Estoy sentado en una silla blanca, un poco vieja y astillosa, pero muy cómoda, podría estar sentado aquí por horas, si me apetece.
Son solo días de reflexión, largos días, abrumadores, cansados, coléricos, histéricos, uno en especial me sorprendió. Me cuenta Alan historias sobre mi vida, cosas que nunca supe, ¿cuando y donde las dije o hice?
Esta es una de las razones por la cual no le tengo afecto a las personas, nadie me agrada, nadie me interesa, apoyo en ocaciones el suicidio y en otras ocaciones no.
Salimos del amanecer para acabar en el anochecer.
¿Que somos?
Estoy averiado, he caído muy alto, he perdido piezas y otras las he logrado recuperar y arreglar, otras no tienen compostura, es necesario mucho tiempo para crear esas piezas, se llevo tanto de mi, me elevo tan alto, me sentía en la cima de mi vida, me sentía completo pero con miedo, inseguro de todo lo que estaba pasando, en realidad, me sentí cegado, incapaz, insuficiente, sentí más asco de lo normal.
Falle, con todo falle, era una situación de la cual, no sabía qué hacer, no logre llegar a la altura esperada.
Si está silla tuviera oídos que tanto sabría de mi, sería mi mejor amiga o amigo, quien sabe, que importa.
He perdido, he perdido bastante, afile mis huesos y me enterré en ti, sé que será mi fin y será aún más doloroso cuando te sienta más lejos, todos mis sentidos y todo lo que conforma este miserable ser, necesita de tu presencia, de tu tempo.
Coincidí tanto contigo que por primera ves en mi vida sentí que encajaba con alguien, me sentí aceptado, escuchado, valorado, entendido más que nada, fue una dicha conocer a ese ser tan hermoso, a esa grandiosa mujer que entró en mi vida de una manera fugaz, no se despidió, no dijo nada, solo se alejó, observé cómo se iba de mis manos y la dejé ir, tampoco dije nada, a ella no le importo, a mi me dolió cuando se fue, sentí que me quitaron algo a la fuerza, un arrebato y se esfumó.
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