La mujer caminaba a paso rápido por los pasillos del Hotel donde se iba a celebrar la entrevista en el hall de entrada. Su nombre era Laura Susana Díaz. Llevaba una carpeta con sus datos y el currículum. Se había graduado con los mejores promedios en la Universidad de Abogacía. En la recepción le tomaron la fiebre…

Luego le dijeron qué esperara al Gerente de Recursos Humanos.

Al verla, Esteban la recorrió con sus ojos de arriba abajo y luego le preguntó sus pretensiones. Ella estaba al tanto de que la Compañía era de muy alto nivel así que no dudo en pedir una remuneración bastante elevada. Sin darle una respuesta afirmativa, él le dijo que se presentará el viernes próximo para realizarle una prueba psicológica. Lo saludó de lejos, respetando la distancia, pero en ese momento sintió algo que no supo que era.

Pasaron unos días y nuevamente se encontró caminando, con mucho temor en las calles, esquivando a las personas qué se encontraban sin barbijo, pero, necesitaba el trabajo, así que se dirigía nuevamente hacia el Hotel pensando que era eso que había sentido anteriormente y porque dentro suyo, su corazón latía a paso acelerado.

Se dijo para sí misma que mejor tendría que pensar en otra cosa y prepararse para el examen de ingreso.

Esteban por su parte, también se quedó concentrado en el calor que había emanado esa conversación.

Al ingresar en la sección Recursos Humanos de la empresa, la recepcionista le tomó la fiebre, mirándola con envidia, ella llevaba un trajecito azul petróleo ceñido al cuerpo, sus formas se lucían esplendorosamente. Laura no se inmutó con esa mirada y le preguntó: ¿se encuentra el Sr. Esteban? me tengo que presentar con él. Lamentablemente, contestó la recepcionista, el señor se tuvo que ausentar por un viaje imprevisto y la va a atender la Sra. Delgado.

Alejandra era una mujer de unos 56 años, alta, de cabellos castaños y ojos azules, muy azules…El barbijo combinaba con el color de los mismos. De joven, debería haber sido muy hermosa, la miró como inspeccionándola y le dijo que tome asiento, le ofreció alcohol en gel para las manos y le dio una serie de papeles para completar las series que faltaban. Eran todas secuencias matemáticas. ¿Para que necesitaba realizar ese tipo de test si lo que ella quería era un puesto en la Sección Legales? Pensó que era una burocracia, pero comenzó a escribir.

Pasaron 5 días y llamó para saber si ya tenían los resultados. La mujer que atendió el teléfono le dijo que ya estaban por llamarla, porque la habían aceptado y debería comenzar a trabajar el lunes próximo. Balbuceó un gracias y se quedó meditando… Preocupada por la situación de pandemia, pensó si estaría equivocada en haberse presentado en ese trabajo, aunque sabía que era necesario. ¿Que se pondría en su primer día de trabajo? Tendría que ser algo que impacte, debería causar una buena impresión, bueno, después de todo tenía un guardarropa bastante importante así que después decidiría. Pensó tomar un baño para tranquilizarse un poco, la ansiedad la estaba matando…

Llegó el lunes, debería viajar en transporte público ya qué su auto tenía un problema mecánico y hacía unos días lo había dejado en el taller, aterrada, salió a la calle, poniéndose alcohol en sus manos varias veces, rogando que no se le acerque nadie sin barbijo. Al final, pudo vencer el miedo que eso le provocaba y llegó a la empresa. En la misma, sintió que varios ojos la miraban, trato de no dar importancia a los mismos y siguió caminando hacia donde la aguardaban para presentarla y mostrarle cual sería su lugar de trabajo. Lo vio entrar y sintió que sus mejillas ardían, no podía disimular lo que sentía.

En el momento que se acercaba al escritorio, sintió a sus espaldas un murmullo, pensó que estaban comentando algo referente a ella, se dio vuelta y vio que entraba alguien que había puesto muy nervioso a todo el personal.

Era un joven muy elegante que la Sra. Delgado le presentó como el Director General.

El hombre entró en una oficina y llamó a Esteban y a Laura a una reunión. Tenían que resolver un caso muy importante de una herencia. Así que convocaron para el día siguiente a todos los familiares de la persona fallecida y le dijeron a ella que debía participar de la misma. Pensó: ¿tan rápido debía hacerse cargo de un caso? Creyó que sería fantástico comenzar así.

El hombre fallecido era muy rico y había dejado una importante fortuna. La reunión fue en el salón principal de la empresa, ahí se reunían siempre con los Directores. Antes de entrar les tomaban la fiebre…

Comenzaron a llegar los familiares, algunos todavía con los ojos llorosos, otros con la expectativa de recibir unos cuantos miles o millones, algunos desesperados, otros ansiosos…En total nueve personas. Se procedió a leer el testamento: su hijo recibiría el 100 por ciento de sus acciones, su esposa sus otras empresas y un piso en Nordelta, a sus sobrinos les dejó autos muy costosos y Esteban continuó leyendo el testamento, ya iba por el número ocho y al llegar al número nueve, el testamento dice qué deja una mansión en Recoleta y esa empresa a una hija no reconocida, para su sorpresa nombran a Laura Susana Díaz y entonces piensa: ¡qué casualidad! ¡Tiene mí mismo nombre! Pero, al sentir que todo el mundo la miraba, se dio cuenta de algo que no podía creer, era ella la heredera número nueve. Siempre quiso saber quién había sido su padre, pero su madre lo mantuvo en el anonimato y ahora, de repente lo descubre. Todavía no tomaba conciencia y su corazón palpitaba muy fuerte, hasta qué Esteban se acercó a ella con un ramo de rosas, felicitándola y diciéndole que él siempre estaría para ayudarla, así se lo había prometido a su padre y ella le devolvió su sonrisa, sintiéndose inmensamente feliz…

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