Perfil público

Ya en la infancia, siendo una sencilla niña de pueblo, disfrutaba inventando cuentos y escribiendo pequeños guiones de teatro que luego representábamos mis hermanas y yo. Mis historias competían con los cuentos que improvisaba mi padre por la noche y que fueron el mejor regalo de nuestra niñez. Bandoleros, ferias fantásticas , barcos que viajaban por tierra, personajes surrealistas que vivían aventuras increíbles y que nosotras nunca nos cansábamos de escuchar.
Según fui creciendo y conociendo más y más libros el amor por la literatura maduró también. Me parecía mentira poder disfrutar tanto de una asignatura y miraba atónita a todos los que decían que leerse El Quijote, La Regenta o Fortunata y Jacinta era un rollo. Para mí, la lectura ya era sin duda un gran placer.