Camino sin retorno

Camino sin retorno

Dean Martinez

29/09/2022

Recuerdo
haberme despertado desnudo, a la orilla del rio en el bosque, junto a
aquel cuerpo destrozado por mis mordidas. Era Kassy, una chica con la
que me había visto algunas veces… ¿Como se que eran mis mordidas?
Porque aunque no recordaba nada, estuve horas quitándome pequeños
trozos de carne de entre los dientes. Debía haberlo visto venir, mis
ausencias eran cada vez mas recurrentes…

Luego
de aquel incidente, en donde se salio de control la oscuridad que
llevo dentro, me aislé en oscuros galpones, hoteles de mala muerte y
cabañas alejadas para meditar en silencio durante meses. Tuve tiempo
de sobra para pensar en mi vida, para hacer las paces con mi pasado y
las cosas que me torturaban. Tomaba tiempo si, pero eso no importaba.

Las
voces en mi cabeza seguían diciendo lo mismo «devora,
coje, m
átalos…»
no importa cuando intente callarlas, siempre regresaban. Ya no tenia
amigos, ni familia… siquiera alguien con quien hablar. No se si
hubiera hecho la diferencia, pero extrañaba la cerveza y compañía
barata. Con el tiempo, incluso olvide como sonaba mi propia voz…

Con
el pasar de los meses me rendí a mis tentaciones mas perversas y, no
volví a perder el control, sentí como era cada vez mas difícil
aguantar aquella gran seducción, pero podía hacerlo. Muchas damas
me visitaban semana a semana, tenerlas a mi disposición cuando
quería era tan excitante… por algunos billetes se acostaban boca
abajo y dejaban que hiciera lo que quisiera con sus hermosos culos.
Durante meses disfrute acariciarlas, morderlas, golpearlas…
eyacular dentro de ellas. Tocar su carne, besar tu piel, sentir el
calor de otra persona… sin dudas aliviaba el deseo de desatar mi
ira contra el mundo.

Un
empleado del matadero me traía los restos de los animales que no
extrañarían en la fabrica, por algunos otros billetes se convirtió
en mi proveedor personal. La mayoría de las veces la carne aun
estaba caliente, sangrando… incluso recuerdo haber visto temblar
algunas extremidades mientras mi boca se humedecía. La sensación de
arrancar a tirones la piel y músculos de aquellos huesos, era igual
a cuando sometía a aquellas prostitutas… solo eran carne que
saciaba mis tentaciones.

En
las noches de lluvia, cuando nadie salia, solía desvestirme y correr
hacia el bosque en busca de algún animal desprevenido. Algún
conejo, alguna pequeña gacela, incluso logre derribar un ciervo a
golpes antes de comenzar a morderlo…
Solía morder su cuello
primero, es ahí en donde cruzan las arterias y el sangrado es mas
profuso. Luego me tendía junto a el y dejaba que su sangre me bañe.
Si cierro los ojos puedo sentir esa tibieza recorriendo mi pecho…
deslizándose lentamente hacia mi estomago. Aquella calidez me
despertaba grandes erecciones antes de desmayarme del placer…
pasaron años desde la ultima vez que sentí remordimiento por las
cosas que hacia, mi manera de vivir era perfecta… mis días estaban
dedicados al éxtasis carnal de mi cuerpo.

Comencé
este viaje para aplacar la oscuridad de mi ser y no volver a matar
personas, lo estaba logrando, Kassy fue la primera y ultima ¿Pero a
que costo? El abismo que vivía dentro de mi subconsciente comenzaba
a fundirse conmigo. Cada vez era mas difícil agotar mi energía,
cansarme y dejar mi cuerpo exhausto, pero era una forma efectiva de
no divagar, de no tener ausencias, de contener a la bestia. La gran
maldad de mi interior era aplacada cada vez que saciaba esos
retorcidos deseos…

Note
que podía evitar perder el control realizando estos pequeños
rituales, atenuando su fuerza cada vez que completaba uno. Sentía
que de esta forma podía contenerla sin tanto esfuerzo, sin tanta
locura golpeando mi cabeza…

Casi
a medio del invierno, en donde las noches eran mas largas y oscuras,
donde el cielo se estrellaba y dejaba ver el inmenso espacio, aquel
gran vació era mas difícil de controlar. Me di cuenta que
disfrutaba enormemente estos rituales, no solo al realizarlos, sino
también cuando los planeaba, durante el día…

Pronto
deje de ofrecer dinero a mujeres… Comencé a recorrer oscuros
callejones, estaciones de combustible aisladas, zonas en donde las
presas fueran fáciles. Desgarrar la ropa de aquellas mujeres y
escucharlas gritar, resistirse a mi para luego ser sometidas… el
placer que me provocaba era tan intenso que solía perder la
consciencia unos instantes. Jamas sentí pena por ninguna, les
ordenaba que se vistieran y siguieran su camino.

El
idiota de mi proveedor quiso abusarse de mi necesidad, quiso duplicar
de un día a otro la tarifa por sus servicios… o algo así, solo
necesite esa pequeña excusa para clavar mis dientes en su cuello y
bañarme en su sangre. El sabor y la textura de aquella carne, nunca
probé nada igual. Su cuerpo me sirvió durante semanas, fue tanta la
diferencia que deje de salir a cazar.

Las
convulsiones en medio de la noche eran cada vez menos recurrentes, ya
casi no me levantaba a deshoras con esas ansias de morder lo que se
me atravesara. A veces, mis sueños podían comenzar antes e incluso,
ser mas profundos, tan profundos que al comienzo solo vi oscuridad…

Con
el tiempo, en aquella profundidad comencé a ver colores, tenues y
oscuros, pero los distinguía a todos. Eran los colores que habitaban
en el basto espacio… pero no en el que conocemos, este era mas
distante, mas calmado, con menos estrellas en el. Cada vez que lo
visitaba, mi ropa desaparecía y mi cuerpo se llenaba de energía.
Corría en un suelo imperceptible que nunca me llevo a ningún lugar,
pero era tan relajante sentirme feliz con lo que llevo dentro… este
lugar no me juzgaba.

Con
el pasar de las noches, comencé a poder decidir cuando visitar este
lugar, cuando abandonarlo y despertar, la mayoría de las veces. En
una ocasión que lo visite, aquel largo e invisible sendero me dejo
varado en frente a unas oscuras tierras, en donde los animales y las
plantas eran distintos. Su suelo, la corteza de los arboles e incluso
la piel de las múltiples criaturas compartían aquel grisáceo
color, mientras que los frutos y sus ojos variaban de un violáceo a
un color amarillento muy brillante. Varios meses recorrí este nuevo
mundo en mis sueños, mientras dejaba salir allí la oscuridad de mi
interior, alimentando lo que llevo dentro. Luego de tanto tiempo, lo
visitaba incluso sin la necesidad de realizar mis rituales, solo para
verlo, para explorar sus arenosas tierras, esas tierras en donde
siempre es de noche, una noche apenas estrellada y con auroras
violáceas viajando de un lugar a otro lentamente.

Una
noche en la que decidí dormir temprano, me lance a la cama del sucio
hotel y cais sin darme cuenta viaje… Sentí las sabanas en mi
rostro un instante y luego aparecí en aquel lugar. Camine por un
largo camino de aquella extraña vegetación que parecía guiarme al
centro de una gran gruta. Mientras mas me adentraba en ella, mas
oscura se tornaba, pero mi visión parecía acostumbrarse a cada paso
que daba.

El
camino de aquellas delicadas flores me llevo hasta una mujer pegada
en la pared, completamente desnuda y con su cabello levitando
delicadamente por los aires. Tenia una extraña mascarilla que
ocupaba la mitad de su rostro, parecía mantenerla con vida, o
quitársela poco a poco, no lo se.

Aquellas
pequeñas y violáceas flores, parecidas a las pinnigorgias del mar,
parecían mas grandes a medida que se acercaban a aquella mujer.
Cuando estuve a dos a dos pasos de ella, comenzaron a brillar
tenuemente e iluminaron los alrededores del lugar. Note cientos de
cuerpos en aquellas paredes, unos con vida, otros no. Algunos
parecían de épocas muy remotas a la miá, lo se por su vestimenta.
No entendía por que estas almas habían terminado aquí, soñando
con profundidad. Voltee sobre mis pasos y salí de aquel lugar, con
mas preguntas que respuestas en mi mente.

Caminaba
de regreso por aquel camino que la flora me había trazado, cuando
subí la vista y lo vi frente a mi, parado, observándome fijamente.
Sentí como mis ojos latieron un instante, llenándose de sangre en
ellos. Parpadee algunas veces y mi vista se aclaro, así como el
miedo desapareció de repente. Me tome un instante para observar
quien estaba frente a mi, un desnudo hombre sin boca, sin cabellos,
sin genitales. Un extraño hombre con una silueta perfecta, con ojos
amarillos y piel oscura me observaba en silencio… hasta que me
anime a hablarle.

Dorian:
Quien… ¿Quien eres?

Ente:
Soy el amo de este lugar.-Respondió contundentemente.

Dorian:
¿Tu me trajiste aquí?…-Pregunte mientras caminaba de costado, sin
apartar la mirada de aquel extraño frente a mi.

Ente:
No. Tu eres uno de mis hijos… Simplemente seguiste el camino de
regreso a casa.-El eco decreciente de su voz me aliviaba con cada
respuesta.

Dorian:
Tu… ¿me conoces?

Ente:
Conozco a todos mis hijos… es una parte de mi la que has luchado
por atenuar todos estos años.

Dorian:
Esa oscuridad… ¿Ese es tu legado para tus hijos? Fue difícil…
¿sabes?

Ente:
Lo ha sido porque creciste en un mundo al que no perteneces… aquí
no existen aquellas leyes y probidades, Dorian. Nadie te juzgara por
saciar tus necesidades.

Dorian:
*Sabe mi nombre…*- Suena tentador… ¿Por que solo puedo visitar
este sitio cuando duermo?

Ente:
La distancia que hay entre nosotros solo se acorta en la oscuridad,
por eso te es mas fácil viajar cuando duermes.

Dorian:
Entiendo… ¿Quien es la chica que estaba dentro? ¿Por que me guio
a ella?

Ente:
Esas personas… Son soñadores. Ellos mantienen vivo este lugar. Son
personas a las que tu mundo les ha quedado pequeño.

Dorian:
Pues… parece que pronto este mundo también le quedara pequeño…-
Le respondí mientras observaba esas extrañas flores.- Yo… ¿Soy
uno de ellos?

Ente:
No… Tu eres mas como las bestias con las que te has estado
apareando, como los animales que has devorado en tus anteriores
visitas…-En ese momento lo entendí.

Dorian:
Ya veo… Dime ¿Que pasara cuando despierte, padre?

Ente:
No tienes que hacerlo. Llegaste a este lugar porque tu ser se ha
completado… ya no tendrás que volver a aquel mundo.

Dorian:
Estas diciendo… ¿Que puedo quedarme aquí?-No pude contener mi
sonrisa… camine varios pasos mientras observaba el cielo y sus
auroras cada vez mas brillantes.

Ente:
Si así lo deseas… este sera tu nuevo hogar.

Dorian:
Entonces al fin… estoy en casa.

Observe
mis manos mientras las apoyaba en aquel seco y oscuro suelo, mi piel
se tornaba de aquel color violáceo y se camuflaba con todo mi
entorno. Sentí como una gran fuerza recorría mi cuerpo, llenándome
de energía y ganas de correr… correr a todas partes al mismo
tiempo. Voltee a ver aquella figura que me daba la bienvenida, pero
mi visión se torno en blanco y negro mientras el se marchaba. Es la
primera vez que me siento tan vivo… es la primera vez que
pertenezco a un sitio.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS