El jardín: Sobre la sinfonía (Capítulo 1)

El jardín: Sobre la sinfonía (Capítulo 1)

Zuri Livestein

12/02/2024

I: Pero la magia existe.

Una chica rubia corría por un pasillo estrecho, detrás de ella, pasos que azotaban sobre el suelo de madera no dejaban de atormentarla. Sus gritos, llenos de desesperación parecían incitar a la criatura que la perseguía a aumentar la velocidad. Tras varios segundos en los que la chica corría en línea recta, se estampó con una vieja puerta de madera, por más que lo intentó no pudo abrirla. Entonces se giró, una criatura deforme, llena de ojos que no miraban ningún punto específico y de cuyo cuerpo salían tentáculos cada vez más y más largos, se acercaba a gran velocidad. En esa situación la rubia se limitó a gritar y, entonces, la pantalla se volvió negra y los créditos aparecieron.

—¿En serio? Ese final es horrible, ni siquiera entiendo de dónde salió ese monstruo.

Una voz adolescente se quejaba, no dejaba de repetir la misma queja sobre la falta de realismo en la película. Las personas empezaban a retirarse de la sala, entre ellas una chica de cabello negro, con un corte a la altura del cuello que aprovechaba su cabello lacio. Miró con molestia al chico que se quejaba y se levantó del asiento.

—Pues no veas pelis de fantasía.

La chica habló para sí misma, se acomodó la falda y se estiró, un ligero crujido llamó su atención, ya que no venía del adolescente que se quejaba o de alguno de sus amigos, sino del fondo de la sala. Dejó la charola con su basura enganchada al brazo del asiento, y se dirigió al lateral para subir a la última fila. El crujido del suelo no frenaba, cuando llegó a la fila de origen miró los asientos, estaban vacíos, cuando bajó la mirada vio un gusano del tamaño de su brazo retorciéndose, su piel era grumosa y tenía un rostro humanoide.

—Uno débil —susurró la chica.

Miró el suelo a su alrededor y tomó una palomita que estaba tirada, la elevó unos centímetros al lanzarla con sus dedos y con un golpe de la palma la lanzó hacia la criatura. Cuando el objeto chocó contra el gusano, éste fue atravesado y dejó de moverse.

—Me pregunto si habrá un ente como el de la película.

Cuando se giró a las filas más bajas sólo se encontró con el grupo de adolescentes que aún no salía de la sala y ahora se burlaba de ella. Se lanzaban palomitas entre sí como la chica acababa de hacerlo.

Tras salir de la sala fue al baño, donde acomodó su cabello y su ropa, posteriormente caminó hacia su casa, lugar en el que su madre la esperaba.

—¿Qué tal tu salida? —preguntó una voz amable cuando escuchó que cruzaron la puerta de su casa.

—Me gustó mucho la película, sobretodo esa representación del monstruo como los miedos de la protagonista.

—Sabes que no he visto la película, ¿no?

La joven se acercó a la sala de estar, vio a su madre que trabajaba en la computadora y se sentó en un sofá junto a ella.

—¿Crees que exista la magia o los fantasmas?

La madre frenó el movimiento de sus manos sobre la computadora y miró la pantalla por un instante.

—Tal vez, quien sabe.

La puerta empezó a sonar por los golpes que le daban, la chica se levantó y se acercó a la puerta por la que acababa de entrar.

—¡Jenna!

La voz alegre que surgió justo cuando abrió la puerta era de una chica pelirroja.

—Hola Sabi, ¿qué haces aquí hoy?

—Quería verte, ¿no puedo visitar a mi amiga sin ningún interés en específico?

—Cuando viene de ti es raro, ¿quieres pasar?

Sabina entró a la casa de Jenna, saludó con una sonrisa a su madre y subió al cuarto de su amiga. Cerraron la puerta, Jenna se sentó en la silla frente a su escritorio y su amiga en la cama.

—¿Te gusta llamar la atención? —dijo la chica en la cama—, jamás creí que quisieras ser famosa.

—¿De qué hablas?

Sabina sacó el celular del bolso que traía y buscó un video que le mostró a su amiga, en él se veía una chica que estaba en la parte alta del cine y lanzaba una palomita a los asientos.

—Es que no sabía cómo llamar la atención —dijo Jenna y se talló los ojos—, seguro fue ese tipo quejoso, bueno, como sea da igual, no hice nada raro.

—¿Qué se supone que hacías?

Jenna se quitó la mano de la cara y miró a su amiga.

—Había una de esas cosas, así que usé una palomita para eliminarla.

—Ya veo, entonces hiciste algo bueno. Aun así me da duda, ¿qué se supone que era?

—Bueno, se veía como un gusano gigante, la verdad era muy desagradable, no quería mancharme con su sangre, o lo que sea que suelta.

—Entiendo esa parte, pero, ¿por qué las ves y qué son?

—Ojalá lo supiera, si mi papá me hubiera dicho más seguro ya te lo habría contado. A todo esto, ¿te dije que mañana me llevará a ver la universidad a la que quiero ir?

—Qué genial, tomas fotos para que pueda verla.

—¿No quieres venir?

Sabina miró por un instante a su amiga, sonrió con complicidad y dio su energética respuesta.

—¿A qué hora tengo que estar lista?

Ambas acordaron la hora de salida, un momento después la madre de Jenna las llamó para comer. El día siguió con normalidad, tras la comida y ver una película, Sabina dejó la casa.

A la mañana siguiente el padre de la chica llegó a las 4 de la mañana para recogerla, fueron por Sabina y se dirigieron a la universidad. Durante el viaje escucharon música y platicaron sobre los estudios que llevaban.

—Me encargué de uno ayer —dijo Jenna y se giró hacia el retrovisor, a través del cual su padre la vio—, estaba en el cine, era uno muy pequeño.

—¿Lograste usar tu técnica con facilidad?

—Lo hice con una palomita.

Mark ya sabía que su hija le había contado a Sabina sobre lo que veía y hacía, por lo tanto no había problema de hablar el tema frente a ella. Llegaron a la universidad.

—Las recojo en unas horas, iré a ver algo de mi trabajo, ustedes paseen.

Mark sacó su billetera y le dio dinero a su hija, tras despedirse las amigas empezaron a pasear por el lugar.

—¿A qué lugar iremos primero? —preguntó Sabina a su amiga, quien veía un mapa en su celular.

—Vamos camino a donde se estudia química, creo que de paso está física.

—¿Tendríamos que pasar por la zona de parque?

—Justo, caminaremos mucho, pero será divertido.

Las amigas empezaron a caminar, al llegar a la Zona de Estudios Superiores de Física decidieron visitar las instalaciones por dentro.

—¡Hola! —Una chica posó frente a ellas, se mostraba energética y vestía un top con un pantalón de mezclilla—. Me llamo Vanesa, estudio aquí.

—Hola, soy Jenna y mi amiga es Sabina.

La chica les ofreció una guía por el lugar, ambas aceptaron. Veían las instalaciones por las que algunos alumnos caminaban, en realidad la cantidad de personas era mayor, pero por las fechas se vio reducida. Cuando terminó el recorrido siguieron su camino hacia el Parque Central, en cuanto salieron de las instalaciones Vanesa las despidió y se giró mientras mandaba un mensaje.

—Era muy agradable —dijo Sabina mientras caminaba a lado de su amiga—, me dieron más ganas de estudiar allí.

Caminaban por el parque, cuando llegaron a la mitad del recorrido el viento era más frío, las hojas de los árboles se movían de un lado a otro y el cielo empezaba a oscurecerse.

—¿Qué hora es? —cuestionó Jenna y se giró a su amiga.

Al verla, su mirada se desenfocó de ella al instante, detrás de ella había una criatura de dos metros de altura, tenía una forma humanoide y gusanos de un metro de largo recubrían varias partes de su cuerpo, su piel era rojiza y tenía cuatro ojos. Sus manos estaban en posición de orar a la altura de su rostro, tenía los ojos cerrados y pronunciaba unas palabras.

—Sabina, ponte detrás de mí.

La chica obedeció, a pesar de no ver nada. Los alrededores se volvieron más oscuros, parecía ser de noche totalmente, incluso el viento se volvió más intenso, los árboles se hacían imposibles de ver poco a poco.

—Técnica ritual, creación de territorio, prado de basiliscos.

Las palabras que pronunció crearon un círculo alrededor de la criatura, mismo que funcionó como borde para un domo que se formó. El suelo mostró un pasto oscuro y en el cielo se veía un astro con forma de un ojo amarillo. Cuando se terminó de formar el territorio la criatura separó sus manos y miró fijamente a las chicas.

—Hola.

Jenna se sorprendió, era la primera vez que escuchaba a un ente hablar.

—Parece que tú puedes verme, yo creía que sólo los raritos de esa escuela podían. Parece que disfrutaré más tu rostro de miedo.

La criatura empezó a caminar hacia las chicas, Jenna sólo retrocedía lentamente mientras pensaba qué hacer. En un momento frenó, giró hacia su amiga y le habló con desesperación.

—Dame tu liga.

Sabina se quitó la liga que amarraba su cabello y se la dio a Jenna, quien se agachó y tomó una piedra pequeña del suelo. Puso la liga estirada entre dos de sus dedos y la piedra en ella como una resortera. Dejó salir la piedra disparada hacia la criatura, misma que se cubrió con el brazo.

—Qué sorpresa, hasta quema un poco.

Revisó su brazo y tenía una pequeña quemadura en el lugar de impacto de la piedra, Jenna comprendió que no serviría de nada lanzarle piedras pequeñas a menos que no se moviera nunca su objetivo. Mientras pensaba un plan sintió un corte en su mejilla, cuando puso sus dedos sobre el origen de la punzada pudo notar que sangraba.

—Lo siento, una uña salió volando.

La mano de la criatura carecía de una uña en su mano derecha en el dedo índice, aunque una nueva comenzaba a crecer. Jenna se giró y salió corriendo, no sin antes tomar a Sabina y jalarla con ella. Se giró un momento y vio como una uña del ente pasó por el rostro de Sabina, lo que causó un ardor y que empezara a sangrar. Al poco tiempo de correr chocaron con un muro invisible, era la barrera del territorio. Llena de miedo, Jenna giró, sólo para ver a la criatura cada vez más cerca. Cuando estaba a dos metros de ellas, cayeron al suelo porque desapareció la barrera en la que estaban recargadas. El cielo estaba despejado de nubes y totalmente soleado. Una voz masculina se escuchó cada vez más cerca.

—Y yo pensando que nunca más podría creerle.

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