La vida, desde su génesis. Incluso, hasta la actualidad sigue siendo tormentosa y lleno de peligros siendo un constante reto. Vivir la vida diría una famosa canción o resignarnos al destino trágico, funesto y lúgubre. No dijo que haya vivido las más oscura de las experiencias todo lo contrario en su momento fue la más emocionante, excitante y alegre de las experiencias.

Este corto relato transcurrió hace poco tiempo, tanto que aun quedan los sabores y aromas tan vividos que una lagrima broto de mis ojos y se pierde en su sinuoso camino.

No era mas que un joven cerca de los 18 años. Era una tarde, el ocaso era luminoso y ante mi el más bello de los seres. Su piel suave y tenue, lo más exquisito al tacto. Sus ojos dos llamas ardientes y su larga cabellera oscura y llena de vida. Me animaba la vida. Le di un beso, me costo mucho porque tuve que estirarme sobre la mesa, mis piernas se adormecieron pero estaba decidido era sus labios los que me llamaban. y solo una mesa llena de los mas exquisitos manjares nos separaban. 

Todos, he de suponer conocen la famosa gastronomía peruana. Los más exquisitos platillos: pacha-manca, juanes anticuchos, los deliciosos tamales, las fusiones con otras culturas, el chaufa, el guane, si continuaria con estas delicias faltarian palabras para terminar este relato. y como fiel acompañante el  Pisco sour. Infalible receta, ya sea desde el platillo mas sencillo hasta los mas altos chefs dan fe de la grandeza de nuestra cocina. un poquito de esto y otro poco de aquello, ni mucho ni poco todo una fusión de aromas y sabores. Donde los paladares más gourmets se han derretido ante estas delicias. 

Allí estábamos en el jardín de la casa de emily, porque así se llamaba. Era el más apacible de los lugares. y un par de arboles se mecían cargando un columbio sencillo donde por las tardes la pasábamos jugando y en algunas ocasiones, el mismo jardín, era testigo de las más alegres fiestas donde la anfitriona, emily, brillaba sobre todas las demás. Era simple y  pomposa a la vez. Esta apacible tarde nos encontrábamos no en una fiesta ni jugando, tan solo disfrutando de una exquisita comida de villanos en la cocina. Juntos preparamos lo que ahora probábamos. Ella correteaba y yo la perseguía. ella quemo el arroz y yo el aderezo. Fuimos los más entusiastas. Un pajarito canto sobre el árbol.

Nos mirábamos frente a frente. Le decía palabras dulces y ella suspiraba. Sus labios carnosos, finamente delineados pronunciaban las más dulces melodías, era como un canto una voz que me guiaba por los senderos desconocidos de la vida y de pronto ella dejo de hablar. Mis ojos que los había cerrado para dejarme guiar con la melodiosa voz y intensificada con los aromas exquisitos los abrí. Vi como ella soltó una sola lagrima, la avecilla a lo lejos se alzaba despavorida, ella me dijo que no me amaba, que era su ultimo beso.     

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