Un jarrón roto en mil pedazos, tan roto que era imposible de reconstruir. Díficil de imaginar su estado inicial. Frágil y quebrado, liso y brillante. A pesar de haberse roto en ínfimas partes, se podía apreciar lo resplandeciente que poco antes era.

Isla, ese jarrón roto en mil pedazos, tan roto que era imposible de reconstruir. 

Aún quedaba un ligero brillo en sus ojos, una pequeña sonrisa en sus finos labios, igual que quedaba la esperanza de poder pegar los trozos de ese destrozado jarrón.

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