Por la mañana todo estaba en silencio, el día anterior el baile de fantasía, fue sorprendente e inspirador para todos. El champán  con un brillo especial verde manzana.

La cabeza me daba vueltas y todo mi pensamiento era: el mar con su música, olas que acariciaban mis pies en la orilla, cielo lleno de nubes en forma de animales.

La fiesta a la que me refiero, fue en la playa donde todos íbamos vestidos de blanco, como símbolo de la paz en el mundo.

Lo bonito fue, que pude hacerme partícipe del atardecer, regalándome montones de colores rosas, rojo, morado…y en el horizonte donde el cielo se junta con el mar, una gama de colores indescriptibles, que me hicieron sentir paz.

Poco a poco el día daba lugar a la noche , todos en la fiesta comenzaban a tomar, las riquísimas cosas que nos habían preparado para la ocasión: todo a base de ensaladas, frutas, tarta y bebidas espumosas.

Pero no les he dicho porque estaba yo allí. Había tenido un año de mucho trabajo, mi profesión,  trabajadora social. Es difícil desconectar después de tratar con tantos problemas que tiene la sociedad.

Mis hijos son mayores y estando divorciada pensé tomarme unas vacaciones en un sitio con playa. Así que yo sola me embarqué en esta aventura.

Estaba en un hotel donde la mayor parte de las personas eran mayores , casi todos extranjeros. En el hotel se permitía tener mascotas,  por todas partes correteaban.

La fiesta de la playa estaba siendo de lo más agradable, hasta que del cielo apareció una gran nueve blanca.

Esta llevaba encendidas un montón de luces y emitía unos sonidos un poco desagradables. Y eso no era todo, desprendía una especie de espuma azul.  Se trataba de un globo aerostático.

 Llegó un momento en que los sonidos cesaron y las luces comenzaron a ser más fuertes.

Todos empezamos a subir a un barco velero que desde el mar oscuro, nos invitaba a subir, dirigidos por aquellas luces celestes.

Poco a poco y uno a uno, entramos en el barco, una vez dentro, nuestros pies descalzos sentían la arena fina que había en el suelo.

Parecía como que estuviésemos en el fondo del mar, ya que el barco parecía una réplica. Tonos azules, verdes, azules marinos… y las paredes como mamparas y dentro de su interior agua.

Ya no recuerdo nada más. Solo que en mi puerta apareció unos de los hombres de la fiesta.

Yo me desmayé, al despertar estaba navegando en un gran barco en los brazos de un hombre de ojos verdes azulados como el mar. Al fin descubrí cual era mi lugar. El mar.


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