Qué será sentir un beso…

Qué será sentir un beso…

Vero Bert

27/01/2021

Muy poca gente sabe de mi existencia. Es decir, sí saben que soy la hija tullida de Matilde Guzmán, bla, bla, bla. Ahora, de mi existencia… de mi intelecto, de mi rabia, de mis sueños… ¿de mí? Nadie sabe nada. Si se esforzaran un poco podrían haberme descubierto ahí, a oscuras, siempre ¡siempre! en mi silla de ruedas, pegada al ventanal. Podrían haber venido a conversar. Y yo hubiera podido servirles el té, y ellas me habrían hablado de lo que pasa cada sábado en el baile del club… Pero esas muchachas son idiotas y pasan por mi casa sin mirar siquiera, ignorándome. ¡Algún día van a saber quién soy! Mientras tanto, seguiré en mi estratégico rincón de atrás de la ventana. No recuerdo haber hecho otra cosa en mi vida. Leer novelas de amor… y vigilar. Oculta detrás del voile de la cortina del comedor, puedo observar quién va y quién viene en esta cuadra y en la de enfrente, mi universo. Sé mucho más aún, sé quiénes son en verdad. En su esencia, quiero decir. Y de ella, de Nené, sé todo. Conozco cada detalle de la vida de esa tonta… cosas que solo una mente como la mía, con los sentidos exacerbados a causa de la inutilidad del cuerpo que me ha tocado en desgracia puede saber. Por ejemplo, su expresión y el ritmo de su taconeo delatan cuando le pagan el sueldo en la tienda. ¿Cómo? ¡Fácil! Si es cerca de fin de mes, camina rapidito y además tiene cara de boba alegre es, seguramente, porque cobró. ¡Es tan predecible! Ahora, los estoy esperando a ella y al fulano de turno… ¡Puta! Ahí vienen. Estaba segura de que llegarían de un momento a otro, por eso me quedé más tarde que lo acostumbrado. A pesar de que se esconden en las sombras, puedo intuir cómo se besuquean en el zaguán. A ver… Pero ¡si es el hermano de Celina Etchepare! Solo una vez lo vi, en misa. Pienso tanto en él… ¿qué hará con esta? Ya veo. Lo que todos. Aprovecha para manosearla y ella, la santita, hace como que quiere sacárselo de encima. Pero yo sé bien que lo único que busca es engancharlo. Lo presiento. Él sigue besuqueándola y ella bien que lo disfruta, sí. Algo pasa. Salió el viejo Fernández… ¿Y ahora? Ah, ¡qué bien! Lo sacó zumbando. Perfecto. Qué se cree, esa atorranta. Algo le dice al viejo, ¿qué le dirá? Ahora, el viejo se fue para adentro. Ay, ella, corriendo atrás de su botín… No puedo entender qué le ven. Es tan ordinaria, tan común, tan zorra. Ahí vuelve. Se queda mirando cómo él se va… Él, ni mira atrás. Mmm, creo que no pasa más nada. Voy a llamar a mamá para que venga a llevarme a la cama. Espero que él no vuelva más. Demasiado hombre para tan poca cosa. Qué será sentir un beso… saborear un beso… ¡Cómo será, Dios, probar la boca de Juan Carlos Etchepare!

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