SÍ, QUIERO. Película My Girl, porque Thomas se merecía vivir.

SÍ, QUIERO. Película My Girl, porque Thomas se merecía vivir.

Carolina FM

05/02/2021

—Sí, quiero —dijo él, alto y claro.

—Sí, quiero —respondió ella tímidamente.

—Puede besar a la novia —concluyó el cura con una sonrisa.

The End — Fin – Colorín colorado, esta historia…

Esta historia comienza cuando cumplí seis años. El trabajo de mi padre nos obligó a trasladarnos a una ciudad nueva, con todo lo que eso representaba. Tuve que despedirme de los que hasta ese día habían sido mis «más mejores amigos». Estaba enfadada y asustada.

—Tranquila, mi vida. Encontrarás nuevos amigos.

Mi madre intentaba consolarme sin éxito. A mí me gustaban los que tenía.

Llegó mi primer día de cole. Entré en clase de la mano de la profesora, lo cual resultó bastante humillante y todas las miradas se clavaron en mí. Era la nueva…

—Os presento a Celia, vuestra nueva compañera. Víctor, será el encargado de mostrarte las instalaciones.

—No, por favor, un niño, ¿en serio? —pensé muerta de vergüenza.

Él resopló y miró hacia otro lado ignorando las burlas que le dedicaban el resto de compañeros.

Lo que a primera vista supuso un suplicio para ambos, con el paso de los años se transformó en una amistad fuerte y pura.

—Que no, no es mi novio, es mi amigo. ¡Pesados!

Juntos alcanzamos la adolescencia con sus fiestas y juegos…, como el de la botella. La primera vez fue en casa de Sandra, la “espabilada”. Me arrepentí al instante de haber ido. Los chicos nos miraban con descaro y entre ellos estaba Víctor, ¡salvada! Llegó la hora del juego. Yo quería desaparecer. Mi turno, ¿beso o atrevimiento?

—Beso.

Había presenciado atrevimientos que ni en cien vidas habría sido capaz de hacer. La botella giró.

—¡Víctor! —gritó Sandra.

Yo lo miré, él me miró y todos corearon: ¡beso, beso!

Nos fuimos hasta la despensa y cerramos la puerta. El cuarto era muy estrecho y oscuro. Escuché su respiración acelerada, sentí su olor junto a unas ganas imperiosas de besarle. Me puse de puntillas y palpé su cara torpemente. Nuestros labios se rozaron, nuestros cuerpos temblaron. Entonces la luz del cuartucho se encendió, la puerta se abrió y la odiosa Sandra irrumpió robándonos nuestro momento.

—C´est fini.

Ya nunca fue lo mismo. Nos evitábamos con excusas tontas hasta dejar de vernos por completo.

El colegio acabó y comenzó la gran aventura universitaria.

Conocí a Hugo en clase y enseguida nos enamoramos. Me mimaba y me hacía feliz. Cuando me hizo la ansiada pregunta, no lo dudé. “Sí, quiero”. Nací en la década de las princesas Disney, pero mi príncipe no tardó en convertirse en una rana que desenmascaró al monstruo que siempre fue.

“¿Dónde te crees que vas tan pintarrajeada?” “ Pareces una fulana “. Luego llegó mi primer bofetón, la cena estaba demasiado fría.

Conseguí huir de ese infierno, herida de por vida.

Un día mientras paseaba por el parque escuché mi nombre.

— Celia, ¿eres tú?

Me giré y ahí estaba Víctor. No hizo falta hablar, nos conocíamos demasiado bien. Se acercó y me besó, suave, dulce. Esta vez nadie nos molestó.

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