El fantasma, al parecer, guarda una estrecha relación con una persona ya fallecida, pero no es fácil convertirse en un fantasma después de morir. Se deben cumplir ciertos requisitos para tener esa no muy seductora posibilidad.
Algunas recomendaciones son evitar morir entre los 14 y los 60 años, ya que no tienen mayor trascendencia los fantasmas de personas de estas edades o quizás son más transparentes que los otros. Se espera de usted una muerte violenta, inesperada, injusta, sorpresiva o al menos trágica, ya que aquellos que mueren en forma normal, natural y plácida no parecerían tener habilitado el modo espíritu tras su muerte, o lo que sería mucho más deprimente, su modo fantasma sería totalmente invisible y no podrían ser nunca advertido por las personas. Estamos al corriente de que no es común ver fantasmas de personas que fallecieron de manera tranquila o sin dejar un gran impacto. Sin embargo, sí es frecuente ver los mismos de niños asesinados violentamente, personas que se suicidaron, adultos que causaron mucho dolor a otros, especialmente a niños y niñas, y aquellos que sufrieron muertes trágicas, injustas y angustiosas.
Como vemos llegar a vernos traslúcidos no será sencillo, y aún faltan más requisitos o recomendaciones que se deben cumplir si queremos lograrlo alguna vez.
Un fantasma no puede detenerse. Condenado a una eterna movilidad, debe desplazarse incesantemente, eludiendo la luz, evitando las fotos y la mirada ajena. Si deseamos que nuestros difuntos encuentren la tranquilidad tras su vida, ojalá no deban asumir esta existencia frenética. El fantasma es prisionero de su propia sombra.
La inquietud es inherente al fantasma, pues la inmovilidad lo expone a la luz, revelando su etérea forma. No esperemos ver a un fantasma echado descansando, sentado tranquilamente o en actitud pensativa, siempre estarán desplazándose, corriendo o caminando rápido, como evadiendo la escena. En raras ocasiones donde los han pillado estáticos, rápidamente desaparecen y retoman su andar. Las llamadas de atención a un fantasma apático pueden ser muy severas, ya que toda la “magia” y encanto de los espectros podría desmoronarse por un fantasma holgazán.
En la oscuridad, la niebla o el humo, donde se dificulta la visión, el fantasma encuentra el escenario perfecto para sus apariciones, dejando tras de sí vestigios en fotografías y sombras.
Algunos lo llaman como la paradoja del fantasma, al hecho de que el espíritu a menudo aparece en las fotos pero no se lo puede considerar fotogénico, jamás sale bien retratado.
No sabemos aún si otros animales tienen la oportunidad de ser fantasmas tras su muerte, perros, gatos, caballos, entre tantos otros. Es un tema que no ha preocupado mayormente al ser humano, el fantasma ex-humano es el que más interés despierta en la gente y por el que, al parecer, vale la pena engañar.
Sin que esté para nada claro el asunto de los fantasmas, alguien podría plantear, con cierta coherencia y honesta inquietud, si pueden existir fantasmas de personas aún vivas. La versión espectral de una persona en vida no es muy aceptada por los partidarios de las confusas apariciones, más tampoco han podido identificar claramente a los espectros como para vincularlos cabalmente a personas muertas.
La conversión a fantasma es una tragedia universal: condenado a vagar por la tierra, invisible y olvidado, sin poder encontrar paz ni reconocimiento. Cargan con un descreimiento del público en general, es de esperar que no existan porque sino su existencia es un verdadero calvario.
Los fantasmas, seres etéreos y esquivos, habitan un limbo de invisibilidad. Sus siluetas difusas, apenas perceptibles, son objeto de burlas y leyendas inverosímiles. La soledad es su compañera constante, pues aquellos que los vislumbran, no podrán acreditarlo, serán tachados de imaginativos y condenados a llevar su experiencia en silencio.
Nos quedaremos esperando la desaparición de un ser y su posterior regreso en formato fantasma, sin mayores expectativas y sabiendo que, si efectivamente apareciera en algún momento, prácticamente no lo advertiremos, será dudoso, poco creíble, quizás quede desenfocado en alguna foto y no mucho más que aquello.
Cuanto mejor, señora, parece ser permanecer en el mundo de los recuerdos.
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