El cielo que refleja tu color, se mezcla con los débiles destellos de un sol ya adormecido dejando en el lienzo del cielo una pacífica y bella unión entre colores, tan hermoso arte es custodiado por angelicales guardianes blancos; que al ser tocados por los largos brazos del sol toman dorados colores. Entre la belleza de tu arte reflejado, tu mismo te unes a la pintoresca sinfonía, con la infinidad de tu misterioso existir, provocando el deseo de caminar entre tus aguas al mirar tu lejano fin acurrucar al sol como si fuese un acto de amor. Lástima que solo el viento, tu invisible compañero , es quien se desliza en tus aguas y curioso sale de tu borde para llevar entre su cuerpo una probada de sus aventuras. Al salir de tus confines, puedo sentir como me narra entre susurros tu inmensidad, junto con su calidez comprendo que solo él ha estado en el calor de tu amante dorado, de no ser por su aroma de fuerte sabor que captura tu ser, y las finas gotas de tus aguas prisioneras en su cuerpo invisible, me invadiría el lamento de no poder ser aventurero de tu infinita soledad acompañada por tu amante y tu invisible compañero, me resigno a sentir el susurrar las  historias del viento y ver al dorado amante ocultarse en tu fin, me resigno a ver las suaves caricias bordeadas de fina espuma que le das a la arena. Haciendo un sinfónico sonido del mecer de tus aguas con el ritmo de tu invisible compañero .

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