Pensamos mucho y sentimos poco

Pensamos mucho y sentimos poco

Lisandro Rivera

07/02/2021

Una tarde de aquellas, en la que el sol calienta, pero no estorba, nos juntamos después de tanto tiempo.

Llegué más temprano por si acaso el transporte se atrasaba. Unos minutos después arribó ella. Lucía tan hermosa y encantadora, como de costumbre en su forma. Al tener el tapabocas, resaltaban más que nunca sus luminosos ojos.

Nos saludamos con un acogedor abrazo. Como ya dije antes, había pasado un largo tiempo desde la última vez que nos habíamos visto. Pedimos algo para tomar y nos pusimos a platicar sobre diversas cosas.

Luego de habernos puesto al día sobre nuestras vidas y haber abarcado varios tópicos, no sé cómo salió el tema de que las personas pensamos mucho y no terminamos haciendo algo por miedo a fracasar, a equivocarnos o a ser rechazados y, por lo tanto, nos terminamos quedando con la duda con qué podría haber pasado. Fue ahí cuando le pregunté:

– Y a vos, ¿qué cosa por pensarla tanto no pudiste o no te animaste a concretarla y te quedaste con la duda?

– ¿Sobre algún tema en particular? -Preguntó ella.

– Lo primero que se te venga a la cabeza -Le respondí.

– Bueno…vos me gustabas, ¿sabías? -Dijo tímidamente, mordiéndose los labios.

– ¿En serio? -Pregunté sorprendido, aunque tanto no lo estaba.

– Sí, ¿en serio no lo sabías? -Replicó.

– No lo sé, puede que sí. Solo que quizás no lo creía -Respondí tímidamente, procesando la situación.

Luego de eso, se produjo un largo silencio en donde yo miraba fijo a la nada misma pensando en lo que había acabado de ocurrir. Hasta que ella, que se encontraba sentada a mi lado mirándome fijamente, rompió el silencio:

– ¿En qué estás pensando?

– ¿Por qué nunca me lo dijiste? -Repliqué, todavía sin caer en la situación mientras miraba hacia otro lado.

– No sé -Respondió, encogiendo su voz-, creo que pensaba que no sentías lo mismo por mí.

– Pero ¿por qué no me lo dijiste? -Insistí, girándome y, ahora sí, mirándola a ella-, tenemos confianza.

– No lo sé, ya te lo expliqué -Dijo, a la vez que agachaba su cabeza.

En ese tramo, hubo otro instante de silencio en el que, esta vez, era yo quien la miraba fijamente y ella hacia abajo. Aun pensando, una y otra vez, no lo lograba comprender. De repente, levantando su cabeza, preguntó:

– ¿Qué hubieses dicho si yo te lo decía?

– ¿Qué hubiese dicho si me decías esto? -Repetí a su pregunta mientras la tomaba de sus manos y se me trababan las palabras.

– Ajam -Respondió sonrojándose.

– ¡Te estás poniendo colorada! -Exclamé acercándome lentamente a ella.

– ¿Qué? -Preguntó sonrojándose cada vez más mientras le acomodaba el pelo.

Y fue un segundo después, el momento exacto en que nuestros labios hicieron contacto y se perdieron en un beso que, si bien no fue el más largo ni el más apasionado, fue el más tierno y sincero que di y recibí en mi vida.

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