestra.

-Nos quedan pocos días de vida, interrumpe Christ.

-No le crean a todo lo que dice la televisión, es solo para propagar el miedo, nos dice Alice.

-Eso espero, decía Christ, mientras bajaba por la orilla del canal.

Y así nos fuimos conversando, lo que hacía más ameno el trayecto, cada vez se hacía más ancho y torrentoso el canal, y cuando nos disponíamos a bajar más cerca de su cauce, pasó Don Peter en el descapotable de Dalilah junto con Jezcel, quien al vernos nos gritó:

-¡¡DEJEN DE MATAR EL AMBIENTE INSENSATOS!!, y haciéndonos el signo de los “cachos rockeros” y dándole dos golpecitos a la puerta del coche, salió don Peter a toda velocidad, ante nuestra cara de póker. Pero no le dimos importancia salvo por Christ que se distrajo y cayó en una posa quedando todo mojado, pero no nos restó de nuestro objetivo de pillar guarisapos, para un par de horas después, teníamos tres guarisapos en bolsas, una para cada uno.

-Mi mamá no me dejará tenerlo, nos decía una curiosa Alice, que lo miraba con detenimiento.

-Pues mantenlo en secreto, o mantenla, quizás es niña, le dije.

-Hembra, me dijo con los ojos serios, aunque si es niña, le pondré “Jezcel” y se puso a reír, pero a Christ y a mí no nos dio risa.

-Que serios… entonces le pondré Axl, dijo. Nos miramos, y reímos todos.


CHRISTIAN (trozo de diario 03)

Hoy Betina como de costumbre se salió de sus cabales, se agita mentalmente muy fácil cuando Jezcel la provoca. Empezó a decir tonterías frente a Axl y su amiga Alice, de la cual Axl esta, digamos, “enamorado”, y me parece muy bien, y sinceramente le cambia un poco la perspectiva, ya que eso de estar siempre siguiendo la estela de Jezcel le hace mal. Él es mi mejor amigo y una gran persona, que a veces toma malas decisiones o casi siempre, pero hoy fue más que nada mala suerte, ya que Betina lo dejó en ridículo contando viejas y amargas historias de Axl y su eterno enamoramiento de Jezcel que lo dejaron muy incómodo. Especialmente cuando Alice se dio cuenta de los sentimientos de Axl por Jezcel, que aparentemente no sabía, o simplemente creía que Axl solo le “agradaba” Jezcel, o que era algo más parecido a una amistad demasiado fuerte provocada en parte por la cercanía de las familias. Pero, en fin, fue un momento muy incómodo que mandó a Axl a la enfermería. Afortunadamente Betina se dio cuenta, y me pidió que conversara con Alice. Mientras, ella acompañó a Axl que estaba pálido por una especie de, “derrota por secretaría” de su nuevo amor, fue así que cuando salieron del salón me fui a sentar con Alice y ante su cara de sorpresa, le sonreí y le dije si podíamos conversar, a lo cual ella accedió, y le dije, “es un gran amigo Axl”, y me quedó mirando sin decir nada, y seguí, “cuando éramos más niños, fuimos los dos a las pruebas de Basquetbol, para entrar al equipo del colegio. Él estaba muy entusiasmado, quizás más que yo, a mí solo me gustaba jugar y lanzar el balón, no tenía motivación de entrar en un equipo, pero el sí. Lamentablemente el no quedó, y yo sí, y sentí su frustración y le dije que no aceptaría, pero me tomó de los hombros y me dijo que yo debía jugar por ambos, y que siempre me estaría apoyando, que a veces las cosas están escritas de distintas maneras, pero dicen lo mismo, y que yo debía de disfrutar como a él le hubiese gustado, y que cuando ganara algo, celebraremos los

dos. ¿Y sabes? creo que el que ganó fui yo, no por quedar en el equipo, sino por ganar un amigo como él, puede tener muchos defectos en su proceder, pero su corazón siempre es el que toma sus decisiones a estas alturas de la vida, lo conozco tanto a él como a su corazón, y se lo que siente Alice”. Ella me quedó mirando y me preguntó, “¿y que dice su corazón?” y aunque no me esperaba esa respuesta, la mire a los ojos, y le dije: “dice que te quiere, que se ilusiona contigo. Que necesita querer a alguien y ser retribuido, el no necesita un premio, necesita un tesoro, y tú eres un tesoro que lo encontró a él. Trata todos los días de acercarse más y más a ti, todos los días buscando una nueva forma, dejando su tristeza…”, y me interrumpió preguntando, “¿cuál tristeza?, ¿está enamorado de Jezcel, si o no?”. Quizás eso es algo que él cree, o incluso que ella cree, le dije. El punto es que ella es muy cruel con él en muchas ocasiones, y ahora, al llegar tu a su vida, lo veo nuevamente contento. Bueno, no trato de venderte nada, solo te pido que ahora que sabes sus intenciones… pues bien, tú sabes”, y le cerré el ojo, “ahora no se fue a enfermería porque este enfermo, es por la vergüenza que pasó, pero no me digas nada, solo te pediré un favor”, y asintió con su cabeza. “No le des una oportunidad por lo que estamos conversando, pero si ponle atención a su actuar, y la oportunidad se dará sola”. En ese instante me la jugué toda, y nuevamente asintió con su cabeza, después de eso me preguntó cosas de él, de su carácter y su forma de ser, y le conté anécdotas que le favorecen, y no como las de la lengua loca de Betina. Después entraron Axl y Betina y se fueron a sentar a mi banca mientras yo hacía reír a Alice con las historias de Axl y yo, hasta que tocaron el timbre y me fui a mi banco, y antes de irme le cerré el ojo a Alice y ella a mí. Reflexionando en todo esto espero no haber dejado la embarrada, ya que pude haber creado el efecto contrario, pero tenía que salvar la situación que provocó Betina.


CAPITULO 08 – SECRETOS Y METEORITOS

Quedaban cuatro días para la llegada del meteorito, y ese lunes todos hablaban de lo mismo, tanto que la clase no empezaba y el profesor haciéndonos callar, pero todos asustados, planeando qué hacer, antes del final de todo. Alberto Reyes dijo que plantaría un árbol al lado del rio, Marco Saldías dijo que se bañaría desnudo en la fuente de la plaza, y Cecilia Díaz que viajaría a la capital para besar a un cantante de cumbias que nadie conocía. La cosa es que todos estaban haciendo planes, y Alice ya parecía asustada:

-Creo que me iré a casa de mi abuela, si todo acaba espero estar con ella al menos, dijo con cara de preocupada.

Nada le podía decir ante la situación, se iba con su abuela, no podía darle un plan para retenerla, y ante mi silencio me preguntó, “qué haría yo”.

-Pues, no lo sé, le dije.

-Creo que debemos pasarla con los nuestros dijo Betina.

-Sí, dijo Christ, pero tenemos que despedirnos ese viernes saliendo del colegio.

pero en ese instante el profesor sentenció:

-Nada pasará chicos, es solo una mentira que inventan cada año para hacerlos concientizarse por la capa de ozono y cuidar el planeta.

El asunto es que, si ese era el objetivo, de todas maneras, estábamos asustados, a nivel escuela incluso.

Christ y Betina se fueron a sus prácticas ya casi en la salida de clases, mientras Alice y yo conversábamos sobre qué pasaría con la tierra, que era probable que quizás se partiera en dos, o se destruyera entera, y mientras yo teorizaba me dice:

– ¿Qué sería lo último que harías si sabes que en dos horas todo se acaba?, me dijo poniéndome mucha atención en mi respuesta.

-Pues, emmm, estar con mi familia creo yo…

– ¿Solo con ellos?, me dijo esperando una respuesta en concreto, creí yo.

-Emmm, obviamente también con la gente que quiero…

– ¿Quiénes?, me dijo.

No sé si realmente quería que la indicara a ella, o quizás quería saber si le hablaba de Jezcel, pero ante mi incomodidad, y también un poco de buena suerte, llego a mi lado Dalilah, que estaba buscando a Jezcel, que tenía que ir con la Psicóloga y pues la estaban buscando. Así que le indique que estaba en la práctica, y también recordando que yo tenía mi práctica en el taller de música, así que esquivé una bala y me salvé de decir algo que no fuera del agrado de Alice. Me miró con cara seria y me dijo que se iría a la biblioteca, ya que ella no pretendía unirse a ningún taller de nada, me apretó la nariz y me dijo:

-Me debes una respuesta… apuntando sus ojos y luego a mí, y me fui pensando en que debía de responder ante una pregunta como esa, quizás la respuesta era obvia, pero no quería meter la pata como en las otras mil veces que lo hice.

Al llegar a la sala estaba la profesora del taller quien me dijo que la reunión se había suspendido y que yo era el único que había llegado, pero que de todas maneras podía ser tremendamente útil. Si, útil, limpiando todo, me dijo que organizara, ordenara y limpiara, trasladando cosas desde el salón a la bodega y viceversa. Así que empecé sin ánimos de acarrear cachivaches, de un lado a otro. Hasta que una media hora después vi a Jezcel sentada en la falda de su papá en las sillas que estaban fuera de la sala de la psicóloga a modo de sala de espera. Estaba ella muy sonriente hablando con su padre tomándose un refresco, parecía un bebe en los brazos de don Peter. De pronto abrió la puerta la psicóloga e hizo entrar a su papá, y Jezcel quedo afuera sentada con su refresco columpiando sus piernas, mientras clavaba sus verdes ojos en mí, se veía muy tranquila y serena, hasta parecía que me sonreía, me acerqué como un cazador con una escopeta acechando a su presa, bueno en realidad era un saxofón lo que llevaba en mis manos.

-Hola, me dijo con una sonrisa, la miré raro y desconfiado, y le pregunté si estaba bien.

-Claro que estoy bien.

y se paró del asiento y se puso frente a mí con una sonrisa, miró para todos lados, y de pronto se transformó en el diablo, me agarró de la corbata y me dijo:

-Si no me demuestro calmada me harán tomar medicamento para controlarme, y no quiero nada de eso, andaré como ese chico de tercer año, ¿recuerdas?, Luciano, ¿Rivera?, creo, que lo medicaban y después de ser como jilguero en un árbol, era como un zombi en el jardín de infantes, y podría afectar a toda mi vida. Así que si te preguntan cómo ha estado mi comportamiento estos días, más te vale decir que en paz y sereno, o antes de que me den esas estupideces te pateare la entrepierna tan fuerte que tus compañeritos te servirán de adornos navideños, ¿fui clara gusano de choclo?, todo eso me lo dijo como un grito de guerra, quizás sospechaba lo de la psicóloga y yo.

-Si, si, si, descuida, le dije sorprendido, y volvió a sonreírme, y se sentó cantando un “la la la”, junto a su bebida.

-Y Dalilah, como ha estado, le dije para desviar lo que pasó.

-Ja, ella sería la que tendría que estar acá. Ella está loca, ¿sabes?, es de las que cree que un príncipe azul en un unicornio rosado la va a rescatar y llevar a su reino con nubes de colores, ¡puag!, debería ser más como yo, dijo empoderada.

La miré raro, y tomando distancia, abogué por ella:

-Al menos Dalilah nos trata bien y nos quiere, le dije con voz quebradiza.

Me miró apretando la lata de refresco, y lanzándolo desde la silla hasta el basurero, y ante el ruido en el piso ya que la lata no entro me dijo:

-Yo los quiero, pero ustedes me cambiaron por la barbie con pelo de paja, y el otro con la italiana pechugona, así me demuestran que son ustedes los que no me quieren. Te aseguro que ambos ya planearon verse el día que les caiga el meteorito en sus testas. Protegiéndolas de que no les pase nada, ¿y yo?, ¿qué me muera, cierto? Yo si pensé en ustedes, dúo de vagos.

-Mentirosa, dijiste en clases que lo del meteorito era una estupidez, que más daño nos haríamos escupiendo al cielo y poniendo nuestras caras.

– ¿Tú qué sabes?, “enano de jardín”, lo que yo siento, no lo digo, lo guardo en mi corazón.

-Dijiste que no tenías corazón, ¿recuerdas?, pero me hizo un desprecio.

-Yo los quiero a mi modo, son ustedes los que no saben quererme a mí.

-Ya, y ¿Cómo sería eso?

-Solo me tienen que querer a mí, obvio, fácil y sencillo, y como siempre fue.

-Esto no es una monarquía medieval Jezcel, yo también necesito que alguien me quiera con amor.

-Yo te quiero con amor gusanito, me decía como una madre hablándole a un bebe.

-No ese amor Jezcel, que me amen de verdad, amor de novios, le dije

– ¡No!, porque eres feo, ¡puag!, me dijo.

-Quizás no sabes amar, nunca has amado a nadie, le dije con rabia.

Me miró horrible y se paró de la silla y me agarro de la corbata nuevamente, y justo se abrió la puerta de la psicóloga, y me dio un abrazo apretado y me dijo:

-Tu y yo, siempre en el corazón, te quiero. Mientras besaba mi frente y pedía permiso para entrar con la psicóloga.

Antes de entrar se dio la vuelta y apuntó su ojo con su dedo, y después a mí con cara amenazante. Así que quedé afuera ante un silencio sepulcral. Tomé aire y respiré, pocas veces le había dicho cosas como esa, me sentía más preparado para defenderme de sus locuras, y justo detrás de mi dicen mi nombre, era Betina que venía a su sesión también con la Psicóloga, me saluda con un abrazo y me presenta a su hermano que venía con ella.

-Él es Paolo, me dice, él está de vacaciones y se ofreció a asistirme con la psicóloga, y susurrándome me dice que es porque poco domina el idioma, y se sonríe preguntándome si no es lindo su hermano.

-jeje, pues no responderé a eso, le dije mientras le daba la mano, y él me saludaba en un raro español-italiano del que solo entendí “hola”.

-Mi hermano es el encargado de traer desde Italia los embarques de nuestra tienda de modas, los vestidos de Milán, los perfumes de Venecia, las carteras, los zapatos las pelucas, anillos, sombreros y todo lo demás, me comentaba.

A lo cual Paolo solo asentaba con la cabeza, sin entender mucho de ello. Me despedí y volví a lo mío en la bodega. Para cuando había pasado una media hora, me fui a buscar a Alice a la biblioteca. Cuando salí al pasillo ya no había nadie, ni rastro de Jezcel y de Betina. Y en la biblioteca tampoco estaba Alice, pero me encontré con Elizabeth que estaba sumergida en un libro sentada justo fuera de la puerta de la biblioteca, y cuando la veo se pone de pie y se saca los lentes y me abraza, y me dice que quedó la grande hace veinte minutos en la biblioteca, la miro con extrañeza y se dispuso a contarme:

“Pues resulta que estaba ella estudiando para la prueba de matemáticas de la próxima semana, muy concentrada como siempre, y de pronto entro Alice, quien se acercó a ella poco a poco como un gatito desconfiado y terminaron estudiando los ejercicios juntas, con muy buen ambiente y sonriendo. Se comportó muy simpática y amena a pesar de que yo creía que no le agradaba por ser amiga de Jezcel, pero nada, es una chica simpática. Todo bien ahí hasta que de pronto entró con bastante autoridad Jezcel quien dio un golpe en la mesa donde estábamos estudiando y me reprochó que no tenía que acercarme a ella porque me pegaría desde los piojos hasta la lepra, y que si era su amiga no tenía que tan siquiera hablarle, entonces Alice me hizo un gesto que la dejara hablar, y le dijo a Jezcel que ella no le compraba sus niñerías, y empezó a recoger sus cosas, y a salir de allí. Mientras Jezcel empezaba a ponerse más roja de lo que ya es, yo alcancé a decirle que recordara que tenía que estar mesurada, por un asunto que le pidió la psicóloga, entonces empezó a respirar mientras todo el mundo nos miraba, entre ellos la señora de la biblioteca. Entonces Jezcel se gobernó, y bajo la mirada mientras Alice guardó sus cosas y antes de salir se miró en el vidrio que está al frente y se arregló la ropa, y le dijo, gracias Elizabeth por estudiar conmigo, pero ahora voy a planear cómo pasaré mis últimos momentos con Axl, Christian y Betina, adiós lindas, entonces Jezcel paso de rojo a morado, y empezó a decirle que era una enana aparecida, que acaso pretendía que a ella le daría celos, que le regalaba a Yoda y Chewbacca, que no le importaba en lo más mínimo, entonces llegó la señora de la biblioteca y nos corrió a las tres y dijo que estábamos castigadas por una semana, que era un lugar de estudio, entonces Alice le dijo que sí que entendía, y miró a Jezcel y esbozó una sonrisa burlona. Y se fue con su personal estéreo, mientras Jezcel estaba furiosa. La quise calmar, pero se fue y me dejo acá, esperando que termine la jornada para poder sacar mi mochila y mis cuadernos, ya que no me deja entrar la bibliotecaria”.

-No te preocupes le dije, te haré compañía, y me senté junto a ella, a escuchar cuarenta minutos de chismes de todos los portes, sabores y colores hasta que salió el tema de moda, “el meteorito”:

– ¿Enserio se juntarán con Alice, Christian y Betina para esperar el fin del mundo?, me pregunto.

– ¿MMM?, pues creo que no, ella dijo que se iría donde su abuela, y Betina creo que esta castigada con lo de tener que ir con la psicóloga, no entiendo porque le dijo eso a Jezcel, quizás en su enojo para ponerla celosa.

– ¿Sabes? creo que Jezcel está preocupada por eso del meteorito.

– ¿Cómo sabes eso?, le pregunté.

-No le digas que te dije, no olvides nuestra promesa, mientras chocábamos nuestros dedos índices, ya que a veces nos juntábamos a contarnos chismes, aunque era ella la accionista mayoritaria.

-Dijo que estaba preocupada, que ya se le hacía terrible que todos hablaran de eso, y me dijo que ustedes ni planean ser sus escudos humanos.

– ¿Escudos humanos?, que presumida, pero bueno, era de esperarse de ella, le dije. Luego nos fuimos juntos y la acompañé a su casa.

Pasaron tres días, ya era el tan anunciado viernes, tres días en que también no había sabido nada de Alice ya que su teléfono sonaba y sonaba y solo después de ir a su casa, la vecina de la casa conjunta me dijo que habían salido el mismo lunes en la noche, y me dijo que no sabía dónde fueron, pero probablemente a casa de la abuela de Alice, así que no tenía idea de ella. Para aquel viernes en la mañana, antes de salir de casa mostraban en la televisión un despacho en directo desde el observatorio de San Bernardino, me imaginaba que pretendían ver un segundo antes de que cayera el meteorito y murieran todos. Se me hacía incluso cero ganas de ir al colegio ya que la hora del tan esperado momento eran las 16:43, y hoy saldríamos a las 14:30, muy poco tiempo para organizar tu ultimo día, o el último medio día, la cosa es que Rose me agarró de la camisa para irnos. Casi nunca me iba al colegio con Rose, pero decidí hacer una excepción, ella me miraba con cara rara, y yo con algo de más dulzura, quizás era nuestra última vez, siempre enemigos de dos metros de distancia, donde nuestras armas eran las almohadas, y nuestro contraataque el grito más fuerte. Quería detenerme y decirle que fue un enemigo loable, pero:

-Déjate de pensar en esa tontería del fin del mundo, o te llevaré a coscorrones al colegio, PAVO. Bueno adiós a la chica loable.

-Y si pasara, ¿me extrañarías? o ¿Que extrañarías más de la vida?

-Tú no sabes nada de la vida pequeñuelo, y si te lo contara, no me entenderías ya que mi vida es algo compleja, me dijo con una mirada recelosa.

-Además solo pasas encerrado en tu burbuja… Jezcel, Jezcel, Jezcel… ¿ALICE?, al menos cambiaste el libreto, y apropósito, es muy linda ella. Me dijo con una sonrisa malévola, Pero no olvides a Jezcel, a tu edad y como “hombre que eres”, serás como un caballo de carreras y no verás nada más que lo que tienes al frente, ella es tu amiga, y le debes la lealtad que han forjado por años, me lo dijo de manera muy seria.

No sé si fueron las palabras de mi hermana o que se yo, pero el resto del camino no dejé de pensar en Jezcel, más lo que me había contado el otro día Elizabeth, y también el no saber nada de Alice que se había ido con su abuela estos días o eso era lo que me dijeron. Vaya fin del mundo para mí.

En clases me senté junto a Christ ya que Betina discutió con él. Ella quería que él se fuera a acompañarla a la tienda de su familia, y él pues quería que ella estuviera con nosotros el último día hábil de la tierra, pero ella le dijo que todo era una estupidez, que no había fin de nada, más bien sería el fin de ver esa clase de programas en la televisión, que ella se lo prohibía. Así que empezamos a decidir que hacíamos, y concluimos irnos a la orilla de la playa a las 16:30 horas, y esperaríamos “el fin del mundo”. Al final de clases y después de una final discusión de él con Betina, Christ no la pudo convencer de que nos reuniéramos, así que, ya habiéndonos despedido de todo el curso y de los maestros, que nos miraban como si fuesemos mensos, y claro, el intento de beso de fin de telenovela por parte de Christ a Betina, nos fuimos raudos y a corrida firme, casi como estampida, con un Christ enojado porque Betina no se despidió de él. Llegando a mi casa nos detuvimos y nos miramos, solo asentimos casi en un nanosegundo, y él salió disparado a su casa. Yo entre, y el reloj de la sala marcaba las 15:12 horas, mamá al ver que llegué a casa nos llamó a almorzar, pero después se arrepintió porque aún no llegaba Rose, esa lenta Rose que estaba quitándole minutos al final de nuestra existencia, más bien a la mía. Finalmente terminamos de almorzar a las 15:46 horas, respire profundo mirando el postre, le dije a mis padres que tenía que salir, y le di un abrazo a cada uno, y después de darle el abrazo a Rose, esta me dijo “estúpido”, y ante la cara de extrañeza de mis padres salí corriendo rumbo a casa de Alice, llegue a las 16:01 horas allá, pero nadie abrió la puerta, así que me fui rumbo a casa de Christ, pero antes de llegar, me alcanzó el, que venía en la Bicicleta de su hermana, claro literalmente de “su hermana”.

– ¡¿QUE?! ¿Bici con canastillo?, le dije. Es el fin del mundo no el fin de tu hombría.

-Era una emergencia “leso”, tenía que despedirme de Betina, pero no me dio bola.

-Bueno, Vámonos entonces Christ, le decía mientras me subía a la bici

– ¿No nos despediremos de Jezcel? me dijo.

En ese instante recordé lo que me dijo Elizabeth, así que le dije que, en lugar de cortar camino hacia la playa por ahí mismo, nos fuéramos por la calle principal y dobláramos en la esquina de la casa de Jezcel. Para cuando llegamos, eran las 16:13 horas, y nos encontramos con Jezcel sentada en el jardín de su casa acariciando a princesa que le comenzó a ladrar a la bicicleta rosa de Christ.

-Supongo que es la bicicleta de Antonia, ¿no? ¿o cambiaron sus “gustos”?, sabía que eran “raros” pero no pensé que se confesaran su amor el último día del mundo, le dijo Jezcel.

-Vamos a la playa a esperar la hora cero, ¿quieres venir con nosotros? le dijo Christ.

– ¡Claro que no, estúpidos!, me quieren llevar ya que ninguna de sus sirenas los acompañó, ¿verdad?, nos recriminó mientras Princesa ladraba y ladraba.

-Ven con nosotros Jezcel, por favor, si esto es real nunca más sabremos de nosotros, dijo Christian de una manera casi poética.

-Bien, iré, pero no porque ustedes me lo pidan, sino porque yo decido ir, y los llevaré conmigo. ¿Les queda claro?, ustedes son como el pato “Lucas” y el conejo de la suerte, uno loco y el otro “raro”, le dijo a Christ haciendo sonar el timbre de la Bicicleta.

-VAMONOS, nos dijo como si fuera la que ideo todo.

Aunque yo ya sabía la verdad, y era que ella estaba tan asustada como nosotros con todo esto, pero se hacía la valiente.

-Y… ¿a qué hora es esta mugre? dijo burlesca.

-16:43 horas, tenemos nuestros relojes sincronizados con la televisión, le dije.

-Bien, todo un “James Bond” de bolsillo, río de manera burlesca nuevamente.

Llegamos justo a las 16:35 horas a la orilla de la playa, Christ dejó la bicicleta en la arena blanca y nos sentamos unos metros al lado, mientras Jezcel nos preguntaba a cada minuto cuánto era lo que quedaba.

-Acerquémonos, les dije mientras pretendía hacer una especie de abrazo de a tres con mi reloj de pulsera en el medio, que avanzaba poco a poco.

-Bien, pero si se propasan par de libidinosos, los golpearé antes de que caiga la piedra del cielo.

-Basta Jezcel, quizás es nuestro último momento en el mundo, y quiero decirles algo, dije muy seriamente.

Justo cuando estaba por decir algo inspirador, Christ balbuceo

-Yo quiero decir que siempre he…

-CÁLLATE, queda un minuto, dijo Jezcel, y me apretó fuerte el brazo.

Pasamos todo ese minuto con la respiración muy agitada, sin soltarnos, mirando el suelo y escuchando el mar. De repente cerré los ojos y comenzó a sonar la alarma de nuestros relojes. A los diez segundos abrí los ojos, la alarma seguía sonando, “quizás un minuto más”, dijo Jezcel, ya eran las 16:45 horas y nos empezamos a mirar sin soltarnos y con cara seria. De pronto Jezcel pega un grito agudo y empuja a Christ y a mí, y se abraza a sí misma, y nos grita:

-¡¡PERVERTIDOS!!, ¡¡inventaron todo esto del meteorito para aprovecharse de mí!!, degenerados, ¿saben que meteoritos les llegarán? un montón de piedras que les lanzaré a sus casas, pervertidos mentirosos, los ¡ODIO!

Se fue caminando en dirección a la bicicleta, y se subió en ella estando en la arena, y alcanzó a andar un par de metros y se quedó enterrada y se fue para el lado con bicicleta y todo cayéndose, y al ponerse de pie, la pateó muy furiosa y la dejó tirada y se fue maldiciéndonos. Christ y yo nos miramos y respiramos y nos quedamos sentados mirando el mar por unos diez minutos sin decir nada, y de repente nos pusimos a reír, no sé si fue por estar vivos, o por ser tan incrédulos, se puso de pie y me dio la mano.

-Viviremos al menos un día más, me dijo con una sonrisa.

Y nos fuimos caminando rumbo a casa, con el tema ya superado, y quizás con una lección aprendida. “El fin del mundo aún no está escrito”, o al menos para ese día viernes.

Ese mismo viernes en la noche, don Peter organizó un asado en nuestra casa, con la excusa de que “sobrevivimos al meteorito”. Así que estuvo hasta tarde, tomando cervezas con mi padre, mi madre, don Chrsitian, doña Lisseth, Antonia y su hermanita. Pero no estuvieron ni Dalilah ni la señora Hannah, pero sí estuvo Jezcel, que me decía que se la pagaría por lo del meteorito, aunque en casi toda la noche no se despegó del lado de su padre, así que sus palabras no fueron gran cosa. Hasta que se fue a eso de las 02:00 de la madrugada ya que don Peter estaba ya pasadito de copas y se fue abrazado de Jezcel, con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos como de los vendedores del restaurante chino, al menos se fue sin hacer escándalo. A eso de las 04:00 de la madrugada y para ya cuando por fin logré conciliar el sueño, y después de pensar que habrá pasado con Alice, siento como una cachetada de nivel dios de dolor en mi cabeza, me despierto y era mi amiga sonámbula, que maldecía a Christ en su sueño, y decía “meteorito, maldito meteorito”. Me paré de la cama, y la quedé mirando como dormía, como estrella de mar atropellada, entonces me dispuse a dormir en el suelo, como siempre tenía que hacerlo cuando ella se le ocurría ser sonámbula, pero de pronto se puso de pie, y caminó rumbo a la escalera a paso rápido. Bajó a la sala y abrió la puerta de la calle y claro, yo salí detrás de ella. Se sentó en la entrada de su casa al lado de su jardín en posición fetal, y al ir detrás de ella se me cerró la puerta de mi casa. Me rasqué la cabeza, y me senté al lado de ella sin saber que hacer, no podía despertarla, entonces de un momento a otro me abrazó como a un bebé, y dijo “meteorito, meteorito” y me tenía muy apretado, así que ahí me quede a su lado, abrazado y de pronto me dormí, quizás fue el calor de estar abrazados y el sueño que tenía por la algarabía del asado, solo recuerdo que desperté por unas patadas que me estaban dando.

-Oye, ¿que no tienes casa? ¡vete a tu casa!, pareces un vagabundo.

Desperté con mucha rabia en medio de su antejardín húmedo y con frio y dolor de cabeza, quedé mirando a Jezcel, que vestía de manera deportiva.

– ¿Tienes entrenamiento?

-Entrenamiento, entrenamiento…, ¡que te vayas te dicen!, vamos a regar el jardín para que te vayas, me decía con las manos en la cintura.

-Ok, ok, me puse de pie y crucé a mi casa, con un montón de estados: frio, sueño, dolor de cabeza, y enojado porque fue todo culpa de ella.

– ¡Y hazte ver en un psiquiatra!, si eres sonámbulo te podrías hasta morir, o si esto fue una excusa para que te perdone por tu mentira, puedes ir olvidándolo, ¡patético!. Y se fue corriendo rumbo al colegio mirándome hasta que se perdió por la subida.

Fue un fin de semana sin novedades, solo que el domingo fui a casa de Christ ya que aproveché el tirón de ir a casa de Alice, pero nuevamente no había nadie. Ya me tenía preocupado, pero nada podía hacer, solo que, para la próxima, le pediré el número de su abuela. En casa de Christ hablamos de varias cosas, desde lo que pasó el viernes hasta del entrenamiento, ya que se venía el partido de práctica del colegio que sería para el aniversario la próxima semana. Sería el sábado que viene, así que genial, es el debut de Christ.

Lunes, el día más lento de la semana, y como tal, el mejor día de la semana para llegar tarde. Entre cinco minutos tarde a la sala, y me fije que estaba Alice sentada. Y a pesar de que la salude inmediatamente, no me respondió, es más ni siquiera me miró.

– ¿Ocurre algo Alice?, le pregunté.

– ¿Hice algo malo?.

-Quiero que me respondas ahora Axl, ¿con quién hubieses pasado el último día en este mundo?.

– ¿He?.

-¡RESPONDE AXL!.

-Pues, el viernes fui a tu casa a buscarte antes de que pasara…, bueno, lo que no pasó, a pesar de que no sabía de ti desde hace días.

Justo entro el profesor jefe, y nos hace callar y me pide salga, ya que me están esperando en la sala de los inspectores. Ante la risa burlesca de Jezcel, que me gritaba que el “karma” se encargaría de mí. En la sala de los inspectores, estaba la madre de Alice, la señora Acelia, que me abrazó cuando me vio.

-Hijo mío, que bueno verte, necesito conversar contigo.

-Dígame, le dije correspondiendo a su abrazo.

-Necesito pedirte un gran favor, necesito que vigiles a Alice, se ha estado comportando de manera extraña, quizás es porque se acerca el aniversario de muerte de su padre. La semana pasada se escapó de casa, diciendo que iría donde su abuela, después de clases, pero no vino a la escuela y no llego a casa de su abuela, ni a la casa nuestra. La buscamos por todos lados, y llegó al otro día en la mañana a casa de su abuela, donde se encerró y se tomó algunas pastillas que la dejaron inconsciente casi dos días, completamente intoxicada, la llevamos al médico y estuvo todo el fin de semana en observación en la clínica, no quiero que vuelva a su estado depresivo, ayúdala por favor, sé que eres su amigo y ella te adora, en ti confiará más que en nadie. Me quedé pasmado, con un escalofrío que me sacudió de los pies a la cabeza, recordé la vez que le dio ese extraño comportamiento en el centro comercial.

-No le digas nada de esto por favor Axl, la inspectora acá, te llevará a la sala e inventará un castigo, dirá cualquier cosa, solo sabemos de esto tu profesor jefe, la inspectora Paola y tú, se cuidadoso ya que es muy serio todo esto.

-Si, si, descuide, seré muy precavido, le dije aun medio aturdido.

Así fue que la inspectora Paola me llevó a la sala, y pidió la palabra, y comenzó a regañar al curso por el mal comportamiento en general, y por el “mío”, que, si intentaba nuevamente decir malas palabras frente a los adultos, llamarían a mi apoderado, quedando mi cara más desfigurada que nunca. Me mandó a sentarme y todos en silencio. Alice me quedo mirando con sus ojos con lágrimas, y me abrazó y me pedía perdón, mientras yo la calmaba, salimos del salón y nos fuimos a sentar al lado del bar lácteo con el permiso del profesor y la inspectora, con la excusa de calmar a Alice. Compré dos cafés, y conversamos casi toda la hora de estupideces, traté de hacerla reír y pues lo conseguí poco a poco, pero siempre muy extrañado por todo lo que me había contado su madre, pero ya tendría tiempo de poder averiguar un poco más y saber qué fue lo que pasó para llegar a todo esto. Pero al verla sonreír en ese momento me dejaba mas tranquilo, por un tiempo.

Nada presagiaba lo que pasaría esa mañana, se acercaba el día de aniversario del colegio, y el día viernes los tres octavos años basicos de la escuela, el A, B y C que era el nuestro, nos reunieron en el gimnasio. Nos explicaron que haríamos una obra para presentarla el viernes con los tres cursos juntos y unidos como nunca, la obra sería “La Bella Durmiente”. En el fondo se hacía todos los años, así que ya teníamos el libreto, los trajes, y todo, solo había que leerse el cuento, y la mayoría sería un árbol o una piedra, así que no, no era algo “tan complejo”, pero lo que sí fue complejo fue la repartición de papeles que terminó en una tragedia griega, o quizás algo más. Nos sientan en el centro de la cancha y el profesor de educación física, juntos con los profesores jefes nos dan las instrucciones y parten eligiendo lo más importante de la obra, “la bella durmiente” y “el príncipe”. Sin que se notara mucho, empieza a ofrecer el papel femenino a las chicas digamos, más “vistosas” del curso A, le pregunta a Carla Cisterna, una chica rubia y popular en el colegio, y a Daniela General, Otra chica muy popular y que hacía atletismo en esas épocas. También pregunta en el curso B, a Marilyn Mackenna y a Paulina Álvarez quienes se esconden entre risas nerviosa para negarse, o quizás del curso C, dice la profesora. Tu Beatrice ¿te gustaría ser la bella durmiente? Esperando que alguna de las chicas nombradas levante la mano, pero de pronto interrumpe todo Jezcel.

– ¿Y qué hay de mí?, todos saben que el papel es mío, no tiene que preguntarle a estas sangronas, yo seré la bella durmiente de este año.

– ¿Quién te dijo que la bella durmiente es pelirroja?, le dijo Carla Cisterna?

-Yo soy la ideal para el personaje, yo soy “la más bella de los octavos y del colegio”, así que “chúpate esa”. Además, importa mi belleza y no el color del pelo, no es trascendental. Ahora tenemos que ver quien será el príncipe, ¿Maxi Navarro? del A, o Juan José del B, ahora peléense por mí, ya que no aceptaré a otros en el papel, no besare a cualquiera, dijo poniendo sus manos en su corazón.

-Oye, hay más chicas que podrían hacer el papel, no lo acapares sin una votación, le decía Marilyn.

-Obvio que si, dijo Daniela General, es lo más justo, hagamos una audición.

-Y ¿porque no puede ser Alice?, es muy linda y sería una buena representante de nuestro curso, yo la nomino, dijo Betina.

Una sonrojada Alice se encogió de hombros. Y comenzó una discusión donde todos hablaban y nada se entendía, donde Jezcel decía que Alice era muy enana y que no servía. Hasta que de pronto, Christ alzó su mano, y al ver el profesor ese gesto le dieron la palabra y dijo:

-Si proponen a Alice, yo propongo a Axl como príncipe, seria genial, hacen muy buena combinación.

-Jajajaja, río Jezcel, ¿Axl? pero él no puede ser príncipe, es muy feo, ninguna princesa estaría dispuesta a besarlo, o la princesa no despertará, o se convertiría en sapo ella, a lo más podrias ser un “árbol”, tienes “madera” para eso, ajajaja.

Entonces ante mi vergüenza y pena, Alice se pone de pie y dice.

-Si Axl, acepta ser el príncipe, yo Acepto ser la princesa, y me puso de pie, aceptamos profesor dijo ella, solo pude tragar saliva, y ante la mirada y murmullo de todos.

-Esto es la bella durmiente, no el show de la rana rene y la cerdita piggy, desubicados, le dijo Jezcel.

-Profesor, yo ya decidí, yo seré Aurora, expresó orgullosamente Jezcel.

-No es justo, esto tiene que ser una votación. Dijo Betina.

– ¿Acaso quieres salir con Axl, Betina?, serían los príncipes más feos de la historia, y todos azuzando una pelea.

-Bueno, también perfectamente podría ser Christian y yo, sería bonito ya que somos novios, ¿verdad amor?, dijo burlescamente Betina.

Al escuchar esas palabras, los alumnos empezaron a silbarles, pero Jezcel comenzó a ponerse roja y a poner su peor cara de demonia.

-Pues la única forma que Christian acepte, sería por lástima. Le dijo con ya mucho odio. Y ante la petición de calma de los profesores, y el bullicio que hacían todos al ver que podía armarse una pelea, Betina ya indignada dijo:

-Pues prefiero ser la princesa de Christ por lástima que ser la princesa enferma de la cabeza. Le dijo Betina soltando la mano de Christ que la tenía agarrada pidiéndole que parara.

– ¡Y lo digo literalmente, “enferma de la cabeza”, con muchas enfermedades mentales!, le gritó.

– ¡La única enferma de la cabeza eres tú, que te desequilibraste cuando tus papas te dejaron botada para irse a Italia, dejándote tirada, criándote con leche en polvo! ¡Ve a buscar un mono como “Marco” y sal a buscar a tu madre!.

Quedamos todos pasmados. Notoriamente se había pasado de todos los límites. Todos gritaban azuzando la discusión, con Betina con la cabeza baja, y los ojos vidriosos con algunas lágrimas recorriendo su rostro. Hasta que de pronto entró en un frenesí, mientras los profesores pedían calma, y se paró frente a Jezcel.

-¡¡TU!!…, mis padres nunca me dejaron sola, ellos trabajan por la familia, en cambio tú, eres la única desequilibrada de este colegio, mientras se secaba las lágrimas. ¡Prefiero, que mis padres estén lejos qué ver en cada hombre que conoces a tu padre! ¡Sí!, ¿Sabían que ella se enamora de los hombres y se acerca pensando que encontrará a su padre en ellos?, y que la quieren por lástima. ¿Y saben porque? Porque su padre las abandonó, ya que por culpa de Jezcel, que mató a su propia hermana cuando esta nació, por eso es que no tienes corazón, porque tu hermana se quedó con él cuando se murió, y tu naciste vacía al matar a tu hermana ABIGAIL en el vientre. ¡¡SI!!, ¡¡MATÓ A SU HERMANA!!, por eso que tu padre se fue de casa y te viene a ver solo por lástima.

Nuestro profesor jefe, se fue rápidamente donde Betina y la tomó por los hombros, al escuchar todo eso, y le gritó, “BASTA NIÑA”, y se la llevó de un brazo ante la mirada atónita de todos los niños y los ojos perdidos de Jezcel que se sentó en el suelo al lado de Elizabeth. Me contó Elizabeth que cuando Jezcel se sentó comenzó a decir, “es por eso que cuando yo era niña, sacaba el álbum de fotos de mi padre que estaba escondido en una caja en el entretecho, y en el forro del álbum había un papel con unas cruces que yo siempre miraba mientras me metía bajo la cama, cuando aprendí a leer vi el nombre “Abigail”, y pensé que era algo de los parientes de papá…, ya que había muchas fotografías y papeles de familiares. No puedo creer todo esto”. De un salto Jezcel se puso de pie y salió corriendo a toda velocidad rumbo a las salas de clases, y los profesores le gritaban que se detuviera, pero la alcanzaron y la agarraron, y se la llevaron a la oficina ante los gritos de Jezcel de que necesitaba hablar con Dalilah. Salimos con Christ y Elizabeth, pero nos dimos cuenta que se llevaban a Jezcel las profesoras de otro curso junto con las inspectoras, y mientras lo hacían nos piden que vayamos a buscar a Dalilah a su sala. Al llegar, le pedimos permiso a la profesora del curso de Dalilah, esta sale de la sala y Christ le explica lo que pasó, y Dalilah empieza a llorar en silencio tapándose la boca mientras lo escucha, y a la vez pidiéndole que le explique qué porque paso eso. Mientras estábamos a su lado Elizabeth y yo. Al ver por el vidrio que Dalilah lloraba, salieron de la clase Antonia y mi hermana, entonces Antonia se va con Dalilah rumbo a la oficina a ver a Jezcel, pensamos seguir a Dalilah, pero míro a Rose y le pregunto si sabe lo de la hermana de Jezcel, que si es verdad todo eso, y esta se queda pasmada, toma de la mano a Christ y a mí y nos lleva junto con Elizabeth al patio, y nos dice que tiene que contarnos algo muy delicado.

-Lo que les contaré ahora, es algo muy, pero muy secreto de la familia de Dalilah y Jezcel, sean muy prudentes. Cuando la tía Hannah estaba embarazada de Jezcel, en realidad estaba esperando gemelas. Pero tuvo un embarazo muy malo, pasó mucho tiempo en el hospital con síntomas de pérdida, y no se auguraba siquiera un nacimiento medianamente fácil. Pero ella insistió en tener a sus hijas, y contra todo pronóstico y después de un difícil parto, nació la hija mayor, Abigaíl, pero las complicaciones hicieron que sólo viviera unos minutos, para dar nacimiento después a Jezcel en un complicado parto que la dejó muy delicada. Se debatió entre la vida y la muerte, tanto Jezcel como la tía Hannah por varios días. Pero a medida que pasaba el tiempo Jezcel se aferró a la vida, y salió adelante como la guerrera que es. Lamentablemente Don Peter no fue el mismo después de la muerte de la bebé, y para qué hablar de la señora Hannah, ya estaba lo suficientemente mal en un parto difícil, así que la noticia la destruyó, ya que se pudo enterar solo una semana después, Lo que la dejó por mucho tiempo con una depresión extrema, lo que provocó que don Peter se fuera de casa, ¿porque crees que Dalilah es tan madre de Jezcel como su propia madre?, se hizo cargo de ella desde pequeña. Nuestra madre se preocupó bastante también en ayudar a la señora Hannah, hasta la alimentó en la boca muchas veces producto de su depresión. Después en un periodo de más calma, y ya con Jezcel más recuperada, la tía Hannah corrió de la casa a Don Peter, y aunque desapareció por varios años, nunca dejó de enviarles de todo a casa, pero al no aparecer en mucho tiempo, provocó odio de Dalilah hacia él, tanto que ya ni siquiera lo considera su padre. Cuando Jezcel empezó a crecer, este la visitaba pocas veces al año cuando volvía de sus embarques, ilusionándola y provocando en ella un extraño amor por él, pero hoy, Jezcel supo la verdad. Eso es a grandes rasgos la historia muchachos, ustedes son sus amigos, y deberían…

– ¿Por qué nunca me contaste nada Rose?, le recriminé.

-Porque fue lo que nos pidió Dalilah, y la señora Hannah, ellos tendrán sus motivos, no era nuestro deber ni hacer justicia ni condenar a nadie, entiéndelo Axl. Por eso siempre te digo que la cuides, ya que saber una cosa así, pondría mal a cualquiera.

Entonces en ese momento Christ sale corriendo y se va, pero Rose nos dice que lo dejemos, que la acompañemos a tomar algo dulce para calmar los ánimos, entonces Elizabeth se pone a llorar y me abraza, la calmó y nos vamos al bar lácteo, donde Rose nos compra galletas y leche con chocolate caliente, y nos sentamos a comer sin decirnos nada, muy cabizbajos. En eso llega Alice a nuestro lado, y nos dice que ya eligieron los papeles y que mandaron a todos a la sala, pero ella se escapó.

– ¿Es verdad todo lo que dijo Betina?, nos preguntó muy seria.

Mi hermana me asintió con la cabeza, así que decidí contarle, y le pedí que sería, aunque un secreto a voces, un secreto por parte de nosotros. Cuando quedaban cinco minutos para salir al almuerzo, decidí ir a ver qué pasaba con Jezcel, pero me siguieron las tres, así que llegamos a la puerta de inspectoría, y solo pudimos ver que Jezcel se estaba yendo con su padre de la mano, y un poco más al lado estaba Dalilah y Antonia, abrazadas llorando, así que tocaron el timbre y nos fuimos a la cancha trasera a conversar de lo ocurrido, Alice se fue a almorzar pero me pidió que me quedara, que tenía que apoyar a Dalilah, me dio un beso en la mejilla y me dijo que estaba bien. Una vez ya sentados Dalilah nos explicó más detalles de todo, con mucho llanto y pena nos dijo que por eso hay tantas tensiones en la familia cuando él llega, que lo odia y no lo soporta, y que la única que lo disfruta es Jezcel, por eso ella es así, porque extraña a su padre y se le ha permitido ser todo lo caprichosa y mal portada del mundo, para compensar el vacío que deja su padre cada vez que se va, y la pena que eso le genera a ella le ha provocado algunos trastornos psicológicos, que ella manifiesta a través de su comportamiento. Antonia la abraza y luego mi hermana también la abraza por la espalda y le dicen que nunca la dejarán sola, y la apoyarán en todo, mientras Dalilah les da las gracias, y mirándonos a mí y Elizabeth, nos dice que nos vayamos a almorzar.

A la hora del almuerzo solo estábamos Alice y yo en una esquina del comedor del colegio, en bastante silencio, yo le vigilaba su “humor”, me preocupaba mucho lo que me dijo su madre en la mañana, aunque ya parecía estar mejor. Todo lo que ocurrió con Jezcel, junto con lo de Alice, fue un lunes completamente terrible.

Al salir de clases, la fui a dejar a su casa, la dejé en la puerta y esperé que su madre la recibiera, se despidió con un beso en mi mejilla y me abrazó, y me dijo:

-Se que no le agrado a Jezcel, y ella no me agrada a mí, pero si le puedes hablar, dile que al menos ella tiene a su padre con vida aun, que lo aproveche, que sea feliz, porque la tristeza de perderlo es infinita.

Mientras, su madre me hacía señas por la ventana, difuminada por las cortinas. Me fui a casa con la cabeza llena de sensaciones. Pasé por casa de Christ pero no tenía ganas de hablar con nadie, cuando de pronto veo a don Peter caminando con un bolso de mano en dirección a mí, correteando a Princesa para que no lo siguiera, pero esta se devolvía y lo seguía nuevamente, hasta que me vio frente a frente. Fumándose un cigarrillo me miró y me sonrió, tocó mi cabeza con su gran mano, y me dijo, “eres un buen muchacho”, y siguió caminando y no pude evitar llamarlo:

-Don Peter, ¿qué hace?

-Llegó el momento de partir muchacho, ya llevo mucho tiempo acá, y creo que empiezo a molestar.

– ¿Se va por lo que ocurrió hoy?, ¿qué pasará con Jezcel y Dalilah?

-Ellas no me quieren ya en su vida y las entiendo, les hice mucho daño. Pero te puedo asegurar dos cosas, nunca les faltará nada, pero, no seré bienvenido nunca más. Mientras se ponía en cuclillas frente a mí. Te lo pedí una vez, y te lo vuelvo a pedir, cuida de mis hijas por mí, eres un chico prudente que tendrá un gran carácter, y eres el hombre que estará más cerca de ellas, sobre todo de Jezcel. Dale buenos consejos, ya que algo me dice que ustedes dos, serán el uno para el otro. Hasta nunca muchacho, me dijo mientras me abrazaba con su gran brazo.

Y se marchó, sin que me pudiera salir ninguna palabra de mi boca, solo podía pensar que era ver una especie de muerte de la relación, al presenciar como Jezcel perdía a su padre. No eran claras para mí las circunstancias, no sabía quién tenía la razón absoluta siquiera. Pero sentí mucha pena, y a la vez afortunado de tener una familia unida y que se quería, viendo tantas otras que se desmoronaban por caprichos de las circunstancias. Me llevé a Princesa con mucho esfuerzo, que lloraba mientras la acariciaba y quería seguir a don Peter, ella también acababa de perder a alguien importante en su perruna vida.


CHRISTIAN (Trozo de diario 04)

…entonces todo eso me tiene destrozado, es mi peor lunes en mucho tiempo, mi madre me preparó de comer, pero no tenía hambre, así es que subí a mi dormitorio. Al verme un poco triste, Anto subió un café y se sentó en mi cama, conversamos casi por una hora de la situación, y antes de que saliera a su cuarto le pedí que no se fuera, y le conté lo que hice. Salí corriendo cuando Rose nos estaba contando su parte de la historia rumbo a buscar a Betina, tenía mucha rabia, sentía mucha ira. La encontré en la sala de música llorando, y cuando me vio corrió a mis brazos y se puso a llorar con todas sus fuerzas, pero yo no la abrasé, prácticamente estaba colgada de mi cuello, fue entonces cuando alzó su cabeza para mirarme a los ojos, y decir mi nombre entre sollozos. Le dije que cómo podía haber hecho semejante cosa, que, si acaso no tenía corazón, y le quité sus manos de mí. “Christ, amor no me hagas esto te lo suplico”, me dijo mientras trataba de abrazarme una y otra vez, pero yo la alejaba de mi lado, y con mucha rabia le dije que me contara cómo supo todo eso que le gritó a Jezcel. “Pero amor…”, me decía, entonces le grité que me contestara, ella se llevó las manos a la boca y me dijo que solo lo había sabido por ahí, y le volví a gritar que era una mentirosa, mientras ella cerraba los ojos, y me dijo que se enteró de todo ya que en la última visita a la psicóloga, le robó la carpeta de Jezcel en la sesión que tuvo, pero no lo hizo con mala intención, y se tiró nuevamente a mis brazos, pero yo la aparté, y le dije que nunca más quería volver a saber de ella, que nunca pensé que fuera una mujer sin corazón. Entonces ella cayó de rodillas y me suplicó que la perdonara mientras abrazaba mis piernas y lloraba a gritos. Le dije que había hecho muchas cosas durante todo el tiempo que nos conocemos, pero nunca nada cruel, y me dirigí a la puerta de la sala para irme. Entonces me gritó que siempre preferí a Jezcel por encima de ella, que era como una maldita bruja que me tenía como hechizado, que mientras
existiera nunca
podríamos ser felices. Casi le respondí como debí de haberlo hecho siempre, pero solo le dije que no se me acercara nunca más, y que ahora ella podría ser feliz con “Pedrin Tapia”, y salí mientras ella lloraba de rodillas
con las manos en su cara.

Me fui rumbo a las escaleras de servicio del estacionamiento, y me senté en ellas tomándome la cabeza. Nunca había actuado así, siempre mi padre me enseñó que tenía que ser mesurado en todo, siempre hay una solución, un camino, pero me vi preso de una especie de rabia, he visto toda mi vida las actitudes de Jezcel, al saber que venía a verla su padre, y la tristeza cuando no llegaba, y también la pena de Dalilah, al no querer saber nada de él, que triste es esa mezcla de sentimientos, sentí que debía de apoyarlas más que nunca pero, ¿lo hice bien?, ¿fue correcto lo que hice?. Entonces Anto me dijo, que todo aquello que sale del corazón, por más fuerte o débil que pueda ser, es un sentimiento real, no obstante, tenía que meditar todo lo que hice, porque precisamente, yo era un chico que pensaba antes de actuar. Me besó en la frente y me dijo que me quería mucho, y se fue a su habitación, mientras yo me quedé pensando, en lo que pasó y en lo que siento.


つづく

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