Perfil público

Saludos, navegantes de los caprichos del caos, que por sino han terminado leyendo mis palabras, son bienvenidos a compartir conmigo este juego de provocación falaz que es el lenguaje.
Debo advertir, sin embargo, que no soy bajo ninguna definición una escritora. Me dedico a la química, y de vez en cuando obligo con descaro a las palabras a ser partícipes de una unión involuntaria. O al menos lo hacía.
Hace algunos años viví una experiencia que me afectó en muchas maneras. Me encerró de una forma despiadada, bajo la ilusión de todavía ser libre. Socarronamente, no me dio atisbo alguno de sus intenciones, mientras mis esfuerzos de llegar al exterior se veían saboteados. Cualquier amague de introspección asemejaba a una tortura blanca, en la que ni el rasguño de mis manos contra las paredes hacía mella. No escribí durante tres años. No dibujé durante tres años. Mi lenguaje se retrajo significativamente, despavorido ante la afrenta en la que se había convertido.
Paulatinamente, y con mucho trabajo, retomo el timón. No se nada de estructura, nada de recursos, desconfío de mi selección de palabras, y me pierdo en las sutilezas que hacen del arte, una experiencia extra corporal. Toda reseña es bienvenida y apreciada. Quiero conocer los límites de la expresión humana y sostenerles, desafiante, la mirada. Necesito su ayuda.
Respecto a mi estilo de escritura, e incluso de dibujo, decanto hacia el terreno de lo onírico, particularmente, el terror, lo incómodo, lo extraño. Aprecio el uso de simbolismo, aunque me temo que no estoy absuelta de caer en el cliché. Reflexiones sobre qué diferencia simbolismo de delirio, genialidad de lo inconsecuente, serían herramientas invaluables en mi viaje, y les agradecería su aporte.
Bon voyage.